martes, 2 de junio de 2015

Rallye Gran Canaria 2015: Chacho, chacho, chacho...

Hola buenas.
Esta vez no sé ni por dónde empezar. Quizás lo primero a contar sea el resultado final: un abandono en el penúltimo tramo.
La historia empezó a escribirse cuando el viernes a media mañana me llama Jonathan para decirme que yendo de camino a alinear la dirección se partió una piña del palier y está botado en Arbejales (un barrio de Teror). No hay problema, tenemos tiempo de sobra para comprar una nueva y montarla o poner la de repuesto… pero no. La que había se tiró porque estaba media dañada. En todas las tiendas de repuestos y concesionarios Renault no hay piñas para este coche, o más bien que le sirvan a este coche, porque la que tiene no es la que lleva este modelo. Nos pateamos toda la capital y parte del sureste buscando y rebuscando a ver si aparecía algo. Con ayuda de varios amigos dueños de talleres nos vamos moviendo también por teléfono a ver si hay suerte. Ya son las 15:00 horas y no tenemos casi nada. La única opción es comprar una que hay en una tienda especializada en palieres pero que según el vendedor, es de muy mala calidad y dice que “no aguantará ni la ceremonia de salida”. Entre tanto al gran Laure se le ocurre que en Fontanales puede ser que haya algo mejor. Llamamos y sí, la hay y debería servir. El padre de Jonathan va a buscarla y nosotros nos venimos para Teror. Cuando llega la piña… no vale. Son casi las 17:00 horas. Tenemos que verificar a las 18:26. Se huele la retirada antes de empezar, pero como no nos queremos rendir sin haber luchado, vamos a la tienda de este señor y nos traemos ese material, que por malo que sea será mejor que no tener nada. Pedimos permiso y llegamos a verificar a las 18:58, dos minutos antes del límite. Sin alinear la dirección, sin lavar el coche, sin bañarnos y sin comer. Es verdad que podíamos haber hecho el trámite el sábado por la mañana, pero hacer la ceremonia caminando es algo ridículo, así que nos sacrificamos y salió bien. 

En el parque cerrado el viernes por la tarde

Sábado 30 de mayo, día de Canarias. El coche es francés, con piezas de todo lados, incluso hasta de EEUU. No tenía nada que celebrar y nos lo iba a demostrar.
En el enlace hasta el parque de trabajo se repiten los cabezazos que daba en el “corte inglés”. Un sensor de algo hace que el motor se quede sin alimentación durante décimas de segundo. No es mucho pero jode. En la asistencia parece que damos con la avería y se repara y aunque algo menos, la verdad es lo siguió haciendo durante todo el día.
La cámara que siempre ponemos para grabar desde dentro se queda en la mochila porque se nos pierde una tuerca que la sujeta, así que sin cámara y por tanto, sin vídeo on board con el audio del copiloto.
El primer tramo no sale del todo bien, ya que al tema este que dije antes se une que la caja rasca un poco y que la temperatura del aceite está por las nubes. Jony no va del todo cómodo, sumado con la propia dificultad de la carretera que no era poca.
Entrando en el control horario del segundo empieza el verdadero calvario. Los cambios no entran, y si entran, no salen. Hacemos los 5 primeros kilómetros sólo con la sexta velocidad. La idea es llegar al parque de trabajo y ver lo que pasa. Pasando el cruce de Juncalillo la palanca vuelve a engranar cambios y nos volvemos locos a correr… pero no duró nada. Ya en el cruce de Fagajesto vuelve a joderse y así llegamos a la meta, perdiendo un mundo y con la nube de la retirada sobre nuestras cabezas, pero ahora tampoco nos queremos rendir sin haber luchado. Se revisa lo que se puede revisar sin sacar la caja y parece que la cosa, grave o no, es imposible de solucionar allí. Bocadillo de tortilla y cocacola. 
Después de mucho rato sin hacer nada y casi empezando a recoger, alguien nos dice que la avería se parece a una que suelen tener los Megane y nos chiva la posible solución. Lo probamos y… funciona. Decidimos seguir, aunque sea penalizados. Salimos del parque con 10 minutos de retraso, pero seguimos en carrera. En el tramo 3 la caja va más o menos bien, más o meeeenos, pero nada más salir nos quedamos sin dirección asistida y Jonathan tiene que pelearse con el volante durante 11 kilómetros muy revirados. Encima el parachoques delantero se salió de una esquina y venía todo el camino tocando contra la rueda. El ritmo no es rápido por la dificultad que todo eso entraña. Por los interfonos lo oigo como si estuviera jugando un partido de tenis contra Sharapova. Quejido por aquí, resoplido por allá... y meta. Antes de que siga el día le doy la enhorabuena, ha demostrado mucho corazón y ganas. Pensamos en retirarnos, pero seguimos sin querer rendirnos sin haber luchado, así que continuamos. Paramos a intentar solucionar el problema y llegamos al siguiente control con 3 minutos de retraso más. Se neutraliza el tramo y volvemos a la asistencia, donde en una hora se vuelve a arreglar lo del cambio, lo de la dirección y una traba del capó que está rota y lleva también todo el día dando por saco. Quedan 3 tramos y la idea es pasarlo bien y correr a tope para compensar, pero no. La caja sigue dando lata y ahora la palanca no vuelve al centro cuando entra un cambio, por lo que hay que colocarla, con el riesgo que eso supone de llevarla hacia delante más de la cuenta y cometer el llamado “pasón de vueltas”. Bajando Tejeda el reloj de presión de aceite se queda a 0 y aflojamos, pero mi cabeza piensa que no es la presión en sí, sino el propio reloj que se ha roto. Lo digo en alto y seguimos. Si no tuviera presión de aceite no correría y ya se hubiera parado. Al llegar a meta el tiempo no es malo para como está la caja, la alimentación del motor y haber aflojado por lo menos 500 metros por lo de la dichosa agujita.
Paramos a echar gasolina en Artenara y el coche no se pone en marcha. El motor de arranque dijo basta. Toca empujar, con el casco puesto. Gracias a que se sumaron tres muchachos que me vieron morirme allí mismo lo pudimos arrancar. ¡Cómo pesa el Clio con Jonathan dentro y en un falso llano picando hacia arriba! Nos podíamos haber retirado, pero ya sabes que no nos queremos rendir sin haber luchado. 
Calentando ruedas
El enlace lo hacemos despacio para llegar casi justos y así no tener que parar. Al llegar a la zona de Los Garajes ya el escape está muy dañado y el coche suena como el dumper del Ayuntamiento.
Quedan dos tramos, es probable que no terminemos, pero hay que intentarlo.
Salimos todo lo rápido que podemos (que no es mucho). A los 3 kilómetros de la salida se oye un ruido como de rateo de motor y Jony para sobre la marcha, desconecta el coche y se arrima a la izquierda. A primera vista (de oídas más bien) parece que puede haber una avería de motor. Allí nos quedamos. Ahora si que la lucha se acaba y tenemos que rendirnos. Éste no era el día. Lo hemos intentando, nos sobrepusimos a todo lo que vino, pero ya era mucho. Todo lo que podía pasar en un solo rallye pasó. Faltó sólo darnos un golpe, pero de eso sí que escapamos.
Los aficionados que se encontraban donde nos quedamos (mi gratitud eterna hacia ellos) nos brindan una botella de agua en el punto perfecto de enfriamiento y nos la bebemos a nuestra salud, porque aunque el final es malo, nos lo hemos currado. 
Fin de la lucha
Al margen de lo que acabas de leer, creo que hemos conseguido crear un buen vínculo entre piloto, copiloto y notas. En ningún momento pudimos correr a gusto y ni siquiera estar del todo concentrados, pero si las notas estuvieran mal o la compenetración no existiera, la cosa hubiera ido bastante peor porque probablemente nos hubiéramos dado una castaña.  
Conseguí encontrar una calidad de vida bastante agradable en mi sillón. Con los arneses a mi medida y las mochilas a mi gusto voy mucho mejor.
Ahora ya no queda más que mirar a la próxima, que no sabemos cuando será. Ya no tenemos opción a ninguna clasificación final dentro del provincial, así que quizás cambie el planteamiento de aquí a final de año. Hay que ver a cuánto ascienden las averías y sus reparaciones y sacar cuentas. Quizás haya que dar un paso lateral a la montaña que es más barata o a lo mejor seguimos el programa previsto. Habrá que esperar. Igual se abre el capó, se reparan cuatro cosas, resulta que no hay nada grave y Jonathan corre la subida de Arucas de esta semana, o la cosa se pone bastante peluda y no salimos más hasta el año que viene. Nunca se sabe.

Quiero agradecer más que nunca al equipo de nuestra asistencia, Chano y Kiko, que se dejaron el alma, las manos y la vista en remendar todos los problemas que fueron surgiendo botados en el suelo de aquel polvoriento solar donde ubicaron el parque de trabajo. Nos podíamos haber marchado para las casas desde el mismo viernes a mediodía, pero vuelvo y repito, no queríamos rendirnos sin haber luchado, y vaya que si luchamos.
Gracias también a toda la gente que nos mandó mensajes de apoyo cuando íbamos con averías. En el tramo 2 fue emocionante ver a todo el mundo aplaudiéndonos al vernos pasar rotos, especialmente a mis compañeros de Aterura que siempre están pendientes de nosotros y que no dudaron en levantarse para darnos apoyo.
Por supuesto gracias a Jonathan Nuez por llevarme con él y darme una lección de constancia y ganas en el tramo de Las Presas con la dirección dura como un risco y la caja rota.
Una carrera de estas curte mucho porque te hace fuerte ante lo que pueda venir, que en casi ningún caso podrá ser peor.
Que no falte nunca el agradecimiento a nuestras familias que sufren todo este rollo con nosotros o más bien sin nosotros. El tiempo que les robamos para dedicarnos a esto no se podrá compensar en la vida, y a quien se le deben deudas impagables hay que estarles agradecidos para siempre y quererles mucho, como yo lo hago con las dos mujeres de mi casa.  
Nada más, gracias a ti también por los ánimos.
Quiero pensar que la mayoría de la afición se parece a la que estaba donde nos retiramos, entendida, respetuosa y amable y con eso me voy a quedar. Alegría también la que me da recordar la solidaridad para con nosotros en las asistencias. Tuvimos que usar cosas y materiales prestados de la gente de Ángel Marrero, Julián Falcón y Heriberto Godoy, y nadie puso pegas. Buen rollo total, y así debe ser.
Recuerda, no te rindas sin haber luchado porque si peleas hasta el final tienes un alto porcentaje de conseguir el éxito, y si no, siempre te quedará la sensación de que el fracaso no fue tanto porque lo has dado todo. 
Saludos.


PD. Lo subrayado es un resumen de todos los problemas, doce en total.