Hola
buenas.
Esta
vez no sé ni por dónde empezar. Quizás lo primero a contar sea el resultado
final: un abandono en el penúltimo tramo.
La
historia empezó a escribirse cuando el viernes a media mañana me llama Jonathan
para decirme que yendo de camino a alinear la dirección se partió una piña
del palier y está botado en Arbejales (un barrio de Teror). No hay
problema, tenemos tiempo de sobra para comprar una nueva y montarla o poner la
de repuesto… pero no. La que había se tiró porque estaba media dañada. En todas
las tiendas de repuestos y concesionarios Renault no hay piñas para este coche,
o más bien que le sirvan a este coche, porque la que tiene no es la que lleva
este modelo. Nos pateamos toda la capital y parte del sureste buscando y
rebuscando a ver si aparecía algo. Con ayuda de varios amigos dueños de
talleres nos vamos moviendo también por teléfono a ver si hay suerte. Ya son
las 15:00 horas y no tenemos casi nada. La única opción es comprar una que hay en
una tienda especializada en palieres pero que según el vendedor, es de muy mala
calidad y dice que “no aguantará ni la ceremonia de salida”. Entre tanto al
gran Laure se le ocurre que en Fontanales puede ser que haya algo mejor.
Llamamos y sí, la hay y debería servir. El padre de Jonathan va a buscarla y
nosotros nos venimos para Teror. Cuando llega la piña… no vale. Son casi las
17:00 horas. Tenemos que verificar a las 18:26. Se huele la retirada antes de empezar, pero
como no nos queremos rendir sin haber luchado, vamos a la tienda de este señor
y nos traemos ese material, que por malo que sea será mejor que no tener nada. Pedimos permiso y llegamos a verificar a las 18:58, dos minutos antes del límite. Sin alinear la
dirección, sin lavar el coche, sin bañarnos y sin comer. Es verdad que podíamos
haber hecho el trámite el sábado por la mañana, pero hacer la ceremonia
caminando es algo ridículo, así que nos sacrificamos y salió bien.
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En el parque cerrado el viernes por la tarde |
Sábado
30 de mayo, día de Canarias. El coche es francés, con piezas de todo lados,
incluso hasta de EEUU. No tenía nada que celebrar y nos lo iba a demostrar.
En
el enlace hasta el parque de trabajo se repiten los cabezazos que daba en el
“corte inglés”. Un sensor de algo hace que el motor se quede sin
alimentación durante décimas de segundo. No es mucho pero jode. En la
asistencia parece que damos con la avería y se repara y aunque algo menos, la
verdad es lo siguió haciendo durante todo el día.
La
cámara que siempre ponemos para grabar desde dentro se queda en la mochila
porque se nos pierde una tuerca que la sujeta, así que sin
cámara y por tanto, sin vídeo on board con el audio del copiloto.
El
primer tramo no sale del todo bien, ya que al tema este que dije antes se une
que la caja rasca un poco y que la temperatura del aceite está por las
nubes. Jony no va del todo cómodo, sumado con la propia dificultad de la
carretera que no era poca.
Entrando
en el control horario del segundo empieza el verdadero calvario. Los cambios
no entran, y si entran, no salen. Hacemos los 5 primeros kilómetros sólo
con la sexta velocidad. La idea es llegar al parque de trabajo y ver lo que
pasa. Pasando el cruce de Juncalillo la palanca vuelve a engranar cambios y nos
volvemos locos a correr… pero no duró nada. Ya en el cruce de Fagajesto vuelve
a joderse y así llegamos a la meta, perdiendo un mundo y con la nube de la
retirada sobre nuestras cabezas, pero ahora tampoco nos queremos rendir sin
haber luchado. Se revisa lo que se puede revisar sin sacar la caja y parece que
la cosa, grave o no, es imposible de solucionar allí. Bocadillo de tortilla y cocacola.
Después de mucho rato sin hacer nada y casi empezando a recoger, alguien nos
dice que la avería se parece a una que suelen tener los Megane y nos chiva la
posible solución. Lo probamos y… funciona. Decidimos seguir, aunque sea
penalizados. Salimos del parque con 10 minutos de retraso, pero seguimos en
carrera. En el tramo 3 la caja va más o menos bien, más o meeeenos, pero nada
más salir nos quedamos sin dirección asistida y Jonathan tiene que
pelearse con el volante durante 11 kilómetros muy revirados. Encima el
parachoques delantero se salió de una esquina y venía todo el camino
tocando contra la rueda. El ritmo no es rápido por la dificultad que todo eso
entraña. Por los interfonos lo oigo como si estuviera jugando un partido de
tenis contra Sharapova. Quejido por aquí, resoplido por allá... y meta. Antes
de que siga el día le doy la enhorabuena, ha demostrado mucho corazón y ganas.
Pensamos en retirarnos, pero seguimos sin querer rendirnos sin haber luchado,
así que continuamos. Paramos a intentar solucionar el problema y llegamos al
siguiente control con 3 minutos de retraso más. Se neutraliza el tramo y
volvemos a la asistencia, donde en una hora se vuelve a arreglar lo del cambio,
lo de la dirección y una traba del capó que está rota y lleva también
todo el día dando por saco. Quedan 3 tramos y la idea es pasarlo bien y correr
a tope para compensar, pero no. La caja sigue dando lata y ahora la palanca no
vuelve al centro cuando entra un cambio, por lo que hay que colocarla, con el
riesgo que eso supone de llevarla hacia delante más de la cuenta y cometer el
llamado “pasón de vueltas”. Bajando Tejeda el reloj de presión de aceite se
queda a 0 y aflojamos, pero mi cabeza piensa que no es la presión en sí,
sino el propio reloj que se ha roto. Lo digo en alto y seguimos. Si no tuviera
presión de aceite no correría y ya se hubiera parado. Al llegar a meta el
tiempo no es malo para como está la caja, la alimentación del motor y haber
aflojado por lo menos 500
metros por lo de la dichosa agujita.
Paramos
a echar gasolina en Artenara y el coche no se pone en marcha. El motor de
arranque dijo basta. Toca empujar, con el casco puesto. Gracias a que se
sumaron tres muchachos que me vieron morirme allí mismo lo pudimos arrancar. ¡Cómo
pesa el Clio con Jonathan dentro y en un falso llano picando hacia arriba! Nos
podíamos haber retirado, pero ya sabes que no nos queremos rendir sin haber
luchado.
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Calentando ruedas |
El
enlace lo hacemos despacio para llegar casi justos y así no tener que parar. Al
llegar a la zona de Los Garajes ya el escape está muy dañado y el coche
suena como el dumper del Ayuntamiento.
Quedan
dos tramos, es probable que no terminemos, pero hay que intentarlo.
Salimos
todo lo rápido que podemos (que no es mucho). A los 3 kilómetros de la
salida se oye un ruido como de rateo de motor y Jony para sobre la marcha,
desconecta el coche y se arrima a la izquierda. A primera vista (de oídas más
bien) parece que puede haber una avería de motor. Allí nos quedamos.
Ahora si que la lucha se acaba y tenemos que rendirnos. Éste no era el día. Lo
hemos intentando, nos sobrepusimos a todo lo que vino, pero ya era mucho. Todo
lo que podía pasar en un solo rallye pasó. Faltó sólo darnos un golpe, pero de
eso sí que escapamos.
Los
aficionados que se encontraban donde nos quedamos (mi gratitud eterna hacia
ellos) nos brindan una botella de agua en el punto perfecto de enfriamiento y
nos la bebemos a nuestra salud, porque aunque el final es malo, nos lo hemos
currado.
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Fin de la lucha |
Al
margen de lo que acabas de leer, creo que hemos conseguido crear un buen
vínculo entre piloto, copiloto y notas. En ningún momento pudimos correr a
gusto y ni siquiera estar del todo concentrados, pero si las notas estuvieran
mal o la compenetración no existiera, la cosa hubiera ido bastante peor porque
probablemente nos hubiéramos dado una castaña.
Conseguí
encontrar una calidad de vida bastante agradable en mi sillón. Con los arneses
a mi medida y las mochilas a mi gusto voy mucho mejor.
Ahora
ya no queda más que mirar a la próxima, que no sabemos cuando será. Ya no
tenemos opción a ninguna clasificación final dentro del provincial, así que
quizás cambie el planteamiento de aquí a final de año. Hay que ver a cuánto
ascienden las averías y sus reparaciones y sacar cuentas. Quizás haya que dar
un paso lateral a la montaña que es más barata o a lo mejor seguimos el
programa previsto. Habrá que esperar. Igual se abre el capó, se reparan cuatro
cosas, resulta que no hay nada grave y Jonathan corre la subida de Arucas de
esta semana, o la cosa se pone bastante peluda y no salimos más hasta el año que
viene. Nunca se sabe.
Quiero
agradecer más que nunca al equipo de nuestra asistencia, Chano y Kiko, que se
dejaron el alma, las manos y la vista en remendar todos los problemas que
fueron surgiendo botados en el suelo de aquel polvoriento solar donde ubicaron
el parque de trabajo. Nos podíamos haber marchado para las casas desde el mismo
viernes a mediodía, pero vuelvo y repito, no queríamos rendirnos sin haber
luchado, y vaya que si luchamos.
Gracias
también a toda la gente que nos mandó mensajes de apoyo cuando íbamos con
averías. En el tramo 2 fue emocionante ver a todo el mundo aplaudiéndonos al
vernos pasar rotos, especialmente a mis compañeros de Aterura que siempre están
pendientes de nosotros y que no dudaron en levantarse para darnos apoyo.
Por
supuesto gracias a Jonathan Nuez por llevarme con él y darme una lección de
constancia y ganas en el tramo de Las Presas con la dirección dura como un
risco y la caja rota.
Una
carrera de estas curte mucho porque te hace fuerte ante lo que pueda venir, que
en casi ningún caso podrá ser peor.
Que
no falte nunca el agradecimiento a nuestras familias que sufren todo este rollo
con nosotros o más bien sin nosotros. El tiempo que les robamos para dedicarnos
a esto no se podrá compensar en la vida, y a quien se le deben deudas
impagables hay que estarles agradecidos para siempre y quererles mucho, como yo
lo hago con las dos mujeres de mi casa.
Nada
más, gracias a ti también por los ánimos.
Quiero
pensar que la mayoría de la afición se parece a la que estaba donde nos
retiramos, entendida, respetuosa y amable y con eso me voy a quedar. Alegría
también la que me da recordar la solidaridad para con nosotros en las
asistencias. Tuvimos que usar cosas y materiales prestados de la gente de Ángel Marrero, Julián Falcón y Heriberto Godoy, y nadie puso pegas. Buen
rollo total, y así debe ser.
Recuerda,
no te rindas sin haber luchado porque si peleas hasta el final tienes un alto
porcentaje de conseguir el éxito, y si no, siempre te quedará la sensación de
que el fracaso no fue tanto porque lo has dado todo.
Saludos.
PD.
Lo subrayado es un resumen de todos los problemas, doce en total.