Hola
buenas. Me alegro que nos volvamos a encontrar por este medio.
Voy
a contarte en esta entrada lo acontecido en el pasado rallye de Teror, que no
salió todo lo bien que esperábamos. El resultado final, un abandono. La
historia de cómo pasó todo, te la relato ahora.
En
esta ocasión y aunque fuera la carrera de nuestro pueblo, los tramos no eran
demasiado cerca, por lo que los reconocimientos fueron muy parecidos a los de
otra prueba más lejana, aunque es verdad que al ser algunos tramos en doble
sentido, rinde más el tiempo y acabamos con algunas pasadas más que de
costumbre, aunque con sensaciones algo extrañas debido a que hacíamos los
reconocimientos con un coche diferente al de otros rallyes y las prestaciones
no eran igual de buenas. Fuera como fuera, el último día paramos en Tejeda y
compramos unas palmeritas en la dulcería Nublo, y con eso ya quedaba
justificado el tiempo empleado.
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A nadie le amarga un dulce |
Una
vez comprobado que el ejercicio no me quitó el catarro, decido que no hay prisa
para bajar al pueblo y veo dos capítulos enteros de Hawai 5.0. En años
anteriores esto era algo impensable, ya que aunque corriera el rallye, siempre
estaba viendo las verificaciones desde primera hora. Por un momento llegué a
pensar que debe ser cosa de la edad, pero luego me doy cuenta de que lo que
realmente estaba haciendo era dedicarle un par de horas a mi familia antes de
meterme de lleno en el follón de la carrera. Me percaté de esto porque en los
descansos de McGarret y compañía, también me gocé algunas escenas de la Patrulla Canina.
Una
vez en la plaza del Pino y cuando casi nos toca el turno de verificar, me doy
cuenta otra vez y como siempre, de que todavía hay participantes que ni se leen
ni les interesa el reglamento o el programa horario. En fin, nada nuevo. Después
de verificar y mientras se hacía la hora del briefing, teniendo en cuenta que
ninguna de las conversaciones en las que estaba me parecían demasiado
interesante, me voy a ver a los primeros de la lista porque siempre tengo claro que primero que nada soy aficionado.
En
la ceremonia de salida me toca ser el speaker y pasar cuando me toca sin el
mono ignífugo y poniendo buena cara a las bromas de la gente. Todos los años
digo que es el último que me presto a ese rollo, pero siempre me puede el afán
de ayudar a la escudería Aterura en que el rallye del pueblo salga bien.
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Ceremonia de salida. El de la bandera me suena... |
Llegamos
al día de de la carrera, donde todo lo hecho anteriormente debe plasmarse.
Salimos
con cuatro gomas nuevas. El primer tramo era bastante complicado y más que lo
fue para nosotros. Al poco de salir, pinchamos. Yo la verdad que no noté nada
extraño en ese momento, pero sí me di cuenta de que el ritmo no era rápido y
los apoyos eran raros. Casi dos kilómetros más arriba de donde se supone que
cortamos la rueda, Jonathan me informa de lo ocurrido. Ya estábamos casi en la
meta y no merecía la pena parar en pleno tramo a cambiar esa rueda. Al final,
la historia de la división en dos con un enlace en medio nos vino más que bien,
porque aunque con el tiempo muy justo, conseguimos cambiar la rueda y llegar al
siguiente control horario sin penalizar.
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Ni con el ticket nos la cambian |
Después
del tramo 2, que lo hacemos con las pulsaciones demasiado aceleradas, volvemos
a parar para hacer otro cambio de ruedas y así poner las dos nuevas en el tren
delantero. Aun así, las dos especiales que faltan para llegar al parque de trabajo no se nos dan del todo bien. Recuperamos algunos puestos en la clasificación,
pero los tiempos no son los que debieran ser.
En
la asistencia se vuelve a poner el coche a punto y en su sitio para salir ahora
a intentar demostrarnos a nosotros mismos que a pesar de todo, seguimos en la
brecha, pero… no. Subiendo hacia Aríñez nos quedamos dos veces sin frenos, la
segunda incluso escapando de un golpe de los que hacen daño. Menos mal que en
el momento justo, Jonathan tiró del freno de mano y al ir a alta velocidad, el
culo “rompió” hacia el lado contrario del risco y con el trompo evitamos el
accidente. De ahí a la meta fuimos con la debida precaución por si acaso. Una
vez fuera del tramo paramos a ver que pasaba y nos damos cuenta de que se ha
partido la piña de un palier en la zona del estriado de la tuerca, por lo que
se abría el buje y la pinza de frenos y por eso fallaban éstos. No podemos
arreglarlo en el sitio, así que… tenemos que abandonar. Como no estábamos
demasiado lejos de Teror, decidimos bajar andando con el coche pero despacito,
para ver si se puede arreglar en la asistencia. Una vez allí, gracias al
trabajo de Iván y Lauren, que no dudaron en echarnos una mano y con el habitual
apoyo de Chano y Kiko, se cambia la piña y el Clío queda listo para volver a la
carrera, que es lo que tenemos que decidir ahora. En estos momentos siempre hay
muchas opiniones y dependiendo del estado de ánimo se piensa de manera confusa. Hay
que analizar los pros y los contras. Pasara lo que pasara en los dos tramos que
faltaban, nada iba a suponer a nivel clasificatorio. Luego había que tener en
cuenta el gasto de ruedas y componentes del coche, más el riesgo que se corre
de romper o darse un golpe sin estar jugándonos nada. Pero claro, luego hay que
poner sobre la mesa la compensación del tiempo empleado en preparar el rallye y
en reparar la avería, la imagen de los sponsors en los máximos tramos posibles,
llegar a la meta aunque fuera por la puerta de atrás, que nuestra gente se
quede contenta de vernos y también acabar el rallye de nuestro pueblo
corriendo, llegando a la última meta con el coche entero y afrontar la
siguiente carrera con la sensación de que hemos hecho todo lo posible y no nos
hemos rendido. Es por todo esto último que decidimos hacer los tramos que
faltaban reenganchados y aunque llegamos al final, el ritmo fue raro. Supongo
que será que ya la mentalidad es otra diferente a cuando corres peleando por
algo.
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¿Seguimos o nos vamos? (foto: Rally Photography) |
Una
vez aparcados en el marco incomparable de la Plaza del Pino de Teror, me toca otra vez ser el
speaker del rallye, y ahora con el mono puesto. Pienso en el ejemplo de Manolo
Lama radiando al Madrid con la camiseta de Benzemá y me da hasta vergüenza, así
que me pongo encima un polo de la escudería y con eso disimulo todo lo que
puedo. Ya la gripe y la ronquera se han apoderado de mi cuerpo para siempre, y
termino de pasar los coches por la rampa bastante perjudicado, pero he de
reconocer que me hace especial ilusión ir nombrando a los compañeros que han
conseguido su objetivo, porque como decían las presentadoras de "21 días", no es lo mismo contarlo
que vivirlo, y yo tengo la suerte de vivirlo y contarlo.
Luego
ya en el silencio de la noche y cuando la cabeza se serena y piensa despacio,
me doy cuenta de que no lo he pasado nada bien en esta carrera. Era mi décima
participación en el rallye de Teror, y seguramente es de las peores que he
vivido. No sé muy bien por qué, pero no termino de cogerle el feeling a este año y curva a curva voy notando que mi ritmo no es el adecuado. Puede
ser que el coche vaya algo raro de suspensión y no traccione como debe y por
eso yo no tengo sensaciones buenas, o que yo estoy “pajiao” y mi trabajo mal
hecho hace que las cosas no vayan bien. A esto se me añade en la carga mental que desde el
primer cambio de ruedas volví a hacer realidad una frase que muchas veces me
han dicho: “malimpriaíta cabeza pa esas manos tan torpes”. Apenas fui capaz de
ayudar a Jonathan a realizar la maniobra en cuestión, y con las prisas más me
anulaba. Es verdad y lo tengo que reconocer, que son cosas que debería dominar y
si soy torpe debería practicar, pero siempre he tenido la habilidad (o el
defecto) de no intentar hacer cosas que no sé hacer y dejar que las hagan los
que saben.
Igual
son simples chorradas de mi pensante cabeza, pero entre unas cosas y otras,
esta 36 edición de “mi rallye” me ha hecho más mal que bien. Encima y tampoco sé
por qué, siempre al día siguiente de un rallye en este Clío, tengo un dolor de
espalda que no me puedo ni mover, y en esta ocasión, tuve que hacer el domingo
un turno de trabajo de 9 horas, todas ellas de pié. El lunes sí que no pude ni
levantarme de la cama, literalmente. Menos mal que a mediodía me mandé un plato de caldo cilantro y se me curaron hasta los raspones.
Bueno,
voy terminando ya. Me gustaría agradecer como siempre a los patrocinadores del
equipo por ayudarnos a correr, al equipo en sí por la labor que hacen, a
nuestras familias por estar siempre, a mis mujeres por parar su reloj para que
yo use el mío, a los compañeros comisarios y directivos de Aterura (incluyendo
esta vez a Dieguín Guedes) por el curro que se pegaron, a Jonathan por
aguantarme al lado y a ti por leerme.
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Polvazo (foto: Frank Hernández) |
En
principio este año volveremos a ponernos el casco alguna vez más, aunque aún no
sabría decirte dónde será la próxima. Si es en La Oliva , espero poder vivir la
sensación de la parte final de Puerto del Rosario, y cuando llegue Maspalomas
iré con algo de miedo, ya que de las cinco participaciones que llevo, ninguna
ha servido para mucho, pero intentaremos romper las estadísticas.
Nada
más, un saludo a tod@s.