Muy buenas, saludos. Todavía con el sabor dulce de haber
terminado un rallye tan complicado como el del pasado fin de semana, me siento
a escribir nuestras vivencias. El resultado: octavos de la general, que dentro
de lo que cabe, no está mal.
La participación en la isla conejera vino de manera
totalmente inesperada, y es que aunque Toñi Ponce venía insistiendo para que
Raúl disputara alguna carrera con el Skoda Octavia Kit Car este año, no parecía
que fuera a darse tal circunstancia. Resultó ser que el fin de semana anterior
ambos participaron juntos en el Gran Canaria Historic Rallye, y fue en la rampa
final y mientras recogían sus trofeos como ganadores, donde Toñi anunció por el
micro del speaker que ese mismo coche pero con Raúl de piloto estaría en la
salida de Orvecame una semana más tarde. Como te podrás imaginar, a todos nos
entran sudores, porque en menos de una semana había que preparar un montón de
cosas y si no teníamos pensado ni siquiera ir a verlo, cuánto menos ir a
correr. En mi caso, durante el Historic estuve supervisando que la labor de
copiloto que ejercía Raúl se hiciera bien, por lo que en el equipo me
bautizaron como el “copiloto virtual”, y en la llegada final en Las Canteras,
pasaba a ocupar el sillón derecho y ganar la condición de “copiloto real”.
El domingo nos ponemos con los pasajes, alojamientos y
demás logística y Raúl se mete de lleno a revisar el coche, que todo sea dicho
de paso, resulta tener algunas averías que solucionar. Todo temas leves pero
que llevan su tiempo y éste escasea. A mi me toca estudiar el recorrido del
rallye y la forma más rápida de reconocer los tramos perdiendo el menor tiempo
posible en volver a cada salida.
Con todo encaminado y con bastantes apuros, nos plantamos
en Lanzarote el miércoles por la noche. El resto del equipo llegará el viernes
con el Skoda. Nada más aterrizar nos damos una vuelta rápida por los tramos
para ubicarnos un poco y luego a descansar. En la recepción del hotel nos dan
la habitación y nos explican que es la séptima puerta al salir del ascensor de
la tercera planta. Raúl, que está bastante cansado y medio dormido ya, entendió
que era el piso siete subiendo por el tercer ascensor. El sueño nos vence aun
muertos de risa.
Por la mañana madrugamos para empezar el largo día que
tenemos por delante. Vemos que en el hotel se sirve un desayuno, pero damos por
hecho que nosotros no tenemos derecho a eso porque por la noche el
recepcionista nos informó de varias cosas, pero no dijo nada de comidas. Ojo a
este dato.
Al poco de amanecer ya estamos dando rueda en los tramos
del rallye, que tienen un poco de todo, aunque por norma general cuentan con lo
habitual en Lanzarote: rectas largas y curvas rápidas impresionantes. Este año
también hay zonas urbanas que discurren por el centro de varios pueblos, para no
ir siempre por carreteras generales y de paso, disminuir las medias de
velocidad.
Con la idea que ya llevábamos y ya sobre el terreno, nos
las apañamos para dar la vuelta por algún sitio que nos llevaba de manera
rápida al inicio de cada especial, así que a mediodía ya hemos dado varias
pasadas por todas y paramos a comer en una gasolinera/supermercado.
Antes de que se hiciera de noche decidimos plegar velas e
irnos a descansar un rato. Las cosas están casi claras, pero falta darle alguna
pasada de noche a un ritmo más rápido para terminar de coger la confianza
necesaria. El VW Polo que estamos usando para reconocer se está portando a las
mil maravillas y también se merece un descanso.
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El Polo de Avis, perfecto. |
Para pasar la tarde valoramos ir a la piscina o a la
playa, pero primero he de corregir cosas en las notas, y perfilar detalles en
la libreta para una más fácil utilización en lo que nos queda de
reconocimientos y en el rallye. Cuando llevo diez minutos con el lápiz en la mano,
noto silencio y veo que Raúl se ha quedado dormido. Tiene más horas de sueño
atrasado que de vida, así que casi sin querer su cuerpo aprovecha la mínima
ocasión para desconectarse. Yo decido meterme en el pequeño gimnasio del hotel a correr en la cinta. Una
hora trotando delante del espejo me sirvió para liberar tensiones y toxinas,
aunque tanto tiempo seguido viéndome a mí mismo me empezaba a poner nervioso.
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La prueba de que estuve en la cinta |
Una ducha reparadora y a ver la tele… pero Arturo Valls no ocupó mi
cerebro y me quedé dormido. Al final salimos a entrenar pasadas las diez de la
noche, pero mereció la pena el trastoque horario. El rimo que logramos alcanzar es
bastante bueno y nos vamos a dormir (otra vez) a las 4 de la mañana con la
sensación de tener los deberes hechos. Es posible que estés pensando que somos
de los que entrena muchas pasadas, y la verdad es que en este rallye quizás
pueda ser que fuera así. En total más o menos diez fueron las veces que pasamos por
cada tramo, que, perdona que te diga, es poco comparado con lo que entrenan
algunos. También a nuestro favor he decir que hacía años que no estábamos en
los tramos conejeros y que Raúl no había corrido nunca con la nueva configuración
del coche, por lo que teníamos que tener una seguridad extra en nosotros
mismos, para luego adquirirla con el Skoda.
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Libreta, linterna para mí y aditivo para Raúl |
Por la mañana, otra vez desayuno por ahí y directos al
parque de trabajo en Orvecame. Ya nuestro coche y nuestra gente nos esperan.
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Kopecky-Dresler |
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Me curré la foto eh?? |
Ajustamos cosillas que se habían quedado
pendientes, pasamos las verificaciones y a esperar.
La ceremonia de salida es a las 17:00h. y luego salimos hacia el tramo espectáculo
cuatro horas más tarde. Dicha especial no se nos da del todo bien, aunque pudo
ser peor. El coche tiene poca dirección y en las zonas lentas y viradas le
cuesta un poco desarrollarse. En la asistencia intentan corregir un problema en
el tubo de escape y con todo y con eso llegamos al hotel a la 1 de la mañana. Al
final estuvimos 15 horas casi en el mismo sitio, y eso cansa. Entiendo y sé de
buena tinta que organizar un rallye es complicado y cuadrar todo no es
fácil, pero tengo la teoría de que cuando diseñan el programa horario, no
piensan demasiado en los pilotos. Así por encima y poniendo de ejemplo este
rallye, lo normal hubiera sido pasar las administrativas y las técnicas
medianamente junto con la ceremonia, y al poco de hacer ésta, ir al tramo. En
fin, siempre dándoles a todos los currantes de los rallyes el beneficio de la
duda, quiero pensar que sus razones tendrán.
El mismo recepcionista que estaba el miércoles le da las
llaves de su cuarto a Octavio, Claudio y Antonio y les informa de los horarios
del desayuno. No quepo en mí de indignación, ya que hemos perdido dos
maravillosos días de buffet. En el ascensor estos cabrones se parten de risa a
costa mía y otra noche más nos vamos a dormir con la sonrisa puesta.
Suena el despertador. De nuevo hemos dormido poco. Los
días de carrera no suelo desayunar casi nada, así que me desconsuelo viendo
como los demás se mandan el “beicon” y los churros riéndose de mí mientras yo
soplo una manzanilla a la temperatura del magma. Prometí vengarme el domingo
por la mañana aunque tuviera que perder el vuelo.
Empezamos con lo que vinimos a hacer, correr de verdad. Lo
de anoche contaba para la clasificación pero no servía para nada. La carrera de
verdad empezaba ahora y… calamos en la salida. Aún así el ritmo no es malo y
teniendo en cuenta que estábamos “debutando”, no ha ido del todo mal. En la
primera pasada por El Mentidero pensábamos echarnos a correr un poco más. En el
control horario caen unas gotas, de esas que cuando chispea en Teror duran
cinco horas pero ni mojan el suelo. Qué diferente fue aquello. A los tres
minutos del control, ya en la salida, llovía con fuerza, y otro minuto más
tarde estaba cayendo el diluvio universal. El limpiaparabrisas a toda velocidad
no era capaz de achicar el agua que caía y la cortina que se formaba era
bestial. Además se empañó la luna delantera en cuestión de segundos por lo que
tuve que abrir el cristal a ver si entraba aire fresco. El del piloto es de
manivela y con las barras no se puede hacer nada, así que entre mi ventana
bajada, la escotilla abierta y la goma del parabrisas algo pasada, llovía lo
mismo fuera que dentro del coche. Sobra decir que se me mojó bastante la
libreta, cosa que al final del día casi trae fatales consecuencias.
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Dejando una estela... (foto: Gabino García López) |
Toca ahora repetir la sección. Entre unas cosas y otras
vamos algo descolgados del top ten. Consultamos con la gente que está en los
tramos y como sigue lloviendo, montamos gomas de agua. En Tegoyo el ritmo es
bestial y marcamos un quinto puesto. En un charco grande sufrimos un
aquaplaning de esos y Raúl acelera más todavía para salir de la trampa. En
algunas zonas veo a la gente echarse las manos a la cabeza. Me recuerda a la
época del Desafío. Eso es que vamos bien.
En el nuevo paso por el famoso Mentidero, el cristal se
empaña de forma exagerada. Yo no veo absolutamente nada, pero nada. Para que te
hagas una idea, la cosa estaba como cuando te duchas con agua caliente durante
largo rato y el espejo del baño está opaco total, pues así. El motorcillo del
sistema anti-vaho apenas echa aire y sólo se aclara la luna en un círculo de
cinco centímetros de diámetro situado en la parte baja del centro del cristal.
Raúl se mueve en su sillón y agacha la cabeza para meter un ojo por ese agujero
(los dos no le cabían) y pasa las vertiginosas curvas de la carretera que va de
La Candelaria
a San Bartolomé a una velocidad asombrosa mientras yo le dijo en cada nota
“cuidao que no se ve” y el no afloja un punto como queriéndome decir “yo si
veo”. Al pasar la meta me da un ataque de risa y le digo de todo. Que está
enfermo, que me bajo allí mismo, que si no tiene conocimiento…y otra vez nos descojonamos.
A pesar de las circunstancias lo estamos pasando bien. Ya vamos octavos.
Asistencia larga ahora, en la que llamamos varias veces a
los tramos para saber qué ruedas poner. Parece que no llueve, pero hay zonas
húmedas que no se han secado de la tormenta de esta mañana. La idea era salir
con seco delante y agua atrás, más dos de agua de repuesto por si acaso. A
cinco minutos de salir se pone a llover en el parque de trabajo y también en el
tramo de Guatiza, así que nos arriesgamos y montamos las 4 de agua y dejamos
una seca dentro. Fallamos. A medida que nos íbamos acercando a los tramos el
asfalto estaba cada vez más seco y nuestras ruedas no iban a servir del todo.
Así lo refleja el tiempo al llegar a Teseguite. En el tramo largo también
sufrimos un problema eléctrico al pasar un charco y el coche intentó pararse,
lo que nos hizo perder unos segundos. A pesar de que ya no llovía, el barro
estaba presente y en algunos sitios deslizaba como si fuera el famoso y
desaparecido rallye RAC de Inglaterra.
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Barro hasta el número |
Vuelta a los tramos, ahora ya con sol y ruedas de seco.
Queda poco y lo suyo sería ir a terminar, pero estamos casi fuera de los diez
primeros y Raúl tiene sed y ganas de seguir cogiendo el ritmo y feeling con el
coche.
En Guatiza vamos a partirlo, lo aprieto todo lo que puedo
y le imprimo un ritmo gustosito. El amigo Quesada va cómodo y no se arruga.
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Preparados para la acción (foto: Ale Falcón) |
Falta un tramo, el más largo y complicado. En la salida
casi se cala otra vez y además vuelve a repetir el fallo eléctrico durante al
menos 300 metros .
De nuevo se le quita sólo y enfocamos la subida a Las Nieves como animales. En la
zona alta parece que se complica la cosa por la aparición de la niebla, aunque
no aflojamos demasiado tampoco y como sólo estaba cerrada durante pocos metros
no supuso un gran problema. De Los Helechos hacia abajo iba a venir lo mejor
del día. Raulito empieza a frenar usando el freno de mano al “estilo Polo” y el
ritmo es brutal. En el cruce de Haría frenamos tardísimo y de nuevo hay manos
en la cabeza. Buena señal. Queda bajar hasta Tabayesco y ya que estamos, no
vamos aflojar. En esas zonas enlazadas de curvas no demasiado lentas el Octavia
va de lujo y los resoplidos del piloto indican que vamos a tope. En una recta
de 80 metros
al ir a pasar la página… se me queda pegada. ¿Recuerdas que se me había mojado
la libreta por la mañana? Pues justo ahí, tantas horas después, casi me
desgracia. En lo que despegué la hoja y pasé la página pasaron 2 segundos, pero
ya era tarde para cantar, así que cuando Raúl me dijo “vamosssss” mi cerebro
tuvo un momento de lucidez y sin saber cómo, canté la nota sin haberla leído para
luego ya fijar la vista en mis apuntes y seguir hacia abajo como una
exhalación.
Pasamos la meta y lo primero que hago es pedir perdón por
el fallo, que aunque involuntario, es un error mío. Raúl me dice textualmente:
“buen rallye hermano, has ido todo el día de puta madre” mientras me da golpes
en el casco. Se me hace un nudo en la garganta y apenas puedo contestarle. Ha
sido un trayecto largo para llegar hasta esa meta, y no me refiero sólo a este
rallye. En aquel momento sentí que nunca debería haberme bajado de su coche
(aunque cuando lo tuve que hacer no me quedara más remedio) y tuve claro que si
él quiere, nunca más me volveré a bajar. En la entrevista de radio que hacen
siempre en cada control stop, Raulito da las gracias al equipo, a Toñi Ponce y
a mi mismo, y aunque todos tenemos parte del mérito de esta meta, el artífice más importante de
todos es él.
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De diez intentos de selfie, sólo sirvió éste |
Al llegar al parque de trabajo me tengo que quedar en el
control horario mientras el coche y el piloto se van para la asistencia. Aquí
le pongo la nota más baja que se pueda poner a la organización del rallye y su
equipo de cronometraje. Dan un enlace de 60 minutos del que sobran 30, y al ser
ya el último parque (que tampoco tiene mucho sentido que lo programen) no
permiten entrar por adelanto, sino que los copilotos tenemos que quedarnos
atrás y perdernos el recibimiento que las familias y amigos hacen al llegar al
box. Cuando pico en mi minuto y llego, nadie se acordaba de mi jajaj.
Al ser normativa autonómica, decidimos no pasar por el
podium y aprovechar este tiempo para merendar algo y estar con nuestra gente.
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Parque Cerrado final |
Ha sido un día duro, en el que físicamente uno se muele
sin darse cuenta y cuando me siento en una acera para hablar por teléfono con
mi mujer… casi me duermo. Tuvieron que darme la mano para levantarme.
De vuelta al hotel después de volver a mojarnos mientras
cargábamos el coche en el carro, ducha y buscar donde cenar. Finalmente una
pizzería bastante agradable nos dio el visto bueno para terminar el día.
Ponemos la cabeza en la almohada a la 1 (otra vez) y el despertador sonará
dentro de cinco horas, pero tengo que madrugar porque voy a ir a desayunar al
buffet del hotel, faltaría más.
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No, miravé |
De camino a Guacimeta nos acompaña un precioso arco iris
que bien puede resumir nuestro paso por este rallye. Estos colores surcan el
cielo cuando se mezclan el buen y el mal tiempo. Nosotros estamos contentos
pero a la vez sabemos que podemos mejorar.
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Somewhere over the rainbow... |
En el aeropuerto nos suben a una guagua que hace un
recorrido circular de 100
metros y aparca en el mismo sitio donde nos habíamos
subido. Vamos como sardinas en lata, pero no podemos evitar reírnos. El vuelo
de vuelta con Octavio es de lo más tranquilo y a las 10:30 de la mañana del
domingo ya estoy en mi casa. El resto del equipo regresará por barco y al final
después de un retraso considerable del ferry de Armas, llegan a Valleseco de
madrugada.
Y así se escribió la historia del reencuentro en asfalto
de Raúl Quesada y Dani Rosario, que acompañados esta vez en vivo de Octavio
(para mí, el mejor mecánico de coches de carreras de la historia), Antonio,
Claudio, Javi, David, Desi, Yeray, Raúl Alonso, Alex y Yurena (más Conrado por
vía teléfonica durante todo el día) y en la distancia por el resto de amigos y
familiares volvieron a vivir una aventura de las que se recordarán siempre y de
las que otra vez, hacen que se siga forjando una amistad.
Aprovecho para darle las gracias a los patrocinadores de
este proyecto y les animo a seguir apostando por él, porque si se consigue
darle unos retoques al coche y mejorar algo sus prestaciones, con Raúl a pleno
rendimiento las alegrías pueden ser varias. Gratitud también a Don Antonio Juan
Ponce Anguita, que se empeñó en que corriéramos en Lanzarote y justo es decir
que si no fuera por él, no hubiéramos vivido todo esto que aquí acabas de leer.
Termino como no puede ser de otra manera y aun pudiendo
caer en la pesadez de siempre repetir lo mismo, exponiendo mi gratitud eterna a Octavio, Antonio, Mina y Carol por todo, a mi Leti, mi Aroa (y mi Adrían que está al
llegar) por ser mi vida y ayudarme a ser feliz.
Y me detengo un poco más de manera especial en darle las
gracias a Raúl Quesada. Podía haber llevado un copiloto con más ritmo y menos
kilos que yo, pero quiso que quien te escribe fuera el que lo guiara con la voz
por los complicados tramos de la isla de César Manrique, porque por encima del
deporte están las relaciones personales y nosotros somos amigos, y ese clima de
confianza se nota en el rendimiento dentro del coche. Además, modestia aparte y
siempre teniendo claro que lo puedo hacer mucho mejor, creo que si no llegué a
estar de notable, si que estuve de bien… alto.
Nada más amig@s. Seguramente se me quedan cosas en el
tintero, pero o no me acordé a la hora de escribir o preferí no contarlas,
porque todo lo que se sabe no se dice.
Espero que el 2016 que casi acaba haya sido un buen año y
aprovecho para desearles a tod@s una Feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de
metas y controles stop, porque si acabamos tramos acabaremos carreras y
conseguiremos objetivos, y paso a paso, seguiremos siendo felices.
Hasta la próxima!!!!!