Hola
muy buenas!!!
Desde
el pasado diciembre no me sentaba a escribir cositas para
entretenerme y de paso tener el recuerdo de cada carrera, que a fin
de cuentas es la razón principal por la que relato estas historias,
aunque todo hay que decirlo, también para que las puedan leer todos
ustedes y así acercar un poco más nuestro deporte desde dentro a
todo el mundo. Como proyecto futuro pero siempre presente, imprimir
tooooooodas las crónicas de tantos años de carreras y
encuadernarlas tipo libro sencillo. Todo se andará.
Para
esta temporada surgió la oportunidad de copilotar a Julián Falcón
dentro del Porsche 997 GT3, y después de consultarlo con mi gente y
meditarlo bastante, decidí aceptar su oferta. En principio el plan
es correr todos los rallyes que haya en Gran Canaria y quizás salir
a Tenerife y Lanzarote a final de curso, pero ya eso se verá. Por
otro lado, siempre está activada la posibilidad de correr con mi
amigo Raúl Quesada en lo que se tercie.
De
momento, vamos a contar lo vivido en el pasado rallye de Santa
Brigida.
Los
preparativos de la carrera fueron bastante sencillos, ya que los
tramos eran cerca unos de otros (de hecho uno era el mismo pero en el
otro sentido) y teníamos notas de casi todo cedidas gentilmente por
Israel Pereira, que desde el minuto 1 se ha puesto a nuestra
disposición para lo que sea menester. Así que entre que era fácil
de entrenar y que la revisión del coche se retrasó un poco debido a
la llegada de piezas, cuando nos dimos cuenta casi que estábamos en
las verificaciones. Aunque pensándolo bien, sí que pasaron cosas en
lo que llegaba el rallye... Tuve que “desarreglar” el mono del
equipo, ya que tal como estaba me quedaba algo estrecho, pero es
de mi talla, así que una vez estuvo como cuando venía de fábrica, sin
problemas. También adquirí para este año un pack completo de ropa
interior ignífuga, ya que el que venía usando los últimos años
tenía más kilómetros que las playeras de Forrest Gump. Y además,
al estreno del pijama interior y la funda, le sumé la equipación del
equipo para verificaciones. Al margen del tema ropero, tuve que pasar
las notas a mi libreta, con mis letras y mis símbolos y luego
repasar los enlaces, los kilómetros, los lugares donde parar a mirar
presiones, hacer un dossier para los miembros de la asistencia,
charlar sobre el coche y demás rollos con Isra, Julián y más
amigos…
Publican
la lista de inscritos y ya bato uno de mis registros: el del número
más bajo, superando el 5 del pasado Isla de Lanzarote para tener
ahora el 3 en las puertas. Por cierto, cambió la normativa del
diseño del número, pero sigue siendo una sábana enorme.
Las
verificaciones se llevan a cabo sin mayores contratiempos y después
de una entrevista inaugural por la radio con el amigo Teo Vega, me
siento por primera vez en el Porsche con el motor en marcha para la
ceremonia de salida. Si amigos, entre unas cosas y otras no me había
subido en el bólido alemán para casi nada, y nunca circulando, ni
siquiera arrancado, aunque la verdad que no me supone demasiada
preocupación, sobre todo porque el primer tramo empieza con dos
rectas largas y eso me da confianza para cogerle el truco.
Al
ser pocos coches y un municipio cercano al mío, el día termina
bastante más temprano de lo habitual en estos casos.
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Ceremonia de salida (foto: TíoPedroDJ) |
El
sábado madrugamos bastante para preparar todo antes de empezar. Al
llegar a la asistencia veo que Julián tiene unas tiritas en la ceja
derecha y un corte en la cara. Resultó ser que por la noche se chocó
contra la esquina de un muro y al darse en la sien, sangró bastante,
así que entre la familia de Mingo Ramos y el equipo de Benjamín
Avella le hicieron las primeras curas y lo llevaron al centro de
salud de Santa Brígida, donde le pusieron las tiritas que antes
dije, que resultaron ser puntos de papel. Esperemos que cuando se
ponga el casco no le duela mucho…
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Asistencia preparada (foto: Leti Marrero) |
Con
todo preparado, nos vamos al tramo 1. En el enlace me doy cuenta de
que no merece la pena ponernos a hablar dentro del coche, más que
nada porque no nos vamos a oír. El motor y la caja hacen tanto ruido
que las pocas palabras que nos cruzamos son poniendo las manos tipo
megáfono. Además el casco del piloto va colgado de un gancho
situado encima de nuestras cabezas, por lo que tampoco nos vemos las
caras, así que… cada uno en su lado sin vernos ni oírnos. En cada
cruce le hago una seña que Julián entiende a la perfección y sin
mayores problemas. Cuándo él me quiere preguntar algo, mueve el
casco con la mano y asoma la cabeza como si fuera a decir “tras
traaaas”. Me quiero descojonar, pero aun no tengo confianza para
tanto.
Vamos
a la salida, todo lo que me han dicho de que si corre mucho y no se
qué más se va a hacer realidad en mis costillas. Me cuesta
abrocharme los cintos de abajo. Entre que soy el torpe number one,
los nervios habituales y que el arnés está algo recio, casi no lo
consigo. Durante el resto del día también me dio lata el tema, pero
cada vez menos. Prefiero ir bien amarrado aunque me cueste trincarme,
que lo contrario.
Diez
segundos, espero con impaciencia lo que va a pasar a partir de ahora.
Cinco, cuatro, tres, dos uno, vamos!!! En la salida y la primera
recta, la arrancada que pega el Porsche me hace asimilar todo de
manera inmediata y en las primeras curvas ya mi cerebro ha mimetizado
las inercias y frenadas del coche para saber cuándo y cómo cantar
las notas. Al pasar la meta le pregunto a Julián por su cabeza, (de
la que no se quejó en todo el día), por el coche y por el copiloto.
Según me dice, está conforme. El tiempo, el mejor de todos. Mi
primer scracht en tantos años corriendo me hace mucha ilusión, pero
sin tiempo de saborearlo mucho vuelvo al trabajo para hacer la
correspondiente suma y controlar la presión de las ruedas.
La
primera pasada por el tramo de 15 kilómetros me cuesta un poco más
que La Atalaya ya que hay mucha zona de las que me habían advertido
iban a ser las más difíciles: curvas rápidas unidas por rectas
pequeñas. Aun así no me dejó vencer por la endiablada velocidad y
consigo estar a la altura, intentando ayudar al piloto en las zonas
rotas y muy reviradas. En la meta el tiempo es bueno y apuntalamos el
liderato, aunque sabemos que es algo efímero porque el amigo Mingo
hizo un trompo y porque ese tramo en las repeticiones de después, va
a ser nuestra cruz, como así fue.
Volvemos
a hacer otro mejor tiempo en el tramo 3, pero en la salida del Llano
María Rivera decidimos no arriesgar más de la cuenta en las zonas
malas, ya que podemos tener un pinchazo y una situación así en este
coche, siendo la rueda de repuesto la conocida como “galleta” y
llegado el caso tener que ponerla obligatoriamente en el tren
delantero aunque la avería sea en el trasero, y que nuestro coche es
muy bajo y podemos golpear algo y quedarnos en el sitio. Además la
propulsión trasera no va a traccionar casi nada encima de tanta
piedra y las ruedas están ya casi para jubilarlas. No eran nuevas ni
tampoco viejas, pero al tener que hacerle el tallado que marca la
normativa, se degrada muchísimo en la zona central, se pierde
adherencia y se gana peligrosidad. Con todo eso en la cabeza, hacemos
la especial con calma, quizás demasiada, y en la meta vemos que
hemos perdido casi toda la ventaja que llevábamos, cosa que no nos
sorprende porque por las circunstancias ya sabidas, era lo lógico.
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Ahí la "galleta". No la usamos... por poco. |
En
el parón de mediodía Lauren y Marcos revisan todo, cambian las
ruedas y vamos a ver lo que pasa. En el tramo 5 nos cruzamos con un
perro canelo que tuvo un instante de telepatía con Julián, porque
caminó hacia un lado mientras el piloto aflojaba y giraba hacia el
otro. Quizás por eso empatamos con Mingo y Pepo en minuto, segundo y
décima (aunque ellos muertos de risa decían que era una excusa),
por lo que seguimos primeros pero con sólo 1 segundito de ventaja,
que el Evo nos va a soplar desde que pisemos el primer bache delante
de la carpintería del amigo Mundo. Ya tenemos decidido que no
debemos volvernos locos y asegurar el segundo puesto. Vicente y
Magnolia están algo lejos y si todo va como debe, lo tenemos en el
bolsillo. Aún así cogemos un ritmo bastante vivo en casi todo el
tramo y nos divertimos bastante. Se nota que las ruedas están en
mejores condiciones que las de antes.
Queda
un tramo y a menos que pase algo raro para lo bueno y para lo malo,
las posiciones se van a mantener inalteradas, como así fue, aunque
por si acaso, nos marcamos otro scracht para sumar el cuarto del día,
que junto con el empatado con el coche campeón, hace un total de 5
sobre 7 posibles. Creo que no está nada mal.
En
la meta de La Gavia le doy las gracias y las felicidades a Julián.
Antes de emprender el enlace final, Mingo, Pepo, Vicente y Magnolia
nos están esperando para entre unos y otros darnos las felicidades
por terminar esta bonita carrera. Siguen llegando coches y todo son
saludos de alegría. Da gusto competir con gente así, y
sinceramente, me alegro también del triunfo de Mingo porque es un
tío cojonudo y un buen amigo, tanto de Julián como mío.
Finalmente
pasamos la rampa recogiendo el trofeo del segundo clasificado de la
general y bebiendo un poco del típico cava amargo que se inventó
para estos casos, porque para bebérselo es ruinísimo, aunque en un
pódium todo mola bastante.
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Fin de rallye |
Termino
ya, con la clara conclusión de que a pesar de notar el peso de la
responsabilidad que conlleva ser el copiloto de un coche tan grande y
con todas las labores que debo desempeñar dentro del equipo, estoy
muy contento y satisfecho.
Aunque
como digo siempre, no soy yo quién deba juzgar mi trabajo, creo que
rendí a un buen nivel, tanto en lo que se refiere a los tiempos y
lugares de enlaces (el sitio a la sombra y con fresquito en el cruce
de Los Veroles le supo a gloria a Julián) como el manejo de la
libreta a todo trapo, teniendo que improvisar bastantes veces dejando
de cantar metros de rectas o conectores entre curvas para poder decir
la propia curva porque si no, no llegaba a tiempo. Además estoy
contento porque hemos comprobado que Julián y su familia son muy buena gente y eso es más
de la mitad de la pelea para estar a gusto con alguien. Encima
resulta que hasta es buen piloto (jajajaj) y no lo digo sólo por los
tiempos y el resultado, sino porque en el único susto que tuvimos en
todo el rallye (aparte de cuándo el perro, aunque ahí se asustó
más él que nosotros) controló el coche sin mayores problemas
cuando íbamos quizás a 120km/h o más intentando esquivar las
piedras de la zona aquella que asfaltaron por primera y única vez
los egipcios, y lo hicieron mal.
Pues
nada, como siempre agradecerte los minutos perdidos en leer esta
historieta, a toda la afición que nos apoyó (a nosotros y a todos
los demás compañeros) en esta carrera, a los patrocinadores que
hacen posible el gasto de correr, a los miembros del equipo y
nuestras familias, que estuvieron allí con nosotros. Igual resulta
que en el futuro somos parientes, porque entre Aroa (mi hija de 4
años) y Mario (el hijo de Julián, con 8) ha surgido una... bonita
amistad.
Nuestra
próxima aventura será dentro de unas escasas semanas con motivo del
rallye Ciudad de Telde, en el que volveremos subirnos al bicharraco
alemán para seguir viviendo experiencias inolvidables.
Nos
vemos pronto y recuerda que si yo, que no soy mejor que nadie, he
podido llegar a vivir esto, tú también puedes disfrutar de lo que
te propongas.
PD.
Gracias a Perico por la llamada, a Raúl, Toñi y Leti por el
empujón, a la familia Quesada y demás amigos por los mensajes de
ánimo pre-rallye y a Julián y Noelia por la confianza.