martes, 3 de agosto de 2021

RALLYE COMARCA NORTE Y AGUAS DE TEROR TRAIL (2021): FULL WEEK

Hola de nuevo.
Como ya es costumbre y casi obligación, publicamos otra entrada relatando lo vivido en los acontecimientos deportivos que hemos disputado, en este caso se nos juntan el rallye Comarca y la trail de Teror.
No tengo intención de extenderme mucho porque no hay tiempo que perder para seguir en marcha, por lo que seré claro y conciso, o eso espero.
Mientras trotaba una dosis de kilómetros me llamó Julián Falcón para preguntarme si estaba disponible y quería correr con él, ya que su copiloto de este año tenía una mano fastidiada y no podría disputar el rallye Comarca. Teniendo en cuenta que al haber ido de coche 0 en el Gran Canaria me había despertado el gusanillo y que este rallye siempre está bien organizado, además de que el diseño del itinerario era sencillo de preparar, le digo que cuente conmigo. En el 2018 hicimos un buen año y aunque en algunos momentos no lo pasé bien sobre todo en las dos últimas carreras, tengo claro que Julián valora el trabajo del copiloto y eso me anima a aceptar su oferta. Negociamos las condiciones y concretamos en que saldremos juntos.
Entrenamos los pocos ratos que tenemos disponibles y dejamos todo trabajado con seis pasadas por tramo, y ya no queda más que esperar la semana del rallye, siempre buscando tiempo para seguir con el running.
Con las modificaciones de las medidas sanitarias, el programa horario sufre algunas variaciones, pero aun así tenemos tiempo de pasar las verificaciones en Guía, montar la asistencia en Arucas y volver al Norte a recoger el coche y el carnet de ruta. Vuelvo a confirmar esa tarde que las vísperas de rallye son una pesadez tremenda, pero es verdad que hablando con todo el personal presente se hace ameno.
Néstor Gómez. El mejor.

Madrugón como de costumbre y al lío. Me había regulado los arneses a ojo y sin mucho énfasis, la verdad. Al amarrarme con el hans en la salida del TC 1 resultó que sí estaba bien atado y sujeto, pero sobraba poca tela y tenía que apretarme con algo de sufrimiento en los dedos. Al final del día terminé con dolor en los antebrazos de tanto repetir el movimiento de estrujar la tela para que el cinto me hiciera lo propio a mí. Te preguntarás por qué no lo coloqué de forma más cómoda en la asistencia, y la respuesta es que eran de poco tiempo y entre los códigos de las ruedas, refrescarme y comer, no estuve al tanto de los cinturones.
Durante todo el día rodamos muy lejos de la cabeza, cosa que ya sabíamos que iba a pasar, pero rondando siempre el tercer cajón del podium en una entretenida lucha con el otro Porsche en carrera. En Gáldar pensábamos que íbamos bien, pero él siempre nos ganaba y nosotros no mejorábamos nuestros tiempos, aunque aparentemente el ritmo era mayor. En Artenara no terminamos nunca de ir cómodos, y no le pude encontrar la explicación. Pero en Moya nos tirábamos fuerte y sobre todo en la última pasada imprimimos un ritmo constante y consistente para intentar coger la medalla de bronce, que se nos escapaba inicialmente por pocas décimas. De todas maneras estamos contentos porque lo hemos pasado bien. Yo personalmente me divertí desde la primera curva, y ya en esa salida del primer tramo me quité la espina clavada en ese mismo sitio el 2020.





Me costó un poco adaptarme al tempo del coche pero desde que le cogí el truco conseguí ir a gusto y disfrutar del día, a pesar de que en los enlaces el Porsche es muy incómodo. Y la jornada acabó cuando llegando a mi casa me comunican que por la aplicación de un artículo del reglamento, penalizan con un minuto a nuestros rivales y oficialmente somos terceros. La verdad que no me importaba demasiado el puesto ya que mi único objetivo era trabajar de forma correcta y pasarlo bien, habiendo cumplido esas dos premisas, así que acepto la posición final de la misma manera que estaba.

Fue un buen día de carreras y al estar más flaco me noté con más facilidad para desempeñar mi función. No es que esté hecho un alfeñique, pero no tener tanto lastre acumulado en la zona abdominal siempre ayuda.



Y todavía con el zumbido del ruido del coche metido en la cabeza, me levanto temprano para hacer el último entreno antes del Desafío de Los Picos, marcharme una semana de vacaciones y volver para presentarme en la plaza del Pino con una lumbalgia que me hace dudar si seré capaz de correr algunos kilómetros.

Me dopo debidamente y tomamos la salida con calma por si acaso. Al entrar en El Chorrito hay un atasco de gente y tenemos que parar o caminar muy despacio, pero hay buen ambiente. Al empezar a subir hacia el Peñón Chiquito resulta que debíamos ir por un camino que yo no había entrenado, así que toda la previsión de tiempos y demás que tenía hecha no sirve para nada, porque no conocía y no contaba con esa pechada en subida.




Llegamos al barranco sin mucho sufrimiento y empezamos a subir hacia Guanchía. Asciendo con menos agobios de los esperados y en el avituallamiento cojo unas almendras y recargo agua. Ya es de noche y al entrar en Osorio no acierto a ver a mi familia porque pensé que estaban en otro sitio y justo donde me animaban yo iba abriendo un gel medio ciego por la falta de costumbre de correr al oscuro. Imperdonable error. 

Llegamos al famoso acueducto y subimos los 3 repechos que nos llevan al Pico. Para mi sorpresa, no estoy pasándolo del todo mal. Las piernas y la espalda me responden moderadamente bien y me veo con fuerzas para bajar rápido hasta el pueblo, aunque a la hora de la verdad se complicó la cosa porque se metió la habitual bruma de la zona, que mezclada con el polvo y que la luz se me movía más de la cuenta hacía que fuera bastante incómodo.

Al llegar a la casona de Osorio decidimos apretar el paso y lo intentamos, pero por la “casa de las pulgas” noto que la fatiga no me deja correr como yo quiero, aunque sigo todo lo rápido que puedo y entramos en la calle Real 2 horas y media después de haber tomado la salida.


La marca no da para ganar nada ni de lejos, pero en un reto de este tipo uno compite contra uno mismo y las circunstancias, y puedo asegurar que tanto una cosa como la otra no eran del todo favorables.


Cruzo la meta al lado de Aday, que a pesar de ir todo el camino peleándose con su bidón de agua y su frontal, pudo correr más rápido de lo que lo hizo, pero siempre esperó por mí cuando me quedaba rezagado. Se lo agradezco de corazón porque seguramente con la mala gana que yo tenía debido a las molestias físicas con las que empecé, si no hubiera ido con él, no habría terminado o quizás ni empezado. 

Gracias Ortiz!!!!



Y fin del relato. Dos eventos exigentes en una semana, los dos completados con relativo y modesto éxito. Lo siguiente no sabemos lo que será ni cuándo será, pero en cualquier caso iremos con la lección aprendida en estas dos carreras que te he contado: cada uno tiene una misión, pero apoyarse en los demás (si sirven para ello como fue este caso) sube las posibilidades de éxito.


Gracias a Julián, su familia y su equipo por confiar en mí de nuevo. Gracias a mi cuñado Juanillo que me exprimió en los entrenos que compartimos y eso me hizo rendir mejor y gracias a mi gente por aguantar mis tontunas una y otra vez. 


Seguimos, siempre hacia una meta!!!

domingo, 25 de abril de 2021

ENTRE CORTIJOS 2021: COMER MUCHO Y CORRER POCO, PERO AL REVÉS.

 

Hola!!!! Desde que empecé con las entradas en esta web mi intención eran plasmar aquí de forma más o menos pública mis vivencias en los rallyes, ya que había escrito bastante antes de crear el blog y esa sigue siendo la idea, pero como de momento este año no he tenido que ejercer de copiloto, le damos un poco de actividad al tema contando la experiencia vivida en mi primera trail de montaña, la Entre Cortijos.


Desde que tengo uso de razón siempre me costó salir a correr. En las pretemporadas del equipo de fútbol cuando el amigo Fernando nos sacaba del césped (más bien picón que era lo que había en aquella época) para trotar por donde fuera, yo siempre llegaba de los últimos y bastante perjudicado. Luego me salió barrigón y por motivos sobre todo estéticos y también por intentar estar algo menos pesado para los rallyes, he hecho deporte casi toda la vida pero nunca había conseguido ser constante.

Cuando empezó a disputarse la TransGranCanaria y pasaba por Teror, siempre me ponía en cualquier camino o en la misma plaza del Pino a ver pasar a los participantes, hasta incluso de noche, y me parecía una heroicidad lo que hacían. Con el paso de los años fui a ver más carreras e incluso hice de speaker y de voluntario en otras, siempre pensando que yo nunca sería capaz de disputar alguna.

Luego a cuenta del trabajo, me puse en forma para las oposiciones y en la loca academia, pero cuando juré el cargo volví a pasar de todo.

En los últimos años, supongo que por cosas de la edad, aparte de barrigón y sobrepeso empecé a tener problemas de salud. Algunos nuevos y otros que ya tenían se vieron agravados, así que el médico me lo dijo claro: “o bajas 10 kilos y luego te mantienes o la segunda mitad de tu vida va a ser complicada”. Seguramente exageró un poco, pero por si acaso decidí ponerme las pilas. En 2020 empecé con muchas ganas e ilusión, pero la pandemia de los cojones me cortó el rollo y decidí que a pesar de tener varios rallyes, no iba a estresarme con nada más, que ya bastante teníamos.

Y al llegar 2021 y darme cuenta de que la cosa iba a seguir más o menos igual en cuanto a restricciones y demás por lo menos otro año, decidí que ahora sí, tenía que ser constante, menos gandul y ponerme a ello, y esta vez de verdad. El 11 de enero empecé sin prisa pero sin pausa a caminar, trotar, comer menos… pero claro, sin una motivación tangible es complicado salir a correr, así que pensé que si me atrevía con una trail pequeña podía tener un objetivo para el que trabajar. Así que el 22 de febrero, espoleado por gente de mi entorno laboral y amistoso que se dedican a correr empiezo a entrenar en serio, con un plan específico aunque rudimentario diseñado a medias por mí mismo cogiendo cosas y consejos de unos y de otros. Seguramente fue una locura por mi parte, pero quería hacerlo así, encargarme yo de todo y superar el reto a nivel general.

Además también pusimos en marcha un cambio en la alimentación (eso sí dirigido por una profesional) y con eso el camino estaba ya marcado a falta de saber qué carrera podría hacer hasta que cuadró que la Entre Cortijos de Montaña Alta caía en una fecha que me venía bien, así que esa era la meta.

A partir de ahí las 8 semanas fueron pasando entre sesiones de pesas, sentadillas, series, tiradas largas, cuestas, tiradas cortas, bici estática… en definitiva un montón de horas dedicadas a hacer deporte que junto con el ordenamiento alimenticio me fue llevando a bajar peso, a perder volumen en la panza, a estar más ágil, a verme mejor y a seguir motivado. Tengo que decir que esa sensación de la que se habla diciendo que “la montaña engancha, se disfruta y divierte” a mi no me ha pasado ni creo que me vaya a pasar. Es verdad que cada vez sufro menos y lo llevo mejor, pero por los resultados que da, no porque haya encontrado una afición o un divertimento como sí les pasa a otros. Lo mío son los rallyes, para correrlos, organizarlos o verlos. Si ahora me dedico con más frecuencia al trotar es exclusivamente por salud física y mental, que no es poco, pero vuelvo a dejar claro que no es por diversión, aunque he de reconocer que cada vez me parece menos una obligación.

Bueno, vamos a contar la carrera.

Después de hacer el recorrido in situ las semanas previas por si acaso, ir a buscar el dorsal y haberme estudiado todo el reglamento (cosa que igual que en los rallyes, descubrí que pocos hacen), me presento en Montaña Alta el sábado 17 de abril bajo una niebla espesa que me hacía sentirme bien, porque para sudar prefiero el frío que el calor. Llevo dos días muy nervioso y con muchas visitas al baño, pero confío en no tener problemas de ese estilo. Nos colocan en los conos de salida con mucha antelación, y mientras otros hacen estiramientos y otras calientan en estático, yo me dedico a esperar y a pensar que tengo ganas de hacer pis. Cuando me toca arrancar me noto tranquilo y me resulta raro. Salimos en un falso llano en subida de 700 metros que no contaban para el tiempo, aunque a mí me importaba poco lo que tardara en dar la vuelta, siempre que pudiera darla. Tenía por delante 14 kilómetros y pico y no pensaba mirar el reloj. De hecho no tenía ni que haberlo llevado. La primera parte del recorrido era toda subiendo con más o menos inclinación dependiendo del sitio, salpicada de algunos llanos cómodos. Me noto tan suelto que creo que puedo hacer corriendo casi todas las cuestas, pero mi cabeza me frena y me obliga a caminar para no gripar antes de tiempo. En el km 4, en el primer paso por un trozo de carretera coincidente con los rallyes, mi familia me jalea con gritos de ánimo y es un subidón.


Escalo el “alto de la cruz” caminando pero sin mayor dificultad y empezamos a bajar. Estoy contento porque la experiencia me está gustando. Sin haber compadreo, sí se observa compañerismo y respeto. Cada cual va a lo suyo a su ritmo sin molestar y eso me gusta. Llegando al trozo de asfalto de Monte Gusano, el gemelo derecho me da una puntada rara. Nunca me había pasado pero creo saber lo que es. De corazón y pulmones voy bien, hasta muy bien diría, pero la cabeza empieza a dejar de mirar hacia el recorrido y empieza a centrarse quizás demasiado en el gemelo molestoso. De nuevo mi gente me grita en otro punto y ahí llevo ya bastante dolor y muchas ganas de mear. Los siguientes kilómetros son por una pista ancha que baja de forma progresiva, lo que da pie a acelerar el paso, pero no puedo o más bien no quiero, porque creo que me va a dar un calambre. Paro a orinar detrás de un pino y aprovecho para estirar antes de seguir. Aunque la posición y el tiempo que tarde es lo de menos, involuntariamente me jode ver como me va adelantando montón de gente.

En la base de la cuesta del famoso árbol caído, me obligo a subir sin pensar en nada que no sea avanzar bien. Son 700 metros muy empinados, mucho, pero se me hace entretenido debido a que unos chavales que van más atrás no paran de quejarse y decir barbaridades al respecto de lo complicado del trayecto. Al coronar el dolor no ha ido a más, pero tampoco a menos, así que no estoy seguro de si mantener el paso lento pero seguro o apretar a ver que pasa. El cerebro le gana al corazón y prefiero no correr el riesgo de tener que retirarme cuando estoy ya medio cerca del final, así que trote cochinero y seguimos. En el último trayecto otra vez está mi familia y ahora ya, estando tan cerca de la meta no puedo evitar emocionarme.


Casi en el arco de meta me saludan los compañeros de que me han animado a ser “uno de ellos” y cruzo la línea final bajando quince minutos de las dos horas, que era el tiempo que más o menos pensaba hacer, así que estoy contento, aunque si no me llega a dar lata el gemelo, hubiera estado más.

Aunque me quedo esperando, nadie me da una medallita (o algo) de finisher. Una pena.

Una vez paro y me relajo, siento un cúmulo de cosas. Es verdad que yo soy bastante práctico y vivo cada cosa sin darle mayor importancia, ya que opino que si te está pasando algo en determinado momento, es porque tú mismo te lo has buscado, sea bueno o malo lo que pase. Lo de “vaya suerte” sólo sirve para la lotería y también hay que jugar para que pueda llegar esa fortuna.

El caso es que ya sentado en la mesa del bar mientras me bebía una cerveza de limón sin alcohol (no iba a sacarme la camisa por fuera sobre la marcha) pienso que he sido capaz no sólo de acabar una trail de montaña de 15 kilómetros, sino de entrenar y cuidarme durante dos meses, superándome cada día poco a poco. No soy un portento físico, quizás al contrario, pero he conseguido doblegar mi desidia y falta de constancia después de casi toda una vida intentándolo, y eso, he de reconocer que me supo a triunfo.

Vuelvo a casa con esa sensación que da el deber cumplido, pero con el resquemor de que si no hubiera tenido molestias musculares me lo habría pasado mejor.

Y ahora, con una semana de descanso que me merecía y en la que me he saltado también un poco el plan alimenticio, volveremos a la carga. Ya hice mi primera trail, plastifiqué el dorsal a modo de recuerdo y podría no entrenar más, pero mi cuerpo necesita tener salud para que todo funcione mejor, así que hemos de seguir y para poder estar en marcha como ya me pasó esta vez, es imprescindible tener un objetivo en mente. Los deportistas de verdad entrenan para un evento que disputar. Los que somos como yo, tenemos que tener algún evento previsto para poder entrenar, porque si no… no vamos, así que por eso anda rondando en mi cabeza hacer la Teror Trail de 18 kilómetros a finales de julio. ¿Vamos conmigo?



En el capítulo de agradecimientos no quiero dejarme a nadie en el camino, así que agrupo a tod@s los que antes, durante y después me han animado a seguir y me han aconsejado sobre el mundillo, dejando fuera de ese rebaño para que sea más especial a mi familia, que como siempre pasa, me pierden de vista varias veces a la semana (aunque intento organizarme para entrenar sin quitarles tiempo) y que fueron a varios puntos del recorrido a darme gritos de apoyo. Eso es impagable.

Y por último, a modo de consejo/reflexión me gustaría decirte que es completamente cierto (con sentido común y coherencia) que si se quiere, se puede. Lo que pasa es que hay que tener paciencia y constancia, pero se puede, y no me refiero a correr o al deporte en general, sino a todo.

Nada más, me despido con el deseo de que todo el mundo tenga salud y citándote a volver por aquí cuando tenga oportunidad de escribir otra vez, ya sea sobre una trail si se tercia o sobre un rallye si me surge disputar alguno.

Sea como sea… siempre hacia una meta!!!!