Hola!!!!
Desde que empecé con las entradas en esta web mi intención eran
plasmar aquí de forma más o menos pública mis vivencias en los
rallyes, ya que había escrito bastante antes de crear el blog y esa
sigue siendo la idea, pero como de momento este año no he tenido que
ejercer de copiloto, le damos un poco de actividad al tema contando
la experiencia vivida en mi primera trail de montaña, la Entre
Cortijos.
Desde
que tengo uso de razón siempre me costó salir a correr. En las
pretemporadas del equipo de fútbol cuando el amigo Fernando nos
sacaba del césped (más bien picón que era lo que había en aquella
época) para trotar por donde fuera, yo siempre llegaba de los
últimos y bastante perjudicado. Luego me salió barrigón y por
motivos sobre todo estéticos y también por intentar estar algo
menos pesado para los rallyes, he hecho deporte casi toda la vida
pero nunca había conseguido ser constante.
Cuando empezó a disputarse la TransGranCanaria y pasaba por Teror,
siempre me ponía en cualquier camino o en la misma plaza del Pino a
ver pasar a los participantes, hasta incluso de noche, y me parecía
una heroicidad lo que hacían. Con el paso de los años fui a ver más
carreras e incluso hice de speaker y de voluntario en otras, siempre
pensando que yo nunca sería capaz de disputar alguna.
Luego
a cuenta del trabajo, me puse en forma para las oposiciones y en la
loca academia, pero cuando juré el cargo volví a pasar de todo.
En
los últimos años, supongo que por cosas de la edad, aparte de
barrigón y sobrepeso empecé a tener problemas de salud. Algunos
nuevos y otros que ya tenían se vieron agravados, así que el médico
me lo dijo claro: “o bajas 10 kilos y luego te mantienes o la
segunda mitad de tu vida va a ser complicada”. Seguramente exageró
un poco, pero por si acaso decidí ponerme las pilas. En 2020 empecé
con muchas ganas e ilusión, pero la pandemia de los cojones me cortó
el rollo y decidí que a pesar de tener varios rallyes, no iba a
estresarme con nada más, que ya bastante teníamos.
Y al
llegar 2021 y darme cuenta de que la cosa iba a seguir más o menos
igual en cuanto a restricciones y demás por lo menos otro año,
decidí que ahora sí, tenía que ser constante, menos gandul y
ponerme a ello, y esta vez de verdad. El 11 de enero empecé sin
prisa pero sin pausa a caminar, trotar, comer menos… pero claro,
sin una motivación tangible es complicado salir a correr, así que
pensé que si me atrevía con una trail pequeña podía tener un
objetivo para el que trabajar. Así que el 22 de febrero, espoleado
por gente de mi entorno laboral y amistoso que se dedican a correr
empiezo a entrenar en serio, con un plan específico aunque
rudimentario diseñado a medias por mí mismo cogiendo cosas y
consejos de unos y de otros. Seguramente fue una locura por mi parte,
pero quería hacerlo así, encargarme yo de todo y superar el reto a
nivel general.
Además
también pusimos en marcha un cambio en la alimentación (eso sí
dirigido por una profesional) y con eso el camino estaba ya marcado a
falta de saber qué carrera podría hacer hasta que cuadró que la
Entre Cortijos de Montaña Alta caía en una fecha que me venía
bien, así que esa era la meta.
A
partir de ahí las 8 semanas fueron pasando entre sesiones de pesas,
sentadillas, series, tiradas largas, cuestas, tiradas cortas, bici
estática… en definitiva un montón de horas dedicadas a hacer
deporte que junto con el ordenamiento alimenticio me fue llevando a
bajar peso, a perder volumen en la panza, a estar más ágil, a verme
mejor y a seguir motivado. Tengo que decir que esa sensación de la
que se habla diciendo que “la montaña engancha, se disfruta y
divierte” a mi no me ha pasado ni creo que me vaya a pasar. Es
verdad que cada vez sufro menos y lo llevo mejor, pero por los
resultados que da, no porque haya encontrado una afición o un
divertimento como sí les pasa a otros. Lo mío son los rallyes, para
correrlos, organizarlos o verlos. Si ahora me dedico con más
frecuencia al trotar es exclusivamente por salud física y mental,
que no es poco, pero vuelvo a dejar claro que no es por diversión,
aunque he de reconocer que cada vez me parece menos una obligación.
Bueno,
vamos a contar la carrera.
Después
de hacer el recorrido in situ las semanas previas por si acaso, ir a
buscar el dorsal y haberme estudiado todo el reglamento (cosa que
igual que en los rallyes, descubrí que pocos hacen), me presento en
Montaña Alta el sábado 17 de abril bajo una niebla espesa que me
hacía sentirme bien, porque para sudar prefiero el frío que el
calor. Llevo dos días muy nervioso y con muchas visitas al baño,
pero confío en no tener problemas de ese estilo. Nos colocan en los
conos de salida con mucha antelación, y mientras otros hacen
estiramientos y otras calientan en estático, yo me dedico a esperar
y a pensar que tengo ganas de hacer pis. Cuando me toca arrancar me
noto tranquilo y me resulta raro. Salimos en un falso llano en subida
de 700 metros que no contaban para el tiempo, aunque a mí me
importaba poco lo que tardara en dar la vuelta, siempre que pudiera
darla. Tenía por delante 14 kilómetros y pico y no pensaba mirar el
reloj. De hecho no tenía ni que haberlo llevado. La primera parte
del recorrido era toda subiendo con más o menos inclinación
dependiendo del sitio, salpicada de algunos llanos cómodos. Me noto
tan suelto que creo que puedo hacer corriendo casi todas las cuestas,
pero mi cabeza me frena y me obliga a caminar para no gripar antes de
tiempo. En el km 4, en el primer paso por un trozo de carretera
coincidente con los rallyes, mi familia me jalea con gritos de ánimo
y es un subidón.

Escalo
el “alto de la cruz” caminando pero sin mayor dificultad y
empezamos a bajar. Estoy contento porque la experiencia me está
gustando. Sin haber compadreo, sí se observa compañerismo y
respeto. Cada cual va a lo suyo a su ritmo sin molestar y eso me
gusta. Llegando al trozo de asfalto de Monte Gusano, el gemelo
derecho me da una puntada rara. Nunca me había pasado pero creo
saber lo que es. De corazón y pulmones voy bien, hasta muy bien
diría, pero la cabeza empieza a dejar de mirar hacia el recorrido y
empieza a centrarse quizás demasiado en el gemelo molestoso. De
nuevo mi gente me grita en otro punto y ahí llevo ya bastante dolor
y muchas ganas de mear. Los siguientes kilómetros son por una pista
ancha que baja de forma progresiva, lo que da pie a acelerar el paso,
pero no puedo o más bien no quiero, porque creo que me va a dar un
calambre. Paro a orinar detrás de un pino y aprovecho para estirar
antes de seguir. Aunque la posición y el tiempo que tarde es lo de
menos, involuntariamente me jode ver como me va adelantando montón
de gente.
En
la base de la cuesta del famoso árbol caído, me obligo a subir sin
pensar en nada que no sea avanzar bien. Son 700 metros muy empinados,
mucho, pero se me hace entretenido debido a que unos chavales que van
más atrás no paran de quejarse y decir barbaridades al respecto de
lo complicado del trayecto. Al coronar el dolor no ha ido a más,
pero tampoco a menos, así que no estoy seguro de si mantener el paso
lento pero seguro o apretar a ver que pasa. El cerebro le gana al
corazón y prefiero no correr el riesgo de tener que retirarme cuando
estoy ya medio cerca del final, así que trote cochinero y seguimos.
En el último trayecto otra vez está mi familia y ahora ya, estando
tan cerca de la meta no puedo evitar emocionarme.

Casi en el arco de
meta me saludan los compañeros de que me han animado a ser “uno de
ellos” y cruzo la línea final bajando quince minutos de las dos
horas, que era el tiempo que más o menos pensaba hacer, así que
estoy contento, aunque si no me llega a dar lata el gemelo, hubiera
estado más.
Aunque
me quedo esperando, nadie me da una medallita (o algo) de finisher.
Una pena.
Una
vez paro y me relajo, siento un cúmulo de cosas. Es verdad que yo
soy bastante práctico y vivo cada cosa sin darle mayor importancia,
ya que opino que si te está pasando algo en determinado momento, es
porque tú mismo te lo has buscado, sea bueno o malo lo que pase. Lo
de “vaya suerte” sólo sirve para la lotería y también hay que
jugar para que pueda llegar esa fortuna.
El
caso es que ya sentado en la mesa del bar mientras me bebía una
cerveza de limón sin alcohol (no iba a sacarme la camisa por fuera
sobre la marcha) pienso que he sido capaz no sólo de acabar una
trail de montaña de 15 kilómetros, sino de entrenar y cuidarme
durante dos meses, superándome cada día poco a poco. No soy un
portento físico, quizás al contrario, pero he conseguido doblegar
mi desidia y falta de constancia después de casi toda una vida
intentándolo, y eso, he de reconocer que me supo a triunfo.
Vuelvo
a casa con esa sensación que da el deber cumplido, pero con el
resquemor de que si no hubiera tenido molestias musculares me lo
habría pasado mejor.
Y
ahora, con una semana de descanso que me merecía y en la que me he
saltado también un poco el plan alimenticio, volveremos a la carga.
Ya hice mi primera trail, plastifiqué el dorsal a modo de recuerdo y
podría no entrenar más, pero mi cuerpo necesita tener salud para
que todo funcione mejor, así que hemos de seguir y para poder estar
en marcha como ya me pasó esta vez, es imprescindible tener un
objetivo en mente. Los deportistas de verdad entrenan para un evento
que disputar. Los que somos como yo, tenemos que tener algún evento
previsto para poder entrenar, porque si no… no vamos, así que por
eso anda rondando en mi cabeza hacer la Teror Trail de 18 kilómetros
a finales de julio. ¿Vamos conmigo?

En
el capítulo de agradecimientos no quiero dejarme a nadie en el
camino, así que agrupo a tod@s los que
antes, durante y después me han animado a seguir y me han aconsejado
sobre el mundillo, dejando fuera de ese rebaño para que sea más especial a mi familia, que
como siempre pasa, me pierden de vista varias veces a la semana
(aunque intento organizarme para entrenar sin quitarles tiempo) y que
fueron a varios puntos del recorrido a darme gritos de apoyo. Eso es
impagable.
Y
por último, a modo de consejo/reflexión me gustaría decirte que es
completamente cierto (con sentido común y coherencia) que si se
quiere, se puede. Lo que pasa es que hay que tener paciencia y
constancia, pero se puede, y no me refiero a correr o al deporte en
general, sino a todo.
Nada
más, me despido con el deseo de que todo el mundo tenga salud y
citándote a volver por aquí cuando tenga oportunidad de escribir
otra vez, ya sea sobre una trail si se tercia o sobre un rallye si me
surge disputar alguno.
Sea
como sea… siempre hacia una meta!!!!