Permíteme que
empiece esta entrada haciendo un guiño al gran Pepe Domingo Castaño, leyenda de
la radio que falleció hace unas semanas, así que… Hola Hola!!!!
El objetivo de
este relato es contarte lo vivido en la isla de Tenerife a final de octubre,
cuando me vi subido a un coche de carreras casi sin darme cuenta, sin tenerlo
ni medio pensado y sin tenerlo del todo permitido a nivel médico (me faltaba un
mes para el plazo acordado con el cirujano).
Los primeros
días del décimo mes de año, en medio de la conversación casi diaria que
mantengo con Raúl Quesada surgen varios nombres y varias dudas: Perfecto
Calviño, Nacional de Históricos, reglamentos, tramos de un rallye en la isla
picuda...
Poco a poco vamos resolviendo las incógnitas y una vez me organizo con las fechas, me veo inmerso en la preparación del 49º Rallye Isla de Tenerife Histórico a bordo de un Porsche 911 Proto. Hace diez meses que no corro, y cuatro más si es fuera de Gran Canaria. Este año que ya casi se acaba iba a ser otro en el que, a pesar de haber tenido algunas posibilidades, no iba a correr. Además, también este 2023 estaba suponiendo un cambio en mi mentalidad respecto a los rallyes, ya que a partir de un problema médico algo grave que tuve en mayo, decidí vivir las cosas de otra manera, sin obsesiones y sin dedicaciones extremas como había hecho siempre. Pero claro, las circunstancias se dieron favorables para correr esta prueba y no iba a ponerme el casco sin preparar todo como es debido, porque aunque a nivel aficionado me tome las cosas de otra manera, siendo copiloto eso no puede ser. Rutas de entrenos para optimizar el tiempo y repaso del road book me roban algunas horas frente al ordenador, pero lo hago con ilusión. Estoy motivado.
Con todo mi papeleo hecho en la librería Trébol y mis playeras de Cima Running, el sábado 21 cogemos un vuelo a primera hora y sin que haya casi amanecido empezamos con la toma de notas y reconocimientos. El día nos cunde bastante bien y hasta adelantamos el vuelo de vuelta, que resultó que después tuvo retraso y salió más tarde del que teníamos previsto inicialmente, que ni siquiera llegó a salir. Cosas que pasan en Los Rodeos. Volvemos a casa con los deberes hechos y con buenas sensaciones, aunque con algo de respeto a los rasantes de Atogo. Raúl, nuestros sistemas de trabajo y yo nos hemos entendido bien a pesar de que habían pasado cinco años desde la última vez que compartimos habitáculo, en el rallye de La Oliva de 2018 a bordo del añorado Citroën AX 4x4.
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A Raúl le daba igual la hora del vuelo... |
Una vez
confirmado que todo el trámite digital que hice para la inscripción está
correcto, el miércoles 25 volvemos a los tramos. Esta vez nos desplazamos en
barco para llevar el coche de entrenos, un VW Polo que llegó a ser “muleto
oficial” de Toñi Ponce hace alguna década.
Mientras esperamos el embarque en Agaete vuelve a pasar por mi cabeza la cantidad de buenos ratos que he pasado allí, y no en la fiesta de La Rama a la que no he ido nunca, sino porque el Puerto de las Nieves siempre fue un punto de encuentro de mi familia materna y grupo de amig@s en determinados momentos de nuestras vidas.
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Recuerdos de una vida, de mi vida |
Evocando historias del pasado culeto (así le dicen a las gentes de Agaete), entre las que se me mezclan las idas y venidas a la Academia Canaria de Seguridad en 2010 junto a Fran Cazón (DEP) y vari@s más, llegamos a Santa Cruz y atracamos al lado de un enorme crucero. Igual te parece una idiotez, pero siempre me ha impresionado que los barcos floten, y que lo haga uno de ese tamaño es una pasada. Que haya ingenieros que hayan sido capaces de diseñar tremendo invento, pero que una transferencia bancaria de un dinero digital que ni existe físicamente tarde un día, da como poco para unas risas.
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Un barco más grande que cuatro campos de fútbol |
Una vez dejamos
los bártulos en nuestro cuartel general situado en Igueste de Candelaria, nos
vamos a entrenar, de noche, al estilo Quesada. Casi a la hora del cierre,
paramos en la “gasolinera de la suerte” y compramos lotería de Navidad. Yo no
soy aficionado a esos azares, pero allí de día la gente hace horas de cola para
conseguir un décimo, así que en ese momento en el que no hay nadie decidimos
aprovechar.
Damos rueda
hasta las 3 de la mañana y nos vamos a dormir con la tranquilidad de que
tenemos los tramos dominados y todo bastante claro.
Con pocas horas
de sueño volvemos a la carga, pero ahora de día. Queremos ver algunas cunetas
traicioneras para tenerlo todo controlado. Almorzamos en el asador Rincón de
Chasna, mismo sitio donde habíamos parado el sábado anterior. Buena comida,
buen trato y buen precio, recomendable. Allí coincidimos con los integrantes de
los otros coches del equipo que gestiona el nuestro.
Respetando el plan previsto, dormimos una siesta larga para luego estar bien despiertos a la hora de dormir, y en la segunda y última noche de entrenos seguimos puliendo detalles. Sin contar el taponazo que se llevó un gato (siguió vivo) y las risas que nos echamos a costa de la peste a muerto que yo creía que se había quedado en el coche pero que finalmente era una zona concreta debido a una depuradora o algo así, todo fue como teníamos pensado. Los rasantes de Atogo ya no nos dan miedo y coincidimos en que el tramo que más nos gusta es Arico.
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La noche es nuestra. Quesada style |
El viernes decidimos madrugar con la intención de vernos con los miembros del equipo y poder ajustar sillones, cintos y demás. Tenemos que pegar también las pegatinas de los patrocinadores de Raúl y queremos probar el coche aunque sea rodando despacio en cualquier sitio. Después de esperar toda la mañana en el Parque Marítimo viendo coches que evocan buenos recuerdos, finalmente empezamos con esas labores casi a la hora de comer. Antes de verificar lo tenemos todo hecho menos probar el coche, por lo que tiene pinta de que el primer tramo de mañana será el que usemos para eso.
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Tito Delecour |
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Éstos no corrían, pero son preciosos |
Después de mucho
pensar, una vez hecha de la ceremonia de salida y aprovechando una laguna
reglamentaria, nos acercamos a Cuesta las Tablas y le damos un poco de caña al
Porsche. El test dura sólo 10 minutos, pero ya me sirve para darme cuenta de
que el día siguiente va a ser complicado.
Sábado 28 de
octubre de 2023, día de la carrera. Los nervios habituales del primer enlace no
caben en mi cabeza, ya que todo el espacio lo ocupa la agonía de ir dentro del
habitáculo a 40 grados soportando unos 80 decibelios. Insoportable, insufrible,
incómodo, incomparable, inaguantable, inadecuado, incesante…
Quien me conoce
sabe que no llevo nada bien ni el calor ni los ruidos altos, así que te puedes
imaginar mi sensación en ese enlace de 50kms por la autopista. Por supuesto, el
coche no tiene ventanilla normal sino una escotilla corredera, por lo que allí
dentro no se podría acecinar porque no hay absolutamente nada de aire. Más bien
se podría cocinar directamente.
Bueno, mentalizados de que los enlaces van a ser jodidos, vamos al lío de los tramos.
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Todo preparado antes de salir |
Nos han
advertido de que en las salidas, este tipo de coche es propenso a calarse con
facilidad, por lo que hay que tomarse la arrancada “como saliendo de un
semáforo” nos han dicho. Al margen de eso, que hace que en los primeros 50
metros vayamos parados, el ritmo de la primera pasada por Arico es
sorprendente. Se va rápido y los vaivenes de la carrocería al girar, acelerar y
frenar hace que sea complicado de gestionar. En la inaugural de Atogo ya Raúl
ha sabido adaptarse a las peculiaridades del YaCar y le perdemos el respeto ya
del todo, tanto al coche como a esa endiablada carretera. En la primera parte
del tramo largo no se alcanza mucha velocidad al ser subiendo, pero bajando La
Martela cogemos un ritmo guapo hasta que Raúl me informa sutilmente de que las
ruedas que tenemos no son las más adecuadas. Él usó otras palabras un poco más
explícitas, pero el mensaje era ese. Llegando a meta alcanzamos a otro
participante y al ver que no se arrima Raúl me dice: “¿y éste qué?” Le digo que
pase con cuidado a punto de descojonarme de risa.
Primera sección
completada. No se ha roto nada (sin contar la dirección asistida que va y viene
y las puertas que no cierran del todo bien) y nos hemos divertido yo creo que
bastante. De momento, todo correcto.
En la segunda
vuelta a los mismos tramos la idea es subir un poco el ritmo para mejorar los
tiempos. Tenemos el pódium a sólo 2 segundos y queremos intentarlo.
El discurrir por Arico fue una pasada. En algún momento en el que mi cabeza se permite pensar, tengo la sensación de que nunca en mis 98 carreras anteriores me he divertido tanto. El ritmo es tan bestial que seguro que batimos todos los récords habidos y por haber de ese tramo. En la meta tuve la sensación (y creo que lo dije en voz alta) de que había sido el tramo de nuestras vidas, o por lo menos de la mía. Fue flipante. Uno de esos momentos en los que es posible que merezca la pena dedicarle el tiempo que yo le dedico a preparar las carreras. Luego resultó que el tiempo no fue para tanto, pero nos sirvió para recortar otro poco y acercarnos todavía más al P3.
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Arico, tramazo. Libreta delante, no me hace falta ver la carretera. |
En la salida de Atogo 2 una mosca molesta a Raúl y se nos cala el coche (no sé si por la mosca o porque estos coches son mucho de calarse). Perdemos 12 segundos antes de salir volando a un ritmo suicida. En meta vemos que perdemos justo ese tiempo con el scracht y encima se nos aleja el tercer escalón de la categoría. De nuevo mi piloto me comenta con suaves palabras pero nuevamente explícitas lo ocurrido cuando se nos caló en la salida y casi no arranca, así que el plan es exprimir el acelerador subiendo El Frontón para tirarnos a lo loco por La Martela. A mitad de bajada parece que el plan funciona porque las referencias intermedias son mejores pero… nos rascamos un trompo en una horquilla cerrada de izquierdas. Entre hacerlo, dar la vuelta y seguir la marcha, otros 15 segundos a la mochila, lo que nos hace alejarnos definitivamente de las opciones de pódium. Encima volvemos a alcanzar al mismo de esta mañana, y ahora Quesada se mete por dentro loco perdido al estilo moto GP. Claro, llevamos motor de la Suzuki de Kevin Schwantz...
Para los 4 tramos que quedan ahora la consigna es únicamente divertirnos sin mirar el crono. Si acabamos pues bien, y si se rompe allí se queda.
En un largo reagrupamiento en la plaza de la Basílica de Candelaria, la eficaz y eficiente encargada de la misión de ser Relación con los Participantes, Yaisa (es con S, porque es con S y ella lo dice) explica coche a coche el procedimiento de los controles para la salida del próximo tramo, que se hace en tandas de cinco vehículos cada 30 segundos entre ellos. Luego, en el control stop te pondrían nueva hora de salida en la casilla reservada para cuando se interrumpe el tramo y sumabas ya de minuto en minuto un tiempo de enlace menor hasta el siguiente CH. No era difícil de entender ni de hacer pero siempre se ha dicho a nivel copilotaje, que el tema de las sumas y los controles es siempre lo mismo y una vez hecho uno, todos el resto de la vida son iguales… pero no, aunque realmente sí. El caso es que la gente se agobió un poco y empezaron a salir del rea con el casco puesto y cosas así. No obstante, oficialmente nadie penalizó o ningún retraso o adelanto se tomó como efectivo.
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No es la Plaza del Pino, pero es otro marco incomparable |
Como anécdota curiosa te cuento que en la primera pasada por la especial de Araya tuvimos una pequeña excursión por la tierra. Resulta que el tramo era una especie de doble vuelta por el mismo sitio girando a la izquierda en un cruce la primera vez, y siguiendo de frente en el mismo cruce la segunda. Para el espectador es bonito de ver porque pasan los coches dos veces por delante en cuestión de minutos, pero para correrlo hay que tener las cosas claras, y nosotros las teníamos, pero… llegando la segunda vuelta al cruce en cuestión, Raúl vio como otro coche (que estaba en el primer giro) se metía a la izquierda, por lo que se le puso instinto asesino y su cerebro decidió que iba a ir a por él. A pesar de que yo le canté la nota que era, se metió a la zurda mientras yo le gritaba NONONONONONONONONONONONO hasta que reaccionó y subiendo y bajando por un talud y la cuneta regresamos a la carretera para seguir hasta la meta. Menos mal que había tierra transitable, y menos mal que no había nadie en medio. Raúl se quedó apenado, pero yo me lo tomé de buen humor, sumando otro episodio más a la aventura y a nuestras vidas.
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Salida de 30'' en 30''. Todo claro. |
Después de una
asistencia y un enlace enorme nos tocaba bajar el tramo de Los Loros. Nos lo
tomamos con calma porque no teníamos nada en juego, pero no por eso dejamos de
correr. A mitad de camino tuve que encender el flexo, que había tenido la
picardía de probar durante el día, por si acaso.
Queda otro
reagrupamiento y el último tramo, otro paso por el de la doble vuelta por
Araya. El rea estaba previsto que fuera de 10 minutos, pero al llegar al
control de entrada veo que la cronometradora me pone la hora de salida a los 30
segundos de haber entrado. Le pregunto si es correcto y me dice que sí, por lo
que tengo que recorrer al galope los 50 metros que me separaban del coche
mientras le grito a Raúl que se vaya poniendo el casco, porque luego el enlace
es de 100 metros y 2 minutos hasta el tramo. Pico a mi hora con la lengua fuera
y me termino de abrochar mientras esperamos para entrar a correr. Ya es de
noche cerrada y tenemos que usar la parrilla de faros, que tengo que encender
con la mano izquierda, por lo que no puedo poner el crono en marcha. Al llegar
la primera vez al cruce le canto a Raúl la nota correspondiente añadiendo
SUBIMOSSSSSS, y la segunda vez le digo NOS VAMOS DE FRENTEEEEEE, por si acaso.
Cruzamos la meta dándonos las gracias por esta buena y divertida carrera que
hemos hecho. Hace años llorábamos y nos dábamos cogotazos. Se ve que esas
emociones ya no afloran tanto.
Terminamos cuartos de nuestra categoría y quintos de una hipotética clasificación global unificando todos los coches. En el paso por la rampa final nos obsequian con una medalla de “finisher” como las que dan en las carreras a pie y me gustó el detalle.
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La medalla está chula |
Cuando todo ha
terminado y estoy en la cama con la cabeza todavía a rimo de notas y el zumbido
del coche metido en los oídos (se me vino a quitar al tercer día) reflexiono en
silencio sobre lo ocurrido.
En general ha
sido una experiencia divertida dentro de los tramos. Las características del
coche y el ruido que tiene hace que vayas todo el rato a tope y con unas
sensaciones muy guapas. En los enlaces ya es otro rollo porque como dije antes,
el calor y el ruido son un sufrimiento tremendo. Encima llevo un casco entre
las canillas y el otro encima de los muslos, con la incomodidad que eso supone,
más aun cuando teníamos que parar en tooooooodas las gasolineras del recorrido
a repostar debido a la poca capacidad del depósito de combustible, y repetir
esa historia tantas veces fue un queme físico y mental. La secuencia era:
paramos, Raúl se baja, pongo los cascos en su sillón, me bajo, él abre el capó
para poner gasolina, yo cojo la cartera y voy a la tienda a pagar, me subo, me
pongo los cascos encima, él se sube y seguimos. Una plastada para repetirla
tantas y tantas veces. Cierto es que en medio de ese tedioso proceso era
gracioso ver la cara de la gente cuando a los cinco segundos de poner gasolina,
una cantidad considerable rebosaba por algún lado y caía al suelo. Según parece
era normal que pasara eso, pero… dinero perdido, que diría mi abuelo. Por
cierto, en una de esas múltiples paradas nos encontramos con los pluricampeones
Jesús Tacoronte y Mariola Sáez, amiga desde hace un montón de años.
También en ese pensamiento concluyente estoy contento porque bajo mi punto de vista, el trabajo que he hecho ha sido impecable. Rutas de entrenos, preparación y seguimiento del road book, tiempos de enlaces (que varias veces eran ajustados), paradas para cascos, controles, sumas, tiempos intermedios, ritmo de notas gritando por el ruidoso motor… todo me ha salido casi perfecto, y eso después de un año renegando y oxidado total, sumado a la exigencia involuntaria de Raúl, que aunque él no se percate, quiere que todo se haga bien, y se hizo. Sinceramente, he ganado carreras o conseguido objetivos haciendo un trabajo menos notable y pasándolo peor que en este rallye, en el que creo que he estado sobresaliente y encima me he divertido. De todas maneras, tendría que ser mi piloto y amigo el que valore esa cuestión.
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Disfrutando, que no es poco |
Y casi a punto
de dormirme me cruzo con un flash de momentos en el que vuelvo a tener claro
que no sirvo para poner pegatinas, no sirvo para temas mecánicos ni para otras
cosas que se estilan ahora. Yo soy copiloto en el más estricto significado de
la labor, y eso a estas alturas no se lleva mucho. Está de moda ser “amañado”
en montón de cosas, “animador” dentro del coche y luego ya si eso, copilotar.
Soy consciente de que con mis torpes limitaciones y mi excesivo volumen
abdominal no estoy en el catálogo de ofertas para carreras y años venideros,
pero si te digo la verdad, mejor así, porque tampoco estoy yo muy motivado como
para disputar demasiados rallyes de aquí en adelante. Creo que con uno más (que
sería mi carrera número 100) me conformo. Para seguir sumando peso a no estar
en activo, a mi precioso casco, después de 46 usos se le acaba la validez en
nochevieja, y el precio de uno nuevo sobrepasa con creces lo que yo ahora mismo
podría y querría pagar. De todas maneras como digo siempre, nunca se sabe lo
que va trayendo la vida, pero sí se sabe lo que uno puede elegir de eso que
traiga. Por lo tanto, entre lo de que no sé hacer nada que no sea copilotar
(eso lo hago de puta madre), estoy gordo, no tendré casco, problemas de turnos
de trabajo y más cosas que si busco encuentro, lo normal es que no corra,
peeeero si viene algo que me motive, me cuadre y quizás cobrando, pues se
valorará debidamente.
Sea lo que sea,
como dice la canción del gran Juan Luís Guerra, “más palante vive gente…”
Termino ya, que
quizás estoy siendo algo pesado.
En el capítulo
habitual de agradecimientos empiezo esta vez por mi compañero Jacobo "el
vasco”, que me facilitó los cambios de turno para que pudiera ir a entrenar y a
correr.
La gente del
equipo YaCar, con Perfecto Calviño como dueño del cotarro, Martín y Manu de
mecánicos, Darío, Raquel, Dani y Unai, tripulaciones de los otros coches del
equipo, el grupo de gente de Tenerife y Galicia amigos de ellos que no llegué a
saber quienes eran, pero que echaron una mano.
A la parte de la familia Quesada y equipo que fueron con nosotros: Mina, Antonio, Carol, Claudio y Saúl.
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RQ nunca va sólo |
A l@s de siempre, por los mensajes e inquietud.
Leti, Aroa,
Adrián y allegados paternos y maternos de ambas partes por, como digo siempre,
sacrificar su tiempo y parte de su vida para que yo me dedique al rollo este de
los coches de carreras.
Y por último,
enormemente agradecido al gran Raúl, porque a pesar de que la vida y los años
nos han ido llevando por diferentes sitios, cuando hemos estado separados nunca
hemos dejado de estar juntos, y esta vez no dudó en ofrecerme acompañarlo en
esta aventura.
Pues aquí acaba la historia de un rallye histórico, con un coche medio nuevo pero con carrocería de histórico en el que se subieron dos viejos amigos para escribir otro capítulo más en la historia de sus vidas.
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R. Quesada/D. Rosario sumando momentos |
Nos vemos!!!!
Siempre hacia
una meta!!!!
PD. Gracias por leerme ésta y las entradas anteriores y por decirme (espero que sea verdad) que te gusta. Con la del viaje a Finlandia me quedé asombrado de la aceptación que tuvo.