jueves, 4 de julio de 2024

RUTA DE LOS MOLINOS Y RALLYE ISLA DE GRAN CANARIA 2024: CUMPLIENDO EN SAN MATEO

Hola, ¿qué tal?. No hace falta que contestes, es un saludo de cortesía para poder empezar a escribir.

En esta entrada del blog, que por cierto, está publicada pero no publicitada, por lo que si la estás leyendo es porque… no sé por qué, la verdad. Hago esta crónica para que estén todas hechas, sin más.

Como decía, en esta ocasión voy a intentar contar de forma resumida la experiencia vivida en San Mateo tanto al correr la Ruta de los Molinos como el rallye Isla de Gran Canaria en sus ediciones de este año 2024.

Para ponernos en situación hemos de aclarar que ni por asomo tenía previsto que nada de esto sucediera, ya que a nivel rallyes no me había llamado nadie para correr nada este año y en cuanto a las trails, estaba inscrito en la Entre Cortijos de Montaña Alta para la que estaba entrenando, pero por inclemencias del tiempo, no recuerdo si por calor o lluvia o viento o algo, procedieron a cambiar la fecha y la nueva ubicación en el calendario me dejaba sin la oportunidad de correr por motivos laborales. Ante esta incidencia, miro el calendario llamado graciosamente “CaRUNdario” en la web de Cima Running y veo que por fecha, distancia y ubicación me cuadra apuntarme a la Ruta de los Molinos en San Mateo, prevista para el jueves 30 de mayo. Eso me supone un ligero trastoque en la planificación de los entrenos, que tampoco es que me vuelva loco yo con eso, ya que el tiempo del que dispongo es limitado, pero al estirarse en el tiempo mi objetivo, pues hay que seguir. En un primer momento la idea es ir a ver el recorrido cuando falten algunas semanas para el evento, pero por unas cosas o por otras no me cuadra, así que me conformo con ver el track en el monitor, fijando el punto de salida y meta delante de la iglesia. Con eso tengo.

Y llegó la semana del rallye Islas Canarias, en la que iba a ser y fui un espectador más, como siempre me ha gustado ser, aunque aprovecho para confesar abiertamente que me aburrí tanto que casi pierdo la afición por el motor. Estando en Artenara viendo el tuesday test recibo llamada de Julián Falcón invitándome a correr el Gran Canaria. Allí mismo valoro la situación de fechas, trabajo y tramos y decido que los condicionantes se dan de forma favorable para que esa sea mi carrera número 100. Ya con eso me doy cuenta de que voy a pasar mucho tiempo en La Vega durante tres días, y además no sólo en el municipio sino que la trail cambia parte del recorrido y resulta que la plaza donde será la salida y meta es la misma donde serán los reagrupamientos y la llegada del rallye, y como finalmente no pude ir a ver in situ el trazado, lo que hago es mirar bien en el mapa por donde tenemos que pasar para tener una idea aproximada de lo que me espera, viendo que recorreré a pie varios centenares de metros que horas después transitaré en el coche de carreras.

Bueno, pues una vez que está todo preparado, contamos lo sucedido.

El día de Canarias amanece con sol (como todos los días, pero me refiero sin nubes), lo que vaticina un calor nada agradable para hacer deporte. Para ir ya mezclando la trail con el rallye, aparco mi Berlingo en el sitio donde será la asistencia al día siguiente.

Antes de salir le digo al amigo Ángel Arencibia la manida frase de “nos vemos en la meta” y así iba a ser porque la llave del coche la tengo yo y va a tener que esperar a que yo termine, pero no por el camino. Aprendida la lección en la LPA Trail donde me quedé muy atrás en el cajón de salida y eso ralentizó (más) mi ritmo de carrera, me coloco a la mitad del grupo y empiezo con buenas sensaciones. En general toda la primera mitad es subiendo y buena parte la hago caminando, como el paso por el Lomo de los Ingleses, lugar de la salida de uno de los tramos del sábado. Aunque las cuestas me cuestan, me encuentro bien, por lo que una vez el camino es favorable para correr me dedico a trotar a mi ritmo disfrutando del bonito paisaje y entorno. Mi resistencia cardiopulmonar y mi tren inferior están funcionando correctamente, pero en un tramo del sendero donde el desnivel es mínimo pero la inclinación es bastante (el camino es llano, pero está cambado) hay que forzar los apoyos y eso hace que empiece a notar un dolor en un dedo del pie porque se me ha movido el calcetín. Por un momento pienso parar y colocar todo en su sitio, pero prefiero seguir por si acaso sea peor el remedio que la enfermedad. Llegando al kilómetro 10 ya estoy seguro de que tengo una rozadura importante en ese dedo y me está jodiendo bastante. No iba rápido, pero tengo que aflojar todavía más. Me duele y voy incómodo, pero no voy a retirarme. La última parte, que era la misma que habíamos pasado hacia arriba a primera hora, se me hace bastante larga porque el calor en el totizo me empieza a agobiar y porque tengo “las patas partías”, más concretamente el dedo corazón del pie derecho. Cuando desemboco en la calle El Cantillo, vía que también pasaré en el rallye, ya casi está el trabajo hecho y solo queda cruzar el arco de meta haciéndome el chulo mientras el crono marca las 2 horas exactas desde que tomé la salida. Tenía previsto tardar menos tiempo, pero era una previsión ficticia porque no tenía idea real de cómo era el recorrido ni de cómo iba a estar yo. Cierto es que sin el percance del dedo podía haber rebajado la marca en algunos minutos, pero vamos, lo mismo es. Yo corro por el hecho de superarme, de hacer deporte, de quemar calorías y por tener la cabeza motivada en hacer algo, el tiempo que tarde en llegar a las metas es lo de menos. El caso es que me he dado cuenta de que tengo que mejorar la gestión de las carreras, porque desde que estoy aficionado al tema del trail running, empiezo y termino las carreras al mismo ritmo, sin acelerar o aflojar el paso. Para entendernos, yo pongo mi velocidad de funcionamiento de piernas a un ritmo lento y constante y así voy toda la carrera (descontando las subidas empinadas, donde ahí casi todo el mundo camina despacio) sin acelerar en las zonas llanas que permiten correr por el miedo a gastar fuerzas. Mi propósito actual, en lo que busco alguna prueba que me cuadre, es entrenar aprendiendo a correr, pero eso sí, siempre sabiendo mis limitaciones y mis objetivos.

Vamos ahora a contar rápidamente el desarrollo del rallye, donde no me voy a entretener mucho.

Como ya dije al principio, salir en esta prueba cuadró de rebote pero cuadró bien. Los tramos me gustaban, el coche era bueno y el piloto conocido.

No me costó mucho trabajo ponerme en marcha ya que, aunque la última vez que corrí fue el pasado mes de octubre, de momento sigo conservando una extraña facilidad para tener todo bastante controlado (en cuanto a rallyes). Los entrenamientos son pocos pero buenos, como debe ser. A ninguno de los tramos le dimos más de seis pasadas, y a alguno ni llegamos a esa media docena. Si las notas están bien estando piloto y copiloto cómodos con ellas, suficiente.

Sin darme apenas cuenta, mesturando la trail con el rallye y demás historias, estoy en la salida. No me he subido al coche pero dicen que es de los mejores R5 que hay.

Con eso y con todo, salimos en San Lorenzo. A mitad de tramo vemos humo y al avanzar vemos que el coche que salía delante tiene un conato de incendio. En el Araloc no se activa la señal de parar, hay bastantes aficionados y vemos a piloto y copiloto fuera del coche. Aun así le digo a Julián que frene por si tenemos que ayudar, pero el comisario de seguridad nos indica que no paremos y que sigamos, y así hacemos. Luego se formó revuelo porque no paramos, pero decidimos lo que decidimos por las circunstancias que se dieron en ese momento. Teníamos que haber parado, puede ser, pero nos mandaron a seguir y seguimos. Nos llamaron “a declarar” y explicamos lo que pasó, mostramos videos, hablamos con los miembros del equipo implicado y ya está. No hay que darle más vueltas, o por lo menos yo no se las voy a dar.

En cuanto al sábado se puede resumir todo en que disfruté mucho, ya que el coche es muy bueno a nivel de rendimiento, pero también lo es en cuanto a habitabilidad. En todo momento fui cómodo tanto en los tramos como en los enlaces. Encima conseguimos ganar aunque en ningún caso era el objetivo, así que maravilloso todo.

En el regreso a casa se vuelve a dar otra vez la circunstancia de que en alguna parte del mundo se está jugando un partido importante de fútbol y no lo estoy viendo sino oyendo por la radio. Supongo que es por estadística, pero en las cien carreras que llevo, por lo menos en diez o doce me ha pasado eso y no deja de ser curioso. En este caso llegué a tiempo de ver como el Madrid levantaba otra Champions mientras me bebo una zarzaparrilla.

No queda más que agradecer a quien hizo posible que esos 3 días campando por San Mateo fueran bastante positivos.

El amigo Ángel (buen comercial, genial speaker y mejor persona) que tuvo a bien ir a correr conmigo y esperarme un rato en la meta.

Los compañeros de trabajo por facilitarme los cambios de turno.

Julián Falcón y todo su equipo por hacer las cosas bien hechas y por darme la oportunidad de volver a formar parte de lo suyo, aunque fuera un rato.

Perico Domínguez, que me prestó el casco y el mono para ir a juego con el piloto.

Mi familia que siempre está, incluso esta vez en el control stop del último tramo.

Y nada más, me quito esta crónica de encima, la de mi carrera número 100 como copiloto, la de mi victoria absoluta número 5 y quien sabe si la de mi última vez. Casi nadie se acuerda ya de uno, a pesar de que todos saben (o deberían saberlo) que soy el mejor, o eso dice mi hijo.

Como ya he dicho en otra ocasión, ahora está de moda otro estilo de trabajo al que yo hago, pero no hay problema, sin rencores ni dramas. Si me llaman, me interesa y nos ponemos de acuerdo, corremos. Si no, seguiremos como de costumbre, siempre hacia una meta.