Esta
historia empieza el sábado por la tarde, ya que tenemos idea de pasar la noche
en El Pajar y hacemos el viaje un día antes. Entre unos y otros quedamos en
vernos allí a las seis de la tarde, pero por unas cosas o por otras, los demás
llegan bastante más tarde que yo. Me pasa con bastante frecuencia, así que o mi
reloj corre mucho, o el de los demás va despacito.
Cuando
llega Dieguín ya no hay nadie en el trazado, pero decidimos entrar a coger las
notas, operación que nos lleva una hora y media de caminata por aquellos
terraplenes llenos de curvas, terminando casi de noche. Vamos apuntando lo que
creemos más acertado, pero yo ya tengo la sensación de que caminando no se ven
las cosas igual que dentro del coche, y lo que estamos apuntando no va a servir
de mucho. Luego veremos que no me equivocaba.
A
última hora surge el primer contratiempo. Al ir a probar el interfono del coche
en mi casco…no sirve. La clavija es distinta (a pesar de ser ambas cosas Sparco
Peltor) y no podré correr con mi veterano casquito. Menos mal que Diego tiene
dos y ha traído el segundo. Me sirve, así que problema resuelto.
Como
suele pasar en estos casos, nos vamos a dormir a las tantas y el despertador
suena tempranito.
Desde
las 7:00 se empieza a notar el meneo que supone una prueba de este estilo, con
el trasiego de grúas, furgones con carros y coches de carreras.
A
las nueve ya está todo preparado y se va acercando la hora de ponernos de nuevo
el casco, tres años y medio después de la última vez, que curiosamente, fue
también en la zona de Arguineguín. Aprovecho aquí para comentarte que El Pajar
pertenece a San Bartolomé y no a Mogán. No tiene que ver con la carrera, pero
sirve de cultura general.
Empieza todo y ahí estamos, preparados para salir a la manga de entrenamientos. Estoy
medio incómodo en el coche porque el sillón esta muy alto y tropiezo con las
barras del techo. Será así todo el día, así que decido no pensarlo y adaptarme,
esperando que para la próxima esté el sillón mas bajo y yo más cómodo.
Estando
en la cola de salida, el volumen del interfono está demasiado alto, así que lo
pongo más suave. Craso error. Con el coche a tope de revoluciones y rebotando
de lado a lado en aquella cantera, Diego no oye lo que le digo. Para el resto
de la carrera lo subo a tope y se acabó el problema.
Las
mangas oficiales de la primera parte no nos salen muy bien. Las notas, como ya
dije, no sirven para casi nada al haberlas cogido caminando y me paso los tres
minutos que dura cada pasada diciéndole a Diego donde debe frenar y donde
acelerar, además de si es cerrada o rápida cada curva, sin mirar demasiado la
libreta. Cometemos un par de fallos en un zigzag muy cerrado llegando a meta y
Diego se desmoraliza un poco, tanto que al pasar la meta le hago una seña de
que afloje para ir despacio hasta la asistencia y se para en seco sin decirme
nada. Le mando arrancar y sigue callado. Qué autoexigente es el jodío!!!
Toca
descansar un poco y hacer ahora el recorrido para el otro lado. Estamos en la mitad de la carrera, con el
coche entero y haciendo kilómetros. El anterior dueño del coche se pasa por la
asistencia y le dice a Diego que no frene tan tarde y tan brusco y que no
acelere de repente porque el coche escarba y no avanza.
Las
otras tres mangas, la de entrenamientos y las dos oficiales, se dan mucho mejor
que las otras, teniendo más tacto y más cuidado con todo. Los tiempos son
mejores y aunque no subimos demasiados puestos, estamos en la meta con mejores
sensaciones que en el descanso. Íbamos tan bien ahora que el señor Guedes se
permitió tirar del freno de mano un par de veces, llegando incluso a intentar
hacerlo en alguna ocasión más, traicionándole el subconsciente y tirando la
mano a la parte baja, donde suele estar el freno en un coche de calle, teniéndolo
este en vertical al lado de la palanca de cambios.
Al
final, 19º de la general, 4º de la promoción y 2º de la
clase 4, aunque eso a fin de cuentas importa poco. Lo mejor de todo es que
Diego acabó contento y con el coche entero. Su primera vez en la tierra ya ha
pasado y a partir de ahora habrá tiempo para ir conociendo el coche y puliendo la
forma de conducir en tierra, ya que nadie nace enseñado y nunca se dijo que
fuera fácil.
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Con buenas caras una vez terminada la carrera |
En
lo que a mí respecta, hubo un poco de todo. Como ya dije, no iba cómodo en mi
sillón y eso ya condicionaba las cosas un poco, solo un poco. Al principio pasé
nervios debido a que mis notas no se oían y de poco servían. Veía que Diego
estaba agobiado con tanto bote y derrapada y no podía ayudarle mucho. Luego fui
cogiendo confianza debido a la mejoría en las prestaciones del coche y el
piloto. Acabé tranquilo y divirtiéndome, con la sensación de haber ayudado a
mejorar poco a poco.
También
creo que me sirvió de rodaje para el rallye de Santa Brígida, ya que dudo que
hubiera estado preparado para correr a tope como va Osmundo sin haber tenido la
toma de contacto del Pajar.
Nada
más, así nos fueron las cosas en el inicio de la temporada. La conclusión es
positiva aunque se puede mejorar…y se mejorará.
Agradecer
el apoyo y la compañia de mis padres, la familia Quesada, el equipo de Diego,
al propio Guedes y por supuesto a Leti, que es maravillosa.
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Homenaje a mi suegro |
Siguiente
cita, rallye de Santa Brígida esta misma semana. Como adelanto te digo que ya
me subí en el coche (Renault 5 GT Turbo) y corre una barbaridad. Espero estar a
la altura.
Saludos.