martes, 9 de abril de 2013

Slalom Bahía del Pajar 2013


Esta historia empieza el sábado por la tarde, ya que tenemos idea de pasar la noche en El Pajar y hacemos el viaje un día antes. Entre unos y otros quedamos en vernos allí a las seis de la tarde, pero por unas cosas o por otras, los demás llegan bastante más tarde que yo. Me pasa con bastante frecuencia, así que o mi reloj corre mucho, o el de los demás va despacito.
Cuando llega Dieguín ya no hay nadie en el trazado, pero decidimos entrar a coger las notas, operación que nos lleva una hora y media de caminata por aquellos terraplenes llenos de curvas, terminando casi de noche. Vamos apuntando lo que creemos más acertado, pero yo ya tengo la sensación de que caminando no se ven las cosas igual que dentro del coche, y lo que estamos apuntando no va a servir de mucho. Luego veremos que no me equivocaba.
A última hora surge el primer contratiempo. Al ir a probar el interfono del coche en mi casco…no sirve. La clavija es distinta (a pesar de ser ambas cosas Sparco Peltor) y no podré correr con mi veterano casquito. Menos mal que Diego tiene dos y ha traído el segundo. Me sirve, así que problema resuelto.
Como suele pasar en estos casos, nos vamos a dormir a las tantas y el despertador suena tempranito.
Desde las 7:00 se empieza a notar el meneo que supone una prueba de este estilo, con el trasiego de grúas, furgones con carros y coches de carreras.
A las nueve ya está todo preparado y se va acercando la hora de ponernos de nuevo el casco, tres años y medio después de la última vez, que curiosamente, fue también en la zona de Arguineguín. Aprovecho aquí para comentarte que El Pajar pertenece a San Bartolomé y no a Mogán. No tiene que ver con la carrera, pero sirve de cultura general.
Empieza todo y ahí estamos, preparados para salir a la manga de entrenamientos. Estoy medio incómodo en el coche porque el sillón esta muy alto y tropiezo con las barras del techo. Será así todo el día, así que decido no pensarlo y adaptarme, esperando que para la próxima esté el sillón mas bajo y yo más cómodo.
Estando en la cola de salida, el volumen del interfono está demasiado alto, así que lo pongo más suave. Craso error. Con el coche a tope de revoluciones y rebotando de lado a lado en aquella cantera, Diego no oye lo que le digo. Para el resto de la carrera lo subo a tope y se acabó el problema.
Las mangas oficiales de la primera parte no nos salen muy bien. Las notas, como ya dije, no sirven para casi nada al haberlas cogido caminando y me paso los tres minutos que dura cada pasada diciéndole a Diego donde debe frenar y donde acelerar, además de si es cerrada o rápida cada curva, sin mirar demasiado la libreta. Cometemos un par de fallos en un zigzag muy cerrado llegando a meta y Diego se desmoraliza un poco, tanto que al pasar la meta le hago una seña de que afloje para ir despacio hasta la asistencia y se para en seco sin decirme nada. Le mando arrancar y sigue callado. Qué autoexigente es el jodío!!!
Toca descansar un poco y hacer ahora el recorrido para el otro lado.  Estamos en la mitad de la carrera, con el coche entero y haciendo kilómetros. El anterior dueño del coche se pasa por la asistencia y le dice a Diego que no frene tan tarde y tan brusco y que no acelere de repente porque el coche escarba y no avanza.
Las otras tres mangas, la de entrenamientos y las dos oficiales, se dan mucho mejor que las otras, teniendo más tacto y más cuidado con todo. Los tiempos son mejores y aunque no subimos demasiados puestos, estamos en la meta con mejores sensaciones que en el descanso. Íbamos tan bien ahora que el señor Guedes se permitió tirar del freno de mano un par de veces, llegando incluso a intentar hacerlo en alguna ocasión más, traicionándole el subconsciente y tirando la mano a la parte baja, donde suele estar el freno en un coche de calle, teniéndolo este en vertical al lado de la palanca de cambios.
Al final, 19º de la general, 4º de la promoción y 2º de la clase 4, aunque eso a fin de cuentas importa poco. Lo mejor de todo es que Diego acabó contento y con el coche entero. Su primera vez en la tierra ya ha pasado y a partir de ahora habrá tiempo para ir conociendo el coche y puliendo la forma de conducir en tierra, ya que nadie nace enseñado y nunca se dijo que fuera fácil.
Con buenas caras una vez terminada la carrera
En lo que a mí respecta, hubo un poco de todo. Como ya dije, no iba cómodo en mi sillón y eso ya condicionaba las cosas un poco, solo un poco. Al principio pasé nervios debido a que mis notas no se oían y de poco servían. Veía que Diego estaba agobiado con tanto bote y derrapada y no podía ayudarle mucho. Luego fui cogiendo confianza debido a la mejoría en las prestaciones del coche y el piloto. Acabé tranquilo y divirtiéndome, con la sensación de haber ayudado a mejorar poco a poco.
También creo que me sirvió de rodaje para el rallye de Santa Brígida, ya que dudo que hubiera estado preparado para correr a tope como va Osmundo sin haber tenido la toma de contacto del Pajar.
Nada más, así nos fueron las cosas en el inicio de la temporada. La conclusión es positiva aunque se puede mejorar…y se mejorará.
Agradecer el apoyo y la compañia de mis padres, la familia Quesada, el equipo de Diego, al propio Guedes y por supuesto a Leti, que es maravillosa.


Homenaje a mi suegro
Siguiente cita, rallye de Santa Brígida esta misma semana. Como adelanto te digo que ya me subí en el coche (Renault 5 GT Turbo) y corre una barbaridad. Espero estar a la altura.
Saludos.