Hacía unos cuantos meses que no tenía contacto con la velocidad. Desde el último slalom con el amigo Diego en el mes de mayo, apenas había pensado en nada que tuviera que ver con los coches, eso sí, sin perder el contacto ni con el mencionado Guedes ni con Mundo Ramírez, que anda buscando financiación para reparar el GT Turbo y poder estar en el Teror, cosa complicada a día de hoy. El caso es que no pensaba ponerme el casco hasta mediados de septiembre en la vuelta al CDIC con el Corolla, pero mira tú por donde, tuve que ponerme las pilas antes de tiempo.
Mi cuñado Tavo lleva unos años tirándose en los llamados carretones, tanto en Valleseco como por varios sitios de la isla, y resulta que el domingo día 11 había carrera en Firgas, y al tener a su copi habitual lesionado me comentó si quería ir con él en esta prueba. La verdad que siempre he pensado que los que se dedican a este menester son unos locos, y llegué a afirmar varias veces que si alguna vez me tiraba sería con Raúl Quesada, consumado especialista y que goza de mi plena confianza con un volante en las manos, pero algo me picó esta vez que, no sin haberlo pensado detenidamente, le dije a mi cuñado que sí.
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Aquí está la máquina |
Desde el mismo domingo por la mañana nos enteramos que la carrera no es por el recorrido habitual, sino por la carretera general que conduce desde la zona del cementerio hasta el mismo casco de Firgas, cosa que me parece bastante agradable al ser un trazado más llano y sobre todo más ancho que el de todos los años.
El calor aprieta de mala manera y lo único que pienso antes de empezar es en ponerme a la sombra. Extrañamente en mi, no tenía nervios de ninguna clase, y no me gustaba esa sensación. Reparten los números y nos toca el 7, el dígito talismán de mi padre. Nos ponemos la camiseta oficial del patrocinador (Caresport Teror) y hacemos la cola de salida. Por un momento barajo la posibilidad de ponerme algo de manga larga, pero llevar al sol subido a la pela desde por la mañana me borra la idea de la mente. Bastante es el pantalón largo, el casco y los guantes.
Nos toca salir, Tavo me da unas nociones básicas de cómo empujar en la salida ya que, aunque lo he visto cientos de veces, nunca me había fijado en la técnica de la tarea.
Al resto de carros les hace la cuenta atrás una chica de la organización. A mi piloto se la hago yo, que para eso uno es un veterano de las carreras, aunque sean de otro tipo. Empujo hasta donde creo suficiente y salto dentro de mi reducido habitáculo para agarrarme a los tubos. En la primera chicanne (que le canto a Tavo en un gesto involuntario) me da la sensación de que vamos a tocar alguna de las gomas que la forman, pero pasamos a toda leche casi en línea recta. Curva larga de izquierdas...casi se me sueltan las manos. Ya ahí me doy cuenta de que tengo que agarrarme más fuerte si no quiero provocar un accidente y partirme cualquier cosa. Menos mal que Tavo me prestó los guantes de la moto y así puedo apretar más. En esa misma curva, el espíritu de comisario de seguridad que tengo hace que me percate de que está todo el mundo por fuera de la valla, y pienso que como algún participante haga un recto por lo que sea, parte dos o tres canillas como mínimo. Ese pensamiento dura poco porque sobre la marcha estamos en la otra curva del trazado, una derecha larga que se cierra al final y que nos escupe contra la parte exterior haciendo que el culo "se espante" un poco y levantando la ovación del público. Segunda chicanne a fondo y meta. Vamos mirando los tiempos y según parece, vamos segundos o terceros. No está mal. Los remontes son momentos graciosos. Es como una subida de montaña en la que se corre hacia arriba y se sonríe hacía abajo, pero en sentido contrario. Vas de pie en el carro, con la cabeza descubierta, la gente te saluda, te aplaude, te critica...
Para la segunda pasada mi piloto me dice que tengo que empujar más fuerte desde la salida y correr con los pies más lejos del carro. Vamos a ello. Me esmero en hacerlo lo mejor que puedo y vuelvo a saltar dentro del vehículo para ir asomando la cabeza por los lados del backet y así ver por donde vamos. Nunca he entendido la razón de que algunos copis de carretones vayan inclinándose en cada curva. A mi entender, eso más que ayudar lo que hace es desestabilizar, así que me acurruco en el suelo para hacer todo el peso posible y disfruto de la velocidad, que aunque no lo parezca, no es poca. Llegamos a meta marcando casi el mismo tiempo de la primera bajada, lo que nos coloca segundos a pocas milésimas del primero, pero un fallo en el sistema de cronometraje hace que se anule la manga y no se cuente. Queda sólo una, más corta y sin chicannes. Por lo visto la primera era de entrenos, así que con la anulación de la segunda, en esta hay que jugárselo todo. Tavo se pone de los nervios por si fallamos en algo y no terminamos. Lo intento tranquilizar diciéndole que si hicimos dos bastante bien, la tercera también ha de salir correctamente, aunque yo sé que se pone pesimista para calmar los nervios y no porque no tenga confianza.
Llega el momento. Me pongo el casco y los guantes. Nos toca el turno de salir. En esta manga hay que ir rápido para optar a algo en la clasificación general y después de pasar la meta, hacer un trompo lo más bonito posible para optar a ese otro premio. 5, 4, 3, 2, 1... empujo a muerte desde antes de que se ponga el 0 en el reloj, corro con todas mis fuerzas hasta que vuelvo a saltar dentro de mi sitio. Bajamos super rápido, trazando un poco más fino la última curva cerrada (que también canto como si llevara notas). Le grito la meta a Tavo por si no había visto la célula en su nueva ubicación y mi cuñao pega un volantazo que produce un trompo al más puro estilo Gigi Galli y que levanta una terrible ovación del numeroso público. Ya está. He terminado mi primera carrera de carretones, por lo que sólo me queda por hacer RS y regularidad convencional dentro de las competiciones de las cuatro ruedas. He sido piloto de rallyes y de montaña, copiloto de rallyes de asfalto, tierra y slaloms, comisario de ruta, jefe y subjefe de tramo, jefe de seguridad, cronometrador, speaker, jefe de parque cerrado, copiloto en rutas 4x4, por encima de todo aficionado, y ahora copi de carretones. Mi madre dice que soy un vicioso, y creo que lleva razón.
Una vez terminan de bajar todos los compañeros, incluidos los tribikes y los skates, toca esperar para la entrega de premios. El rumor es que hemos quedado quintos, pero no termino de creérmelo ya que si antes íbamos 2º, ahora tendremos que estar más o menos en el mismo sitio. Entregan los premios y...somos subcampeones!!! Me alegro mucho por mi cuñado Tavo, que le echa montón de horas a este "semi deporte".
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Celebrando con nuestras mujeres |
Por mi parte también estoy satisfecho, ya que no había hecho esto nunca y desde la primera curva ya me di cuenta de como funcionaba el invento y lo que tenía que hacer para tardar lo menos posible en cada bajada. Sinceramente, me gustó mucho la experiencia. La sensación de velocidad es buena y la adrenalina fluye como en un rallye o cualquier prueba parecida. El ambiente es también muy similar al de los rallyes ya que antes de la salida hablas con unos y con otros, comentas cosas del coche y el recorrido, criticas y acechas a tus rivales... lo típico.
Le doy las gracias a Tavo por darme la oportunidad de probar algo nuevo dentro de las carreras. Seguramente volveré a repetir en otra ocasión cuando mi cuñado me lo pida, o cuando a Raúl le haga falta. Tengo curiosidad por saber que se siente en bajadas mas empinadas, estrechas y bacheadas. Gracias también a Pris y a mi maravillosa mujer Leti, que aguantan nuestra pasión por la velocidad como si también les gustara a ellas jeje.
Al final, paella de la organización y bocata de la Bolera de paso "parriba".
Si todo va como debe, la próxima vez que me ponga el casco será en el circuito de Jinámar el 15 de septiembre.
Ya lo dije al terminar el Santa Brígida en abril de este año y lo repito ahora: confía en tus posibilidades y todo saldrá bien. Yo lo volví a hacer y a la vista está el resultado.
Saludos.
Gracias.