miércoles, 1 de enero de 2014

Fin de temporada, inicio de otra etapa

Toca hacer balance final. 
No voy a ir resumiendo carrera por carrera, ya que cada una tiene su entrada en el blog y la puedes leer haciendo un simple clic en la que quieras, así que esto será un resumen de mis sensaciones dentro de las carreras durante todo el año, no sólo yendo de copiloto sino también de comisario de seguridad. A ver si me sale.
Después de haberme pasado unos años en el dique seco y que el 2012 se frustrara cuando prometía estar interesante, este año que acaba de terminar me traía la oportunidad de hacer un campeonato entero, en este caso el de los slaloms sobre tierra en Gran Canaria. La oferta venía hecha por Diego Guedes, un buen amigo de Ingenio que después de hacer algunas subidas de montaña con un coche prestado el año pasado, ahora decidió comprar un Toyota Corolla para intentar completar el año en la tierra. Al ser inexperto y querer tener tranquilidad, decidió que yo podía aportarle la dosis de experiencia suficiente. No me lo pensé demasiado, ya que tenía ganas de correr y me parecía una buena opción para seguir en activo.
Casi a la vez que se acercaba el primer slalom, me llamaban para comentarme que Osmundo Ramírez estaba buscando copiloto para hacer el Santa Brígida, en este caso de asfalto. Contactamos y nos pusimos de acuerdo para correr. Estos dos acercamientos han sido los que han marcado mi año, y si nada cambia, los venideros también, porque en caso de volver a correr dudo mucho que sea con alguien diferente a Diego y Osmundo, sin contar a Raúl Quesada o Miguel Quintino, a los que les debo mucho y para los que siempre estaré disponible si llegaran a necesitarme en determinado momento.
Las carreras de tierra se han desarrollado de menos a más, siempre teniendo cuidado de no romper el coche y teniendo en cuenta que Diego tenía que progresar poco a poco sin saltarse pasos. De no tener claro como apuntar las curvas, ir despacio, frenar y acelerar bruscamente y que el coche fuera el amo de la situación, cumplimos todo el proceso para al final hacer todo lo contrario. Diego ya domina el coche y aunque con la precaución de quien está empezando y corre con cabeza, ya todo está mucho más claro y podemos decir que acabamos el año al mismo nivel (segundo arriba, segundo abajo) que el resto de participantes que cuentan con coches y experiencia similar.
Las sensaciones por lo que a mi respecta han sido bastante buenas. Al principio ni cabía en el coche debido a la posición del sillón, pero una vez corregido eso ya estaba como en mi casa. Desde la primera curva de la primera carrera me mentalicé de que esta aventura no se trataba de apuntar y cantar notas nada más, sino que iba a ser un trabajo de psicología. Me refiero a que con un piloto con experiencia, pues tú vas a hacer tu trabajo y ya él conoce todo lo demás. En el caso de un piloto casi novel como era Diego había que trabajar sus nervios, y que poco a poco fuera aprendiendo a “sentir el ritmo” de las carreras. Cuándo nos ponemos el casco, cuándo nos vamos a la salida, cuándo se frena, cuándo se arriesga… en general todo lo que lleva este mundillo. Al final del año, cuando teníamos que correr más que nunca para lograr los objetivos no tuve ninguna duda de que lo podíamos hacer, y por eso en la última carrera me centré en darle confianza a Guedes para que pasara sin dudar por donde yo creía que se podía pasar a fondo. También lo hice a modo de test para comprobar y asegurarme de que todo el rodaje y el procedimiento de aprendizaje llevado a cabo en las anteriores pruebas habían dado sus frutos, y creo que el resultado es bueno. Está claro que se puede mejorar, que hay que ir un poco más rápido y seguir cogiendo confianza, pero ese ritmo lo dan las carreras y estoy seguro de que cuando Dieguín se vuelva a poner a los mandos del Corolla (o el coche que sea en la disciplina que sea) no le va a temblar el pulso.
A pesar de que el objetivo del año era claramente pasarlo bien y aprender, al final nos vimos luchando por el tercer puesto del trofeo de promoción para pilotos novatos que organiza la Federación, meta que cumplimos y de la que estamos muy orgullosos. Yo por mi parte estoy doblemente contento, ya que aparte del triunfo y haberme divertido bastante, se que Diego ha evolucionado, aprendido y disfrutado, por lo que mi trabajo creo que ha estado bien hecho, aunque seguro que en algún aspecto podemos mejorarlo.
Hablando ahora del asfalto, sólo dos incursiones en esa superficie este año. La primera en Santa Brígida con Osmundo Ramírez y la segunda en Teror a bordo del Lupo de Aridany Ojeda. 
En los dos casos disfruté bastante, aunque puestos a elegir me quedo con la prueba satauteña, ya que a pesar de los problemas mecánicos que tuvimos, fue una de las carreras en las que mejor lo he pasado en toda mi trayectoria como navegante. Mundo y su “soplillo” son un conjunto perfecto y formando parte de eso uno se siente muy cómodo. En aquel Santa Brígida volví a darme cuenta de que, como el titulo este blog, volvía a las carreras sin haberme ido. No estaba oxidado para cantar notas a todo trapo y seguía controlando los rutómetros, relojes y controles como hace unos años. Son cosas que no se olvidan, pero la inactividad hace a uno dudar de si mismo. Aparte del tema deportivo, en Santa Brígida hice un amigo para siempre. La química con Mundo surgió desde el primer momento y como si fuera un flechazo, me di cuenta de que si él quería y podía, sería mi piloto para el resto de los tiempos. Luego las circunstancias hicieron que el GT Turbo se quedara en el garaje todo el año, pero eso no quita que hablemos todas las semanas de volver a sacarlo “al ruedo”.
Del rallye de Teror hay poco que decir, ya que corrí de rebote (y porque Mundo me dio “permiso”) y el coche se rompió en el último tramo. Nada que no hayas leído ya te puedo contar. Me quedo con lo positivo, que fue volver a tomar la salida desde la plaza de mi pueblo y correr mi rallye, aunque no pudiera terminarlo.
También durante esta  finiquitada temporada he trabajado en varias carreras como comisario de seguridad, tanto dentro de tramo como en alguna salida o control stop. Nada nuevo que contar a este respecto. No compensa lo que nos pagan por todo lo que hacemos y lo que aguantamos, pero siempre voy con la mejor predisposición a hacer las cosas bien, y todo por ayudar a que los corredores estén más seguros y por echar una mano a mi deporte. A veces encuentras gente (aficionados o participantes) que te ayudan y colaboran cuando es necesario, y otras veces te molestan o te insultan, sacando uno siempre la misma conclusión: “no vengo más”. Pero luego llega la siguiente carrera y ahí estoy a las 6 de la mañana con el coche cargado de pancartas, mallas y cintas. Es lo que tiene ser un apasionado del motor. No es fácil despegarse de este mundillo.
Afrontando la recta final de este texto, no quiero olvidarme de felicitar a los amigos que este año han conseguido éxitos y de dar las gracias a quien de una manera u otra han hecho posible que yo haya podido disfrutar de lo que me gusta otro año más, y van dieciséis de comisario y trece de copiloto.
Para el año que viene afronto una de las carreras más complicadas e ilusionantes que puede haber, empezar a criar a mi hija copilotando a Leti, mi maravillosa media naranja. Ese será el objetivo principal del año y de mi vida, pero si Aroa (así se va a llamar) me lo permite y se dan las circunstancias adecuadas, podría ser que estuviera con el casco puesto en alguna carrera de asfalto o de tierra, o de las dos cosas.
Antes de terminar quiero hacer una reflexión relacionada con un tema que está muy en boca de todo el que se dedica de una u otra manera a las carreras, el rallye de Canarias. Vaya por delante que yo respeto en qué emplea cada cual su dinero, que para eso es suyo.
Sea por lo que sea, por desidia de algunos o fallos de otros, el rallye dicen que ya no puntuará para campeonatos internacionales y demás (aunque habrá que ver si eso se cumple). Hasta ahí vale, teniendo en cuenta que todos los que tienen que ver tendrán su parte de culpa y no todos cuentan la verdad completa, pero… que se hagan iniciativas para que la gente ponga dinero y así cubrir la parte del presupuesto que falta me parece de ciencia ficción. No es que la historia se haya creado, sino que la gente lo aplaude y lo ve con buenos ojos. Me cuesta creer que la ignorancia sea tanta como para que en unos tiempos donde nuestros propios vecinos o algún familiar nuestro viven medio mes con la nevera completamente vacía y haya niños que salen al recreo con las manos en los bolsillos porque su madre no tiene para un paquete de galletas, la gente ponga dinero de su bolsillo para que se haga un rallye, pagando la afición el transporte de los equipos europeos, que encima son los que más dinero tienen. Si a todo el mundo le sobran esos 5€ que piden para el rallye, que se los den a los Servicios Sociales de su Ayuntamiento, y si no se fían, que junten todos los billetes que su grupo de amigos aficionados al motor quieran poner y hagan una compra en el super para luego dárselas a quien de verdad necesita ese favor. Dicen que con 120 mil euros está el rallye “donde se merece”. Con ese dinero comen 20 familias durante cinco años. Entiendo que entre todos no vamos a acabar con la crisis ni resolver los problemas de la gente, pero entonces tampoco pretendamos sacarle las castañas del fuego a Monzón y Paulino, porque si no voy a solucionar el problema de mi vecino en paro, menos voy a hacerlo con el de dos personas adineradas, por mucho que tengan que ver con el deporte que tanto me apasiona. Como ya dije hace unas líneas, cada uno usa sus euros como quiere, pero también debería usar su sentido común y su consciencia. Ojala el rallye se haga y valga hasta para el WRC si hace falta, pero que el dinero que nos piden a nosotros lo ponga cualquier grupo hotelero por ejemplo, que factura esos veinte millones de las antiguas pesetas en dos semanas llenos de guiris, o un banco potente, que si tienen para la fórmula 1, tendrán para este tema, también por ejemplo.
Nada más, muchas gracias de nuevo por pararte a leer las historias de un humilde aficionado a los rallyes metido a hacer muchas cosas dentro de ellos. Te deseo que el año que ahora entra venga lleno de buena suerte, pero no te olvides de que para que las cosas salgan bien, hay que ponerle ganas a la vida.