miércoles, 1 de octubre de 2014

Rallye de Teror 2014. Una carrera inolvidable

Vamos a ver si soy capaz de contar todo lo que todavía tengo en la cabeza, que no es poco.
Ya en la previa te expliqué como se habían dados los entrenamientos y demás, por lo que ya nos centramos en lo que es el rallye en sí.
Poco que contar de las verificaciones, y la salida transcurre mientras mi garganta lo pasa mal.  
Ceremonia de salida (foto de mi padre)
Ya el sábado, el primer tramo empieza con los nervios habituales y en la primera curva cerrada, a unos 200 metros de arrancar... trompo. Pero no trompito de esos que el culo se descoloca, sino trompo entero quedándonos de nuevo con el morro mirando hacia la salida. Entre eso y lo que tardamos en dar la vuelta (las cajas secuenciales para la marcha atrás son ruines) perdemos alrededor de 20 segundos. Mientras Jonathan giraba el Clio le digo que no se preocupe, que las ruedas estaban frías, que el día está empezando y queda mucha tela que cortar. Una vez enfilados hacia abajo, empiezan a fallar los interfonos, tanto que en muchas partes del tramo no funcionan y tengo que indicar el grado de la curva con los dedos teniendo que soltar la libreta alguna vez. Un copiloto sin interfonos es como la 2 de TVE, está pero no sirve para nada.
Al llegar a meta estamos disgustados ya no tanto por lo que ha pasado, sino por lo mal que lo podemos pasar si no lo conseguimos arreglar. El caso es que durante el tramo yo si oía a Jonathan pero él a mi no, por lo que suponemos que el fallo está en mi micro, así que decidimos que le cante las notas por el suyo, que al tener el cable bastante largo llega a mi casco y me lo trabo en el arnés. Es una chapuza, pero debería funcionar.
Bajando Aríñez (foto de mi padre)
 La primera pasada por El Zumacal quedará marcada porque a poco de salir se enciende la luz de la batería, así que algo eléctrico no va bien. Aun así el coche funciona y nos lleva hasta la meta sin problemas pero… al parar a poner gasolina vemos como un cable del alternador está partido. Sacamos las herramientas y Jony se pone manos a la obra, pero la obra es chica y las manos grandes, por lo que no hay manera de que el jodío cable vuelva a su sitio y se quede trincado con la tuerca en cuestión. Encima para que nos haga más gracia la situación, la llave 8 se cae y va a parar a un recóndito lugar del hueco del motor, entre el radiador y el colector del escape. Ahí es cuando Jonathan decide calentarse y vaya si lo hace. Quemada extrema en el dorso de una mano. A todo esto, mientras la llave se esconde y el cable se resiste, el reloj va caminando. Teníamos 42 minutos para llegar de Los Castillos al Toscón, pasando por Los Portales, Visvique, Arucas, Santidad, Tenoya, La Cazuela y Piletas. Faltan 22 y allí estamos todavía. Saco cálculos y entiendo que es poco probable llegar, pero hay que seguir intentándolo, porque vale más llegar penalizados para seguir corriendo que no llegar. Todavía no sé como, a falta de 19 minutos está el alternador, el parachoques y el capó en su sitio (vaya despliegue para un cable) y salimos zumbando. Mis principios no me permiten contarte cómo hicimos todo ese enlace. Paramos frente al Mercadona a ponernos los cascos y llegamos al control horario a falta de 20 segundos para penalizar por retraso. Ni me lo creo. Si el semáforo de Tenoya llega a estar en rojo no llegamos, pero afortunadamente estaba verde. Te juro que pasamos en verde.

Y después de esa odisea, ahí estamos, a punto de enfrentarnos al tramo que llevamos esperando toda la vida, la carretera de Tamaraceite a Teror. Salimos como animales a un ritmo altísimo, pasamos con cuidado la rotonda y nos metemos en la parte de la carretera vieja como si no hubiera un mañana. Que gustazo y vaya experiencia. Inolvidable. Un cuarto mejor tiempo con todos los coches en pista, tiene mérito. Al llegar al control stop con el corazón a tope y la lengua seca como un risco, un chico nos ofrece una bolsa con agua y…frutos secos. Sólo pensar en comerme unos manises en aquellas circunstancias me acelera más el pulso. https://www.youtube.com/watch?v=IZyweTsTrJA (vídeo on board del tramo)

En el parque de trabajo delante del Made in Teror arreglamos los interfonos gracias a Raúl Quesada que me echó una mano a sacarlos de los cascos y a Laure que soldó un cable que estaba partido, solucionando el problema. Se refuerza lo del alternador y listo.

La segunda sección empieza bien, no cometiendo ningún error en Ariñez y San Isidro. Al llegar a la salida del Zumacal vemos que van saliendo las ambulancias, así que toca esperar. Finalmente se neutraliza y nos desvían por recorrido alternativo. Ánimo a tod@s los implicados en ese tema del que no voy a escribir nada porque yo no estaba allí, y como no estaba no sé lo que pasó, y de lo que no sé, no hablo, y el que lo quiera coger que lo coja.

La segunda pasada por Caminito de Teror se salda con un empeoramiento del tiempo (como le pasó a casi todos), debido seguramente a que las ruedas ya estaban bastante cascadas y el agarre no es tan bueno como por la mañana. Aun así lo disfrutamos igual. Quedan dos tramos y vamos cuartos porque una penalización que tenía Quintino y que le habían quitado por anularse el control en cuestión, le vuelve a aparecer en la clasificación. Las diferencias son muy cortas y puede pasar de todo. Montamos unas gomas menos viejas (que no nuevas) y con un plus de tranquilidad para ir ya terminando nos tiramos por Ariñez. En un rasantillo que hay antes de la carpintería Taimatic, Jony suelta un “yiiiija” que me hace gracia. Se lo está pasando bien. Al llegar a la meta nos damos cuenta de que nos hemos divertido como niños chicos, y aunque mejoramos el tiempo, nuestros rivales también han hecho su trabajo y amplían las distancias relegándonos al quinto puesto, que es un resultado maravilloso.
Por tanto, en el último tramo decidimos que ya está casi terminado y que no vamos a correr riesgos para llegar a la meta final. Eso lo pensamos nosotros, porque el Clio se creía que allí se acababa la historia y no quiere ponerse en marcha. Menos mal que alguien se dio cuenta una vez de que los coches arrancan cuesta abajo con un cambio, pero claro al no poder pararlo en la cola del CH y de la salida, el amigo se empieza a calentar más de la cuenta. Cuando salimos a correr la aguja está ya con la lengua fuera, pero ya en carrera se refresca la cosa y llegamos a meta con total tranquilidad, sin errores y guardando el quinto puesto, que resultó ser cuarto por la avería de Curbelo en los últimos metros. Antes del control stop le doy las gracias a Jonathan por contar conmigo y le comento que me alegro de que mi trabajo le haya servido para sacarse la espina que tenía clavada con el rallye del pueblo. Él también se alegra.
Ya sólo queda llegar a Teror y terminar. Así lo hacemos, en la calle Real entrego el carnet de ruta a mi hora y con eso se acaba esta historia.

Termina el 34º rallye de Teror, en el que he conseguido mi mejor clasificación final en 15 años dedicado a esto. Hay que reconocer que nuestro puesto se debe a los abandonos de coches que debían estar y estaban por delante, pero…las carreras hay que terminarlas y no creo que eso nos reste mérito. Desde otro prisma, podemos llegar a pensar que sin el trompo de la tercera curva del rallye, igual podríamos haber quedado segundos, pero eso nunca se sabe. Las cosas son como son y punto. No me olvido de felicitar a Ángel y Víctor Marrero, a Raúl Quesada y Perico Domínguez y a Miguel Quintino y Carlos García por conseguir subir al podium. Como curiosidad decir que aunque quizás nadie se acuerde, hace justo diez años Quintino corrió su primer rallye de asfalto en el Teror, siendo yo su copiloto, y que hace ocho años, Quesada daba un paso de gigante en el Teror para ganar el Desafío Peugeot, siendo yo su copiloto.

Al subir a la rampa nos entregan trofeos por ser primeros de la agrupación 2 y terceros de Aterura, más una botella de cava o algo de eso amargo que nos tiramos por encima como manda la tradición.
Baño de champán (foto Aterura)
Aunque lo mejor de llegar no fue el puesto ni los premios, sino el recibimiento de nuestras mujeres para poner en nuestros brazos a nuestras hijas pequeñas, Zaira la de Jony y Aroa la mía. Nunca olvidaré ese momento.
Una vez dejado el coche en el parque cerrado, nos merecemos comer y beber algo. Yo llevo todo el día con una pera y dos powerade. Eso sí, esta vez no he cogido aire que me hiciera ponerme ronco y acatarrado porque el cristal de mi puerta no bajaba y estuve desde la ceremonia de salida hasta la rampa de llegada resguardadito en mi sillón, aunque también te digo que cuando escribo todo esto, unos días después del rallye, tengo un gripazo con homologación vigente.

Y nada más, como siempre dar las gracias a los patrocinadores por el apoyo, al equipo y familias por su trabajo y sacrificio, a mi padre por las fotos casi a tiempo real y también como siempre, especialmente en mi caso a mi mujer Leti, que ha sufrido mis ausencias para preparar el rallye, me ha acompañado en todo lo que ha podido y los dos días de la carrera se pasó todo el tiempo con Aroa en brazos allí donde yo estaba, ayudada eso sí por mi querida madre.
Lo último es dar las gracias a Jonathan Nuez por contar conmigo y confiar en mí. Él sabía que no hago de mecánico ni de comercial, pero que los relojes, papeles, lápices y notas los suelo controlar bastante bien, y eso fue lo único que me pidió, que hiciera bien mi trabajo. Creo que así ha sido.
La siguiente carrera no sabemos cuando será. El amigo Osmundo le está dando vueltas a correr el Maspalomas y llevarme con él. Ya se verá.
En la meta con las niñas. Leti de espaldas (foto Alexis Ortega). 
A partir de ahora toca seguir con la vida de siempre que se complica y nos pone trabas, pero que nunca podrá con nosotros, porque ningún problema es capaz de ganarte si te enfrentas a él.

Muchas gracias a tod@s por formar parte de la historia del rallye de Teror 2014.