viernes, 2 de octubre de 2015

Rallye Villa de Teror 2015: Agua y champán, buena mezcla.

Hola amigos. Aquí estamos de nuevo para seguir escribiendo historias. El resumen general de ésta es bonito de contar, porque el resultado es difícilmente mejorable: 1º del grupo TA, 2º de la categoría 2, 2º de la Maxi Challenge RallyCar, 2º de la escudería Aterura y 2º de la clasificación general. Eso es el final, pero para llegar ahí pasaron unas cuantas cosillas que ahora te escribo.

La semana del rallye todo discurre de forma tranquila. El coche está revisado y funciona perfectamente. Por mi parte, para intentar darle un punto de novedad y de paso tener algo que preparar, decido  buscar un mono prestado para correr más cómodo. Si leíste la entrada anterior sabrás que los míos me vienen quedando un poco apretados. Por tanto hablo con el amigo Osmundo Ramírez para usar el suyo, pero a la hora de probármelo ocurre que al contrario de lo que estoy acostumbrado, me queda enorme. Mundo es un hombre grande, y su mono también. De barriga me va de lujo, pero de mangas, hombros, cruz y piernas me sobra demasiado, así que tengo que buscar otra opción y me acuerdo de Pedro Domínguez y su mono OMP. Contacto con Raúl Quesada y ya tengo otra funda prestada. Ésta me queda bastante bien, y al ser negro me hace más flaco (o eso dicen), por lo que es la que usaré.

Las verificaciones administrativas se llevan a cabo en Teror, y aunque entiendo la polémica surgida por el triple desplazamiento a mi pueblo (jueves, viernes y sábado) que deben hacer los participantes de sitios lejanos, a mí me supone poder ir casi caminando. Aparte de eso, el sitio es bonito y la bolsa que nos dan (del Donuts) es de tela y aprovechable totalmente. Encima hay bollos de azúcar para merendar. Serían mas lejos que otras veces, pero no he visto mejores verificaciones administrativas. Por cierto, recordar a los que protestaron, que para el rallye de Telde también tuvimos que dar tres viajes a Las Terrazas, y la gente de Teror, Moya, Arucas, Gáldar, etc… no abrimos la boca.

La víspera de la carrera se rumorea que va a llover. Por la tarde ya la amenaza está en el cielo, y a la hora de la ceremonia de salida empieza a “chispear”. Me toca ser el speaker otro año más, pero esta vez sólo durante un rato. A mitad de ceremonia decido marcharme y dejar al mando a Vicente Travieso porque aunque no era lluvia fuerte si que mojaba las cabezas estando quieto, y podía ser presa de un enfriamiento y/o gripe que me dejara KO para el día siguiente. Es por eso que me fui en busca de mi coche y mi piloto y no me bajé más del Clío hasta que ya era hora de irnos a casa. Me gusta colaborar con la organización en todo lo que puedo, pero sin descuidar mi trabajo principal que es ser copiloto, y no me pareció buena idea quedarme bajo la fina pero persistente lluvia mucho más rato.

Parque cerrado. Marco incomparable

Como siempre pasa, pero siempre siempre, la víspera de un rallye se acuesta uno bastante tarde para lo que se supone que debería descansar y teniendo en cuenta que hay que madrugar.
Las 6:30 de la mañana, me pongo de pie, me asomo a la ventana y… sigue lloviendo. En ningún momento ha caído una tromba fuerte, ni siquiera ha pasado de ser un chispeo, pero no ha parado durante casi 10 horas, por lo que está todo mojado. Las carreteras de los tramos, también.
Normalmente los días de carrera no puedo desayunar, pero esta vez me obligo a comer porque tengo la sensación de que el esfuerzo mental va a ser grande. Lo que no falta nunca en mi menú antes de salir de mi casa hacia un rallye es una manzanilla con limón. Asienta “la madre” y serena el alma, por lo menos a mí.

Ya en la plaza de Sintes hay trasiego de ruedas para todos lados. Nosotros para esta carrera contamos con varias ruedas nuevas. En lo que voy a coger la hora y a la revisión de la ropa y el casco, aparecen dos gomas de agua en nuestra asistencia. Para un día que tenemos nuevas, hacen falta de otro compuesto. Momento de tirar de teléfono y de confiar en las amistades. En los dos primeros tramos hay humedades y llueve. En el del Toscón no está la cosa tan mala, pero también hay agua. Nos dejamos aconsejar por algunos pilotos, vemos lo que montan otros… y definitivamente decidimos llevar dos ruedas blandas detrás y dos de agua delante, más otras dos blandas de repuesto.  En el enlace hacia Ariñez justo al pasar por Cueva Corcho, la carretera está totalmente seca. Ya la jodimos. No lo digo pero lo pienso. Curiosamente fue sólo allí, porque ya en la zona de la salida y en todo el tramo en general había bastante humedad y también niebla. Estoy tenso, no me gusta la lluvia. Jony me nota la respiración agitada en los interfonos y me dice que me relaje. Necesito empezar a correr ya.
Hacemos esa primera especial a un ritmo cómodo, teniendo cuidado debido a lo delicado del terreno. Al llegar a meta y coger el móvil me entra un mensaje de Raúl Quesada que dice: “tiempazo”. La monta de neumáticos no nos salió mal y el ritmo era el adecuado.
La bajada del Zumacal sale un poco peor debido a que está más seco, pero no perdemos demasiado. Contactamos con los compañeros de Aterura para que nos digan cómo está el asfalto en el “Caminito de Teror”. Casi todo el recorrido está seco. Sólo hay algo de agua en la zona final. Hay que cambiar las ruedas. Saliendo de Arucas vemos un sitio llano y que no estorba al tráfico y allí nos arrimamos. En lo que Jony afloja los tornillos yo pongo y subo el gato. Quito y guardo la rueda que sacamos y Jony pone y aprieta la nueva. Así por los dos lados.  En total once minutos para cambiar dos ruedas, con el gato original que trae el coche y la llave de cruz. Nada de pistolas. Ni mal está teniendo en cuenta que él todavía arrastra secuelas de su operación de espalda y yo soy el rey de los torpes. Nos subimos al coche escurriendo en sudor, pero… tengo una toalla. Soy torpe, lo reconozco, pero mi cabeza piensa en todo.
Con este cambio, también acertado bajo mi punto de vista, acabamos la primera sección cuartos de la general. En el control stop del Hoyo, el hans del casco de Jonathan se traba y él no puede quitarlo. Lo intento yo y… corte en el dedo. Sangre. Toalla. 
Parece poco, pero casi me desangro
Como la asistencia es larga, cruzo la calle para que me hagan algo en el Centro de Salud. Me curan y me vendan.
Volvemos a tirar de teléfono. En el tramo 1 vive alguien de la familia de Jonathan, en el 2 hablo con el amigo Carlos Yánez y en el 3 siguen los amigos de la escudería. El tiempo ha mejorado algo y la carretera está empezando a secarse. Montamos blandas en las cuatro ruedas, y las dos de agua de repuesto, por si acaso.
El ritmo vuelve a ser bueno y cómodo. Estamos en plena lucha por el podium, pero lo llevamos con calma. Al pasar la meta de San Isidro notamos que la base de la palanca de cambios ha partido tres de sus cuatro tornillos de sujeción y está bailando. Le ponemos dos o tres cintillos (bridas), pero no tiene buena pinta. Jony cambiará pisando el embrague para no tener que tirar tan fuerte de la palanca. Antes del tramo del Toscón volvemos a meterle cintillos por todos lados. Me pongo el casco en la gasolinera de La Cazuela y al subirnos al coche y arrancar… silbidos de los compañeros. Puse el casco de Jonathan encima del techo y… ahí lo dejé. La historia de que después de tantos años los pilotos tengan que ponerse el casco dentro del corte de carretera nos tiene un poco descentrados en ese aspecto. La norma siempre ha sido la misma y está escrita, pero hasta el rallye de Telde se interpretaba de una manera y ahora de otra, por lo que hay que cumplirla a rajatabla. Encima ese es otro de los aspectos protagonizados por el gran Murphy, ya que cuando te pones el casco con tiempo y tranquilo nada se traba, y cuando llegas al control algo justo el hans tiene la tira al revés o el cable del interfono está detrás de la espalda. Algo así nos pasó de camino al tramo 6, cuando por lo dicho de los cintillos en la palanca salimos algo justos y al ser el corte de carretera casi al lado del control horario, cogimos cola de Piletas a la entrada de Las Mesas. Por un momento, o dos, creí que no llegábamos a tiempo, pero al final sí.
Justo antes de salir en ese tramo vemos la grúa en marcha y hay revuelo. Con este casco tan de primera división no puedo oír lo que se dicen los comisarios por las emisoras. Finalmente resultó que casi a la vez pero en diferentes puntos del tramo, el número 4 (Quintino) y el 5 (Modesto) se accidentan. El trabajo de Aterura para despejar la carretera es impecable, no llegando a pasar ni diez minutos para sacar los dos coches del camino, por lo que no peligra la celebración de tramo, lo que nos alegra. A pesar del problema con el cambio, queremos correr.
Llegamos a la asistencia y como ya habíamos llamado previamente, tienen todo preparado para reparar la palanca. También se han roto unos soportes de la cuna del motor, pero eso no es del todo importante. En ese punto, faltando dos tramos para terminar no quiero mirar la clasificación. No la he mirado en todo el día. Al llegar a las metas he ido viendo algunos tiempos a modo de referencia, pero no sé por qué, preferí no meterme en el on line y sacar cuentas. Aún así la gente se me acerca y me va diciendo que vamos segundos de la general. No es que no les haga caso, pero prefiero no creer mucho y mantener la calma.
Antes de salir en Ariñez me llega un mensaje. El tercero está a 4 segundos. Que no quiero sabeeeeer.
En la última bajada hasta San Isidro hay mucha niebla, pero mucha mucha. Apenas se ve más allá del morro del coche. Le digo a Jony que casi seguro el tercer puesto está asegurado si conseguimos terminar, que no es poco. Él me dice que sí, que tendrá cuidado. Los dos sabemos que el ritmo que hemos llevado todo el día es muy cómodo y seguro, y encima los tiempos están saliendo, así que esa es la manera. La primera parte está muy complicada porque no se ve casi nada y patina. Del cruce hacia abajo la cosa mejora y aumentamos el ritmo, mucho. En los últimos dos kilómetros nos volvemos locos. Cuando pasamos por meta, antes de quitarse el casco Jony me dice, textualmente: “enajenación mental transitoria”. El resultado es aventajar en más de 20 segundos al equipo que venía detrás. El coche corre mucho y nos conocemos la carretera, pero sinceramente y con perdón, le echamos huevos y un poco de locura. A fin de cuentas esto es una carrera y en el momento justo, donde quizás podíamos haber guardado la ropa, nosotros seguimos nadando y arriesgamos. Salió bien.

Enlace del vídeo interior de ese tramo: 

Queda un tramo. Paramos a ponernos los cascos en la vuelta de Los Pájaros, llegando a La Laguna. Jony dice que mire a ver cómo vamos para saber el ritmo que tenemos que usar. Vamos segundos, el tercero a 26 y el cuarto a 38. Tenemos el podium en la mano, pero… super Murphy aparece de nuevo y nos señala el parachoques delantero, que está lleno de aceite. ¿Y esto? No me jodas…
Abrimos el capó, quitamos el parachoques y damos con el fallo. Una tuerca del radiador de aceite está pasada y hay una fuga. Miramos el nivel y está cerca del mínimo. Hay que hacer el tramo que queda con un ojo en el reloj de presión de aceite y si se viene abajo, parar, no queda otra.
Voy mirando todo el camino, todo. La aguja no se mueve del sitio correcto. Pasamos por Los Chorros y sigue todo bien. Pienso en decirlo pero estoy seguro de que Jonathan también está mirando. Voy haciendo tantas fuerzas que en algún momento pienso que la aguja no ha bajado porque yo la atraigo hacia mí con un campo magnético que voy generando de apretar tanto el culo contra el sillón. Pasamos la meta, el tiempo es bueno y le doy las felicidades y las gracias, pero… no me fío. El amigo Ismael Rodríguez, del equipo de Radio Las Palmas nos felicita por el segundo puesto. Espera a ver, que tenemos que llegar de Los Castillos a Teror y picar en el último control. El amigo Aday está en esa meta y nos dice que no hay mucho aceite en el parachoques. Paramos a mirar el nivel, que ahora está un poco por debajo del mínimo, pero nos dará para llegar a la meta final. 
Por las cosas de la vida, mi padre iba pasando por la rotonda justo cuando íbamos a arrancar, así que foto “celebrando el triunfo”. Sonrío porque estoy contento, pero a la vez sigo tenso. 
Faltaba llegar a Teror. Véase el aceite en el suelo.
De camino a Teror el móvil echa humo. Me emociono al leer mensajes que me van llegando. Al entrar en la calle Real casi todo el mundo es conocido. También durante el rallye he visto muchas caras cercanas en los tramos. Les pido disculpas por no poder saludarlos, pero voy tan concentrado que aunque los veo, no me da tiempo a pensar.
En todo momento durante los kilómetros cronometrados, los conocidos y los que no, se echan las manos a la cabeza con las llamaradas laterales que suelta el coche por el tubo de escape. La verdad que son una pasada y nos alegra que les gusten. No sé si en prestaciones eso significa algo (ya sabes que mis conocimientos de mecánica se limitan a saber donde están las trabas del capó), pero estéticamente queda muy bien en las fotos y los vídeos.
Toca la ceremonia del podium. Hemos quedando segundos. En algún momento nos abrazamos. Lo hemos luchado. Huelga decir que si nuestro coche queda tan arriba es porque otros con mejores prestaciones han tenido que abandonar, pero eso forma parte de las carreras. No obstante ya desde el tramo 1 íbamos cuartos, así que algo de mérito debe tener por nuestra parte, digo yo.
Pasamos la rampa de meta con nuestras hijas cogidas. La sensación es inigualable. Los compañeros comisarios de Aterura nos tiran confeti y nos aplauden. Los señalo con la mano a modo de dedicatoria. Son parte de este éxito. Descorcho el champán y me lo tiro por encima. Bebo un trago. Está amargo y caliente, pero en estas circunstancias me sabe rico. De Jonathan no sé, porque aun hoy cuando yo escribo esto o tu lo estás leyendo, creo que él sigue intentando abrir la botella.
Recogemos varios trofeos y nos hacemos cientos de fotos. Según parece, somos los terorenses que más arriba han quedado en el rallye del pueblo en sus treinta y cinco años de historia. 
Con mis trofeos...y las copas.
Ahora es cuando el cuerpo se relaja y empieza uno a notar los dolores, moliendas y demás. Por supuesto, que no falten las uñas negras. Al bajarme del coche no me olvido de llamar a Miguel Quintino. Mucho ánimo para él y Carlos.
Voy a ir terminando y como otras veces lo suyo es dar las gracias. Primero que nada a Jonathan por permitirme conseguir este éxito y dejarme guiarlo con mi voz y mis relojes por la niebla y las humedades. A su familia. Al equipo de asistencia y patrocinadores que siempre están ahí, antes, durante y después. A esa buena gente que nos atendió por teléfono para decirnos cómo estaba el suelo en cada tramo. Raúl y Osmundo, que son parte de mi vida carrerista. Mis amigos y mi familia, que estuvieron al tanto todo el día. Como ya dije, a los escuderos de Aterura, que hicieron un rallye de notable alto (sobresaliente no, porque siempre se puede y se debe mejorar).
Leti y Aroa, lo mejor que me ha pasado en la vida, bastante mejor que quedar segundo, y hasta primero. 
Y me parece que nada más. No quiero olvidarme de mandar un mensaje de ánimo a los compañeros que por una razón u otra no pudieron acabar la carrera o a los que no pudieron ni siquiera salir. Las rachas siempre pasan, y aunque es duro, hay que tener la paciencia suficiente para esperar. Yo hace 5 años iba a “jubilarme”, luego fui volviendo y ahora mira a donde llegué el otro día, así que mucho ánimo y tranquilidad que todo llega, siempre. Felicidades también a los que cumplieron su objetivo.
Casi lo último. Nuestro deporte está pasando por un mal momento. Por diversas circunstancias que todos sabemos nos están mirando con lupa, así que tengamos sentido común. El otro día había gente muy mal situada en muchos sitios. Por ejemplo en el tramo 4, por debajo del cruce de Arbejales, en una frenada muy fuerte a la que se llega rápido, justo en la tangente de la curva había un gran grupo de gente. Te juro que se me erizaron los pelos y me dieron ganas de mandar a parar el coche, bajar el cristal y preguntarles si creían que el tramo era subiendo. No podía creer que estuvieran allí. Luego supe que hasta que pasó el coche 0 no estaban, y luego se pusieron. Quizás se creen que son más listos que nadie. En fin…
Termino ya. Muchas gracias como siempre por perder parte de tu tiempo para leerme. Me da vergüenza decirlo, pero al acabar el rallye mucha gente me daba las felicidades acompañando su frase con un “estoy deseando leer el blog”. Lo agradezco, pero no sé si podré mantener el nivel en cada relato. Espero no decepcionarte esta vez. 
En principio la siguiente cita con mi casco será en Maspalomas, rallye que aunque me queda lejos, siempre me ha gustado. 
Allí nos vemos. 
Recuerda, usando la cabeza se llega lejos. Lo único que tienes que hacer es ser mas listo que las adversidades del momento, y ellas no saben pensar.
Saludos.
 
Fin de rallye. Vuelta a la vida.