La
semana previa fue un poco extraña debido al cambio de un tramo por otro. Los
motivos no los vamos a explicar ahora después de tanto que se habló y de que
nadie dijera ni una palabra más cuando la organización del rallye explicó lo que
había pasado.
Como
Jonathan estaba trabajando en Lanzarote hasta el jueves, nuestro plan para
entrenar La Era
del Cardón era ir el viernes por la mañana y ya echar el día en el sur con unas
cosas y otras.
En
la primera pasada paramos junto a unos obreros del Cabildo para preguntarles si
la obra que estaban haciendo quedaría señalizada para el rallye. Nos dicen que
se quedarán los conos en la carretera y aunque no están en la trazada, los
apuntamos.
Algo
más tarde y en medio de guaguas, turistas y un hombre con perro que nos daba
paso cada vez que nos veía, circulamos durante un rato detrás de un ciclista
que no llevaba un culotte normal, sino unas mallas negras bastante
transparentes. Intento seguir cantando notas, pero unas curvas más tarde no
puedo aguantar más y le digo a Jonathan: “¿a ti te pareció que el ciclista
aquel no llevaba calzoncillos?” Me dice: “no me lo pareció, es que no los
llevaba”. Una pasada de entrenos perdida por ir muertos de risa.
Cuando
ya nos íbamos a ir y salíamos de Agüimes para dar la última pasada, en las
primeras rectas alcanzamos a una Citroën Berlingo que de buenas a primeras se
va acercando cada vez más a la izquierda de la carretera. Va tan pegada al
margen contrario de la vía, que cuando le tocamos la pita para intentar
adelantarla, mira hacia atrás por el espejo… de la derecha!!!! Ni que decir
tiene que también ese último periplo de reconocimientos no nos sirvió para
nada, porque entre las risas y el tufo a colonia Musk que nos dejó la señora de
la Berlingo
al pasarla, yo no podía ni leer media página.
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Tanta risa, hubo que mear. |
Una
vez en Maspalomas, hacemos una parada y reponemos fuerzas en La Esquina Ibérica. Luego vamos a
la zona del mercado para coger las notas del tramo espectáculo. Es más ancho de
lo que nos creíamos y no parece presentar ninguna complicación. Nos engañó como
a chinos.
En
lo que esperamos por el amigo Osmundo Ramírez para comer, damos un paseo por el
centro comercial Cita, uno de los primeros que se abrió en el sur y que todavía
conserva un montón de vida y actividad. Hacía más de 25 años que no pasaba ni
siquiera por delante, y me vinieron a la cabeza cientos de recuerdos de la
niñez. Comemos en Casa Antonio y ya en el estadio de San Fernando “bobiamos”
hablando con unos y con otros de carreras, coches y demás. Conversaciones de
las que siempre se tienen y de las que, por lo menos yo, me olvido a los 30
segundos.
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Media vida después, volví al Cita. |
Cuando
llego a donde estaba el Clio, los números están mal pegados. Es una tontería que aunque está reglamentada, no pasa nunca a mayores, pero a mí el tema de los
números siempre me ha dado sensaciones, y verlos mal puestos no me gustó ni un
pelo.
Para
verificar tardamos una eternidad. No en hacer dicha operación, sino en entrar a
hacerla. Mucho retraso. Después de que nos dieran el OK al coche, brieffing en
el que soy casi el único que pregunta. Cuando acaba me dicen varios compañeros “joder,
menos mal que lo preguntaste porque teníamos dudas con eso”. No entiendo a la
gente que se pasa el tiempo opinando y cuando tiene la oportunidad de exponer
sus dudas, no lo hace. En fin…
Llega
la noche y nos vamos al tramo espectáculo. Otra eternidad botados hasta que nos
toca. Al final…una mierda. No sabemos lo que ha pasado pero el coche no ha ido
bien y el tiempo es malo. Podría ser que estuviera fallando la bomba de la
dirección asistida, pero se mira en la asistencia y todo parece estar bien. Cenamos
allí mismo con el equipo, Jony y yo sentados dentro del maletero del Clío. Entre
unas cosas y otras nos acostamos más tarde de las doce, previo paso por una
ducha fría que me aclaró las ideas y me quitó el sueño.
A
las 7 sonó el despertador y a la media hora ya estábamos en la asistencia
volviendo a revisar el coche por si ahora de día se veía algún problema. Aparentemente,
todo bien.
Empieza
el rallye de verdad, lo de anoche, aunque venda y sea bonito de ver para la
afición, para correrlo en un delantera…es una estaca.
Antes
de la salida de Arteara se me saltan las lágrimas por la maldita mala suerte que persigue
a un amigo.
En
la segunda curva nos pegamos tanto a una valla que la rozamos, y en la tercera
el espejo retrovisor interior salta y no sé ni como, lo cazo al vuelo y lo meto
entre mis muslos para que no se escape. El resto del día lo ponemos en los
enlaces y lo quitamos en los tramos, por si acaso.
El
ritmo es muy bueno y estamos en la pelea por el top ten. Lo peor
que llevamos es que hay que hacer un montón de kilómetros de enlace por la
autopista, en sexta y a 80 porque ir más rápido sería dañar el motor. Ir así
daña las bujías… y los oídos.
En
la segunda subida a Arteara vemos como unas gotas frescas en la carretera y no
sabemos lo que son. Al ver el coche de Julián e Isra averiado pensamos que es
de ellos, pero las gotas pasan a ser un reguero hasta ser un charco, que nosotros
pisamos. El Clio se pone de lado con el culo hacia la valla y el morro hacia
el risco, pero las ruedas delanteras, que eran nuevas, cogen tracción y las
manos de Jony enderezan el rumbo para seguir subiendo. El Corsa kit car había
tenido una avería y regado la zona de aceite más un conato de incendio. Cuando nosotros llegamos a donde
ellos estaban no habían tenido tiempo de bajarse a avisarnos. Conste en acta que aquí, después de que oliera a aceite, de ver el Corsa echando humo blanco y de que nuestro coche patinara, yo dije: “era aceite”. En ese momento seguramente me entró un mail del Ministerio de Educación para convalidarme FP 1 de automoción. Al llegar al
control stop comento que está la cosa muy peligrosa y que deberían parar la
carrera para limpiar el aceite.
Las
pasadas por la Era
se nos están dando bien y nos estamos divirtiendo, aunque claro, no tanto como
entrenando.
Antes
de salir en la primera bajada a Fataga nos quedamos sin dirección asistida. Son
sólo 6 kilómetros
pero Jonathan lo pasa mal teniendo que mover el volante sin ayuda. Parece que
no, pero perdemos unos cuantos segundos. Llegamos a la asistencia y resultó ser
un fusible (un relé dicen también que se llama) fundido. Gracias a José Martín
conseguimos uno de ese mismo amperaje.
Pasando
por el Cruce de Arinaga vemos a un “mataíllo” (que nadie se ofenda, pero lo
califico así para entendernos todos) que está haciendo auto stop, pero que sólo
saca el dedo pulgar cuando pasa un coche de carreras. A los del resto de la
gente no les dice nada. Este jodío quería quitarle el puesto a algún copiloto.
Ya
con la noche llegamos al último tramo. Nos estamos jugando el séptimo puesto y
vamos a correr al mismo ritmo que llevamos todo el día. Rápidos pero sin hacer
locuras. Todo va bien hasta que casi llegando a la meta, ya en mi última página
de notas, tenemos un accidente fuerte. En una derecha medio cerrada a la que se
llega rápido, el coche se acelera de repente y se tira de frente contra un muro
de piedras. Como dice Antonio Recio, hostia terrible. Nos preguntamos
mutuamente si estamos bien y aun sin saberlo del todo, nos decimos que sí. Desconectamos
el coche y me bajo todo lo rápido que puedo y medio aturdido acudo al otro lado
a abrir la puerta de Jonathan, porque se ha quedado atascada, y gracias. Justo
al lado del coche hay un agujero de 3 metros de profundidad por el que, de haber
podido abrir y bajarse, Jonathan hubiera caído, porque al ser de noche cerrada
aquel hueco no se veía así como así. De hecho todavía no sé como yo lo vi.
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Parece chico, pero cabe uno de pié. |
Luego
no tengo claro si había comisarios avisando o no. Yo llamé a dirección de
carrera tan rápido como pude. El caso es que después de haber pasado cinco
coches después de nosotros, el sexto entró algo más rápido de la cuenta y fue a
parar contra el maletero de nuestro coche. Ya en ese momento si te puedo
asegurar que había dos banderas amarillas separadas 50 metros entre sí alumbradas con linternas y los
triángulos de emergencias a unos 20 metros del coche. Sea como sea, ni se veía
un carajo ni vamos a volvernos locos, aunque llevo una tonga de años en esto, y tengo claro que si no está el Clío allí arrimado (fuera de la raya blanca y
de la trazada), el que acaba contra el muro es ese otro coche.
En
lo que aviso a mi familia y amigos de que estamos bien, gestionamos la grúa y respondo
a los tropecientos wasap que me llegan me dedico a andar por un camino que
encuentro. Solo me acerco a la carretera cuando calculo que va a pasar Mundo
para verlo. Durante más de veinte minutos camino, corro, estiro, me agacho,
levanto los brazos… todo sin que nadie me vea. ¿Por qué hice eso? Pues porque me costaba creer que después de tremendo taponazo no me doliera absolutamente
nada.
Un
buen rato más tarde, después de que cargara el coche un gruísta que estaba de
prácticas y que una vez tenía el coche en la plancha no fue directo a Teror
sino que paró a cenar por el camino sin avisar, además de que según dice, dejó
atrás el parabrisas del Clio a la altura de Juan Grande y no paró ni siquiera a
retirarlo de la autopista, llego a mi casa. Aunque pensaba que no iba a dormir,
paso la noche más en modo off de los últimos meses. El domingo sigo estando
bien, apenas unos hematomas en las zonas donde el cinto me apretó. El lunes
tengo bastantes agujetas, y el martes no me puedo ni mover de los dolores
musculares que me azotan. Además los cardenales se me ponen oscuros, bastante más
oscuros que la malla del ciclista aquel.
Ya
ahora con el paso de más horas me encuentro casi bien y no tengo ninguna
secuela física al respecto. Jonathan por su parte si que ha sufrido algunos daños. No son graves pero le duelen y tiene para unas cuantas semanas de rehabilitación.
También
te puedo contar que se ha ido desarmando el coche y que a primera vista y a
falta de una revisión más profunda de los elementos clave, tanto el motor como
la caja de cambios parecen estar en perfecto estado. La suspensión, frenos y más cosas
también tienen buena pinta. La carrocería si que tiene muchos daños por delante
y algo también por detrás, por lo que habrá que valorar si se puede y merece la
pena arreglarla o vale más buscar otra.
Poco
más que contarte. Ya lo puse en facebook aquel día y lo vuelvo a repetir ahora.
Los coches de carreras y el equipamiento que llevamos son muy seguros. Igual
son palabras mayores, pero con una deceleración frontal tan brutal como la
que sufrimos, quizás el Hans nos haya salvado la vida. El dinero mejor
invertido de la historia, no lo dudes.
Por otro lado, y aunque no estoy
asustado ni creo que vaya a dejar de correr por esto, no te voy a negar que la
sensación de ver el muro “esperando” por ti, sabiendo que vas rápido y le vas a
dar pero sin tener claro lo que te va a pasar, es bastante desagradable y difícil
de borrar del cerebro. Esa imagen la guardaré en la carpeta de “no pensar”,
pero siempre estará en mi disco duro.
Tampoco
me voy a olvidar de las cientos de muestras de cariño y apoyo que hemos recibido. Hasta hay gente que se ha ofrecido a trabajar gratis para reparar el coche, o a prestar
repuestos sin recibir nada a cambio.
Por
mi parte tengo que agradecer a todas las personas que han contactado conmigo. Si
los nombro a todos no acabaría ni en tres días. Muchísimas gracias de corazón.
No tenía ni idea de lo querido que soy. Aunque pensando ahora, igual me lo dijeron
porque era un momento sensible jeje. En serio, aquí tienen un amigo para lo que
haga falta, como lo han tenido siempre.
En
este punto casi final quiero dar las felicidades por llegar a la meta a mi
amigo Mundo, que acompañado por Lorea Cano en su R5 GT Turbo se sacudió otra
capa más de óxido. Donde hubo siempre queda, y aunque cueste estar a la altura,
el que es grande, es grande.
No
me quiero dejar atrás al amigo Guedes y su novia Vane, que como siempre se
ofrecieron a darme casa, pan y agua y aunque no pude aceptar, se los agradezco
igual, o más.
Por
supuesto gratitud a nuestro equipo de asistencia, que tuvo que ir lejos para
volver tristes, pero que no dejan de estar nunca.
Los
patrocinadores que han confiado en nosotros este año han visto que si todo va
bien somos de los que damos guerra, por lo que los invito a seguir apoyando
para conseguir que todo vaya bien siempre.
Pido
disculpas públicamente a Leti, Aroa y al resto de mi gente por el susto que
les hice pasar. Desde que la radio dijo que habíamos chocado hasta que yo avisé
apenas pasarían 2 minutos, pero entiendo que se les hayan hecho eternos. Por mis
dos mujercitas y el tiempo que les quito para dedicarme a las carreras es
cuando, en un momento como el del sábado en Fataga, uno se para a pensar si de
verdad merece la pena todo este tema, pero qué difícil es salirse de este
mundillo, joder.
En
fin, termino ya que nos van a dar las uvas. Antes de irme quiero mandar un
mensaje de ánimo a un amigo que lleva un año para olvidar. Las palabras de
aliento a veces no valen para nada cuando la carga negativa es tanta y tan
seguida, pero por lo menos hay que intentarlo. Lo peor es que este amigo ha
asimilado tanto la mala suerte que ha cambiado su forma de ser para aprender a
vivir con ella, así que es trabajo ahora de los que estamos cerca para darle la
vuelta a la tortilla y si la fortuna sigue esquiva, que siga, pero que no lo moleste. Amigo portero, te envío toda la fuerza con la que el muro de piedras
me acogió el otro día para que la transformes en energía positiva y consigas
salir del bache. Estoy seguro de que así será y ahí estaré para verlo y brindar
por ello, aunque sea con Nestea.
Nada
más, que no es poco. Cómo no estoy del todo seguro que haya colgado el mono por
este año no sé si desearte unas felices fiestas de navidad y todo eso, pero
bueno, felicitado quedas por si acaso.
Esta
vez para finalizar el texto no hay reflexión sino una simple palabra: GRACIAS.
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Una zona muy rápida de La Era. Con eso nos quedamos. |