martes, 21 de junio de 2016

Rallye Puerto del Rosario 2016: LA FUERZA DEL EQUIPO

Hola. Nuevo episodio automovilístico el vivido en Fuerteventura. El resultado es extraño. Terminamos séptimos de la general y primeros de nuestra clase, pero realmente sufrimos una retirada en el primer tramo. Si te parece, paso a explicarlo.
Nuestra historia en esta 18ª edición del rallye Ciudad de Puerto del Rosario casi no llega a escribirse, porque hasta el último día del cierre del plazo para inscribirnos no estábamos seguros de poder ir. Finalmente se tomó la decisión de hacer este viaje y, sinceramente creo que mereció la pena.
Una vez todo preparado y organizado toca esperar a que se publiquen los tramos para ver si ya Raúl los ha corrido otros años y así tener una ligera idea de cómo iba a ser la cosa. Cuando se conoce el recorrido lo más que me llama la atención es la forma de hacer el rutómetro. Ya en Lanzarote me habían dicho que lo de la isla majorera no tenía nada que ver, que era todo diferente, y vaya que si lo es. Para empezar, en todos los enlaces, en todos, se pasa por el parque de trabajo y puedes reparar el coche, y eso nos vino más que bien a nosotros. En cuanto al recorrido a seguir para ir de un sitio a otro era digamos que… especial. Por la mañana pasabas por una rotonda que se llamaba por ejemplo La Matilla, y dos horas después en el mismo sitio y siguiendo la misma dirección lo llamaban solo “cruce”. Y así muchas cosas más, pero que al final resultaron no tener ninguna importancia porque las facilidades para circular son bastantes y perderse es muy complicado. Siempre guardaré en mi “saco de recuerdos de los rallyes” el cruce que nos indicaba que debíamos tomar la bifurcación hacia casa de Fonfín. La pena es que no llegué a conocer a ese hombre, aunque el que hizo el road book si que lo conocerá y seguramente creerá que todos debemos saber quien es. Prometo intentar dar con él la próxima vez que vaya.  
Llega el viernes y tras recoger al amigo Edu González que también va a correr, y contar con el gran Dieguín Guedes para que nos lleve al aeropuerto, nos subimos a un avión de Binter que se llama…”baifo”. Lógicamente el chiste se me ocurre al instante y le digo a Edu: “si se me escapa este vuelo… ¿es que se me fue el baifo?  
Es verdad eh...
Una vez en tierra nos presentamos en las instalaciones del patrocinador del rallye para recoger la documentación y empezar los reconocimientos. El briefing de Miguel Ángel Guerra es bastante interesante y constructivo, así que empiezo a entrenar con las cosas claras y la moral alta.
De 11:00 a 16:00 apuntamos notas y damos otra pasada más por cada uno de los tramos y la conclusión es que vamos a pasarnos el rallye saltando. También me llama la atención que hubo gente que no entrenó (por lo menos de manera oficial) y algunos otros que parece que aparecían en pleno tramo por algún cruce intermedio. Las cosas de la tierra. 
Esta vez sí que tuvimos tiempo para comernos un bocata a mitad de jornada, y hasta incluso después de terminar el trabajo nos damos un baño en la piscina de los apartamentos y nos dormimos un rato en la hamaca, aunque yo tuve que despertarme para dedicarme a corregir los tachones y correcciones de las notas para que en la carrera estén bien legibles y claras.
El rato que se supone que debían durar las verificaciones es eterno porque se hacen con calma. Me resultó cuanto menos curioso que hubo quien no se presentó a verificar y se ahorró el trámite digamos que por la cara. Incluso algunos miembros de la organización se lo tomaban a guasa delante de todos. Los demás allí cumpliendo con el reglamento y el programa horario y otros en la piscina. En fin, las cosas de la tierra.  
Al final llegamos a nuestro cuartel general con tiempo de ver casi toda la segunda parte del partido de España, pero… el único canal español que se ve en nuestra tele es la 1, así que cenamos, charlamos un rato y a dormir. Vaya historia nos contó Antonio de uno que fue a una feria en burro y lo amarró a un árbol, se pasó todo el día de copas y hablando de concupiscencia, y cuando salió del bar resultó que el animal había sido premiado.
Nuestro burro también buscaba premio
Llega el día y toca echarse a correr. En el primer tramo intentamos no dormirnos y nada más salir cogemos un ritmo bastante alto, pero faltando aproximadamente un kilómetro para la meta oímos un ruido en los bajos y nos tememos lo peor. Avanzamos unos metros y nos damos cuenta de que se ha partido un palier, concretamente el mismo que en Lanzarote, pero por otro sitio diferente. Raúl maldice su suerte pero tiene tantas ganas de arreglarlo que se intenta quitar los cintos y el casco sin haber pasado por meta. Al final perdemos unos 40 segundos y aun así el tiempo no es del todo malo, lo que confirma que íbamos bastante bien. Nos bajamos y nos ponemos manos a la obra. A mi me toca alcanzar herramientas y buscar piedras que hicieran las veces de martillo. Si el seguro del palier salta y éste sale podemos ir hasta la asistencia usando el 4x4 y cambiarlo allí para poder seguir. Después de más de diez minutos dándole taponazos decidimos rendirnos y llamar para que nos traigan más útiles y poder trabajar. Estamos retirados, pero… no. Normalmente en cualquier rallye de cualquier campeonato, una vez que te retiras es como si te hubieras quedado en tu casa a nivel clasificatorio, pero… en el campeonato insular de Fuerteventura no es así. Si te retiras y te reenganchas para seguir corriendo te penalizan con el peor tiempo más un minuto de cada tramo que no hagas, pero sigues apareciendo en la clasificación y puntúas. Es un poco extraño, pero esa motivación de saber que podíamos remontar posiciones nos hizo querer seguir a tope. Ya con todo reparado nos vamos al tramo de Cuesta Perico, en el que había un salto, rasante o badén cada 300 metros. Ya sabes que eso de volar en coche no es lo que más me gusta, y por eso el día anterior Raúl me había aconsejado que no levantara la cabeza y que siguiera cantando notas cuando el coche esté en el aire, porque si espero a ver lo que pasa en el aterrizaje, llegaría tarde a la siguiente nota. Así lo hago y la verdad que funcionó bastante bien. No tuve esa sensación de vacío en la barriga que suele dar en estos casos, que si no has corrido te digo que la puedes comparar a lo que se siente en algunas atracciones de las fiestas, lo que siempre en mi pueblo se ha llamado “los cochitos”.
A mediodía cambiamos de zona y nos vamos a Tefía, donde los tramos se nos deberían dar algo mejor por las características de nuestro coche. Así fue. En la segunda pasada por el tramo corto pico 6 segundos mejor en el punto intermedio, y me quedo dudando porque me parece mucho. Casi llegando a meta percibo que Raúl baja cambios y pienso que quizás hayamos roto algo, cuando de pronto suelta una patujada y vuelve a acelerar como un salvaje. Resultó ser que el copiloto del coche de delante estaba haciendo aspavientos cómo para que paráramos y mi piloto creyó que no podíamos pasar o que ellos necesitaban ayuda, cuando al final era que se habían salido de la pista pero estaban bien y no obstaculizaban el paso. En la meta mejoramos 2,3 nuestro tiempo anterior, pero si no es por esa pérdida hubiera sido mucho más.
Quedan dos tramos, el más largo del día que se repite dos veces, y que nos dejó buenas sensaciones entrenando. Se trata de 9,3 kilómetros de los que 1,9 son de asfalto con unas rectas enormes. La primera pasada se nos da bastante bien, pero se puede mejorar. Estamos casi a punto de terminar y se me pasa por la cabeza decirle a Raúl que debemos bajar el ritmo y asegurar la meta, pero al final descarto la idea porque sé que no me va a hacer caso. Sabia decisión la mía, porque en esa última especial del rallye fue donde más disfrutamos y donde de verdad nos reencontramos con los viejos tiempos. En todos los tramos anteriores y también en los de Lanzarote no iba del todo cómodo. Correr en tierra es difícil porque apenas se entrena y lo que se reconoce es yendo despacito. Además no hay referencias y en muchas ocasiones cuesta distinguir lo que es carretera y lo que no. No son excusas, son cosillas que se acusan cuando uno es medio novato en estas lides, pero en el último tramo no tuve ninguno de esos problemas y los dos nos dimos cuenta. Al pasar la meta le dije a Raúl que estaba orgulloso de él y de cómo hacíamos las cosas. Los dos lloramos de emoción y de contentos. He acabado un montón de carreras y siempre es una alegría, pero esta meta me supo a gloria.
Llegamos al parque cerrado y nos abrazamos con los componentes del equipo, igual que lo hacemos cada vez que nos vamos a los tramos. Siempre hay buen ambiente y ganas de trabajar. Sirva el ejemplo de que en este rallye y por las características de su normativa y rutómetro, pasamos por el parque de trabajo nada menos que siete veces, y en todas hubo que tirarse al suelo a reparar algo, pero se hizo de buen gusto. Todos nos contagiamos de energía y se nota. 
El de negro es Álvaro, las piernas azules son las de Raúl, el del centro es Claudio y el del gorro Antonio. Yo solté el gato para hacer la foto. Todos a una
Quizás te preguntes por qué hay que hacerle tantas cosas a este coche y por qué sufre tanto. La respuesta es fácil:es un juguete super divertido de llevar, pero al amigo Quesada el AX ya le queda pequeño. Las trazadas, apuradas y demás son de nivel de coche más grande, y eso lo acusa el pequeño Citroën que a pesar de todo se porta como un campeón y siempre va empujando todo lo que puede. Además, cada vez que alguna pieza sufría un percance (que siempre fue reparado en tiempo récord), el equipo se daba cuenta del porqué del problema y también le buscaba solución.
Una vez todo en calma y solucionadas las dudas de unos y otros con el tema de los reenganches, momento de la entrega de trofeos. Aquí también se cumplió la tónica dominante de este rallye: nadie sabe del todo bien lo que pasará. La ceremonia iba a empezar a la hora prevista pero como éramos pocos coches, se iba a adelantar, y al final… no.
Parce cerrado final. Debajo del logo de su hermano mayor
Cuando estaba todo preparado, con la mesa llena de trofeos, llegan y mueven todo hacia otra parte de la mesa para rellenar más de media hora hasta que llegaron los políticos de turno. Nos podían haber dicho una hora concreta y hubiéramos ido a comer o beber algo, que yo llevaba todo el día con medio bocata de jamón y dos Aquarius. En medio de interminables discursos de unos y de otros, nos toca el turno de recoger nuestro trofeo como ganadores de la clase 6, y aunque la copa en sí no es importante, el hecho de volver a subir a un podium con Raúl me llena de bastante satisfacción.  
Cogimos prestado el número...
Entre unas cosas y otras, casi sin que hubiera acabado el ritual protocolario, me voy al aeropuerto con Edu para llegar a tiempo a nuestro vuelo de Canary Fly que salía a las 20:10 hacia Gran Canaria. Me dio pena no poder quedarme a celebrar con mi equipo el logro conseguido, pero hay que buscar tiempo para la familia como sea, aunque luego resultó ser que nuestro vuelo acumuló casi tres horas de retraso y llegué a mi casa a la 1 de la mañana. Si lo llego a saber hago noche en Caleta de Fuste con los demás, aunque bien es verdad que mientras hacíamos tiempo en el aeropuerto empecé a estar tan cansado que parecía tener una chispa graciosa, y se hizo el rato más ameno. 
Ahí está nuestro vuelo con el rótulo del ex compañero de Sainz. Valía más reírse...
Cuando anunciaron la hora de embarque por megafonía aplaudimos y todo, y una vez en el avión, en uno de los por lo menos cinco que tiene la compañía, Edu y yo vinimos oyendo unas grabaciones antiguas de compañeros de profesión contando anécdotas que nos hicieron la media hora de vuelo de lo más agradable. Ya en tierra Diego nos esperaba para llevarnos al coche y de Ingenio a Teror para terminar mi historia. El resto del equipo llegó el domingo, mientras yo disfrutaba de un almuerzo en “la gota leche” de Arucas. 
Rebotallo de papas fritas, huevos fritos y chorizo de Teror
Fue un viaje intenso, lleno de emociones y sensaciones pero que me ha servido para sacar la conclusión de que aunque se vivan momentos malos, si hay ganas todo se saca. En algún punto del día llegué a reflexionar sobre si no sería el momento de retirarme de todo esto y quitarme nervios de encima, pero después me veía en la asistencia echando una mano como miembro activo del equipo, o en pleno tramo dándome cuenta de que Raúl se iba fiando de mí a pesar de no estar yo del todo fino (y no lo digo por el peso, que también), y lo que se me pasa por la cabeza es no bajarme de este barco jamás.
Voy acabando ya, y aprovecho estas últimas líneas para agradecer a Diego su servicial amistad y a Edu sus risas (una pena que no pudiera terminar el rallye). 
Edu Glez, un grande.
Gracias a Antonio, Claudio y Álvaro  por su dedicación. Sus ganas y buen hacer sirven de mucho para que todo esto avance, y para que Raúl y yo sintamos confianza total en lo que hacemos, porque dentro del coche vamos nosotros, pero un rallye no es sólo correr tramos sino mucho más, y remamos todos (incluidas nuestras familias) hacia el mismo sitio.
Mención especial y habitual como siempre a Leti, Aroa (y su hermanit@ que viene en camino) por regalarme su tiempo para que yo lo use en las carreras. Me da igual volver a repetir y ser pesado, pero nunca me cansaré de decir que lo que hacen por mí nunca seré capaz de recompensarlo.
Nada más amig@s, levanto las manos de las teclas no sólo para dejarlas quietas hasta la próxima vez, sino para darle un aplauso a mi piloto y amigo que es Raúl Quesada, porque tiene mucha moral y a pesar de todo sigue reponiéndose de todos los reveses que le van viniendo. Dicen que lo malo de la vida no es caerse, sino no levantarse y este muchacho se levanta y lo seguirá haciendo las veces que hagan falta, y nosotros estaremos con él, para que sigamos buscando las cosas buenas de la vida, como fue llegar juntos otra vez a una meta, en este caso al albergue de Tefía.
Saludos. Nos leemos pronto, y recuerda que la unión hace la fuerza, y la fuerza de varios (aunque sean pocos) a la vez vale para mucho.
PD: No pongo ninguna foto en plena acción porque no he encontrado ninguna. Poco seguimiento tuvo este rallye...


jueves, 2 de junio de 2016

Rallye Isla de los Volcanes 2016: Rasantes y saltos. Enemigos silenciosos.

Saludos. Voy a intentar resumirte lo ocurrido en el rallye Isla de los Volcanes, empezando por el resultado final, que fue un abandono por rotura de palier cuando marchábamos novenos de la clasificación general.
Esta prueba iba a suponer el reencuentro con Raúl Quesada dentro de un coche de carreras después de casi 7 años sin juntarnos para correr. En todo este tiempo hemos mantenido la amistad y yo siempre me he sentido parte de su equipo. En los momentos buenos estaba cerca y en los malos más aun. Por todo eso y porque en los últimos meses me empeñé en convencerlo de que tenía que correr lo que fuera y así levantar el ánimo y volver a coger sensaciones, me ofreció la oportunidad de acompañarlo en esta aventura en Lanzarote, y a pesar de que tuve que cambiar turnos de trabajo y demás, le dije que sí.
El equipo se embarca el jueves por la noche. Mi vuelo sale el viernes tempranito y cuento con la colaboración de mi amigo Diego Guedes para que me guarde el coche y me traslade al aeropuerto, al que fuimos dos veces, porque cuando iba a entrar por la puerta me di cuenta de que me había dejado el móvil atrás, así que tuvimos que dar otro viaje a Ingenio. Al final casi se me hace tarde para embarcar porque cuando llegué al control de entrada me topé con una excursión de la tercera edad. De buenas maneras intenté ir pasando (colarme vamos) pero… no. Me llovieron broncas varias: “no mi niño, haber madrugado más” “a la cola, que nosotras también tenemos prisa”, “no sé para que corres si ahora te hacen quitarte hasta el cinto” y cosas de esas, así que mezclado con la juventud paso el arco de seguridad y finalmente llego a la puerta de embarque. Hay poca gente y me da la sensación de que el avión irá medio vacío. Una vez dentro cuento 24 personas, como en una Utinsa de Tamaraceite a Teror. El trayecto es tranquilo y me sorprende lo bien acabado y redecorado que está el aparato de Canary Fly. No será nuevo, pero los tapizados, moquetas y demás están casi sin estrenar, aunque claro, si en cada vuelo van veinte…
Al llegar a Lanzarote y casi nada más desembarcar en el muelle, Raúl me recoge y nos vamos a Costa Teguise. Tenemos tiempo de sobra así que nos dedicamos a terminar de rotular el coche.
A media mañana dejamos a Claudio y Antonio en la piscina y partimos hacia Tías. El rutómetro y nuestra orientación nos conducen perfectamente hasta la salida del primer tramo que tenemos que entrenar. La toma de notas se nos da bastante bien aunque en las segundas pasadas se corrigen algunas cosas. Nos hubiera hecho falta por lo menos otra más, pero las reglas son como son y hay que cumplirlas, aunque pudiera ser que haya alguien que estaba entrenando desde el martes y por eso desde la primera vez fuera a 100km/h. En fin, cada uno sabe lo suyo y no vamos a descubrir la pólvora ahora tampoco. Lo peor fue que como no se pudo empezar hasta las 13:00 horas, acabamos casi a la hora de ir a las verificaciones administrativas y sin haber parado a comer. Gracias a un helado de Kalise que nos echamos a mediodía pudimos escapar.
Después resultó que al llegar a la Villa de Teguise se respiraba otro ambiente distinto al que hay en las carreras de asfalto. Una plaza enorme para 25 coches y furgones da mucho juego y eso se nota. Además había un solar justo al lado donde aparcar los carros. Todo son comodidades. En las administrativas no piden nada porque está todo comprobado y las técnicas las superamos sin problemas. Raúl ha dejado el coche mejor que recién salido de Piedrafita Sport. Y ahora… a esperar. Si llego a acordarme que en la tierra todo es más light nos hubiéramos dado un baño en la piscina antes de ir a todo ese tinglado. Al final adelantaron la reunión de pilotos y la ceremonia de salida, por lo que en el rato que iba a ir a comer algo… no fui. Lo mismo de siempre, para las fotos puede estar bien, pero hacer una ceremonia en la que se entra y se sale por el mismo sitio para aparcar también en el mismo sitio donde sólo había 40 personas y 39 éramos miembros de los equipos y organización… no lo veo, y menos de noche, y menos… sin comer.
Después de eso nos acercamos a Puerto del Carmen para que nuestros compañeros supieran el camino para el traslado del sábado a mediodía y de paso recogemos a Álvaro.
Ya en el apartamento, en lo que Raúl ve los vídeos que hemos grabado de los tramos yo corrijo los tachones de las notas y cenamos algo suave. Conozco mi barriga y sé que si me salto una comida y en la siguiente me lleno, lo acabo pasando mal.
Llega el día. Casi siete años después de la última vez, me siento a la derecha de mi amigo Raúl Quesada con el casco puesto.
Meta del tramo 1. Hemos vuelto. (foto: Ismael Rodríguez)
El primer tramo es muy rápido con varias zonas rectas de casi un kilómetro, así que mi trabajo no es mucho, pero se me da bien. En la especial de Famara la cosa se complica pero tampoco demasiado. En la asistencia tenemos problemas en un buje pero se solucionan… a medias. Al llegar a la salida de la segunda pasada por Famara levantamos el coche y… el buje sigue jodido. Decidimos pasar el tramo sin arriesgar y ver si en la asistencia larga se puede arreglar.
Tenemos que estar en Teguise casi dos horas. Da tiempo de arreglar el buje y lo que haga falta. Aun así se tarda más de lo esperado en conseguir que el invento que propone Raúl funcione. Claudio y la “rocaflex” hacen que todo vaya al sitio y finalmente queda listo. Como no hay más nada que hacer, el equipo se va y nosotros nos quedamos a esperar la hora de salida. El rato se hizo largo y nos enfriamos tanto que nos dio hasta sueño.
Ahora cambiamos de zona y empezamos por el tramo de la Machacadora. Se me complica el trabajo mucho más que esta mañana y al haber varios rasantes me quedo un poco atrás cantando notas, ya que Raúl necesita saber con más antelación de lo normal lo que viene después del salto. El ritmo es frenético y como dicen en mi pueblo “no doy habío”. Además cuando iba a pillar el tiempo intermedio me doy cuenta de que mi crono se ha parado ya que seguramente en algún bote le he dado al botón sin querer. Por esto también al llegar a meta no puedo picar tiempo y resulta que el del stop tampoco lo tiene. En el online vemos como nos ha ganado mucha gente que durante el resto del día no lo había hecho. Luego resultó ser que en un cruce en el que debía haber una flecha y una cinta, no había nada y varios coches siguieron rectos ahorrándose por lo menos 500 metros de tramo, pero como nadie vio nada… no pasó casi nada. No nos vamos a volver locos tampoco porque si nos llega a pasar a nosotros igual también hacemos lo mismo, aunque es verdad que al llegar a ese cruce yo vi la cinta rota, pero mis notas decían a la izquierda y por allí fuimos. En fin, no pasa nada. Las cosas de la tierra son así y es parte del juego. 
El tramo de Macher fue mi tumba. Estaba lleno de rasantes y zonas estrechas y me cuesta muchísimo seguir el ritmo. Para no quedarme atrás lo que hago es adelantarme… mucho. Me paso el tramo repitiendo y corrigiéndome a mi mismo. Llego a meta con la sensación de haberla cagado. No me da vergüenza reconocer que el ritmo al que se va en la tierra, lo que corre el AX y las manos Raúl me superaron. Puede ser que sea capaz de hacerlo, pero no estaba preparado, no sabía que eso era así. Hago el enlace hasta la asistencia bastante depresivo, pero una vez allí me hago la conjura de que en las dos nuevas pasadas por esos tramos lo tengo que hacer mejor y lo voy a hacer mejor, pero al final no pudo ser.
Saliendo del parque de trabajo, a 300 metros del control de salida, en un stop de Puerto del Carmen, se parte el palier delantero derecho y tenemos que retirarnos. La cara de Raulillo es la máxima expresión de la decepción. Volvemos a la asistencia y ni siquiera nos podemos reenganchar porque ya no quedan mas secciones del rallye, así que la retirada total es un hecho. Recogemos rápido y nos vamos al aeropuerto a ver si yo puedo venirme en un vuelo más temprano del que tenía previsto. El equipo sigue hacia Costa Teguise para intentar descansar y no pensar demasiado. Finalmente consigo plaza más temprano, aunque me arrepentí bastante cuando “la paloma” como dice Claudio empezó a sacudirse más de la cuenta. Finalmente aterrizó en Gando sin mayores problemas y ahí acababa mi aventura. El resto del team Flamer Motorsport regresaría en el ferry del domingo a mediodía.
La verdad es que la sensación que me queda de todo esto es una rasquera terrible, porque Raúl no termina de salir del bache de mala suerte en el que entró hace ya más de un año, y también porque no estoy satisfecho con mi labor. En lo que yo suponía que era lo complicado a la hora de entrenar apuntando notas en medio de botes y piedras a la vez que miraba el rutómetro y encontraba los tramos por los enlaces, cosa que se puede decir que no había hecho nunca,  me fue notablemente bien. En lo que llevo haciendo toda la vida carrera tras carrera, que es cantar notas y controlar el reloj, me salió la cosa medio mal, o por lo menos no todo lo bien que yo hubiera querido. Espero que algún día tenga otra oportunidad de volver a correr en tierra y así poder sacarme la espina.
A esa conclusión hay que enfrentarle la parte positiva, que es sin lugar a dudas el retorno al equipo del que realmente nunca he salido. El trato humano y personal es totalmente familiar, ya que con Antonio, Álvaro y Claudio hay confianza desde hace tiempo, incluso muchos años en el caso de Antonio, y eso hace que todo se viva de manera relajada.
El equipo al completo. Gracias
A pesar del abandono nunca olvidaré este rallye, y tengo motivos para ello. Las conversaciones que he tenido con Raúl durante todo este tiempo de vacas flacas, donde casi nadie le ha ni siquiera preguntado por cómo iban las reparaciones de sus coches o simplemente por cómo estaba él, las tuvimos ahora dentro del coche y ahí nos dimos cuenta (o por lo menos yo), de que pase lo que pase la amistad que tenemos vale más que cualquier otra cosa. A Rau le hacía falta un amigo que ejerciera de eso más que de copiloto, y así lo hice con todo mi empeño y ganas. Espero que a pesar de no haber ido al ritmo que había que ir en pleno tramo, mi piloto esté contento de que haya sido yo quien lo acompañara. A mi por lo menos me gustó mucho recordar viejos tiempos y estar con él.
Termino como no puede ser de otra manera agradeciendo todos los mensajes de ánimo que nos llegaron antes y después de la carrera. Fue muy especial la bienvenida que me dieron vía whatsapp Mina, Carol y Octavio. Esas cosas valen mucho.
Gracias a Antonio Quesada, Claudio Guerra “perolo” y Álvaro por quererme tanto.
Guedes por ser mi taxista particular también se merece lo suyo.
Leti y Aroa que sufren estos temas y se sacrifican por mí de una manera impagable, aunque les duele menos cuando las carreras son con Raúl y su familia, gracias.
Y el final es para Raúl, al que le tengo dar también y otra vez las gracias, sin más explicaciones, porque no nos hacen falta.
Nada más, hasta la próxima ocasión que si no hay novedad será pronto.  
Recuerda creer en ti pero no confiarte, ya que cuando menos te lo esperas se te complica la historia, cualquier historia.

Hasta pronto!!!