martes, 21 de junio de 2016

Rallye Puerto del Rosario 2016: LA FUERZA DEL EQUIPO

Hola. Nuevo episodio automovilístico el vivido en Fuerteventura. El resultado es extraño. Terminamos séptimos de la general y primeros de nuestra clase, pero realmente sufrimos una retirada en el primer tramo. Si te parece, paso a explicarlo.
Nuestra historia en esta 18ª edición del rallye Ciudad de Puerto del Rosario casi no llega a escribirse, porque hasta el último día del cierre del plazo para inscribirnos no estábamos seguros de poder ir. Finalmente se tomó la decisión de hacer este viaje y, sinceramente creo que mereció la pena.
Una vez todo preparado y organizado toca esperar a que se publiquen los tramos para ver si ya Raúl los ha corrido otros años y así tener una ligera idea de cómo iba a ser la cosa. Cuando se conoce el recorrido lo más que me llama la atención es la forma de hacer el rutómetro. Ya en Lanzarote me habían dicho que lo de la isla majorera no tenía nada que ver, que era todo diferente, y vaya que si lo es. Para empezar, en todos los enlaces, en todos, se pasa por el parque de trabajo y puedes reparar el coche, y eso nos vino más que bien a nosotros. En cuanto al recorrido a seguir para ir de un sitio a otro era digamos que… especial. Por la mañana pasabas por una rotonda que se llamaba por ejemplo La Matilla, y dos horas después en el mismo sitio y siguiendo la misma dirección lo llamaban solo “cruce”. Y así muchas cosas más, pero que al final resultaron no tener ninguna importancia porque las facilidades para circular son bastantes y perderse es muy complicado. Siempre guardaré en mi “saco de recuerdos de los rallyes” el cruce que nos indicaba que debíamos tomar la bifurcación hacia casa de Fonfín. La pena es que no llegué a conocer a ese hombre, aunque el que hizo el road book si que lo conocerá y seguramente creerá que todos debemos saber quien es. Prometo intentar dar con él la próxima vez que vaya.  
Llega el viernes y tras recoger al amigo Edu González que también va a correr, y contar con el gran Dieguín Guedes para que nos lleve al aeropuerto, nos subimos a un avión de Binter que se llama…”baifo”. Lógicamente el chiste se me ocurre al instante y le digo a Edu: “si se me escapa este vuelo… ¿es que se me fue el baifo?  
Es verdad eh...
Una vez en tierra nos presentamos en las instalaciones del patrocinador del rallye para recoger la documentación y empezar los reconocimientos. El briefing de Miguel Ángel Guerra es bastante interesante y constructivo, así que empiezo a entrenar con las cosas claras y la moral alta.
De 11:00 a 16:00 apuntamos notas y damos otra pasada más por cada uno de los tramos y la conclusión es que vamos a pasarnos el rallye saltando. También me llama la atención que hubo gente que no entrenó (por lo menos de manera oficial) y algunos otros que parece que aparecían en pleno tramo por algún cruce intermedio. Las cosas de la tierra. 
Esta vez sí que tuvimos tiempo para comernos un bocata a mitad de jornada, y hasta incluso después de terminar el trabajo nos damos un baño en la piscina de los apartamentos y nos dormimos un rato en la hamaca, aunque yo tuve que despertarme para dedicarme a corregir los tachones y correcciones de las notas para que en la carrera estén bien legibles y claras.
El rato que se supone que debían durar las verificaciones es eterno porque se hacen con calma. Me resultó cuanto menos curioso que hubo quien no se presentó a verificar y se ahorró el trámite digamos que por la cara. Incluso algunos miembros de la organización se lo tomaban a guasa delante de todos. Los demás allí cumpliendo con el reglamento y el programa horario y otros en la piscina. En fin, las cosas de la tierra.  
Al final llegamos a nuestro cuartel general con tiempo de ver casi toda la segunda parte del partido de España, pero… el único canal español que se ve en nuestra tele es la 1, así que cenamos, charlamos un rato y a dormir. Vaya historia nos contó Antonio de uno que fue a una feria en burro y lo amarró a un árbol, se pasó todo el día de copas y hablando de concupiscencia, y cuando salió del bar resultó que el animal había sido premiado.
Nuestro burro también buscaba premio
Llega el día y toca echarse a correr. En el primer tramo intentamos no dormirnos y nada más salir cogemos un ritmo bastante alto, pero faltando aproximadamente un kilómetro para la meta oímos un ruido en los bajos y nos tememos lo peor. Avanzamos unos metros y nos damos cuenta de que se ha partido un palier, concretamente el mismo que en Lanzarote, pero por otro sitio diferente. Raúl maldice su suerte pero tiene tantas ganas de arreglarlo que se intenta quitar los cintos y el casco sin haber pasado por meta. Al final perdemos unos 40 segundos y aun así el tiempo no es del todo malo, lo que confirma que íbamos bastante bien. Nos bajamos y nos ponemos manos a la obra. A mi me toca alcanzar herramientas y buscar piedras que hicieran las veces de martillo. Si el seguro del palier salta y éste sale podemos ir hasta la asistencia usando el 4x4 y cambiarlo allí para poder seguir. Después de más de diez minutos dándole taponazos decidimos rendirnos y llamar para que nos traigan más útiles y poder trabajar. Estamos retirados, pero… no. Normalmente en cualquier rallye de cualquier campeonato, una vez que te retiras es como si te hubieras quedado en tu casa a nivel clasificatorio, pero… en el campeonato insular de Fuerteventura no es así. Si te retiras y te reenganchas para seguir corriendo te penalizan con el peor tiempo más un minuto de cada tramo que no hagas, pero sigues apareciendo en la clasificación y puntúas. Es un poco extraño, pero esa motivación de saber que podíamos remontar posiciones nos hizo querer seguir a tope. Ya con todo reparado nos vamos al tramo de Cuesta Perico, en el que había un salto, rasante o badén cada 300 metros. Ya sabes que eso de volar en coche no es lo que más me gusta, y por eso el día anterior Raúl me había aconsejado que no levantara la cabeza y que siguiera cantando notas cuando el coche esté en el aire, porque si espero a ver lo que pasa en el aterrizaje, llegaría tarde a la siguiente nota. Así lo hago y la verdad que funcionó bastante bien. No tuve esa sensación de vacío en la barriga que suele dar en estos casos, que si no has corrido te digo que la puedes comparar a lo que se siente en algunas atracciones de las fiestas, lo que siempre en mi pueblo se ha llamado “los cochitos”.
A mediodía cambiamos de zona y nos vamos a Tefía, donde los tramos se nos deberían dar algo mejor por las características de nuestro coche. Así fue. En la segunda pasada por el tramo corto pico 6 segundos mejor en el punto intermedio, y me quedo dudando porque me parece mucho. Casi llegando a meta percibo que Raúl baja cambios y pienso que quizás hayamos roto algo, cuando de pronto suelta una patujada y vuelve a acelerar como un salvaje. Resultó ser que el copiloto del coche de delante estaba haciendo aspavientos cómo para que paráramos y mi piloto creyó que no podíamos pasar o que ellos necesitaban ayuda, cuando al final era que se habían salido de la pista pero estaban bien y no obstaculizaban el paso. En la meta mejoramos 2,3 nuestro tiempo anterior, pero si no es por esa pérdida hubiera sido mucho más.
Quedan dos tramos, el más largo del día que se repite dos veces, y que nos dejó buenas sensaciones entrenando. Se trata de 9,3 kilómetros de los que 1,9 son de asfalto con unas rectas enormes. La primera pasada se nos da bastante bien, pero se puede mejorar. Estamos casi a punto de terminar y se me pasa por la cabeza decirle a Raúl que debemos bajar el ritmo y asegurar la meta, pero al final descarto la idea porque sé que no me va a hacer caso. Sabia decisión la mía, porque en esa última especial del rallye fue donde más disfrutamos y donde de verdad nos reencontramos con los viejos tiempos. En todos los tramos anteriores y también en los de Lanzarote no iba del todo cómodo. Correr en tierra es difícil porque apenas se entrena y lo que se reconoce es yendo despacito. Además no hay referencias y en muchas ocasiones cuesta distinguir lo que es carretera y lo que no. No son excusas, son cosillas que se acusan cuando uno es medio novato en estas lides, pero en el último tramo no tuve ninguno de esos problemas y los dos nos dimos cuenta. Al pasar la meta le dije a Raúl que estaba orgulloso de él y de cómo hacíamos las cosas. Los dos lloramos de emoción y de contentos. He acabado un montón de carreras y siempre es una alegría, pero esta meta me supo a gloria.
Llegamos al parque cerrado y nos abrazamos con los componentes del equipo, igual que lo hacemos cada vez que nos vamos a los tramos. Siempre hay buen ambiente y ganas de trabajar. Sirva el ejemplo de que en este rallye y por las características de su normativa y rutómetro, pasamos por el parque de trabajo nada menos que siete veces, y en todas hubo que tirarse al suelo a reparar algo, pero se hizo de buen gusto. Todos nos contagiamos de energía y se nota. 
El de negro es Álvaro, las piernas azules son las de Raúl, el del centro es Claudio y el del gorro Antonio. Yo solté el gato para hacer la foto. Todos a una
Quizás te preguntes por qué hay que hacerle tantas cosas a este coche y por qué sufre tanto. La respuesta es fácil:es un juguete super divertido de llevar, pero al amigo Quesada el AX ya le queda pequeño. Las trazadas, apuradas y demás son de nivel de coche más grande, y eso lo acusa el pequeño Citroën que a pesar de todo se porta como un campeón y siempre va empujando todo lo que puede. Además, cada vez que alguna pieza sufría un percance (que siempre fue reparado en tiempo récord), el equipo se daba cuenta del porqué del problema y también le buscaba solución.
Una vez todo en calma y solucionadas las dudas de unos y otros con el tema de los reenganches, momento de la entrega de trofeos. Aquí también se cumplió la tónica dominante de este rallye: nadie sabe del todo bien lo que pasará. La ceremonia iba a empezar a la hora prevista pero como éramos pocos coches, se iba a adelantar, y al final… no.
Parce cerrado final. Debajo del logo de su hermano mayor
Cuando estaba todo preparado, con la mesa llena de trofeos, llegan y mueven todo hacia otra parte de la mesa para rellenar más de media hora hasta que llegaron los políticos de turno. Nos podían haber dicho una hora concreta y hubiéramos ido a comer o beber algo, que yo llevaba todo el día con medio bocata de jamón y dos Aquarius. En medio de interminables discursos de unos y de otros, nos toca el turno de recoger nuestro trofeo como ganadores de la clase 6, y aunque la copa en sí no es importante, el hecho de volver a subir a un podium con Raúl me llena de bastante satisfacción.  
Cogimos prestado el número...
Entre unas cosas y otras, casi sin que hubiera acabado el ritual protocolario, me voy al aeropuerto con Edu para llegar a tiempo a nuestro vuelo de Canary Fly que salía a las 20:10 hacia Gran Canaria. Me dio pena no poder quedarme a celebrar con mi equipo el logro conseguido, pero hay que buscar tiempo para la familia como sea, aunque luego resultó ser que nuestro vuelo acumuló casi tres horas de retraso y llegué a mi casa a la 1 de la mañana. Si lo llego a saber hago noche en Caleta de Fuste con los demás, aunque bien es verdad que mientras hacíamos tiempo en el aeropuerto empecé a estar tan cansado que parecía tener una chispa graciosa, y se hizo el rato más ameno. 
Ahí está nuestro vuelo con el rótulo del ex compañero de Sainz. Valía más reírse...
Cuando anunciaron la hora de embarque por megafonía aplaudimos y todo, y una vez en el avión, en uno de los por lo menos cinco que tiene la compañía, Edu y yo vinimos oyendo unas grabaciones antiguas de compañeros de profesión contando anécdotas que nos hicieron la media hora de vuelo de lo más agradable. Ya en tierra Diego nos esperaba para llevarnos al coche y de Ingenio a Teror para terminar mi historia. El resto del equipo llegó el domingo, mientras yo disfrutaba de un almuerzo en “la gota leche” de Arucas. 
Rebotallo de papas fritas, huevos fritos y chorizo de Teror
Fue un viaje intenso, lleno de emociones y sensaciones pero que me ha servido para sacar la conclusión de que aunque se vivan momentos malos, si hay ganas todo se saca. En algún punto del día llegué a reflexionar sobre si no sería el momento de retirarme de todo esto y quitarme nervios de encima, pero después me veía en la asistencia echando una mano como miembro activo del equipo, o en pleno tramo dándome cuenta de que Raúl se iba fiando de mí a pesar de no estar yo del todo fino (y no lo digo por el peso, que también), y lo que se me pasa por la cabeza es no bajarme de este barco jamás.
Voy acabando ya, y aprovecho estas últimas líneas para agradecer a Diego su servicial amistad y a Edu sus risas (una pena que no pudiera terminar el rallye). 
Edu Glez, un grande.
Gracias a Antonio, Claudio y Álvaro  por su dedicación. Sus ganas y buen hacer sirven de mucho para que todo esto avance, y para que Raúl y yo sintamos confianza total en lo que hacemos, porque dentro del coche vamos nosotros, pero un rallye no es sólo correr tramos sino mucho más, y remamos todos (incluidas nuestras familias) hacia el mismo sitio.
Mención especial y habitual como siempre a Leti, Aroa (y su hermanit@ que viene en camino) por regalarme su tiempo para que yo lo use en las carreras. Me da igual volver a repetir y ser pesado, pero nunca me cansaré de decir que lo que hacen por mí nunca seré capaz de recompensarlo.
Nada más amig@s, levanto las manos de las teclas no sólo para dejarlas quietas hasta la próxima vez, sino para darle un aplauso a mi piloto y amigo que es Raúl Quesada, porque tiene mucha moral y a pesar de todo sigue reponiéndose de todos los reveses que le van viniendo. Dicen que lo malo de la vida no es caerse, sino no levantarse y este muchacho se levanta y lo seguirá haciendo las veces que hagan falta, y nosotros estaremos con él, para que sigamos buscando las cosas buenas de la vida, como fue llegar juntos otra vez a una meta, en este caso al albergue de Tefía.
Saludos. Nos leemos pronto, y recuerda que la unión hace la fuerza, y la fuerza de varios (aunque sean pocos) a la vez vale para mucho.
PD: No pongo ninguna foto en plena acción porque no he encontrado ninguna. Poco seguimiento tuvo este rallye...