Saludos.
Voy a intentar resumirte lo ocurrido en el rallye Isla de los Volcanes,
empezando por el resultado final, que fue un abandono por rotura de palier
cuando marchábamos novenos de la clasificación general.
Esta prueba iba a suponer el reencuentro con Raúl Quesada dentro de un coche de
carreras después de casi 7 años sin juntarnos para correr. En todo este tiempo hemos
mantenido la amistad y yo siempre me he sentido parte de su equipo. En los
momentos buenos estaba cerca y en los malos más aun. Por todo eso y porque en
los últimos meses me empeñé en convencerlo de que tenía que correr lo que fuera
y así levantar el ánimo y volver a coger sensaciones, me ofreció la oportunidad
de acompañarlo en esta aventura en Lanzarote, y a pesar de que tuve que cambiar
turnos de trabajo y demás, le dije que sí.
El
equipo se embarca el jueves por la noche. Mi vuelo sale el viernes tempranito y
cuento con la colaboración de mi amigo Diego Guedes para que me guarde el coche
y me traslade al aeropuerto, al que fuimos dos veces, porque cuando iba a
entrar por la puerta me di cuenta de que me había dejado el móvil atrás, así
que tuvimos que dar otro viaje a Ingenio. Al final casi se me hace tarde para
embarcar porque cuando llegué al control de entrada me topé con una excursión
de la tercera edad. De buenas maneras intenté ir pasando (colarme vamos) pero…
no. Me llovieron broncas varias: “no mi niño, haber madrugado más” “a la cola,
que nosotras también tenemos prisa”, “no sé para que corres si ahora te hacen
quitarte hasta el cinto” y cosas de esas, así que mezclado con la juventud paso
el arco de seguridad y finalmente llego a la puerta de embarque. Hay poca gente
y me da la sensación de que el avión irá medio vacío. Una vez dentro cuento 24
personas, como en una Utinsa de Tamaraceite a Teror. El trayecto es tranquilo y
me sorprende lo bien acabado y redecorado que está el aparato de Canary Fly. No
será nuevo, pero los tapizados, moquetas y demás están casi sin estrenar,
aunque claro, si en cada vuelo van veinte…
Al
llegar a Lanzarote y casi nada más desembarcar en el muelle, Raúl me recoge y
nos vamos a Costa Teguise. Tenemos tiempo de sobra así que nos dedicamos a
terminar de rotular el coche.
A
media mañana dejamos a Claudio y Antonio en la piscina y partimos hacia Tías.
El rutómetro y nuestra orientación nos conducen perfectamente hasta la salida
del primer tramo que tenemos que entrenar. La toma de notas se nos da bastante
bien aunque en las segundas pasadas se corrigen algunas cosas. Nos hubiera
hecho falta por lo menos otra más, pero las reglas son como son y hay que
cumplirlas, aunque pudiera ser que haya alguien que estaba entrenando desde el martes y por eso desde la primera vez fuera a 100km/h. En fin, cada uno sabe lo suyo y
no vamos a descubrir la pólvora ahora tampoco. Lo peor fue que como no se pudo
empezar hasta las 13:00 horas, acabamos casi a la hora de ir a las
verificaciones administrativas y sin haber parado a comer. Gracias a un helado
de Kalise que nos echamos a mediodía pudimos escapar.
Después
resultó que al llegar a la Villa
de Teguise se respiraba otro ambiente distinto al que hay en las carreras de
asfalto. Una plaza enorme para 25 coches y furgones da mucho juego y eso se
nota. Además había un solar justo al lado donde aparcar los carros. Todo son
comodidades. En las administrativas no piden nada porque está todo comprobado y
las técnicas las superamos sin problemas. Raúl ha dejado el coche mejor que
recién salido de Piedrafita Sport. Y ahora… a esperar. Si llego a acordarme que
en la tierra todo es más light nos hubiéramos dado un baño en la piscina antes
de ir a todo ese tinglado. Al final adelantaron la reunión de pilotos y la
ceremonia de salida, por lo que en el rato que iba a ir a comer algo… no fui.
Lo mismo de siempre, para las fotos puede estar bien, pero hacer una ceremonia
en la que se entra y se sale por el mismo sitio para aparcar también en el
mismo sitio donde sólo había 40 personas y 39 éramos miembros de los equipos y
organización… no lo veo, y menos de noche, y menos… sin comer.
Después
de eso nos acercamos a Puerto del Carmen para que nuestros compañeros supieran
el camino para el traslado del sábado a mediodía y de paso recogemos a Álvaro.
Ya
en el apartamento, en lo que Raúl ve los vídeos que hemos grabado de los tramos
yo corrijo los tachones de las notas y cenamos algo suave. Conozco mi barriga y
sé que si me salto una comida y en la siguiente me lleno, lo acabo pasando mal.
Llega
el día. Casi siete años después de la última vez, me siento a la derecha de mi
amigo Raúl Quesada con el casco puesto.
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Meta del tramo 1. Hemos vuelto. (foto: Ismael Rodríguez) |
El
primer tramo es muy rápido con varias zonas rectas de casi un kilómetro, así
que mi trabajo no es mucho, pero se me da bien. En la especial de Famara la
cosa se complica pero tampoco demasiado. En la asistencia tenemos problemas en
un buje pero se solucionan… a medias. Al llegar a la salida de la segunda
pasada por Famara levantamos el coche y… el buje sigue jodido. Decidimos pasar
el tramo sin arriesgar y ver si en la asistencia larga se puede arreglar.
Tenemos
que estar en Teguise casi dos horas. Da tiempo de arreglar el buje y lo que
haga falta. Aun así se tarda más de lo esperado en conseguir que el invento que
propone Raúl funcione. Claudio y la “rocaflex” hacen que todo vaya al sitio y
finalmente queda listo. Como no hay más nada que hacer, el equipo se va y
nosotros nos quedamos a esperar la hora de salida. El rato se hizo largo y nos
enfriamos tanto que nos dio hasta sueño.
Ahora
cambiamos de zona y empezamos por el tramo de la Machacadora. Se
me complica el trabajo mucho más que esta mañana y al haber varios rasantes me
quedo un poco atrás cantando notas, ya que Raúl necesita saber con más antelación
de lo normal lo que viene después del salto. El ritmo es frenético y como dicen
en mi pueblo “no doy habío”. Además cuando iba a pillar el tiempo intermedio me
doy cuenta de que mi crono se ha parado ya que seguramente en algún bote le he
dado al botón sin querer. Por esto también al llegar a meta no puedo picar
tiempo y resulta que el del stop tampoco lo tiene. En el online vemos como nos
ha ganado mucha gente que durante el resto del día no lo había hecho. Luego
resultó ser que en un cruce en el que debía haber una flecha y una cinta, no
había nada y varios coches siguieron rectos ahorrándose por lo menos 500 metros de tramo,
pero como nadie vio nada… no pasó casi nada. No nos vamos a volver locos
tampoco porque si nos llega a pasar a nosotros igual también hacemos lo mismo,
aunque es verdad que al llegar a ese cruce yo vi la cinta rota, pero mis notas
decían a la izquierda y por allí fuimos. En fin, no pasa nada. Las cosas de la
tierra son así y es parte del juego.
El
tramo de Macher fue mi tumba. Estaba lleno de rasantes y zonas estrechas y me
cuesta muchísimo seguir el ritmo. Para no quedarme atrás lo que hago es
adelantarme… mucho. Me paso el tramo repitiendo y corrigiéndome a mi mismo.
Llego a meta con la sensación de haberla cagado. No me da vergüenza reconocer
que el ritmo al que se va en la tierra, lo que corre el AX y las manos Raúl me
superaron. Puede ser que sea capaz de hacerlo, pero no estaba preparado, no
sabía que eso era así. Hago el enlace hasta la asistencia bastante depresivo,
pero una vez allí me hago la conjura de que en las dos nuevas pasadas por esos
tramos lo tengo que hacer mejor y lo voy a hacer mejor, pero al final no pudo
ser.
Saliendo
del parque de trabajo, a 300
metros del control de salida, en un stop de Puerto del
Carmen, se parte el palier delantero derecho y tenemos que retirarnos. La cara
de Raulillo es la máxima expresión de la decepción. Volvemos a la asistencia y
ni siquiera nos podemos reenganchar porque ya no quedan mas secciones del
rallye, así que la retirada total es un hecho. Recogemos rápido y nos vamos al
aeropuerto a ver si yo puedo venirme en un vuelo más temprano del que tenía
previsto. El equipo sigue hacia Costa Teguise para intentar descansar y no
pensar demasiado. Finalmente consigo plaza más temprano, aunque me arrepentí
bastante cuando “la paloma” como dice Claudio empezó a sacudirse más de la
cuenta. Finalmente aterrizó en Gando sin mayores problemas y ahí acababa mi
aventura. El resto del team Flamer Motorsport regresaría en el ferry del
domingo a mediodía.
La
verdad es que la sensación que me queda de todo esto es una rasquera terrible,
porque Raúl no termina de salir del bache de mala suerte en el que entró hace
ya más de un año, y también porque no estoy satisfecho con mi labor. En lo que
yo suponía que era lo complicado a la hora de entrenar apuntando notas en medio
de botes y piedras a la vez que miraba el rutómetro y encontraba los tramos por
los enlaces, cosa que se puede decir que no había hecho nunca, me fue notablemente bien. En lo que llevo
haciendo toda la vida carrera tras carrera, que es cantar notas y controlar el
reloj, me salió la cosa medio mal, o por lo menos no todo lo bien que yo
hubiera querido. Espero que algún día tenga otra oportunidad de volver a correr
en tierra y así poder sacarme la espina.
A
esa conclusión hay que enfrentarle la parte positiva, que es sin lugar a dudas
el retorno al equipo del que realmente nunca he salido. El trato humano y
personal es totalmente familiar, ya que con Antonio, Álvaro y Claudio hay
confianza desde hace tiempo, incluso muchos años en el caso de Antonio, y eso
hace que todo se viva de manera relajada.
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El equipo al completo. Gracias |
A
pesar del abandono nunca olvidaré este rallye, y tengo motivos para ello. Las
conversaciones que he tenido con Raúl durante todo este tiempo de vacas flacas,
donde casi nadie le ha ni siquiera preguntado por cómo iban las reparaciones de
sus coches o simplemente por cómo estaba él, las tuvimos ahora dentro del coche
y ahí nos dimos cuenta (o por lo menos yo), de que pase lo que pase la amistad
que tenemos vale más que cualquier otra cosa. A Rau le hacía falta un amigo que
ejerciera de eso más que de copiloto, y así lo hice con todo mi empeño y ganas.
Espero que a pesar de no haber ido al ritmo que había que ir en pleno tramo, mi
piloto esté contento de que haya sido yo quien lo acompañara. A mi por lo menos
me gustó mucho recordar viejos tiempos y estar con él.
Termino
como no puede ser de otra manera agradeciendo todos los mensajes de ánimo que
nos llegaron antes y después de la carrera. Fue muy especial la bienvenida que
me dieron vía whatsapp Mina, Carol y Octavio. Esas
cosas valen mucho.
Gracias
a Antonio Quesada, Claudio Guerra “perolo” y Álvaro por quererme tanto.
Guedes
por ser mi taxista particular también se merece lo suyo.
Leti
y Aroa que sufren estos temas y se sacrifican por mí de una manera impagable,
aunque les duele menos cuando las carreras son con Raúl y su familia, gracias.
Y
el final es para Raúl, al que le tengo dar también y otra vez las gracias, sin
más explicaciones, porque no nos hacen falta.
Nada
más, hasta la próxima ocasión que si no hay novedad será pronto.
Recuerda
creer en ti pero no confiarte, ya que cuando menos te lo esperas se te complica
la historia, cualquier historia.
Hasta
pronto!!!