lunes, 4 de diciembre de 2017

Rallye Isla de Lanzarote 2017: Quién me lo iba a decir

Muy buenas. Teníamos previsto escribir una entrada a mediadios de diciembre para hacer un pequeño resumen del año a modo de conclusión, y seguimos teniendo la idea de hacerlo así, pero… antes de llegar a eso tengo que contarte lo vivido en el pasado rallye de Lanzarote.
Vamos por orden. Después de que en Maspalomas el Skoda Octavia Kit Car de nuestro equipo tripulado por los míticos Toñi Ponce y Rubén González consiguiera un buen resultado y la inminente venta del Opel Adam, la idea general era dar por terminada la temporada, así que se programó un tenderete y yo liberé mi cabeza de la actividad carrerista, por lo menos a nivel participante, pero… resulta que entre unas cosas y otras y debido a varias circunstancias, sin yo saberlo se negocia por parte de mi piloto Raúl Quesada y Mingo Ramos la “cesión de mis servicios” para ir en el Evo VIII de Arguineguín a la isla del Timanfaya. Cuando me llaman para decírmelo acepto la propuesta sobre la marcha, y no se crean que digo que sí por el hecho de subirme en un coche grande con el virtual campeón provincial, sino porque conozco a Mingo desde hace tiempo, sé cómo funciona, la clase de persona que es y el planteamiento que tiene de las cosas, así que con eso y con todo, vuelvo a recuperar el chip de copiloto y me pongo manos a la obra.
Recopilo la información necesaria para planificar la logística y tener los datos y cuando Mingo regresa de correr el rallye de Madrid se prepara todo. Además intento visionar todos los vídeos interiores que puedo, tanto del Evo como de la anterior etapa con el Yaris para ir familiarizándome con el sistema de notas.
Una vez llega la semana de la carrera, al no estar Ivan Armas en la lista de inscritos, Mingo Ramos es matemáticamente campeón provincial de rallyes de Las Palmas 2017. Aún así los planes de viaje siguen en pié y correr en Lanzarote servirá no sólo para refrendar el triunfo, sino para aprender de una carrera tan bonita y complicada a la vez. Nos asignan el 5, que durante muchos años fue mi dorsal habitual cuando jugaba al fútbol y siempre tenía algo especial con ese número. Luego fundé mi preciosa familia y claro, Leti nació un 14, yo nací un 14, Aroa nació un 14 y Adrián nació un 4, pues tuve que cambiar de camiseta usando ahora uno de esos números, pero… siempre el 5 me dio buenas vibraciones. A ver si sigue así.
El jueves nos desplazamos a la isla conejera para realizar los reconocimientos de los tramos.
El coche de entrenos. Gastaba gasolina como un burro bebe agua
Cogemos las notas y repasamos dando algunas pasadas pero no muchas, ya que Mingo tiene esa dinámica adquirida y quiere seguir manteniéndola. A mediodía almorzamos en El Moreno, parada obligada en San Bartolomé, y el día termina dando una pasada de noche por los tramos que se van a correr al oscuro el sábado.
Carta en El Moreno
Esperando por la oscuridad












En principio parece que lo tengo todo controlado. Ahora falta que sea capaz de demostrarlo dentro del coche de carreras, que por lo que he visto de fuera y me han dicho desde dentro, corre digamos que… bastante. Con más gente de las carreras cenamos en una de las hamburgueserías Cuco y a descansar.
En la madrugada del jueves al viernes me despierta un ruido como de lluvia, pero ante lo improbable que era, me hago a la idea de que es que están regando los jardines o algo por el estilo, pero resulta que cuando nos levantamos por la mañana vemos que ha estado toda la noche lloviendo y que la claraboya del baño… tenía sólo medio techo!!! Con razón se oía caer agua.
Por allí entraba la lluvia
Durante la mañana damos una última pasada de entrenos más y mientras avanza el día se van incorporando miembros del equipo y la familia de Mingo. Sobre la marcha se nota que viven todo esto de manera muy parecida a mi, a nosotros, y eso hace que me adapte tranquilamente. Durante el desarrollo de la víspera de la carrera en las verificaciones y demás parafernalias, estoy tranquilo, contento y disfrutando. Mingo participa en la rueda de prensa previa al rallye y los medios de comunicación lo llevan de aquí para allá para entrevistarlo. Es el piloto de moda y aunque nos lo tomamos a coña, es así.
Siempre vacilando
Como siempre pasa, la noche antes de correr, llegamos a la cama bastante tarde, aunque fue porque nos entretuvimos más de la cuenta alegando con unos y con otros en otro de los Cucos.
Quedando para ir a cenar
Llega el sábado, llega la hora de la verdad.
Todo preparado

En el primer tramo todo pasa tan rápido que cuando mi cerebro se consigue adaptar al coche, estamos en el cruce de Tías, al que entramos dando bandazos de lados para algarabía de la gente. En algún punto más de ese primer tramo también vamos con el culo casi por delante, pero rápido. Yo siempre lo he llamado cruzadas efectivas. Derrapas, das espectáculo pero no pierdes demasiado tiempo y además, esa forma de pasar determinadas curvas hace que puedas salir más rápido de ellas.
El tramo 2 era El Mentidero, en el que al llegar a la meta, a pesar de que vamos con cuidado, ya estoy totalmente familiarizado con las reacciones del coche y la conducción de mi piloto. Después de la meta, un Policía Local nos indica la dirección a seguir y Mingo, aun sabiendo que era por ahí le dice: “no nos estarás vacilando no?” El Agente se rie y nosotros también.
Para la repetición de los tramos se decide usar la configuración habitual de todo el año en el coche, ya que por la mañana se puso la más conservadora para no asumir riesgos, pero al no haberse utilizado nunca, las reacciones eran algo desconocidas. Mejoramos nuestros tiempos más o menos 1 segundo por kilómetro y no estamos demasiado lejos de los pilotos conejeros, así que estamos contentos. Quedará siempre para el recuerdo la negociación de la rotonda de Conil, haciendo un “donut” de los que hacen época.
En la meta del Mentidero, oigo por los interfonos: “joder tío, no pude poner ni tercera de lo poco que se corre en este tramo”. Miro al piloto y se está meando de risa. Lo estamos pasando de lujo.
En el parón de mediodía comemos algo y nos vamos al tramo espectáculo. La premisa es hacer disfrutar a la afición pero… se nos fue de las manos. En la primera curva ya íbamos despendolados totalmente y se oían los gritos y aplausos de la gente. Durante las dos vueltas que había que darle al trazado, llegamos incluso a tocar alguna de las delimitaciones del circuito, pero nos daba igual. Pasamos la meta otra vez muertos de risa. 
En los tramos del norte teníamos previsto correr en las primeras pasadas aunque manteniendo el margen de seguridad de todo el día, y no arriesgar nada de nada en la nocturnidad, por si acaso.
En Guatiza va todo bien, pero en el tramo largo no tanto.
En la salida, mientras parten los coches de alante veo como el cronometrador les da el carnet de ruta a los copilotos un poco tarde, cuando faltan veinte segundos para salir. En mi caso, se dedica a hablar por teléfono y cuando faltan 10 segundos… tengo que pedirle mi carnet!!!! Lo nunca visto, vaya tío. En la paella larga antes de la chicanne del parque eólico la trazada es rara y Mingo se lamenta en directo, pero seguimos. Al llegar al cruce de la ermita de Las Nieves entramos a toda leche en la zona estrecha y al haber pocas referencias en las notas, me quedo esperando una valla que no veo y luego una palmera que estaba muy muy lejos (no muy como habíamos apuntado), por lo que dudo un poco y en el justo momento en el que me veo perdido, Mingo me dice “sigue sigue que vas bien” y veo la siguiente referencia a cantar para seguir adelante. Un poco más abajo, en la primera paella de derechas después del mirador de Los Helechos el coche hace un extraño y se bloquea en la frenada y por un momento veo las letras de “game over”, pero el ganador del Volante BP Falp mete dirección, tira del freno de mano y acelera a tope haciendo que el Evo baile sobre sí mismo para seguir bajando. En la siguiente curva, que es a fondo (como todas si le preguntas a un conejero), vuelve a escaparse levemente, por lo que los dos pensamos y decimos casi a la vez que pudiera ser que hayamos pinchado, así que le grito que tenga mucho cuidado y compruebe las reacciones. Parece que todo va bien y llegamos a meta pero con malas sensaciones. La bajada a Tabayesco se las trae en lata y la primera vez de Mingo en ese tramo estaba claro que no iba a ser fácil.
A pesar de que en la zona alta no llegué a perderme del todo y que sólo me retrasé una décima de segundo en cantar, estoy frustrado porque lo llevaba todo de forma impecable y ese fallo es un borrón. En el enlace Mingo nota que voy jodido y me da una charla sobre autoayuda y motivación jajaj. Acabamos de nuevo riéndonos y le tengo que dar la razón en que en varias ocasiones los pilotos también se equivocan en una trazada, frenan o aceleran donde no deben y demás, y que es normal que en tantos kilómetros también el copiloto tenga un fallo puntual. La verdad que no suelo cagarla, pero puede pasar y tampoco fue para tanto. De hecho no fue para nada. Al llegar a la asistencia, hablo con la encargada de las relaciones con los participantes y le comento lo ocurrido con el crono de Los Valles. Todos los demás secundan mi malestar, y según parece con la RS se formó follón por su pasotismo al entregar los carnets.
Antes de salir a correr por la noche, Carmelo el padre de Mingo, me aparta a un lado y me dice que hay que acabar como sea, que lo frene, que lo lleve más tranquilo que nunca, que no se puede arriesgar y que después del año tan bueno que lleva el equipo, no es momento de florituras ni cosas raras, se pierda el tiempo que se pierda. Hay que recordar que daba igual el puesto en que se quedara, pero había que terminar. No hacía falta el resultado a nivel de puntos, pero sí a nivel de imagen y de moral.
Con esas instrucciones llegamos a la salida de Guatiza y le aclaro al piloto que el aprendizaje conejero se ha acabado, que ahora sólo queda pasar los tramos sin complicaciones y con el listón más bajo que en todo el año, que en toda su vida deportiva.
Aun con esa premisa, o quizás por culpa de ella, en una curva rápida a poco de la salida hacemos un extraño y las piedras del borde se preparan para recibir una jugosa rueda que pinchar, pero de nuevo Ramos hace manos y sale airoso.
Queda un tramo, el más largo, el más complicado, el más tenso, pero uno sólo.
Esta vez el cronometrador se apura un poco más y me hace el papeleo más o menos a tiempo.
Vamos comiendo kilómetros con cuidado, de momento cómodos. Donde habíamos fallado en la pasado anterior ahora vamos como relojes suizos, sin prisa pero sin pausa. Los parciales me informan de que vamos empeorando el tiempo en 1 segundo por kilómetro, que teniendo en cuenta la cautela y que es de noche, es buen ritmo. A pocas páginas del final, en una derecha larga y sin ir para nada a lo bestia pero a la que se llega en quinta, el final del juego ahora sí que está a punto de llegar. El Mitsu se desliza en bloque hacia la valla y veo el golpe tan claro que lo único que pienso es que si le damos de lados, igual solo se daña la chapa y podemos seguir, pero Don Domingo toca el freno de mano, acelera a fondo y el guardarrail se quedó con los brazos abiertos esperando por nosotros… y yo por él. De ahí a la meta no hago sino mirar la numeración de la libreta a ver cuánto nos falta. Desde antes de la iglesia de Tabayesco ya le voy modificando las notas para que las pase todas de forma lenta y segura, y por fin, veo la meta, que pasamos mientras le doy las felicidades por su buen año, por ser campeón provincial y porque es un crack, en todos los sentidos. No puedo evitar emocionarme, por él y aunque suene egoísta, también por mí. Ya escribiremos un resumen global, pero ha sido un año duro física y moralmente. Acabarlo así, pasándomelo tan bien desde que puse los pies en Lanzarote, sinceramente, me lo merecía.
En el enlace Mingo se vacía y se desahoga. No había querido hablar del título, no le gustaba que lo proclamaran campeón hasta que no cruzara la última meta, y ya estaba el objetivo conseguido. Yo hago una ronda de whastapp y le doy la enohrabuena a la familia del piloto y a su copi habitual Marcos y también las gracias a Edu y Raúl porque han sido parte vital para que yo pudiera estar allí en ese momento.
Al llegar al parque de trabajo se permite entrar por adelanto sin que el copiloto se quede en el control horario, así que nos damos un bañito de multitudes que nos sabe a gloria. Uno de los primeros que me abraza aun estando yo dentro del coche es Raúl. Muy importante para mí verlo allí.
Cuando nos toca el turno para pasar la rampa final, tenemos hasta champán dedicado y foto con el equipo. Que bonito final de año, la verdad que sí.
La parrilla sirve para más cosas

Detallazo
















Garbanzada y asadero nos asientan la madre y nos conducen a la cama, entre unas cosas y otras, a las 3 de la mañana, previa charla del recepcionista de noche, que empezó hablando (en un tono tan bajo que daba sueño) de los “ps” de los coches, cosa que creemos que eran los caballos de potencia, y terminó en la Segunda Guerra Mundial. Hasta a esa hora y para no perder la costumbre de todo el fin de semana, tenemos que reírnos.
Como los horarios de vuelta a casa son diferentes, me toca desayunar sólo, esta vez sí, llenándome el saco de churros y demás fritangas que comen los extranjeros por las mañanas.
Al llegar a la puerta de embarque en el aeropuerto, medio avión (un Bombardier nuevito por cierto) tiene que ver con el rallye. Federativos, mecánicos, pilotos y aficionados se mezclan en los asientos para venir a Gran Canaria recordando lo vivido en los días anteriores. En lo que se refiere a “mi gente”, no puedo dejar de contar lo que ellos me contaron a mí. El amigo Álvaro, de amanecida total, fue a buscar a Dani Sosa a la puerta de su habitación, y estuvo tocando en la 511… de otro hotel!!! Y como no le abrían, se acostó en el suelo del pasillo jajajaj. Se pasaron todo el vuelo pidiendo agua por señas.

Antes de mediodía estoy ya con mi familia y el rallye pasa a un segundo o tercer plano. Después de pasarme 3 días y pico riéndome y disfrutando como nunca de mi pasión, que mi mujer y mi hija me reciban con besos y abrazos y que el pequeño, siendo aun tan chico, se muera de la risa nada más verme, me hace crecer por lo menos dos centímetros, y me hace también mucho más feliz.
Termino ya para no seguir quitándote tiempo. Simplemente quiero acabar con los habituales agradecimientos, en este caso a la familia y equipo de Mingo, que me trataron como a uno más, a Marcos Guerra, con el que hablé antes de la carrera y que me dio total confianza y vía libre para navegar en su sitio, a Edu González y Pedro Domínguez (una putada su abandono) que avalaron mi presencia en el backet del Evo, a Raúl Quesada que me dio “el permiso” para que pudiera estar, a Leti, Aroa y Adrián, que otro fin de semana más (y han sido muchos en el año) se mudaron a Madrelagua para no estar sólos y que son la motivación por la que me levanto por las mañanas. Ellos no se imaginan las veces que me miro el tatuaje con sus iniciales que tengo en el antebrazo.
Y por último quiero darle las gracias a Mingo Ramos, porque se fió de lo que le dijeron y decidió llevarme a su lado en un rallye muy complicado y me dio la oportunidad de correr en un Evo por primera vez, de aprender mucho, de disfrutar de un coche de esas características y de pasar un fin de semana de rallyes de los más comodos y relajados que recuerdo. Como ya le dije a él, ha sido una experiencia inolvidable en todos los sentidos.
Nada más, muchas gracias a tí también por usar un rato de tu reloj en pararte a leer las batallas de este copiloto de 90 kilos que a pesar de todo, sigue siendo válido.
Antes de final de año tendremos otra entrada, para resumir brevemente la temporada.
Hasta entonces!!!
Saludos!!!

Ganado por Mingo Ramos

Entrevista va...

...entrevista viene.

DR por todos lados. El piloto, el copiloto y el diseñador.

Cartel y todo.

Mingo de entrevistas, y yo a lo mío (foto: Iván Pérez)

Aquí unos vídeos de algunas "desparramaeras" que nos pegamos