Muy
buenas. Con bastante cercanía de la última entrada, aquí estamos
otra vez, y por lo apretado del calendario en esta primera parte del
año, así seguirá siendo hasta principios de junio.
En
esta ocasión te voy a contar lo vivido en el rallye Ciudad de Telde, que
este año cambiaba de sitio en cuanto a tramos, de fecha y de tiempo,
pasando del extremo calor de las últimas ediciones a una lluvia
“porculera” que no estaba en ninguna de las previsiones, por lo
menos no en las mías.
Al
margen de los reconocimientos y preparación habitual de la carrera,
lo más destacado es que el viernes por la mañana mientras hacía
tranquilamente las camas de mi casa, me dio un ataque de lumbago que
me dejó tirado en el suelo durante largo rato. Cuando pude coger
resuello y me di cuenta de que allí no me podía quedar, inicié una
ronda de contactos que finalmente me llevaron a la curación, por lo
menos de forma momentánea. Desde estos primeros párrafos aprovecho
ya para dar las gracias a Isaías y Elizabeth de FisioValle por los
consejos y el vendaje, a Juan Llanos y Germán del centro de salud de
Valleseco por los pinchazos (uno el viernes a mediodía y otro la
madrugada del sábado), a mi amigo Diego por la compra en la farmacia
que me dejó dopado durante 36 horas, a Rubén (copi ganador del
rallye) por una pomada que me quemó las entrañas pero hizo su
función, y a mi adorada Leti por prestarme la faja de su trabajo y
así apretarme la zona dolorida.
Sigo
con el relato. El viernes a mediodía era imposible que pudiera
correr. A primera hora de la tarde hablo con Julián y deja en mis
manos (más bien en mi espalda) la decisión de subirme al coche o
no. Hasta las 19:00 horas tengo tiempo de ver lo que hago, y si es
que no, tengo que buscar un copiloto de emergencia que cumpla los
requisitos. Durante las verificaciones, con el movimiento y
actividades varias, parece que voy entrando en calor y que el efecto
de la primera inyección de Voltaren y Valium está funcionando. A pesar de que leo en los ojos
de mi piloto algo de temor por tener que llegar a retirarnos al día
siguiente por mi estado, decido correr. Por la noche ya bastante
tarde, justo antes de acostarme, otro pinchazo.
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Buenas caras en la ceremonia de salida (foto: Palmita Sport) |
El
sábado amanezco bastante bien, mejor de lo esperado, pero no quiero
confianzas por si acaso, así que no ayudo a los miembros del equipo
a montar la asistencia, no sea que…
Todo
preparado, evacuada de rigor en el baño del centro comercial, y al
coche. Me tomé un relajante muscular, dos anti-inflamatorios, me puse
unos parches de calor, la crema y la faja. Imposible que me duela,
supongo.
De
camino al tramo 1, supuestamente el más favorable para las
prestaciones de nuestro coche, vemos como nuestro gozo cae a un pozo,
con agua. Llueve de manera persistente, algo más de lo que conocemos
como un “chispeo”. La carretera está completamente mojada y en
la primera curva del tramo, situada a 10 metros de la salida ya el
culo del Porsche quiere escaparse por la cuneta. Justo en ese momento
cambia tooooooda la previsión que teníamos planificada y nos
debemos dedicar única y exclusivamente a mantener el coche dentro
del asfalto, cosa bastante complicada. En el reagrupamiento de
Valsequillo, todos los compañeros que nos han metido una tonga de
segundos, se quejan de que no han podido correr casi nada. Mi frase
está clara: “súbanse en mi coche para que vean lo que es sufrir”.
El tramo 2, con zonas estrechas y también mojadas, peor. Ya en seco
iba a ser complicado hacerlo bien allí, y estando como estaba, mucho
fue que pudiéramos llegar a la meta sin darnos un susto, o dos.
En
la primera asistencia ya tenemos claro que no vamos a poder luchar
contra nada ni nadie, así que decidimos cambiar cosas en la
suspensión y demás reglajes para ver si las ruedas nos aguantan en
los tramos de la tarde, visto que en Santa Brígida se habían
destrozado en pocos kilómetros. Las informaciones son
contradictorias, pero más o menos parece que la carretera está
seca. Llegamos a la salida y sí, eso parece. Dos coches antes de
nuestro minuto, no llueve ni una gota. Cuando sale el compañero anterior empieza a llover y cuando nos toca a nosotros, ya la carretera está
más que húmeda, y aunque conseguimos correr un poco más que por la
mañana ya que acababa de empezar la lluvia, el tiempo vuelve a ser
malo con respecto a los demás. En el tramo largo más de lo mismo,
con la peculiaridad de que a los 200 metros de pasar la meta, la
carretera está... seca. Nos lo tomamos a broma y nos acordamos del
coyote que persigue al correcaminos con una nube sobre la cabeza.
Nosotros somos el coyote y el resto de competidores… mic mic.
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Valía más reírse... |
De
camino a la asistencia le digo a Julián que tiene mérito lo que ha
hecho en estos cuatro tramos, porque mantener la calma para no
acelerar más de lo debido durante tantos kilómetros es digno de
alabar. Y es que encima no es que fuera capaz de hacer eso que digo,
sino que en algunos momentos se lo ha pasado bien llevando el coche
de lados. Los tiempos son malísimos, pero dentro de lo que cabe, ahí
seguimos en la lucha contra los elementos, y como cosa positiva, con
las mismas ruedas casi intactas.
En
el largo parón de mediodía, aparte de almorzar, reforzarme el
tratamiento de choque y demás quehaceres, decidimos que vamos a
seguir usando las mismas ruedas. Pase lo que pase, si ganamos algún puesto no será por nuestros tiempos y si lo perdemos tampoco será
por llevar ruedas usadas, así que eso que nos ahorramos. Volvemos a
cambiar reglajes y a correr, ahora sí por fin, en seco.
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Llegando a parque de trabajo. Qué alegría que se permita adelanto del equipo completo (foto: mi padre) |
En
la Era nos lo pasamos bien y corremos bastante, aunque sin llegar ni
siquiera cerca de la línea del riesgo. El tiempo es medio bueno y
con eso nos demostramos a nosotros mismos que lo de por la mañana
fue por causas externas. Nos vamos a Cuatro Puertas, otra zona
teóricamente favorable para el Porsche. Se cumplen los pronósticos
y hacemos el scracht, que aunque no sirve de mucho nos da un toque de
moral. Otro paso por la asistencia y a terminar. Me noto un poco
ronco, y es verdad que en este rallye no me he terminado de oír bien
por mis interfonos y me ha dado por gritar, como hace años cuando
usaba un casco de peor calidad.
Aunque
parezca una locura, mantenemos las mismas ruedas, ya que aunque están
algo gastadas por el kilometraje que llevan, no están degradadas ni
destrozadas como en la anterior carrera.
En
la meta de Agüimes incluso mejoramos nuestro tiempo anterior y ya el
último tramo decidimos hacerlo con calma, sin buscar el mejor tiempo
ni nada, esperando llegar a la meta y terminar con este rallye tan
raro, que fíjate si terminó siendo extraño que a mitad de camino
levanto la vista y veo el coche de Mingo y Pepo yendo muy despacio.
Se lo digo a Julián y lo adelantamos sin ningún contratiempo,
pasando en ese momento a ser cuartos clasificados. En el control
stop, antes de felicitarnos unos y otros por terminar, esperamos por
el coche número 1 para expresarle nuestro apoyo en un momento tan
jodido como el que están pasando. Luego sí, felicitaciones a Toñi
y Rubén por tan buen estreno con el R5 y a los demás por conseguir
cruzar la bandera a cuadros. No me olvido en ese momento del gran
Raúl Quesada, que tuvo mucho que ver en ese triunfo, pero mucho
mucho.
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El amigo Toñi, feliz y contento. |
Al
final incluso tenemos trofeo, porque al ser cuartos y primeros de la
categoría que no acaba en el pódium, la copita es para nosotros,
aunque los puntos no.
En
conclusión, casi no puedo correr por el lumbago, perdimos un mundo
por la lluvia y al final, después de divertirnos bastante por la
tarde, conseguimos un cuarto puesto que no
es una cosa extraordinaria y vino dado por los problemas de un
compañero y amigo, pero… para lo que pudo ser y parecía que iba a
ser, ni mal está. Mantenemos todas las opciones de cara al
campeonato, y ya veremos si este cuarto puesto es un resultado a
descontar o a sumar, ya que de las 8 carreras, al final hay
que quedarse sólo con las 5 mejores, pero eso, al final.
Ahora
que ya ha pasado una semana les puedo confesar que lo pasé un poco
mal, sobre todo por la tarde. No en los tramos, donde la adrenalina
no te deja pensar ni sentir, pero si en los enlaces, al bajarme y
subirme del coche, al agacharme a mirar presiones (Perico, al final
usé mi manómetro, pero gracias por el préstamo) y demás. En la
asistencia de mediodía a pesar de chutarme bastante para aguantar,
ya sabía que el resto del día iba a ser durillo. No dije nada
porque era algo que tenía que comerme yo sólo y ya está. Lo que sí
te pido que me recuerdes para la próxima, es que no haga la cama el
día antes, por si acaso.
Bueno,
me despido ya, dando las gracias como siempre a todos los amigos y
aficionados que nos apoyan, a los patrocinadores que nos ayudan, a
nuestro equipo por el curro que se pegan, a nuestras familias por
vivir con nosotros el vicio de las carreras y esta vez de manera
especial a todos los que se preocuparon por mi estado de salud y me
preguntaban cada vez que me veían, incluidos los compañeros que
estaban luchando codo con codo por ganar el rallye.
Ahora
nos volveremos a ver con el casco puesto el viernes día 4 de mayo en
Valsequillo, lugar de la salida del primer tramo del rallye Islas
Canarias. Tengo idea de escribir una entrada previa contando tooooodo
lo que tiene que hacer un copiloto las semanas antes de una carrera
tan grande como esa.
Hasta
entonces, un saludo y recuerda que querer es poder, porque yo
sinceramente no podía, pero como quería, pude.
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Detalle de mi puerta... |