Hola
buenas. Quizás un poco tarde me dispongo a contarte lo vivido en el
rallye Isla de Gran Canaria 2018. Entre unas cosas y otras no he
tenido tiempo de pararme a pensar y asimilar, y mucho menos a
escribir, pero habiendo relatado tantas carreras en las que se podría
decir que no ha pasado nada, en ésta… no iba a quedarme de brazos
cruzados, así que vamos al lío.
Después
de haber disputado el “Corte Inglés”, consiguiendo un gran
resultado y sumando un montón de kilómetros de experiencia,
preparar el Gran Canaria fue bastante sencillo, más teniendo en
cuenta que varias de las zonas por las que pasábamos las teníamos
frescas del propio rallye anterior o de hace menos de un año en
otras carreras. De hecho nos tomamos tan light los entrenamientos que
uno de los sábados que fuimos, acabamos viendo la subida de La
Pasadilla tan tranquilos, además otro día sufrimos un
pinchazo en la Kangoo al pisar una piedra en el Barranco de los
Cernícalos y nos lo tomamos a broma.
La
semana del rallye diseñamos el plan para ir y venir de San Mateo a
Siete Palmas, y finalmente me toca a mi pasar la tarde en los
alrededores del estadio entre las verificaciones y el tramo nocturno.
La cosa sigue estando tan suave que me entretengo yendo a hacer unos
encargos al centro comercial. Lo más destacable es que después de
probar la parrilla de faros esos días y de volver a probarla esa
misma tarde, cuando falta una hora escasa para irnos a correr, los
bombillos deciden no encender. Finalmente, con la ayuda del gran
Mingo Trujillo (asistencia de Mingo Ramos) se soluciona el problema.
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Las viejas amistades nunca se pierden |
Oscurece
en la capital y enfilamos el enlace hacia San Lorenzo. Es la primera
vez que voy a correr en el Porsche al oscuro, así que decido
adelantar los rituales habituales como ajustar presiones de ruedas,
encender la cámara y demás. En la aproximación a la salida vemos
que hay muchos coches y por tanto, mucha gente. Un acierto por parte
de la organización diseñar una especial como esa, dentro de una
gran urbe y por tanto cerca de mucho público y también muy cómoda
para los participantes.
Nada
más salir notamos que debido a lo frío que está el asfalto la cosa
va a patinar bastante. No estaba previsto correr demasiados riesgos,
así que ahora menos. En el cruce de Almatriche el culo se nos quiere
poner un poco por delante pero Julián lo controla sin problemas. La
bajada hasta la meta también desliza bastante, pero no se nos da mal
y conseguimos marcar el mejor tiempo, sin habernos estresado nada. Las prisas iban a empezar ahora. El enlace a San Mateo ya sabíamos que era algo justo de
tiempo, pero suponíamos que de noche el tráfico era escaso y no
habría problemas, pero no. De la rotonda de Bandama al casco urbano
de Santa Brígida tardamos una eternidad, circulando en cola a menos
de 30 km/h. El consuelo era que los dos coches que nos precedían en
la lista estaban en el mismo sitio que nosotros. Los nervios afloran
y la cosa se estaba complicando, así que Mingo se tira a adelantar
en la única recta donde era permitido y no venían coches. Vicente y
Julián hacen lo mismo. Hemos avanzado algo, pero sigue quedando poco
tiempo. No estoy nervioso porque supongo que si penalizamos unos
cuantos, anularán el control, pero… que yo lo suponga no quiere
decir que lo vayan a hacer. A la altura del cuartel de la Guardia
Civil de San Mateo le digo a mi piloto que nos queda un minuto y que no vamos a
llegar. Realmente nos quedaban 3 minutos
todavía y sí que llegaríamos, pero preferí mantenerlo en tensión
por si acaso. Aun así entramos bastante justos, y a la
vez que entregaba el carnet el cronometrador informa de que lo han
llamado para decirle que si hay follón, anule el control. También
podían habernos avisado a nosotros, pero bueno…
Nos
vamos a dormir como líderes y con ganas de que ya sea sábado.
Por
la mañana temprano, aun de noche mientras me bebo la manzanilla de
rigor, me asomo a la ventana y aunque las previsiones no daban agua,
está todo mojado.
En
San Mateo también está la cosa fresca y medio húmeda. Menos mal
que los amigos que nos informan desde los tramos nos juran que en la
parte alta de la isla hace sol.
El
primer tramo lo hacemos con un ritmo raro, como si fuéramos
despacio. Mi sensación es que vamos demasiado cómodos para estar
luchando por la cabeza, pero el tiempo es bueno y mantenemos la punta
de lanza.
En
la salida del otro tramo empiezan a volar unas chispas de lluvia,
pero no parecen llegar al suelo. En la meta, a pesar de que en los primeros
cuatro kilómetros perdemos bastante porque nuestro coche apenas cabe
por la zona estrecha y hay que extremar las precauciones, el tiempo
no es malo.
Para
la repetición de estos dos tramos decidimos subir un poco el ritmo y así intentar desmarcarnos de los perseguidores.
En
Los Marteles mejoramos 4.4 segundos nuestro tiempo anterior y en Los
Cernícalos-Tenteniguada otros 4, por lo que terminamos la sección
con 10.5 de ventaja, renta que nos permite mirar a las dos especiales
que quedan con un moderado optimismo.
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A tope (foto:www.motoraldia7.com) |
Como
tenemos casi dos horas de asistencia me da tiempo de quitarme la ropa
para orearla, comer tranquilo, descansar, ir al baño y sacar
cuentas. Nos tienen que endosar medio segundo por kilómetros para
ganarnos. En circunstancias normales es difícil que eso pase, ya que
en todo lo que llevamos de rallye las diferencias no han sido nunca
ni la mitad de ese baremo, ni a favor ni en contra. El Seat 600 JTR
monta ruedas nuevas y sabemos que lo van a intentar, faltaría más.
Nosotros dejamos las mismas gomas a medio uso y también vamos a
intentar defender las embestidas contrarias. Estoy tenso. Hablo con
mi amigo Raúl Quesada y me tranquiliza (o lo intenta) diciéndome
que si no pasa nada, no nos van a remontar.
Bajando
por el Roque Nublo vamos rápido pero no arriesgamos nada, y en la
última zona más revirada llegando a Ayacata levantamos bastante el
pie por si acaso. No hemos ganado el tramo, como es lógico debido a
las tácticas de cada uno, pero no hemos perdido demasiado.
Queda
un tramo, 7 kilómetros y 7 segundos. Si antes era poco probable que
perdiéramos medio segundo por kilómetro, ahora debía de ser 1
entero por cada mil metros. Raúl me vuelve a escribir: “Ya lo
tienes. Salúdame en el cruce de la variante”.
Antes
de salir tenemos una cosa está clara: dependemos de nosotros y si no la cagamos habrá salido bien. Le digo a Julián que vamos a hacer el tramo tranquilos,
pasando curvas poco a poco y sin obsesionarnos y así cuando nos
demos cuenta ya estaremos en la meta… pero no fue tan fácil.
Es
verdad que al ser una subida tan revirada nos perjudica un poco y hay
que tener mucho cuidado porque la posibilidad de hacer un trompo y
dinamitar la ventaja es bastante alta.
La
primera parte se nos da bien y el ritmo es bueno. Julián intenta
hacer trazadas limpias y dosificar el pedal del acelerador en la
salida de cada curva. Pasamos por la variante y saludo como me habían
ordenado. De ahí a la meta es un suspiro pero… se hizo eterno. En
el último kilómetro la carretera está en obras y el asfalto está
estrechado con muros de hormigón, además de que hay mucho polvo.
Aparte de cantar las notas repito por lo menos treinta veces: “cuidao
con los muros” aunque yo sé que Julián también los está viendo.
Al
pasar la última curva veo la pancarta de meta y mi cerebro ya intuye
que hemos terminado bien. Sin saber los tiempos felicito al piloto
por el gran rallye que ha hecho. Pacientemente espero que llegue el
vehículo número 4 y al ver su tiempo en la pantalla del gps,
compruebo que HEMOS GANADO!!!! Grito de alegría y suelto los nervios
por la boca. Queremos bajarnos del coche, estirar los músculos,
desahogarnos y también esperar por Jose Mari y Carlos para darles
las felicidades.
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Deportividad total |
Abrazos y alegría. Momentazo. Estoy muy orgulloso
de la capacidad que hemos tenido no sólo para liderar el rallye de
principio a fin y acabar ganándolo, sino por haber sabido gestionar
perfectamente el ritmo en cada tramo, sobre todo en los dos últimos
donde era complicado porque si aflojábamos mucho podían remontarnos
y si corríamos mucho era arriesgar demasiado. Conseguimos encontrar
el punto correcto en medio de bastantes nervios y presión.
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Julián casi me parte una costilla |
Quiero
dejar claro que sin quitarles el gran mérito que tienen Ponce y
Larrodé por hacer fiable su coche y por hacer un gran rallye,
nosotros pudimos correr más, bastante más. En los dos últimos
tramos nos guardamos muchísimo, y encima las ruedas estaban ya para
ir directas al contenedor. No se me entienda mal, pero aquellas
frases que me dijeron de: “un tramo más y no ganas” o “escapaste
loco” no son del todo reales, porque si hay un tramo más yo no
aflojo tanto desde tan temprano, y si las diferencias hubieran sido
más ajustadas también hubiéramos corrido a cuchillo, pero las
circunstancias se dieron de esa manera. Dicho esto, vuelvo a repetir
que me quito el sombrero con el 600 y su equipo porque están
haciendo un trabajo enorme, igual que el resto de compañeros, claro
está.
Al
final, después de ese último tramo quedaban dos controles más que
pasar, para los cuales y como te podrás imaginar, hice la suma
veinte veces por si acaso.
Con mi amigo Ángel Arencibia de speaker, ceremonia
de meta con baño de “chispán” como dice Aroa en la que Julián
se atascó un poco con el tapón y tuve que acudir en su ayuda, y
trofeo de grandes dimensiones para la vitrina.
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El equipo en la rampa final |
Sin
quitarme el mono y apestando a tigre borracho salgo corriendo a
Madrelagua donde aún quedan los últimos coletazos de la celebración
del 80º cumpleaños de “abuela Chochi”, a la que le presento mis
respetos y el trofeo para justificar mi ausencia en el tenderete. Al
haber ganado, me perdona.
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Es más grande de lo que parece |
Pues
nada, así más o menos se puede resumir mi primera victoria absoluta
en un rallye desde que me dedico a ésto. Han sido un montón de años
y millones de kilómetros hasta conseguirla.
A
medida que han ido pasando los días he asimilado que el trabajo de
tanto tiempo ha dado sus frutos, aunque en ningún momento pensé en
llegar tan lejos. Nunca corrí pensando en ganar, sino que me
he dedicado a esto por el mero hecho de pasarlo bien y aunque no
siempre se consigue, muchas veces (como ha sido en este rallye por
ejemplo) sí que se alcanza ese objetivo. Me quedo también con el
buen ambiente que estamos creando entre los compañeros. A pesar de
estar todos luchando por la misma meta y somos rivales, la
camaradería, risas y fiestas que vivimos en cada espera antes de
tramo hace que uno se plantee todo de mejor manera y en la meta final
los abrazos que nos damos unos y otros son del todo sinceros.
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Julio, Vicente, Magnolia, Tino, Pepo, Mingo, Dani y Julián |
No
quiero despedirme sin agradecer tantas y tantas felicitaciones
recibidas. Desde la misma meta de Tejeda al martes posterior, el móvil
no paró de sonar con mensajes y llamadas, además de lo leído por
redes sociales y prensa.
Agradezco también a todos los pilotos con los que he
corrido en estos años, porque todos han tenido que ver en mi proceso
de aprendizaje (que todavía continúa) y por tanto, todos tienen en
mayor o menor medida una parte de culpa de este triunfo.
Gracias
también a los familiares, amigos y aficionados que nos animaron
durante este rallye y en general en la tonga de años que llevo
corriendo, y como no, dedicatoria completa para mi mujer y mis hijos,
sin más explicaciones. Ellos (y muchos de ustedes que me han leído
otras veces) saben lo que hay.
Nada
más, se despide el actual líder del Campeonato BP de rallyes de Las
Palmas, que volverá a ponerse el casco el 7 de julio en el rallye
Comarca Norte, aunque previamente el Porsche y Julián estarán en la
subida de Arucas, donde yo causaré baja porque ese día se casa mi
amigo Lucas y claro, después de 32 años de amistad, no me pierdo su boda por nada del mundo, ni siquiera por un rallye, que ya es decir.
PD.
No hay que soñar con cosas grandes sin haber conseguido antes muchas
cosas pequeñas.