lunes, 11 de junio de 2018

Rallye Isla de Gran Canaria 2018: Victoria!!!



Hola buenas. Quizás un poco tarde me dispongo a contarte lo vivido en el rallye Isla de Gran Canaria 2018. Entre unas cosas y otras no he tenido tiempo de pararme a pensar y asimilar, y mucho menos a escribir, pero habiendo relatado tantas carreras en las que se podría decir que no ha pasado nada, en ésta… no iba a quedarme de brazos cruzados, así que vamos al lío.

Después de haber disputado el “Corte Inglés”, consiguiendo un gran resultado y sumando un montón de kilómetros de experiencia, preparar el Gran Canaria fue bastante sencillo, más teniendo en cuenta que varias de las zonas por las que pasábamos las teníamos frescas del propio rallye anterior o de hace menos de un año en otras carreras. De hecho nos tomamos tan light los entrenamientos que uno de los sábados que fuimos, acabamos viendo la subida de La Pasadilla tan tranquilos, además otro día sufrimos un pinchazo en la Kangoo al pisar una piedra en el Barranco de los Cernícalos y nos lo tomamos a broma.
La semana del rallye diseñamos el plan para ir y venir de San Mateo a Siete Palmas, y finalmente me toca a mi pasar la tarde en los alrededores del estadio entre las verificaciones y el tramo nocturno. La cosa sigue estando tan suave que me entretengo yendo a hacer unos encargos al centro comercial. Lo más destacable es que después de probar la parrilla de faros esos días y de volver a probarla esa misma tarde, cuando falta una hora escasa para irnos a correr, los bombillos deciden no encender. Finalmente, con la ayuda del gran Mingo Trujillo (asistencia de Mingo Ramos) se soluciona el problema.
Las viejas amistades nunca se pierden
Oscurece en la capital y enfilamos el enlace hacia San Lorenzo. Es la primera vez que voy a correr en el Porsche al oscuro, así que decido adelantar los rituales habituales como ajustar presiones de ruedas, encender la cámara y demás. En la aproximación a la salida vemos que hay muchos coches y por tanto, mucha gente. Un acierto por parte de la organización diseñar una especial como esa, dentro de una gran urbe y por tanto cerca de mucho público y también muy cómoda para los participantes.
Nada más salir notamos que debido a lo frío que está el asfalto la cosa va a patinar bastante. No estaba previsto correr demasiados riesgos, así que ahora menos. En el cruce de Almatriche el culo se nos quiere poner un poco por delante pero Julián lo controla sin problemas. La bajada hasta la meta también desliza bastante, pero no se nos da mal y conseguimos marcar el mejor tiempo, sin habernos estresado nada. Las prisas iban a empezar ahora. El enlace a San Mateo ya sabíamos que era algo justo de tiempo, pero suponíamos que de noche el tráfico era escaso y no habría problemas, pero no. De la rotonda de Bandama al casco urbano de Santa Brígida tardamos una eternidad, circulando en cola a menos de 30 km/h. El consuelo era que los dos coches que nos precedían en la lista estaban en el mismo sitio que nosotros. Los nervios afloran y la cosa se estaba complicando, así que Mingo se tira a adelantar en la única recta donde era permitido y no venían coches. Vicente y Julián hacen lo mismo. Hemos avanzado algo, pero sigue quedando poco tiempo. No estoy nervioso porque supongo que si penalizamos unos cuantos, anularán el control, pero… que yo lo suponga no quiere decir que lo vayan a hacer. A la altura del cuartel de la Guardia Civil de San Mateo le digo a mi piloto que nos queda un minuto y que no vamos a llegar. Realmente nos quedaban 3 minutos todavía y sí que llegaríamos, pero preferí mantenerlo en tensión por si acaso. Aun así entramos bastante justos, y a la vez que entregaba el carnet el cronometrador informa de que lo han llamado para decirle que si hay follón, anule el control. También podían habernos avisado a nosotros, pero bueno…
Nos vamos a dormir como líderes y con ganas de que ya sea sábado.
Por la mañana temprano, aun de noche mientras me bebo la manzanilla de rigor, me asomo a la ventana y aunque las previsiones no daban agua, está todo mojado.
En San Mateo también está la cosa fresca y medio húmeda. Menos mal que los amigos que nos informan desde los tramos nos juran que en la parte alta de la isla hace sol.
El primer tramo lo hacemos con un ritmo raro, como si fuéramos despacio. Mi sensación es que vamos demasiado cómodos para estar luchando por la cabeza, pero el tiempo es bueno y mantenemos la punta de lanza.
En la salida del otro tramo empiezan a volar unas chispas de lluvia, pero no parecen llegar al suelo. En la meta, a pesar de que en los primeros cuatro kilómetros perdemos bastante porque nuestro coche apenas cabe por la zona estrecha y hay que extremar las precauciones, el tiempo no es malo.
Para la repetición de estos dos tramos decidimos subir un poco el ritmo y así intentar desmarcarnos de los perseguidores.
En Los Marteles mejoramos 4.4 segundos nuestro tiempo anterior y en Los Cernícalos-Tenteniguada otros 4, por lo que terminamos la sección con 10.5 de ventaja, renta que nos permite mirar a las dos especiales que quedan con un moderado optimismo.
A tope (foto:www.motoraldia7.com)
Como tenemos casi dos horas de asistencia me da tiempo de quitarme la ropa para orearla, comer tranquilo, descansar, ir al baño y sacar cuentas. Nos tienen que endosar medio segundo por kilómetros para ganarnos. En circunstancias normales es difícil que eso pase, ya que en todo lo que llevamos de rallye las diferencias no han sido nunca ni la mitad de ese baremo, ni a favor ni en contra. El Seat 600 JTR monta ruedas nuevas y sabemos que lo van a intentar, faltaría más. Nosotros dejamos las mismas gomas a medio uso y también vamos a intentar defender las embestidas contrarias. Estoy tenso. Hablo con mi amigo Raúl Quesada y me tranquiliza (o lo intenta) diciéndome que si no pasa nada, no nos van a remontar.
Bajando por el Roque Nublo vamos rápido pero no arriesgamos nada, y en la última zona más revirada llegando a Ayacata levantamos bastante el pie por si acaso. No hemos ganado el tramo, como es lógico debido a las tácticas de cada uno, pero no hemos perdido demasiado.
Queda un tramo, 7 kilómetros y 7 segundos. Si antes era poco probable que perdiéramos medio segundo por kilómetro, ahora debía de ser 1 entero por cada mil metros. Raúl me vuelve a escribir: “Ya lo tienes. Salúdame en el cruce de la variante”.
Antes de salir tenemos una cosa está clara: dependemos de nosotros y si no la cagamos habrá salido bien. Le digo a Julián que vamos a hacer el tramo tranquilos, pasando curvas poco a poco y sin obsesionarnos y así cuando nos demos cuenta ya estaremos en la meta… pero no fue tan fácil. 
Es verdad que al ser una subida tan revirada nos perjudica un poco y hay que tener mucho cuidado porque la posibilidad de hacer un trompo y dinamitar la ventaja es bastante alta.
La primera parte se nos da bien y el ritmo es bueno. Julián intenta hacer trazadas limpias y dosificar el pedal del acelerador en la salida de cada curva. Pasamos por la variante y saludo como me habían ordenado. De ahí a la meta es un suspiro pero… se hizo eterno. En el último kilómetro la carretera está en obras y el asfalto está estrechado con muros de hormigón, además de que hay mucho polvo. Aparte de cantar las notas repito por lo menos treinta veces: “cuidao con los muros” aunque yo sé que Julián también los está viendo.
Al pasar la última curva veo la pancarta de meta y mi cerebro ya intuye que hemos terminado bien. Sin saber los tiempos felicito al piloto por el gran rallye que ha hecho. Pacientemente espero que llegue el vehículo número 4 y al ver su tiempo en la pantalla del gps, compruebo que HEMOS GANADO!!!! Grito de alegría y suelto los nervios por la boca. Queremos bajarnos del coche, estirar los músculos, desahogarnos y también esperar por Jose Mari y Carlos para darles las felicidades
Deportividad total
Abrazos y alegría. Momentazo. Estoy muy orgulloso de la capacidad que hemos tenido no sólo para liderar el rallye de principio a fin y acabar ganándolo, sino por haber sabido gestionar perfectamente el ritmo en cada tramo, sobre todo en los dos últimos donde era complicado porque si aflojábamos mucho podían remontarnos y si corríamos mucho era arriesgar demasiado. Conseguimos encontrar el punto correcto en medio de bastantes nervios y presión.
Julián casi me parte una costilla
Quiero dejar claro que sin quitarles el gran mérito que tienen Ponce y Larrodé por hacer fiable su coche y por hacer un gran rallye, nosotros pudimos correr más, bastante más. En los dos últimos tramos nos guardamos muchísimo, y encima las ruedas estaban ya para ir directas al contenedor. No se me entienda mal, pero aquellas frases que me dijeron de: “un tramo más y no ganas” o “escapaste loco” no son del todo reales, porque si hay un tramo más yo no aflojo tanto desde tan temprano, y si las diferencias hubieran sido más ajustadas también hubiéramos corrido a cuchillo, pero las circunstancias se dieron de esa manera. Dicho esto, vuelvo a repetir que me quito el sombrero con el 600 y su equipo porque están haciendo un trabajo enorme, igual que el resto de compañeros, claro está.
Al final, después de ese último tramo quedaban dos controles más que pasar, para los cuales y como te podrás imaginar, hice la suma veinte veces por si acaso.
Con mi amigo Ángel Arencibia de speaker, ceremonia de meta con baño de “chispán” como dice Aroa en la que Julián se atascó un poco con el tapón y tuve que acudir en su ayuda, y trofeo de grandes dimensiones para la vitrina.
El equipo en la rampa final
Sin quitarme el mono y apestando a tigre borracho salgo corriendo a Madrelagua donde aún quedan los últimos coletazos de la celebración del 80º cumpleaños de “abuela Chochi”, a la que le presento mis respetos y el trofeo para justificar mi ausencia en el tenderete. Al haber ganado, me perdona.
Es más grande de lo que parece
Pues nada, así más o menos se puede resumir mi primera victoria absoluta en un rallye desde que me dedico a ésto. Han sido un montón de años y millones de kilómetros hasta conseguirla.
A medida que han ido pasando los días he asimilado que el trabajo de tanto tiempo ha dado sus frutos, aunque en ningún momento pensé en llegar tan lejos. Nunca corrí pensando en ganar, sino que me he dedicado a esto por el mero hecho de pasarlo bien y aunque no siempre se consigue, muchas veces (como ha sido en este rallye por ejemplo) sí que se alcanza ese objetivo. Me quedo también con el buen ambiente que estamos creando entre los compañeros. A pesar de estar todos luchando por la misma meta y somos rivales, la camaradería, risas y fiestas que vivimos en cada espera antes de tramo hace que uno se plantee todo de mejor manera y en la meta final los abrazos que nos damos unos y otros son del todo sinceros.
Julio, Vicente, Magnolia, Tino, Pepo, Mingo, Dani y Julián

No quiero despedirme sin agradecer tantas y tantas felicitaciones recibidas. Desde la misma meta de Tejeda al martes posterior, el móvil no paró de sonar con mensajes y llamadas, además de lo leído por redes sociales y prensa. 
Agradezco también a todos los pilotos con los que he corrido en estos años, porque todos han tenido que ver en mi proceso de aprendizaje (que todavía continúa) y por tanto, todos tienen en mayor o menor medida una parte de culpa de este triunfo.
Gracias también a los familiares, amigos y aficionados que nos animaron durante este rallye y en general en la tonga de años que llevo corriendo, y como no, dedicatoria completa para mi mujer y mis hijos, sin más explicaciones. Ellos (y muchos de ustedes que me han leído otras veces) saben lo que hay.
Nada más, se despide el actual líder del Campeonato BP de rallyes de Las Palmas, que volverá a ponerse el casco el 7 de julio en el rallye Comarca Norte, aunque previamente el Porsche y Julián estarán en la subida de Arucas, donde yo causaré baja porque ese día se casa mi amigo Lucas y claro, después de 32 años de amistad, no me pierdo su boda por nada del mundo, ni siquiera por un rallye, que ya es decir. 

PD. No hay que soñar con cosas grandes sin haber conseguido antes muchas cosas pequeñas.