jueves, 26 de junio de 2025

RALLYE CIUDAD DE TELDE 2025: A PESAR DEL CALOR, ESTUVIMOS FRÍOS


Hola!!

Vamos a dejar plasmado lo vivido en el pasado rallye Ciudad de Telde, en el que terminamos en la sexta posición de la clasificación general.

Por las cosas del calendario, en el que medio se juntaban tres pruebas y por motivos laborales que nos impedían ir poco a poco, los reconocimientos del Telde se superponían con los del Gran Canaria (que finalmente se aplazó el día antes con todo preparado) y los del Comarca Norte (al que le cambiaron parte del rutómetro tres veces), por lo que el batiburrillo de libretas en mi mesa y datos en mi cabeza hace que tenga que estar atento para no mezclar.

Una vez tenemos todo controlado para la cita teldense, nos presentamos en Las Terrazas sin ninguna previsión ni objetivo. Al ser puntuable para el campeonato regional y no ser esa nuestra liga, más la presencia de algunos vehículos para los que los tramos son bastante favorables, hace que, como dijo Julián “la única presión que tenemos es la de las ruedas”.

Después de verificar y la ceremonia de salida, tenemos un tramo. Varias rotondas, algunas en sentido contrario, nos esperan. No hay nada que ganar pero se puede perder mucho. A ver si sale medianamente bien y no la cagamos. Cuando paramos a ponernos los cascos, primera sorpresa. En toooooooodas mis carreras anteriores siempre, pero siempre siempre, he comprobado en la asistencia antes de salir que los interfonos funcionan bien. En todas, menos en ésta. En algún momento lo llegué a pensar, pero como la pila se puso nueva en el Santa Brígida y no se había usado más, supuse que estaría todo OK. Craso error. Al ir a arrancar hacia el tramo, con tiempo suficiente todavía, enchufo mi casco y se oye raro, como muy bajo. Le digo a Julián que se enchufe y me dice que ya lo ha hecho y que no me oye bien. Giro las ruedas del volumen, muevo la clavija, la quito y la pongo, él hace lo mismo con la suya, pero nada, apenas nos escuchamos. Si con el coche parado estamos así, con el motor funcionando a altas revoluciones será imposible comunicarnos. Faltan cuatro minutos para entrar al control horario en San Gregorio. Estamos en Las Remudas, a cuatro minutos, con semáforo incluido. Vamos justos, pero hay que intentar cambiar la pila. Me aflojo los arneses y con la mano derecha cojo una nueva que siempre llevo en la mochila y me la pongo en medio de las piernas. Con la mano izquierda, casi sin ver porque tengo el hans abrochado y uso las tiras muy cortas, desenrosco el tornillo de la tapa de la centralita hasta que la puedo quitar, y sin que se caiga ni tapa ni tornillo, me lo cambio de mano para de nuevo con la izquierda destrabar la pila usada del capuchón y tirarla a la mochila. La maniobra sigue con el intento de poner la batería nueva en su lugar y trabarle los dos tetones en el capuchón. De momento, vamos bien porque los interfonos se vuelven a escuchar perfectamente. Queda ahora poner la tapa y girar el tornillo todas las vueltas que lleva hasta que todo queda cerrado. Lo he hecho todo en menos de treinta segundos y sin apenas ver lo que estaba haciendo porque la centralita está situada en medio de los dos sillones y estaba amarrado y con el casco puesto. Soy torpe, pero ambidiestro. Cierto es que podía haberme soltado los cintos y la tira izquierda del hans, pero en ese momento, no lo pensé. Con el problema resuelto salimos por la GC10 y la suerte nos sonríe porque el semáforo está apagado y nadie cruza en la rambla de Arnao, llegando al control horario hasta con un minuto de sobra. Eso sí, el calentón y la sudada ya no hay quien me lo quite. Hacemos el tramo sin mayores complicaciones, corroborando que era muy fácil cometer un error y equivocarte de carril o tocar un bordillo. En el control stop la preguntan a Julián que si le gustó el tramo y dice: “fue un poco trambólico”. Volvemos a Las Terrazas muertos de risa y terminamos la jornada. Entre unas cosas y otras, pongo la oreja en la cama casi siendo el día siguiente, y el despertador va a sonar a las 5:30. Dormir poco es habitual en estos casos.

Sábado por la mañana, tras el calentamiento de ayer, el rallye es hoy. Se me hace un poco tarde para partir desde Teror, pero al no haber tráfico llego a la asistencia a la hora convenida y preparamos todo para la primera sección.

Primera parada, en El Ejido y de camino al control, otra sorpresa. Mi rutina habitual es que cuando salimos hacia el tramo desde donde estemos parados (por cierto, siempre en sitios coherentes), me abrocho los cintos de abajo pero me dejo sueltos los de arriba, porque si me los pongo no llego a encender la cámara, cosa que hago justo antes de pasar la pancarta amarilla. Pero es verdad que aunque no me los abroche, los pongo en posición y los mantengo con la mano. Esta vez… no. Los dejé sueltos sin darme cuenta, o dándome cuenta y pensando que no iba a pasar nada, y vaya si pasó. Llegamos a Los Picos, enciendo la cámara, busco el arnés de la izquierda, lo coloco y lo abrocho. Busco el arnés de la derecha… y no lo encuentro. No está en la orejera del sillón, no está detrás de mi espalda, no está en ningún sitio. Queda un minuto para entregar el carnet, y yo sin amarrar (es obligatorio entrar en el control horario completamente equipado). El cinto tiene que estar en algún lado, así que paso a la acción. Me desabrocho los tres puntos que tengo anclados y el interfono, me giro hacia atrás y me pongo de rodillas en el sillón. Lo veo, está tirado al lado de la rueda de repuesto (¿¿cómo coño llegó ahí??). Meto mi mano izquierda por el hueco del backet y me pego todo lo que puedo a él a ver si llego. Lo rozo pero no lo puedo coger, mierda. Estiro mi brazo, mi mano y mis dedos y lo consigo acercar. Otro estirón más y lo traigo a su posición original. Me vuelvo a sentar como es debido y me coloco todo de nuevo. Operación hecha en menos de sesenta segundos. Entra, le digo a Julián. Lo que da de sí un minuto.

Los tres primeros tramos los hacemos sin estar del todo bien. Yo me noto algo aturullado y creo que es porque al hacer los reconocimientos siempre vamos bastante despacio, y aunque la última pasada que damos subimos algo el ritmo, no es lo mismo. Ya por experiencia y viendo como es el tramo y las notas, sé las zonas en las que tengo que apurarme o en las que no, pero esta vez me costó un poco coger el ritmo y me dio la sensación de que mi piloto, que siempre va colgado de mis notas, lo notó. En la meta de Cuatro Puertas me digo a mi mismo que eso no puede ser, y que me tengo que espabilar.

En la asistencia rotamos las ruedas y ablandamos un poco la suspensión del Fabia a ver si mejoramos el rendimiento y en la segunda sección, quizás debido a ese retoque o a que yo estoy más afinado, nos sale todo mejor y nos divertimos bastante. Las sensaciones son positivas aunque los tiempos siguen estando en un limbo que nos hace no tener pelea con nadie, pero sí que mejoramos nuestros propios registros, y eso es un plus de motivación. En el enlace de bajada por La Pasadilla, nos para Carmelo Mendoza y su familia y nos obsequia con agua fresca y bombones. No hay participante que se quede sin recibir ese detalle. Gracias!!

La asistencia antes de los tres tramos finales es algo más larga y se agradece. Esos minutos de relajación y un paseo por la sombra del parking interior del centro comercial me hace recobrar energías para lo que queda. Para esta última sección, en la que ya sí que no nos jugamos nada (menos todavía), volvemos a rotar las ruedas de sitio y se vuelve a tocar algo la suspensión para seguir probando. Ahora los tiempos son algo peores, pero es que tampoco las Pirelli están ya para muchas alegrías. Cruzamos la meta del último tramo sin muchos aspavientos, pero dándonos las felicidades por haber llegado al final. Ha sido un rallye raro y los dos lo sabemos, pero había que estar.

Llegamos al parque cerrado y sabiendo que no tenemos que recoger trofeo, la intención es irnos a descansar a la asistencia hasta que nos avisen de que vamos a pasar la rampa, pero nos dicen que nos quedemos allí y que lo haremos en pocos minutos. Finalmente, una hora y pico después, nos toca. Foto de rigor y ahora sí, a descansar. Noelia saca de la nevera una tarta de piña que había llevado Marcos y damos buena cuenta de ella. No sé si era el hambre, el cansancio o que estaba riquísima, pero nos supo a gloria. No comí más porque me dio vergüenza.

Y una vez abierto el parque cerrado, a casa.

Fue un rallye complicado de gestionar a nivel mental. Desde que salió la lista sabíamos que era complicado estar cerca de la cabeza, pero sí contábamos con tener alguna lucha contra los compañeros aunque fuera por obtener un puesto en el top 10. Las circunstancias de la carrera hicieron que se consiguiera ese mini objetivo, pero sin tener que pelear contra nadie, y eso nos descafeinó un poco.

Luego también costó cogerle el punto a los parones. En los enlaces entre tramo y tramo sobraba mucho tiempo, cosa de agradecer ya que en otros rallyes apenas da tiempo de ponerse el casco y seguir, pero es verdad que te vas enfriando. Tanto parábamos en Las Majoreras, que resultó que Julián hasta entró a visitar un taller ya cerrado de un amigo jubilado que vivía justo allí. Al llegar a los reagrupamientos también teníamos mucho tiempo muerto, con las asistencias a pocos metros. A los iluminados que votaron para que no se pudieran unificar los parques de trabajo con los reas, siempre les podremos dar un fuerte aplauso. También nos minó un poco la moral los intervalos de salida, que en algunos casos llegaron a ser de cinco minutos. Gestionar una carrera es complicado, lo sabemos de buena tinta, y se toman decisiones por uebos para favorecer el timing del rallye que puede perjudicar a los que corremos, pero por lo menos una explicación a esos parones en los que estábamos a 40 grados, nos faltó.

A favor totalmente y agradecidos de que el entramado del rallye fuera en el centro comercial Las Terrazas. Está bien comunicado, no molestamos mucho, hay espacio y parking de sobra, tenemos baños, tiendas, bares, supermercado… es ideal, las cosas como son.

Es momento de sacar conclusiones. Cumplimos el expediente y poco más. El Skoda Fabia no dio ningún problema y corrimos con las mismas ruedas, que eran nuevas pero llevaban ya tiempo en el garaje. Nos divertimos sobre todo en la sección intermedia y fuimos gestionando lo mejor que pudimos el involuntario bajoncillo moral que teníamos.

Ahora queda coger lo positivo de todo ésto, como que mi trabajo previo en cuanto a enlaces, tiempos y logística fue correcto, y terminar de preparar la siguiente carrera, que es inminente, ya que el día 4 de julio estaremos con el casco puesto en la zona norte de nuestra isla.

Agradecemos a los patrocinadores que hacen posible que podamos correr (por ejemplo el patrón de Diasán estuvo mucho rato allí con nosotros).

En el plano personal, dar las gracias como siempre a Julián y al equipo por seguir confiando en mí para copilotar en esta aventura.

Seguimos, siempre hacia una meta.


PD. Esta vez no pongo fotos, porque no tengo tiempo.