martes, 8 de julio de 2025

RALLYE COMARCA NORTE DE GRAN CANARIA 2025: CAMBIOS Y CORTO

Volvemos al teclado!!


Con poco tiempo de diferencia respecto al rallye de Telde, momento ahora para contar y reflexionar sobre el rallye Comarca Norte de Gran Canaria. 

Cuando salió el calendario a principios de año ya había vaticinado que mayo y junio iban a ser bastante intensos en cuanto a la preparación de las carreras. Se juntaban en pocas semanas el Gran Canaria, el Telde y el Comarca, y teniendo en cuenta que no disponemos de mucho tiempo para entrenar, había que anticiparse y hacer todo (casi todo) de los tres a la vez, lo que suponía que mis escritorios (el mental, y los físicos en casa de mi madre y la mía) estuvieran algo desordenados de libretas, papeles y datos. Si eran todos a la vez, pues eso era. En peores plazas habremos toreado seguramente. Una vez aplazado el primero y disputado el segundo, se quedaba libre parte del espacio y nos centrábamos en el tercero.

En lo que se refiere al Comarca Norte, en su día fuimos a coger y revisar todas las notas, pero quitaron un tramo por temas medioambientales y sustituyeron uno por obras por otro que tampoco se pudo hacer al final, por lo que hubo que volver a preparar todo con el último rutómetro. Perdimos tiempo claro, pero lo positivo es que ya tenemos notas de todo eso. Finalmente, con la libreta en la que había siete tramos pero que sólo me valían (para este año) cuatro, todo queda correctamente ordenado.


La semana del rallye ya lo tenemos todo controlado, porque es nuestro trabajo y porque es una carrera que está bien organizada y no da lugar a dudas de ningún tipo en cuanto a la logística y documentación.

Eso sí, para que no fuera todo ya fácil, la víspera de que todo empezara se activan varias alertas por parte del 112 que hacen que peligre la disputa de la competición. Finalmente, la organización se ve obligada a recortar una parte del tramo largo, por lo que el kilometraje a disputar queda condensado, pero con mucha intensidad, y vaya si la tuvo.


Operaciones previas a empezar en la primera capital de Gran Canaria, la ciudad de Gáldar. Siempre que estoy allí se percibe buen ambiente, es un sitio bonito y bien cuidado. Sin conocer los entresijos (que de todo habrá, como en todos lados) y sin desmerecer a ningún otro sitio, Gáldar mola.


Volveremos a Gáldar

Aunque somos el número 2, somos los primeros en pasar la rampa de la ceremonia de salida y también los primeros en salir a correr ese día. El plan es ir fuertes desde el primer metro. Julián está motivado y conoce bien el tramo inaugural en Cardones. Por primera vez, vamos a usar las ruedas de compuesto medio de Pirelli denominado RA7, y al no saber cómo se van a comportar estamos un poco a la expectativa. Salimos y la cosa va bien, el ritmo es alto y las sensaciones buenas. El tiempo no es malo, pero lo esperaba mejor. Mi padre nos estaba esperando en la meta, que era cerquita de su casa. En el otro tramo, ya de noche en Azuaje, se nos da un poquito peor y en la curva de meta el coche se va de morros y haciéndonos perder unas décimas que al final podían haber sido importantes, porque aunque parezca poco, ya verás luego lo que valen.

Después del tramo me entero que Raúl Quesada y Tino Vega han tenido un pequeño golpe en esa misma última curva y que, aunque han conseguido cruzar la meta, los daños en el coche los obligan a abandonar. Son cosas de las carreras, ya lo sé, pero es jodido asimilar que toda la preparación y dinero invertido, se va a la mierda a las primeras de cambio, y sin haber hablado en ese momento con él, tengo claro que Raúl está muy jodido, y si un amigo está chungo, uno también se queda mal. Sea como sea, hay que seguir, por ellos y por todo. Como siempre pasa y siempre cuento, llego a la cama muy tarde y la dejo muy temprano al día siguiente. Esto es así.


Control Stop San Francisco Javier (foto: mi padre)

Empieza el segundo día. Son seis tramos, cortos pero intensos. Al salir de la asistencia en la universidad Fernando Pessoa saludo a los compañeros de azul que siempre van a ayudarme a mí cuando hace falta refuerzos. Un gusto encontrarse a buena gente, esta vez en su terreno.


En el Cenobio de Valerón corremos todo lo que podemos pero no nos llega. Nuestro coche es inferior en prestaciones y en las grandes rectas del principio y el final se nos escapa el tiempo. Seguimos terceros, pero empatados con el cuarto. Cuando vamos en enlace subiendo desde Guía a Fontanales por Montaña Alta nos damos cuenta de que acertaron con la alerta por calor. La temperatura sube un grado cada pocas curvas y cuando paramos a limpiar el cristal delante de los bares del barrio moyense, tenemos 41º. Por cierto, gracias al muchacho que justo abrió la puerta al pasar yo por delante y muy gustosamente nos prestó un fuchifuchi de Las Tres Brujas y servilletas para el parabrisas, que se había convertido en un cementerio de mosquitos. Llegamos a la salida en San Fernando sabiendo que la rueda que tenemos, con el calor que hace y la pinta que ya tiene, no va a funcionar del todo, pero nos equivocamos. El tramo sale bien y marcamos el mejor tiempo, que siendo el TC Plus nos suma unos puntos extras. No deja de ser anecdótico, pero es un pequeño triunfo.


En la asistencia larga decidimos cambiar a gomas un poco más duras, y luchar a brazo partido por el tercer puesto que ahora parece un poco más cerca, o eso creíamos. De nuevo calzamos neumáticos desconocidos. El nuevo compuesto RB5 es algo mas duro de lo normal y necesita ser calentada con mas energía que la versión anterior, según nos explica Nayra (distribuidora de Pirelli de competición en Canarias y conocida mía desde hace veinte años). Hacemos los deberes y desde que nos ponemos en marcha vemos que el comportamiento del coche es bueno, así que tiramos, pero volvemos a perder tiempo en el paso por las cuevas de los aborígenes.


En la nueva pasada por el municipio de los suspiros volvemos a darle duro y sale bien, pero seguimos en la pelea. Lo que perdemos en Guía, lo ganamos en Moya, así que las cosas están casi empatadas.

Queda una sección, dos tramos (uno favorable para uno y el otro, para el otro) y todo por decidir. No sólo nuestra lucha por el P3, sino también el triunfo del rallye está en juego. Nos comemos un mini bocadillo de tortilla mientras analizamos los datos mejorables con nuestro ingeniero Alejandro y vamos a por todas.

Intentamos correr todo lo que podemos saliendo del Pagador, pero ahora, a pesar de creer que se nos ha dado mejor, nos han cascado más. Por primera vez en toda la carrera, estamos fuera del pódium.


Queda un tramo. Cinco kilómetros y seiscientos metros de carretera. Estamos a 1.3 segundos detrás. En las dos pasadas anteriores hemos ganado, las dos veces por más diferencia de la que necesitamos ahora. En lo que esperamos en Jardín de Corvo para ir hacia el control horario, Julián me dice con cara de estar sintiendo ñañara: “Necesitamos un milagro para conseguirlo”. Lo miro a los ojos y le respondo con mucha finura y delicadeza: “Sshhh, ni milagro ni hostias. Vamos a ganar y punto, cojones".


En la salida estamos concentrados. No estoy nervioso, estoy a tope. Mi piloto me dice: “Alto y claro, con ritmo”. Mi respuesta: “Como siempre”. La suya: “Más”. Zanjo la conversación: “Hecho”.


Bajando a Moya (foto: Rayco Suárez)

5, 4, 3, 2, 1...va!!! Al poco de salir noto como el coche está un poco rebelde. No sé si las ruedas, el calor, los nervios o ir más a tope que nunca, pero algo pasa. Si es todo así, perdemos. En el cruce de La Fonda vamos mejorando 1 segundo nuestra pasada anterior y pienso: “No nos va a dar, hay que apretar más”. De ahí a la meta nos separan 2,9kms y tiene que ser, no queda otra. Durante la semana, mi hija Aroa me dijo que había soñado que me iba a chocar en el rallye del sábado, y yo le quité hierro al asunto sin darle importancia para que ella estuviera tranquila y, de paso, yo también. Llegando al cruce de Los Tilos me acordé de ella, pero no le iba a dar la razón a ese sueño. Decido subir el ritmo y adelantarme un poquito en las notas. Todo eso (lo de que había que correr más, lo de Aroa y lo de subir el nivel) lo pensé en medio segundo, en una zona donde es imposible pensar porque las notas se agolpan unas con otras a velocidad de vértigo. A veces la cabeza es tremenda. El caso es que cruzamos la meta habiendo mejorado nuestro tiempo en tres segundos. Hemos corrido como nunca, cruzando con creces los límites del coche y quizás los nuestros y no estoy seguro de que podamos tener ese nivel en muchos tramos de muchos kilómetros. O quizás sí, porque la exigencia del momento era esa y en otro, puede volver a ser igual y volveremos a dar la talla.


Al cruzar la meta le digo a Julián que pase lo que pase lo hemos hecho bien y tenemos que estar satisfechos. En el control stop no hay cobertura, así que no puedo comprobar los tiempos. Avanzamos unos metros y ahora sí, todavía con el casco puesto me sale un “¡¡tómalo!!”. Nos bajamos del coche y nos damos un abrazo (Julián se me tiró encima y lo cogí en peso). Cuando llegan Ayoze y Patricia también nos abrazamos con ellos, porque en cierto modo, hemos corrido a tope debido a la presión ejercida de ellos a nosotros y viceversa. Gracias a eso hemos disfrutado como hacía mucho que no lo hacíamos. Independientemente del resultado hay alegría porque nuestro objetivo (y creo que el de ellos también) es divertirnos y pasar momentos buenos, y en este rallye así fue.


Llegamos de nuevo a Gáldar y esperamos felices y contentos el turno para recoger el trofeo y regarnos de champán. De los seis individuos que formamos el cajón de premiados, soy el más rápido en abrir la botella y aprovecho la torpeza de los demás para mojarlos un poco, pero sin abusar. Brindis, picada de ojo y se acabó.


Otra meta, otro pódium, otro trofeo, otra experiencia. Me he vuelto a divertir y estoy muy contento por eso. Cuando uno trabaja tanto para tener todo controlado, el día de la carrera es un disfrute porque no tienes que preocuparte casi de nada. Para conseguir esa sensación hay que echarle horas y cabeza. Cuando se tiene la certeza de que se ha cumplido con el deber y encima ha sido divertido, es un lujo. De nuevo en Guía (donde me llevan otra vez de copiloto) me despido del equipo y pongo rumbo a la tranquilidad.


Esta vez, de madera

Ha sido un buen rallye. Como dije más arriba, estaba todo bien organizado por el equipo de la escudería Azuatil (Tino, máquina) y eso es un punto a favor para que los que corremos tengamos menos complicaciones. Los enlaces estaban perfectos de tiempo y eso también ayuda. En general, como siempre que he corrido el Comarca, le doy un 9 (un 10 no, que se acomodan).


Un día, en otra de las crónicas que haga les voy a contar cómo son las rutinas dentro del Skoda Fabia de Palmita Sport, que tramo a tramo se repiten y hace que todo se haga de forma mecanizada para no dejarnos nada atrás, pero eso, otro día.


Me despido dando las gracias como siempre a los sponsors que ponen los euros para lo que hacemos, a todo el equipo y familia de Julián por trabajar tan eficazmente y tratarme tan bien. Al propio Julián por seguir confiando en mí. A mi gente, chicos y grandes, porque uno es quien es gracias a quien tiene cerca. A ti por volver a perder tu tiempo para leer estas boberías que pongo yo aquí.


Próximo rally, el mío en Teror. Será puntuable para el regional por lo que estar arriba será complicado, pero lo preparamos bien, como tiene que ser.

Seguimos, siempre hacia una meta!!


PD. Dicen que celebrar un tercer puesto es de mediocres, y pueden tener razón. Tengo clarísimo que el segundo ya es el primero de todos los que no ganan, pero...disfrutar de pequeños triunfos en la vida es un puntazo, y el que no lucha, no gana… ni queda tercero.


PD2. Aunque casi seguro que no podré llegar al final en esa pelea ya que me faltarán carreras para seguir sumando, en el parón de verano voy liderando el campeonato BP de rallyes de Las Palmas en el apartado de copilotos. En cierto modo recompensa el trabajo hecho hasta ahora.




jueves, 26 de junio de 2025

RALLYE CIUDAD DE TELDE 2025: A PESAR DEL CALOR, ESTUVIMOS FRÍOS


Hola!!

Vamos a dejar plasmado lo vivido en el pasado rallye Ciudad de Telde, en el que terminamos en la sexta posición de la clasificación general.

Por las cosas del calendario, en el que medio se juntaban tres pruebas y por motivos laborales que nos impedían ir poco a poco, los reconocimientos del Telde se superponían con los del Gran Canaria (que finalmente se aplazó el día antes con todo preparado) y los del Comarca Norte (al que le cambiaron parte del rutómetro tres veces), por lo que el batiburrillo de libretas en mi mesa y datos en mi cabeza hace que tenga que estar atento para no mezclar.

Una vez tenemos todo controlado para la cita teldense, nos presentamos en Las Terrazas sin ninguna previsión ni objetivo. Al ser puntuable para el campeonato regional y no ser esa nuestra liga, más la presencia de algunos vehículos para los que los tramos son bastante favorables, hace que, como dijo Julián “la única presión que tenemos es la de las ruedas”.

Después de verificar y la ceremonia de salida, tenemos un tramo. Varias rotondas, algunas en sentido contrario, nos esperan. No hay nada que ganar pero se puede perder mucho. A ver si sale medianamente bien y no la cagamos. Cuando paramos a ponernos los cascos, primera sorpresa. En toooooooodas mis carreras anteriores siempre, pero siempre siempre, he comprobado en la asistencia antes de salir que los interfonos funcionan bien. En todas, menos en ésta. En algún momento lo llegué a pensar, pero como la pila se puso nueva en el Santa Brígida y no se había usado más, supuse que estaría todo OK. Craso error. Al ir a arrancar hacia el tramo, con tiempo suficiente todavía, enchufo mi casco y se oye raro, como muy bajo. Le digo a Julián que se enchufe y me dice que ya lo ha hecho y que no me oye bien. Giro las ruedas del volumen, muevo la clavija, la quito y la pongo, él hace lo mismo con la suya, pero nada, apenas nos escuchamos. Si con el coche parado estamos así, con el motor funcionando a altas revoluciones será imposible comunicarnos. Faltan cuatro minutos para entrar al control horario en San Gregorio. Estamos en Las Remudas, a cuatro minutos, con semáforo incluido. Vamos justos, pero hay que intentar cambiar la pila. Me aflojo los arneses y con la mano derecha cojo una nueva que siempre llevo en la mochila y me la pongo en medio de las piernas. Con la mano izquierda, casi sin ver porque tengo el hans abrochado y uso las tiras muy cortas, desenrosco el tornillo de la tapa de la centralita hasta que la puedo quitar, y sin que se caiga ni tapa ni tornillo, me lo cambio de mano para de nuevo con la izquierda destrabar la pila usada del capuchón y tirarla a la mochila. La maniobra sigue con el intento de poner la batería nueva en su lugar y trabarle los dos tetones en el capuchón. De momento, vamos bien porque los interfonos se vuelven a escuchar perfectamente. Queda ahora poner la tapa y girar el tornillo todas las vueltas que lleva hasta que todo queda cerrado. Lo he hecho todo en menos de treinta segundos y sin apenas ver lo que estaba haciendo porque la centralita está situada en medio de los dos sillones y estaba amarrado y con el casco puesto. Soy torpe, pero ambidiestro. Cierto es que podía haberme soltado los cintos y la tira izquierda del hans, pero en ese momento, no lo pensé. Con el problema resuelto salimos por la GC10 y la suerte nos sonríe porque el semáforo está apagado y nadie cruza en la rambla de Arnao, llegando al control horario hasta con un minuto de sobra. Eso sí, el calentón y la sudada ya no hay quien me lo quite. Hacemos el tramo sin mayores complicaciones, corroborando que era muy fácil cometer un error y equivocarte de carril o tocar un bordillo. En el control stop la preguntan a Julián que si le gustó el tramo y dice: “fue un poco trambólico”. Volvemos a Las Terrazas muertos de risa y terminamos la jornada. Entre unas cosas y otras, pongo la oreja en la cama casi siendo el día siguiente, y el despertador va a sonar a las 5:30. Dormir poco es habitual en estos casos.

Sábado por la mañana, tras el calentamiento de ayer, el rallye es hoy. Se me hace un poco tarde para partir desde Teror, pero al no haber tráfico llego a la asistencia a la hora convenida y preparamos todo para la primera sección.

Primera parada, en El Ejido y de camino al control, otra sorpresa. Mi rutina habitual es que cuando salimos hacia el tramo desde donde estemos parados (por cierto, siempre en sitios coherentes), me abrocho los cintos de abajo pero me dejo sueltos los de arriba, porque si me los pongo no llego a encender la cámara, cosa que hago justo antes de pasar la pancarta amarilla. Pero es verdad que aunque no me los abroche, los pongo en posición y los mantengo con la mano. Esta vez… no. Los dejé sueltos sin darme cuenta, o dándome cuenta y pensando que no iba a pasar nada, y vaya si pasó. Llegamos a Los Picos, enciendo la cámara, busco el arnés de la izquierda, lo coloco y lo abrocho. Busco el arnés de la derecha… y no lo encuentro. No está en la orejera del sillón, no está detrás de mi espalda, no está en ningún sitio. Queda un minuto para entregar el carnet, y yo sin amarrar (es obligatorio entrar en el control horario completamente equipado). El cinto tiene que estar en algún lado, así que paso a la acción. Me desabrocho los tres puntos que tengo anclados y el interfono, me giro hacia atrás y me pongo de rodillas en el sillón. Lo veo, está tirado al lado de la rueda de repuesto (¿¿cómo coño llegó ahí??). Meto mi mano izquierda por el hueco del backet y me pego todo lo que puedo a él a ver si llego. Lo rozo pero no lo puedo coger, mierda. Estiro mi brazo, mi mano y mis dedos y lo consigo acercar. Otro estirón más y lo traigo a su posición original. Me vuelvo a sentar como es debido y me coloco todo de nuevo. Operación hecha en menos de sesenta segundos. Entra, le digo a Julián. Lo que da de sí un minuto.

Los tres primeros tramos los hacemos sin estar del todo bien. Yo me noto algo aturullado y creo que es porque al hacer los reconocimientos siempre vamos bastante despacio, y aunque la última pasada que damos subimos algo el ritmo, no es lo mismo. Ya por experiencia y viendo como es el tramo y las notas, sé las zonas en las que tengo que apurarme o en las que no, pero esta vez me costó un poco coger el ritmo y me dio la sensación de que mi piloto, que siempre va colgado de mis notas, lo notó. En la meta de Cuatro Puertas me digo a mi mismo que eso no puede ser, y que me tengo que espabilar.

En la asistencia rotamos las ruedas y ablandamos un poco la suspensión del Fabia a ver si mejoramos el rendimiento y en la segunda sección, quizás debido a ese retoque o a que yo estoy más afinado, nos sale todo mejor y nos divertimos bastante. Las sensaciones son positivas aunque los tiempos siguen estando en un limbo que nos hace no tener pelea con nadie, pero sí que mejoramos nuestros propios registros, y eso es un plus de motivación. En el enlace de bajada por La Pasadilla, nos para Carmelo Mendoza y su familia y nos obsequia con agua fresca y bombones. No hay participante que se quede sin recibir ese detalle. Gracias!!

La asistencia antes de los tres tramos finales es algo más larga y se agradece. Esos minutos de relajación y un paseo por la sombra del parking interior del centro comercial me hace recobrar energías para lo que queda. Para esta última sección, en la que ya sí que no nos jugamos nada (menos todavía), volvemos a rotar las ruedas de sitio y se vuelve a tocar algo la suspensión para seguir probando. Ahora los tiempos son algo peores, pero es que tampoco las Pirelli están ya para muchas alegrías. Cruzamos la meta del último tramo sin muchos aspavientos, pero dándonos las felicidades por haber llegado al final. Ha sido un rallye raro y los dos lo sabemos, pero había que estar.

Llegamos al parque cerrado y sabiendo que no tenemos que recoger trofeo, la intención es irnos a descansar a la asistencia hasta que nos avisen de que vamos a pasar la rampa, pero nos dicen que nos quedemos allí y que lo haremos en pocos minutos. Finalmente, una hora y pico después, nos toca. Foto de rigor y ahora sí, a descansar. Noelia saca de la nevera una tarta de piña que había llevado Marcos y damos buena cuenta de ella. No sé si era el hambre, el cansancio o que estaba riquísima, pero nos supo a gloria. No comí más porque me dio vergüenza.

Y una vez abierto el parque cerrado, a casa.

Fue un rallye complicado de gestionar a nivel mental. Desde que salió la lista sabíamos que era complicado estar cerca de la cabeza, pero sí contábamos con tener alguna lucha contra los compañeros aunque fuera por obtener un puesto en el top 10. Las circunstancias de la carrera hicieron que se consiguiera ese mini objetivo, pero sin tener que pelear contra nadie, y eso nos descafeinó un poco.

Luego también costó cogerle el punto a los parones. En los enlaces entre tramo y tramo sobraba mucho tiempo, cosa de agradecer ya que en otros rallyes apenas da tiempo de ponerse el casco y seguir, pero es verdad que te vas enfriando. Tanto parábamos en Las Majoreras, que resultó que Julián hasta entró a visitar un taller ya cerrado de un amigo jubilado que vivía justo allí. Al llegar a los reagrupamientos también teníamos mucho tiempo muerto, con las asistencias a pocos metros. A los iluminados que votaron para que no se pudieran unificar los parques de trabajo con los reas, siempre les podremos dar un fuerte aplauso. También nos minó un poco la moral los intervalos de salida, que en algunos casos llegaron a ser de cinco minutos. Gestionar una carrera es complicado, lo sabemos de buena tinta, y se toman decisiones por uebos para favorecer el timing del rallye que puede perjudicar a los que corremos, pero por lo menos una explicación a esos parones en los que estábamos a 40 grados, nos faltó.

A favor totalmente y agradecidos de que el entramado del rallye fuera en el centro comercial Las Terrazas. Está bien comunicado, no molestamos mucho, hay espacio y parking de sobra, tenemos baños, tiendas, bares, supermercado… es ideal, las cosas como son.

Es momento de sacar conclusiones. Cumplimos el expediente y poco más. El Skoda Fabia no dio ningún problema y corrimos con las mismas ruedas, que eran nuevas pero llevaban ya tiempo en el garaje. Nos divertimos sobre todo en la sección intermedia y fuimos gestionando lo mejor que pudimos el involuntario bajoncillo moral que teníamos.

Ahora queda coger lo positivo de todo ésto, como que mi trabajo previo en cuanto a enlaces, tiempos y logística fue correcto, y terminar de preparar la siguiente carrera, que es inminente, ya que el día 4 de julio estaremos con el casco puesto en la zona norte de nuestra isla.

Agradecemos a los patrocinadores que hacen posible que podamos correr (por ejemplo el patrón de Diasán estuvo mucho rato allí con nosotros).

En el plano personal, dar las gracias como siempre a Julián y al equipo por seguir confiando en mí para copilotar en esta aventura.

Seguimos, siempre hacia una meta.


PD. Esta vez no pongo fotos, porque no tengo tiempo.

martes, 8 de abril de 2025

RALLY VILLA DE SANTA BRÍGIDA Y LPA TRAIL 2025: ADELANTANDO

¡¡Hola muy buenas!!

Hace casi un año de la última vez que me senté frente al monitor y mis dedos bailaron por el teclado para contar cosas de mis carreras. En aquella ocasión se dio la circunstancia de que se me juntaron en la misma semana una trail y un rally. Ahora me ha pasado lo mismo, aunque en el orden inverso.

Para meternos en contexto te cuento que en las primeras semanas del año recibo una llamada de Julián Falcón comentándome que tiene intención de hacer varias carreras en nuestra isla y que le gustaría contar conmigo en las labores de copiloto. Yo, que de momento no tenía planteado correr nada de forma estable sino alguna cosa suelta si es que surgía, quedo atraído por el ofrecimiento, ya que las condiciones que me plantea son favorables. Unos días más tarde nos sentamos cara a cara y nos ponemos de acuerdo rápidamente. El planteamiento es ir haciendo uno a uno todos los rallyes de Gran Canaria (menos el Islas Canarias) sin presión y sin más objetivo que pasarlo bien y disfrutar. Estamos de acuerdo, así que lo refrendamos con un apretón de manos y… a trabajar.

Lo primero es ponerme en forma. De una vez por todas decido que, esta vez sí, tengo que bajar de los 80kg, por lo que empiezo un plan de entrenamientos y contención alimenticia con la meta de estar todo lo fino posible el último fin de semana de marzo, fecha de la primera carrera en el coche y fecha además de la LPA Trail, a la que me inscribo para que me sirva también de motivación.

Cuando vamos a preparar las notas de los tramos, tenemos claro que el primero va a ser bastante complicado, ya que se va a correr de noche y tiene un trozo en el que el piso es de cemento. Desde el primer momento decidimos que ese y también la otra especial nocturna van a ser de puro trámite para nosotros.

Avanzan las semanas y poco a poco lo vamos teniendo todo preparado. Mi nuevo casco Bell queda rotulado de forma espectacular por el amigo Cristian, de C&N Rotulaciones y ya sólo queda presentarnos en Sataute con el número 2 en las puertas teniéndolo todo controlado, como debe ser. El único pero es que me quedé a las puertas del objetivo del peso por 400 gramos, aunque durante el rallye bajaré eso y bastante más. 

Quedó precioso. Gracias por la ayuda!!


Viernes 28 de marzo, ceremonia de salida. Es el 50 cumpleaños de Julián y pasamos la rampa con alegría, pero estoy nervioso. Los cincuenta minutos que estamos en la asistencia se me hacen eternos. Una vez controlo el tema de las ruedas y demás labores, no puedo pararme quieto. Bailo, camino, subo, bajo, voy, vengo... Noelia me intenta tranquilizar dándome conversación, pero estoy frenético.

Por fin, nos vamos a los tramos. Empieza el rally, empieza la temporada. Sigo algo acelerado, pero tengo que reconocer que cuando me pongo el casco algo en mi interior se conecta (o se desconecta) y me olvido de todo. De un momento a otro paso a estar totalmente concentrado y mi cerebro deja de pensar. Así es como quiero estar, por lo menos hasta el domingo a mediodía cuando acabe los 11,4kms de la trail.

Finalmente el primer tramo, con sus trampas y su cemento, no se da mal y teniendo mucho cuidado, llegamos a meta con buenas sensaciones. En el segundo, que se supone que era algo más fácil, quizás pecamos un poco de precavidos y el tiempo es algo peor de lo esperado. Julián está algo decepcionado, pero le digo que no se preocupe, que al día siguiente hay mucho que correr y que si adelantamos algunos puestos (terminamos quintos por la noche) nos sabrá mejor.

Acabo el día cansado, sobre todo del estrés de los momentos previos a empezar a correr, pero una ducha hirviendo y un descanso tranquilo me cargan las pilas para lo que nos espera.

Sábado, 29 de marzo. El primer tramo es difícil, pero si sale bien podemos empezar la revancha. Salimos a un ritmo altísimo y antes de la mitad yo me doy cuenta de que la cosa va bien. Quizás el tiempo no sea bueno, igual no le ganamos a nadie, pero el ritmo que llevamos hace que las sensaciones sean brutales, de las mejores que recuerdo a bordo de un coche de carreras. En algún momento pienso que no puedo pensar, porque si pienso que estoy pensando, me quedo atrás, así que no pienso y sigo a lo mío. Al llegar a la meta le digo a mi piloto que me lo he pasado “que te cagas”. Él también lo ha disfrutado, así que ya estamos sonriendo para todo el día.

El tramo 2 es algo más sencillo que los otros, pero también tiene su aquel. En La Atalaya hay como una mística especial. Aunque no está dentro de los tramos más repetidos en los famosos rallyes de “El Corte Inglés”, correr allí siempre mola.

Toca ahora el paso por Tenteniguada, con dos zonas estrechas que pueden esconder alguna sorpresa, por lo que habrá que tener cuidado. Al poco de salir, cuando nos adentramos en el barrio del Colmenar, la carretera pasa a ser infundibuliforme, y aunque no levanté la cabeza hasta que volvimos a salir a la zona ancha, llego a percibir lo bien que negocia Julián un cruce muy cerrado con el freno de mano, que ya tiene dominado.
En la meta compruebo que, debido a nuestro buen hacer y a unos problemillas en el coche de Raúl Quesada y Dani Sosa, nos colocamos delante de ellos con una exigua ventaja de 2.3 segundos, por lo que todavía queda mucha tela que cortar.
Descansamos en el reagrupamiento y la asistencia, aunque poco. La idea inicial era seguir con las mismas ruedas rotándolas de eje, pero el equipo decide que vamos a luchar por mantener el segundo lugar con más garantías, así que… cuatro nuevas. Con eso y el cambio de la de repuesto al piso y viceversa, completamos el cupo de 12 neumáticos que se permiten usar. Todo controlado, claro.
De nuevo en el tramo largo nos tiramos bastante a lo bruto y mejoramos nuestro tiempo, que sumado a una calada de motor del Hyundai de Raúl hace que afiancemos la posición y que podamos afrontar lo que queda bajando un pelín el pistón para no cometer errores.
En los dos últimos tramos administramos la diferencia usando la cabeza y cruzamos la meta en las inmediaciones de San Mateo felicitándonos por el buen día que hemos tenido. Estamos contentos por el puesto conseguido, pero sobre todo estamos pletóricos porque hemos hecho un buen trabajo. Nos hemos compenetrado a las mil maravillas, no sólo nosotros dos sino todo el equipo, así que experimentamos la sabrosa satisfacción del deber cumplido.
En el control stop nos esperan para abrazarnos Raúl y Dani. Estoy segurísimo que a poco que el Hyundai se lo permita, vivirán alegrías más grandes que la de este tercer puesto. Yo, aunque me siente en otro coche, estaré cerca para disfrutarlas con ellos. 
Las relaciones personales son lo importante (foto: canarias_rally_motorsport)

A primera hora de la tarde, con el gran Ángel Arencibia a los mandos de la ceremonia, recogemos los trofeos como los segundos clasificados de esta edición del rallye Villa de Santa Brígida, que nos hace ser los primeros del “resto del mundo”, ya que el nivel del Citroën C3 y Luis Monzón y JC Déniz es imposible de seguir ni de lejos. Eso es otra liga y todos lo sabemos. 
Entrevista fuera de protocolo. Es lo que tienen los amigos (foto: Carol Jiménez)

Regreso a casa, apestando y empegostado por el champán, embotado en las reflexiones habituales post-carrera mezcladas con las conversaciones de mis hijos sobre cientos de temas a la vez, que intento ordenar para que les queden las cosas claras. Poco a poco.

Cuando termina el día y se cambia la hora, asimilo que voy a dormir poco y que el descanso para correr mañana va a ser algo escaso, pero estoy empeñado en que voy, y voy.

Domingo, 30 de marzo. A las 9:00 de la mañana correteo por el campo de fútbol de la ULPGC intentando movilizar mi cuerpo y sintiendo la molienda del día anterior. Aunque la gente crea que vamos todo el tiempo sentados (que es verdad), ir de copiloto produce un gasto físico y mental que hace que el cuerpo se resienta, y más el mío que voy ya tirando a viejo.

Cuando falta poco para la salida y tengo dudas de si seré capaz de llegar a Vegueta de una pieza, consigo motivarme y vuelvo a empeñarme en que voy, y voy. En el primer kilómetro, que discurre por el interior del campus universitario, voy adelantando gente poco a poco. Cuando voy bajando al barranco miro para el otro lado y veo que delante de mí va un grupo grande de gente, pero cuando lo voy subiendo y miro al lado contrario, compruebo que por detrás hay un rancho enoooorme de runners. Por todo el Guiniguada voy a un ritmo vivo. Tener el sol en la cara todo el recorrido no me ayuda, pero en algún momento de debilidad hablo sólo y me digo que levante la cabeza, que estire las zancadas y que siga. No me doy ni cuenta de que los metros van cayendo y llego al avituallamiento muy fresco, a tope. Me mojo la cara y la cabeza para refrescarme, cojo unas cuantas pastillas de goma y sigo. No sé por qué, decido metérmelas juntas en la boca y aunque las voy masticando despacio, se me hace una bola que parece silicona, por lo que tengo que acabar escupiendo la mitad debido al riesgo de morir asfixiado. Al salir al asfalto decido apretar, más. Mi objetivo era terminar en menos de 75 minutos, pero si me apuro puedo llegar a ser capaz de bajar de los 60. Vuelo (dadas las circunstancias y comparado conmigo mismo en otras carreras) por la calle Juan de Quesada para girar hacia la catedral y cruzar la meta en Santa Ana parando el crono en 1 hora justa, ni me lo creo. Cuando me paro tengo que sentarme porque, ahora así, el cuerpo me manda una señal de que ya está bien de esfuerzos. Por simple curiosidad le pregunto a mi padre que si habré llegado entre los 390 primeros y me dice: “no han llegado ni 100 antes que tú”. Aunque me da igual el puesto y las clasificaciones ya que siempre corro por el simple hecho de hacer deporte y superarme, siempre mola verse lo más arriba posible, así que miro los tiempos y cuál es mi sorpresa al verme en el puesto 78º de los casi 400 que salimos. 

Pensé tener mejor cara..

Igual que el día anterior, vuelvo a casa enfrascado en las charlas de Aroa y Adrián sobre todo y sobre nada a la vez, pero contento por las sensaciones del fin de semana entero.

Cuando uno se embarca en proyectos que suponen dedicar tiempo y esfuerzo nunca tiene muy claro el resultado que se va a conseguir, pero dicen que las cosas que el destino nos tiene preparadas son inimaginables, y esta vez todo ha salido bien. Bueno, no es que haya salido bien, es que lo hemos hecho bien. Una vez leí que alguien dijo: “mientras más horas le dedico, más suerte tengo” y yo la completo con una reflexión mía: “la suerte es del que la busca, no del que la espera”.

En fin, que fue un fin de semana muy productivo y muy positivo. Aunque puedo equivocarme porque de 101 carreras que he hecho es complicado acordarme de todo, sí puedo decir que este rally de Santa Brígida ha sido de los más divertidos que recuerdo. Los tramos, el coche, el pilotaje de Julián y… el alto nivel de copilotaje (toma ya!!) todo mezclado hicieron una combinación casi perfecta para que pudiéramos vivir eso. Me volví a sentir copiloto de verdad. En la trail también disfruté porque me sentí cómodo en todo el camino, no sufrí y me lo pasé bien.

Me quedo con todo eso, con las sensaciones y la diversión, que no es poco.

Aquí me despido. Antes de empezar a escribir me surgieron dudas de si merecía la pena, ya que las últimas veces apenas nadie quiso leer mis aventuras, pero luego pensé que aunque a nadie le interese, así quedan guardadas por escrito mis memorias, por si mis hijos quieren hacer un libro y publicarlas cuando yo no esté.

Nada más. Resumo toda esta cantidad de palabras en que, en general, lo disfruté y estuve bien, física y sobre todo mentalmente, y eso no se da todos los días.

Gracias a Julián y su equipo por cederme la carta de navegación y fiarse de mí en todo momento para marcar la pauta. Espero (y eso creo) que lo haya hecho bien.

Nos vemos en la próxima!! Siempre hacia una meta!!









jueves, 4 de julio de 2024

RUTA DE LOS MOLINOS Y RALLYE ISLA DE GRAN CANARIA 2024: CUMPLIENDO EN SAN MATEO

Hola, ¿qué tal?. No hace falta que contestes, es un saludo de cortesía para poder empezar a escribir.

En esta entrada del blog, que por cierto, está publicada pero no publicitada, por lo que si la estás leyendo es porque… no sé por qué, la verdad. Hago esta crónica para que estén todas hechas, sin más.

Como decía, en esta ocasión voy a intentar contar de forma resumida la experiencia vivida en San Mateo tanto al correr la Ruta de los Molinos como el rallye Isla de Gran Canaria en sus ediciones de este año 2024.

Para ponernos en situación hemos de aclarar que ni por asomo tenía previsto que nada de esto sucediera, ya que a nivel rallyes no me había llamado nadie para correr nada este año y en cuanto a las trails, estaba inscrito en la Entre Cortijos de Montaña Alta para la que estaba entrenando, pero por inclemencias del tiempo, no recuerdo si por calor o lluvia o viento o algo, procedieron a cambiar la fecha y la nueva ubicación en el calendario me dejaba sin la oportunidad de correr por motivos laborales. Ante esta incidencia, miro el calendario llamado graciosamente “CaRUNdario” en la web de Cima Running y veo que por fecha, distancia y ubicación me cuadra apuntarme a la Ruta de los Molinos en San Mateo, prevista para el jueves 30 de mayo. Eso me supone un ligero trastoque en la planificación de los entrenos, que tampoco es que me vuelva loco yo con eso, ya que el tiempo del que dispongo es limitado, pero al estirarse en el tiempo mi objetivo, pues hay que seguir. En un primer momento la idea es ir a ver el recorrido cuando falten algunas semanas para el evento, pero por unas cosas o por otras no me cuadra, así que me conformo con ver el track en el monitor, fijando el punto de salida y meta delante de la iglesia. Con eso tengo.

Y llegó la semana del rallye Islas Canarias, en la que iba a ser y fui un espectador más, como siempre me ha gustado ser, aunque aprovecho para confesar abiertamente que me aburrí tanto que casi pierdo la afición por el motor. Estando en Artenara viendo el tuesday test recibo llamada de Julián Falcón invitándome a correr el Gran Canaria. Allí mismo valoro la situación de fechas, trabajo y tramos y decido que los condicionantes se dan de forma favorable para que esa sea mi carrera número 100. Ya con eso me doy cuenta de que voy a pasar mucho tiempo en La Vega durante tres días, y además no sólo en el municipio sino que la trail cambia parte del recorrido y resulta que la plaza donde será la salida y meta es la misma donde serán los reagrupamientos y la llegada del rallye, y como finalmente no pude ir a ver in situ el trazado, lo que hago es mirar bien en el mapa por donde tenemos que pasar para tener una idea aproximada de lo que me espera, viendo que recorreré a pie varios centenares de metros que horas después transitaré en el coche de carreras.

Bueno, pues una vez que está todo preparado, contamos lo sucedido.

El día de Canarias amanece con sol (como todos los días, pero me refiero sin nubes), lo que vaticina un calor nada agradable para hacer deporte. Para ir ya mezclando la trail con el rallye, aparco mi Berlingo en el sitio donde será la asistencia al día siguiente.

Antes de salir le digo al amigo Ángel Arencibia la manida frase de “nos vemos en la meta” y así iba a ser porque la llave del coche la tengo yo y va a tener que esperar a que yo termine, pero no por el camino. Aprendida la lección en la LPA Trail donde me quedé muy atrás en el cajón de salida y eso ralentizó (más) mi ritmo de carrera, me coloco a la mitad del grupo y empiezo con buenas sensaciones. En general toda la primera mitad es subiendo y buena parte la hago caminando, como el paso por el Lomo de los Ingleses, lugar de la salida de uno de los tramos del sábado. Aunque las cuestas me cuestan, me encuentro bien, por lo que una vez el camino es favorable para correr me dedico a trotar a mi ritmo disfrutando del bonito paisaje y entorno. Mi resistencia cardiopulmonar y mi tren inferior están funcionando correctamente, pero en un tramo del sendero donde el desnivel es mínimo pero la inclinación es bastante (el camino es llano, pero está cambado) hay que forzar los apoyos y eso hace que empiece a notar un dolor en un dedo del pie porque se me ha movido el calcetín. Por un momento pienso parar y colocar todo en su sitio, pero prefiero seguir por si acaso sea peor el remedio que la enfermedad. Llegando al kilómetro 10 ya estoy seguro de que tengo una rozadura importante en ese dedo y me está jodiendo bastante. No iba rápido, pero tengo que aflojar todavía más. Me duele y voy incómodo, pero no voy a retirarme. La última parte, que era la misma que habíamos pasado hacia arriba a primera hora, se me hace bastante larga porque el calor en el totizo me empieza a agobiar y porque tengo “las patas partías”, más concretamente el dedo corazón del pie derecho. Cuando desemboco en la calle El Cantillo, vía que también pasaré en el rallye, ya casi está el trabajo hecho y solo queda cruzar el arco de meta haciéndome el chulo mientras el crono marca las 2 horas exactas desde que tomé la salida. Tenía previsto tardar menos tiempo, pero era una previsión ficticia porque no tenía idea real de cómo era el recorrido ni de cómo iba a estar yo. Cierto es que sin el percance del dedo podía haber rebajado la marca en algunos minutos, pero vamos, lo mismo es. Yo corro por el hecho de superarme, de hacer deporte, de quemar calorías y por tener la cabeza motivada en hacer algo, el tiempo que tarde en llegar a las metas es lo de menos. El caso es que me he dado cuenta de que tengo que mejorar la gestión de las carreras, porque desde que estoy aficionado al tema del trail running, empiezo y termino las carreras al mismo ritmo, sin acelerar o aflojar el paso. Para entendernos, yo pongo mi velocidad de funcionamiento de piernas a un ritmo lento y constante y así voy toda la carrera (descontando las subidas empinadas, donde ahí casi todo el mundo camina despacio) sin acelerar en las zonas llanas que permiten correr por el miedo a gastar fuerzas. Mi propósito actual, en lo que busco alguna prueba que me cuadre, es entrenar aprendiendo a correr, pero eso sí, siempre sabiendo mis limitaciones y mis objetivos.

Vamos ahora a contar rápidamente el desarrollo del rallye, donde no me voy a entretener mucho.

Como ya dije al principio, salir en esta prueba cuadró de rebote pero cuadró bien. Los tramos me gustaban, el coche era bueno y el piloto conocido.

No me costó mucho trabajo ponerme en marcha ya que, aunque la última vez que corrí fue el pasado mes de octubre, de momento sigo conservando una extraña facilidad para tener todo bastante controlado (en cuanto a rallyes). Los entrenamientos son pocos pero buenos, como debe ser. A ninguno de los tramos le dimos más de seis pasadas, y a alguno ni llegamos a esa media docena. Si las notas están bien estando piloto y copiloto cómodos con ellas, suficiente.

Sin darme apenas cuenta, mesturando la trail con el rallye y demás historias, estoy en la salida. No me he subido al coche pero dicen que es de los mejores R5 que hay.

Con eso y con todo, salimos en San Lorenzo. A mitad de tramo vemos humo y al avanzar vemos que el coche que salía delante tiene un conato de incendio. En el Araloc no se activa la señal de parar, hay bastantes aficionados y vemos a piloto y copiloto fuera del coche. Aun así le digo a Julián que frene por si tenemos que ayudar, pero el comisario de seguridad nos indica que no paremos y que sigamos, y así hacemos. Luego se formó revuelo porque no paramos, pero decidimos lo que decidimos por las circunstancias que se dieron en ese momento. Teníamos que haber parado, puede ser, pero nos mandaron a seguir y seguimos. Nos llamaron “a declarar” y explicamos lo que pasó, mostramos videos, hablamos con los miembros del equipo implicado y ya está. No hay que darle más vueltas, o por lo menos yo no se las voy a dar.

En cuanto al sábado se puede resumir todo en que disfruté mucho, ya que el coche es muy bueno a nivel de rendimiento, pero también lo es en cuanto a habitabilidad. En todo momento fui cómodo tanto en los tramos como en los enlaces. Encima conseguimos ganar aunque en ningún caso era el objetivo, así que maravilloso todo.

En el regreso a casa se vuelve a dar otra vez la circunstancia de que en alguna parte del mundo se está jugando un partido importante de fútbol y no lo estoy viendo sino oyendo por la radio. Supongo que es por estadística, pero en las cien carreras que llevo, por lo menos en diez o doce me ha pasado eso y no deja de ser curioso. En este caso llegué a tiempo de ver como el Madrid levantaba otra Champions mientras me bebo una zarzaparrilla.

No queda más que agradecer a quien hizo posible que esos 3 días campando por San Mateo fueran bastante positivos.

El amigo Ángel (buen comercial, genial speaker y mejor persona) que tuvo a bien ir a correr conmigo y esperarme un rato en la meta.

Los compañeros de trabajo por facilitarme los cambios de turno.

Julián Falcón y todo su equipo por hacer las cosas bien hechas y por darme la oportunidad de volver a formar parte de lo suyo, aunque fuera un rato.

Perico Domínguez, que me prestó el casco y el mono para ir a juego con el piloto.

Mi familia que siempre está, incluso esta vez en el control stop del último tramo.

Y nada más, me quito esta crónica de encima, la de mi carrera número 100 como copiloto, la de mi victoria absoluta número 5 y quien sabe si la de mi última vez. Casi nadie se acuerda ya de uno, a pesar de que todos saben (o deberían saberlo) que soy el mejor, o eso dice mi hijo.

Como ya he dicho en otra ocasión, ahora está de moda otro estilo de trabajo al que yo hago, pero no hay problema, sin rencores ni dramas. Si me llaman, me interesa y nos ponemos de acuerdo, corremos. Si no, seguiremos como de costumbre, siempre hacia una meta.



lunes, 6 de noviembre de 2023

RALLYE ISLA DE TENERIFE HISTÓRICO 2023: RONCO Y SUDADO, PERO CONTENTO

 

Permíteme que empiece esta entrada haciendo un guiño al gran Pepe Domingo Castaño, leyenda de la radio que falleció hace unas semanas, así que… Hola Hola!!!!

 

El objetivo de este relato es contarte lo vivido en la isla de Tenerife a final de octubre, cuando me vi subido a un coche de carreras casi sin darme cuenta, sin tenerlo ni medio pensado y sin tenerlo del todo permitido a nivel médico (me faltaba un mes para el plazo acordado con el cirujano).

 

Los primeros días del décimo mes de año, en medio de la conversación casi diaria que mantengo con Raúl Quesada surgen varios nombres y varias dudas: Perfecto Calviño, Nacional de Históricos, reglamentos, tramos de un rallye en la isla picuda...

Poco a poco vamos resolviendo las incógnitas y una vez me organizo con las fechas, me veo inmerso en la preparación del 49º Rallye Isla de Tenerife Histórico a bordo de un Porsche 911 Proto. Hace diez meses que no corro, y cuatro más si es fuera de Gran Canaria. Este año que ya casi se acaba iba a ser otro en el que, a pesar de haber tenido algunas posibilidades, no iba a correr. Además, también este 2023 estaba suponiendo un cambio en mi mentalidad respecto a los rallyes, ya que a partir de un problema médico algo grave que tuve en mayo, decidí vivir las cosas de otra manera, sin obsesiones y sin dedicaciones extremas como había hecho siempre. Pero claro, las circunstancias se dieron favorables para correr esta prueba y no iba a ponerme el casco sin preparar todo como es debido, porque aunque a nivel aficionado me tome las cosas de otra manera, siendo copiloto eso no puede ser. Rutas de entrenos para optimizar el tiempo y repaso del road book me roban algunas horas frente al ordenador, pero lo hago con ilusión. Estoy motivado.


 

Con todo mi papeleo hecho en la librería Trébol y mis playeras de Cima Running, el sábado 21 cogemos un vuelo a primera hora y sin que haya casi amanecido empezamos con la toma de notas y reconocimientos. El día nos cunde bastante bien y hasta adelantamos el vuelo de vuelta, que resultó que después tuvo retraso y salió más tarde del que teníamos previsto inicialmente, que ni siquiera llegó a salir. Cosas que pasan en Los Rodeos. Volvemos a casa con los deberes hechos y con buenas sensaciones, aunque con algo de respeto a los rasantes de Atogo. Raúl, nuestros sistemas de trabajo y yo nos hemos entendido bien a pesar de que habían pasado cinco años desde la última vez que compartimos habitáculo, en el rallye de La Oliva de 2018 a bordo del añorado Citroën AX 4x4. 

A Raúl le daba igual la hora del vuelo...

 

Una vez confirmado que todo el trámite digital que hice para la inscripción está correcto, el miércoles 25 volvemos a los tramos. Esta vez nos desplazamos en barco para llevar el coche de entrenos, un VW Polo que llegó a ser “muleto oficial” de Toñi Ponce hace alguna década.

Mientras esperamos el embarque en Agaete vuelve a pasar por mi cabeza la cantidad de buenos ratos que he pasado allí, y no en la fiesta de La Rama a la que no he ido nunca, sino porque el Puerto de las Nieves siempre fue un punto de encuentro de mi familia materna y grupo de amig@s en determinados momentos de nuestras vidas. 

Recuerdos de una vida, de mi vida

Evocando historias del pasado culeto (así le dicen a las gentes de Agaete), entre las que se me mezclan las idas y venidas a la Academia Canaria de Seguridad en 2010 junto a Fran Cazón (DEP) y vari@s más, llegamos a Santa Cruz y atracamos al lado de un enorme crucero. Igual te parece una idiotez, pero siempre me ha impresionado que los barcos floten, y que lo haga uno de ese tamaño es una pasada. Que haya ingenieros que hayan sido capaces de diseñar tremendo invento, pero que una transferencia bancaria de un dinero digital que ni existe físicamente tarde un día, da como poco para unas risas.

Un barco más grande que cuatro campos de fútbol

Una vez dejamos los bártulos en nuestro cuartel general situado en Igueste de Candelaria, nos vamos a entrenar, de noche, al estilo Quesada. Casi a la hora del cierre, paramos en la “gasolinera de la suerte” y compramos lotería de Navidad. Yo no soy aficionado a esos azares, pero allí de día la gente hace horas de cola para conseguir un décimo, así que en ese momento en el que no hay nadie decidimos aprovechar.

Damos rueda hasta las 3 de la mañana y nos vamos a dormir con la tranquilidad de que tenemos los tramos dominados y todo bastante claro.

Con pocas horas de sueño volvemos a la carga, pero ahora de día. Queremos ver algunas cunetas traicioneras para tenerlo todo controlado. Almorzamos en el asador Rincón de Chasna, mismo sitio donde habíamos parado el sábado anterior. Buena comida, buen trato y buen precio, recomendable. Allí coincidimos con los integrantes de los otros coches del equipo que gestiona el nuestro.

Respetando el plan previsto, dormimos una siesta larga para luego estar bien despiertos a la hora de dormir, y en la segunda y última noche de entrenos seguimos puliendo detalles. Sin contar el taponazo que se llevó un gato (siguió vivo) y las risas que nos echamos a costa de la peste a muerto que yo creía que se había quedado en el coche pero que finalmente era una zona concreta debido a una depuradora o algo así, todo fue como teníamos pensado. Los rasantes de Atogo ya no nos dan miedo y coincidimos en que el tramo que más nos gusta es Arico.

La noche es nuestra. Quesada style

 

El viernes decidimos madrugar con la intención de vernos con los miembros del equipo y poder ajustar sillones, cintos y demás. Tenemos que pegar también las pegatinas de los patrocinadores de Raúl y queremos probar el coche aunque sea rodando despacio en cualquier sitio. Después de esperar toda la mañana en el Parque Marítimo viendo coches que evocan buenos recuerdos, finalmente empezamos con esas labores casi a la hora de comer. Antes de verificar lo tenemos todo hecho menos probar el coche, por lo que tiene pinta de que el primer tramo de mañana será el que usemos para eso. 

Tito Delecour

Éstos no corrían, pero son preciosos



Después de mucho pensar, una vez hecha de la ceremonia de salida y aprovechando una laguna reglamentaria, nos acercamos a Cuesta las Tablas y le damos un poco de caña al Porsche. El test dura sólo 10 minutos, pero ya me sirve para darme cuenta de que el día siguiente va a ser complicado.

 

Sábado 28 de octubre de 2023, día de la carrera. Los nervios habituales del primer enlace no caben en mi cabeza, ya que todo el espacio lo ocupa la agonía de ir dentro del habitáculo a 40 grados soportando unos 80 decibelios. Insoportable, insufrible, incómodo, incomparable, inaguantable, inadecuado, incesante…

Quien me conoce sabe que no llevo nada bien ni el calor ni los ruidos altos, así que te puedes imaginar mi sensación en ese enlace de 50kms por la autopista. Por supuesto, el coche no tiene ventanilla normal sino una escotilla corredera, por lo que allí dentro no se podría acecinar porque no hay absolutamente nada de aire. Más bien se podría cocinar directamente.

Bueno, mentalizados de que los enlaces van a ser jodidos, vamos al lío de los tramos.

Todo preparado antes de salir

Nos han advertido de que en las salidas, este tipo de coche es propenso a calarse con facilidad, por lo que hay que tomarse la arrancada “como saliendo de un semáforo” nos han dicho. Al margen de eso, que hace que en los primeros 50 metros vayamos parados, el ritmo de la primera pasada por Arico es sorprendente. Se va rápido y los vaivenes de la carrocería al girar, acelerar y frenar hace que sea complicado de gestionar. En la inaugural de Atogo ya Raúl ha sabido adaptarse a las peculiaridades del YaCar y le perdemos el respeto ya del todo, tanto al coche como a esa endiablada carretera. En la primera parte del tramo largo no se alcanza mucha velocidad al ser subiendo, pero bajando La Martela cogemos un ritmo guapo hasta que Raúl me informa sutilmente de que las ruedas que tenemos no son las más adecuadas. Él usó otras palabras un poco más explícitas, pero el mensaje era ese. Llegando a meta alcanzamos a otro participante y al ver que no se arrima Raúl me dice: “¿y éste qué?” Le digo que pase con cuidado a punto de descojonarme de risa.

Primera sección completada. No se ha roto nada (sin contar la dirección asistida que va y viene y las puertas que no cierran del todo bien) y nos hemos divertido yo creo que bastante. De momento, todo correcto.

 

En la segunda vuelta a los mismos tramos la idea es subir un poco el ritmo para mejorar los tiempos. Tenemos el pódium a sólo 2 segundos y queremos intentarlo.

El discurrir por Arico fue una pasada. En algún momento en el que mi cabeza se permite pensar, tengo la sensación de que nunca en mis 98 carreras anteriores me he divertido tanto. El ritmo es tan bestial que seguro que batimos todos los récords habidos y por haber de ese tramo. En la meta tuve la sensación (y creo que lo dije en voz alta) de que había sido el tramo de nuestras vidas, o por lo menos de la mía. Fue flipante. Uno de esos momentos en los que es posible que merezca la pena dedicarle el tiempo que yo le dedico a preparar las carreras. Luego resultó que el tiempo no fue para tanto, pero nos sirvió para recortar otro poco y acercarnos todavía más al P3.

Arico, tramazo. Libreta delante, no me hace falta ver la carretera.

En la salida de Atogo 2 una mosca molesta a Raúl y se nos cala el coche (no sé si por la mosca o porque estos coches son mucho de calarse). Perdemos 12 segundos antes de salir volando a un ritmo suicida. En meta vemos que perdemos justo ese tiempo con el scracht y encima se nos aleja el tercer escalón de la categoría. De nuevo mi piloto me comenta con suaves palabras pero nuevamente explícitas lo ocurrido cuando se nos caló en la salida y casi no arranca, así que el plan es exprimir el acelerador subiendo El Frontón para tirarnos a lo loco por La Martela. A mitad de bajada parece que el plan funciona porque las referencias intermedias son mejores pero… nos rascamos un trompo en una horquilla cerrada de izquierdas. Entre hacerlo, dar la vuelta y seguir la marcha, otros 15 segundos a la mochila, lo que nos hace alejarnos definitivamente de las opciones de pódium. Encima volvemos a alcanzar al mismo de esta mañana, y ahora Quesada se mete por dentro loco perdido al estilo moto GP. Claro, llevamos motor de la Suzuki de Kevin Schwantz...

Para los 4 tramos que quedan ahora la consigna es únicamente divertirnos sin mirar el crono. Si acabamos pues bien, y si se rompe allí se queda.

 

En un largo reagrupamiento en la plaza de la Basílica de Candelaria, la eficaz y eficiente encargada de la misión de ser Relación con los Participantes, Yaisa (es con S, porque es con S y ella lo dice) explica coche a coche el procedimiento de los controles para la salida del próximo tramo, que se hace en tandas de cinco vehículos cada 30 segundos entre ellos. Luego, en el control stop te pondrían nueva hora de salida en la casilla reservada para cuando se interrumpe el tramo y sumabas ya de minuto en minuto un tiempo de enlace menor hasta el siguiente CH. No era difícil de entender ni de hacer pero siempre se ha dicho a nivel copilotaje, que el tema de las sumas y los controles es siempre lo mismo y una vez hecho uno, todos el resto de la vida son iguales… pero no, aunque realmente sí. El caso es que la gente se agobió un poco y empezaron a salir del rea con el casco puesto y cosas así. No obstante, oficialmente nadie penalizó o ningún retraso o adelanto se tomó como efectivo.

No es la Plaza del Pino, pero es otro marco incomparable

Como anécdota curiosa te cuento que en la primera pasada por la especial de Araya tuvimos una pequeña excursión por la tierra. Resulta que el tramo era una especie de doble vuelta por el mismo sitio girando a la izquierda en un cruce la primera vez, y siguiendo de frente en el mismo cruce la segunda. Para el espectador es bonito de ver porque pasan los coches dos veces por delante en cuestión de minutos, pero para correrlo hay que tener las cosas claras, y nosotros las teníamos, pero… llegando la segunda vuelta al cruce en cuestión, Raúl vio como otro coche (que estaba en el primer giro) se metía a la izquierda, por lo que se le puso instinto asesino y su cerebro decidió que iba a ir a por él. A pesar de que yo le canté la nota que era, se metió a la zurda mientras yo le gritaba NONONONONONONONONONONONO hasta que reaccionó y subiendo y bajando por un talud y la cuneta regresamos a la carretera para seguir hasta la meta. Menos mal que había tierra transitable, y menos mal que no había nadie en medio. Raúl se quedó apenado, pero yo me lo tomé de buen humor, sumando otro episodio más a la aventura y a nuestras vidas.

Salida de 30'' en 30''. Todo claro.


Después de una asistencia y un enlace enorme nos tocaba bajar el tramo de Los Loros. Nos lo tomamos con calma porque no teníamos nada en juego, pero no por eso dejamos de correr. A mitad de camino tuve que encender el flexo, que había tenido la picardía de probar durante el día, por si acaso.

Queda otro reagrupamiento y el último tramo, otro paso por el de la doble vuelta por Araya. El rea estaba previsto que fuera de 10 minutos, pero al llegar al control de entrada veo que la cronometradora me pone la hora de salida a los 30 segundos de haber entrado. Le pregunto si es correcto y me dice que sí, por lo que tengo que recorrer al galope los 50 metros que me separaban del coche mientras le grito a Raúl que se vaya poniendo el casco, porque luego el enlace es de 100 metros y 2 minutos hasta el tramo. Pico a mi hora con la lengua fuera y me termino de abrochar mientras esperamos para entrar a correr. Ya es de noche cerrada y tenemos que usar la parrilla de faros, que tengo que encender con la mano izquierda, por lo que no puedo poner el crono en marcha. Al llegar la primera vez al cruce le canto a Raúl la nota correspondiente añadiendo SUBIMOSSSSSS, y la segunda vez le digo NOS VAMOS DE FRENTEEEEEE, por si acaso. Cruzamos la meta dándonos las gracias por esta buena y divertida carrera que hemos hecho. Hace años llorábamos y nos dábamos cogotazos. Se ve que esas emociones ya no afloran tanto.

Terminamos cuartos de nuestra categoría y quintos de una hipotética clasificación global unificando todos los coches. En el paso por la rampa final nos obsequian con una medalla de “finisher” como las que dan en las carreras a pie y me gustó el detalle.

La medalla está chula

Cuando todo ha terminado y estoy en la cama con la cabeza todavía a rimo de notas y el zumbido del coche metido en los oídos (se me vino a quitar al tercer día) reflexiono en silencio sobre lo ocurrido.

En general ha sido una experiencia divertida dentro de los tramos. Las características del coche y el ruido que tiene hace que vayas todo el rato a tope y con unas sensaciones muy guapas. En los enlaces ya es otro rollo porque como dije antes, el calor y el ruido son un sufrimiento tremendo. Encima llevo un casco entre las canillas y el otro encima de los muslos, con la incomodidad que eso supone, más aun cuando teníamos que parar en tooooooodas las gasolineras del recorrido a repostar debido a la poca capacidad del depósito de combustible, y repetir esa historia tantas veces fue un queme físico y mental. La secuencia era: paramos, Raúl se baja, pongo los cascos en su sillón, me bajo, él abre el capó para poner gasolina, yo cojo la cartera y voy a la tienda a pagar, me subo, me pongo los cascos encima, él se sube y seguimos. Una plastada para repetirla tantas y tantas veces. Cierto es que en medio de ese tedioso proceso era gracioso ver la cara de la gente cuando a los cinco segundos de poner gasolina, una cantidad considerable rebosaba por algún lado y caía al suelo. Según parece era normal que pasara eso, pero… dinero perdido, que diría mi abuelo. Por cierto, en una de esas múltiples paradas nos encontramos con los pluricampeones Jesús Tacoronte y Mariola Sáez, amiga desde hace un montón de años.

También en ese pensamiento concluyente estoy contento porque bajo mi punto de vista, el trabajo que he hecho ha sido impecable. Rutas de entrenos, preparación y seguimiento del road book, tiempos de enlaces (que varias veces eran ajustados), paradas para cascos, controles, sumas, tiempos intermedios, ritmo de notas gritando por el ruidoso motor… todo me ha salido casi perfecto, y eso después de un año renegando y oxidado total, sumado a la exigencia involuntaria de Raúl, que aunque él no se percate, quiere que todo se haga bien, y se hizo. Sinceramente, he ganado carreras o conseguido objetivos haciendo un trabajo menos notable y pasándolo peor que en este rallye, en el que creo que he estado sobresaliente y encima me he divertido. De todas maneras, tendría que ser mi piloto y amigo el que valore esa cuestión. 

Disfrutando, que no es poco

Y casi a punto de dormirme me cruzo con un flash de momentos en el que vuelvo a tener claro que no sirvo para poner pegatinas, no sirvo para temas mecánicos ni para otras cosas que se estilan ahora. Yo soy copiloto en el más estricto significado de la labor, y eso a estas alturas no se lleva mucho. Está de moda ser “amañado” en montón de cosas, “animador” dentro del coche y luego ya si eso, copilotar. Soy consciente de que con mis torpes limitaciones y mi excesivo volumen abdominal no estoy en el catálogo de ofertas para carreras y años venideros, pero si te digo la verdad, mejor así, porque tampoco estoy yo muy motivado como para disputar demasiados rallyes de aquí en adelante. Creo que con uno más (que sería mi carrera número 100) me conformo. Para seguir sumando peso a no estar en activo, a mi precioso casco, después de 46 usos se le acaba la validez en nochevieja, y el precio de uno nuevo sobrepasa con creces lo que yo ahora mismo podría y querría pagar. De todas maneras como digo siempre, nunca se sabe lo que va trayendo la vida, pero sí se sabe lo que uno puede elegir de eso que traiga. Por lo tanto, entre lo de que no sé hacer nada que no sea copilotar (eso lo hago de puta madre), estoy gordo, no tendré casco, problemas de turnos de trabajo y más cosas que si busco encuentro, lo normal es que no corra, peeeero si viene algo que me motive, me cuadre y quizás cobrando, pues se valorará debidamente.

Sea lo que sea, como dice la canción del gran Juan Luís Guerra, “más palante vive gente…”

Termino ya, que quizás estoy siendo algo pesado.

En el capítulo habitual de agradecimientos empiezo esta vez por mi compañero Jacobo "el vasco”, que me facilitó los cambios de turno para que pudiera ir a entrenar y a correr.

La gente del equipo YaCar, con Perfecto Calviño como dueño del cotarro, Martín y Manu de mecánicos, Darío, Raquel, Dani y Unai, tripulaciones de los otros coches del equipo, el grupo de gente de Tenerife y Galicia amigos de ellos que no llegué a saber quienes eran, pero que echaron una mano.

A la parte de la familia Quesada y equipo que fueron con nosotros: Mina, Antonio, Carol, Claudio y Saúl.

RQ nunca va sólo

A l@s de siempre, por los mensajes e inquietud.

Leti, Aroa, Adrián y allegados paternos y maternos de ambas partes por, como digo siempre, sacrificar su tiempo y parte de su vida para que yo me dedique al rollo este de los coches de carreras.

Y por último, enormemente agradecido al gran Raúl, porque a pesar de que la vida y los años nos han ido llevando por diferentes sitios, cuando hemos estado separados nunca hemos dejado de estar juntos, y esta vez no dudó en ofrecerme acompañarlo en esta aventura.

Pues aquí acaba la historia de un rallye histórico, con un coche medio nuevo pero con carrocería de histórico en el que se subieron dos viejos amigos para escribir otro capítulo más en la historia de sus vidas.

R. Quesada/D. Rosario sumando momentos


Nos vemos!!!!

Siempre hacia una meta!!!!

 

PD. Gracias por leerme ésta y las entradas anteriores y por decirme (espero que sea verdad) que te gusta. Con la del viaje a Finlandia me quedé asombrado de la aceptación que tuvo.