Toca hacer balance final.
No voy a ir resumiendo carrera por carrera, ya que cada
una tiene su entrada en el blog y la puedes leer haciendo un simple clic en la
que quieras, así que esto será un resumen de mis sensaciones dentro de las carreras
durante todo el año, no sólo yendo de copiloto sino también de comisario de
seguridad. A ver si me sale.
Después de haberme pasado unos años en el dique seco y que
el 2012 se frustrara cuando prometía estar interesante, este año que acaba de terminar me traía la oportunidad de hacer un campeonato entero, en este caso el de
los slaloms sobre tierra en Gran Canaria. La oferta venía hecha por Diego
Guedes, un buen amigo de Ingenio que después de hacer algunas subidas de
montaña con un coche prestado el año pasado, ahora decidió comprar un Toyota
Corolla para intentar completar el año en la tierra. Al ser inexperto y querer
tener tranquilidad, decidió que yo podía aportarle la dosis de experiencia
suficiente. No me lo pensé demasiado, ya que tenía ganas de correr y me parecía
una buena opción para seguir en activo.
Casi a la vez que se acercaba el primer slalom, me
llamaban para comentarme que Osmundo Ramírez estaba buscando copiloto para hacer el Santa Brígida, en este caso de asfalto. Contactamos y nos pusimos de
acuerdo para correr. Estos dos acercamientos han sido los que han marcado mi
año, y si nada cambia, los venideros también, porque en caso de volver a correr
dudo mucho que sea con alguien diferente a Diego y Osmundo, sin contar a Raúl
Quesada o Miguel Quintino, a los que les debo mucho y para los que siempre
estaré disponible si llegaran a necesitarme en determinado momento.
Las carreras de tierra se han desarrollado de menos a más,
siempre teniendo cuidado de no romper el coche y teniendo en cuenta que Diego
tenía que progresar poco a poco sin saltarse pasos. De no tener claro como
apuntar las curvas, ir despacio, frenar y acelerar bruscamente y que el coche
fuera el amo de la situación, cumplimos todo el proceso para al final hacer
todo lo contrario. Diego ya domina el coche y aunque con la precaución de quien
está empezando y corre con cabeza, ya todo está mucho más claro y podemos decir
que acabamos el año al mismo nivel (segundo arriba, segundo abajo) que el resto
de participantes que cuentan con coches y experiencia similar.
Las sensaciones por lo que a mi respecta han sido bastante
buenas. Al principio ni cabía en el coche debido a la posición del sillón, pero
una vez corregido eso ya estaba como en mi casa. Desde la primera curva de la
primera carrera me mentalicé de que esta aventura no se trataba de apuntar y
cantar notas nada más, sino que iba a ser un trabajo de psicología. Me refiero
a que con un piloto con experiencia, pues tú vas a hacer tu trabajo y ya él
conoce todo lo demás. En el caso de un piloto casi novel como era Diego había
que trabajar sus nervios, y que poco a poco fuera aprendiendo a “sentir el
ritmo” de las carreras. Cuándo nos ponemos el casco, cuándo nos vamos a la
salida, cuándo se frena, cuándo se arriesga… en general todo lo que lleva este
mundillo. Al final del año, cuando teníamos que correr más que nunca para
lograr los objetivos no tuve ninguna duda de que lo podíamos hacer, y por eso
en la última carrera me centré en darle confianza a Guedes para que pasara sin
dudar por donde yo creía que se podía pasar a fondo. También lo hice a modo de
test para comprobar y asegurarme de que todo el rodaje y el procedimiento de
aprendizaje llevado a cabo en las anteriores pruebas habían dado sus frutos, y
creo que el resultado es bueno. Está claro que se puede mejorar, que hay que ir
un poco más rápido y seguir cogiendo confianza, pero ese ritmo lo dan las
carreras y estoy seguro de que cuando Dieguín se vuelva a poner a los mandos
del Corolla (o el coche que sea en la disciplina que sea) no le va a temblar el
pulso.
A pesar de que el objetivo del año era claramente pasarlo
bien y aprender, al final nos vimos luchando por el tercer puesto del trofeo de
promoción para pilotos novatos que organiza la Federación, meta que
cumplimos y de la que estamos muy orgullosos. Yo por mi parte estoy doblemente
contento, ya que aparte del triunfo y haberme divertido bastante, se que Diego
ha evolucionado, aprendido y disfrutado, por lo que mi trabajo creo que ha
estado bien hecho, aunque seguro que en algún aspecto podemos mejorarlo.
Hablando ahora del asfalto, sólo dos incursiones en esa
superficie este año. La primera en Santa Brígida con Osmundo Ramírez y la
segunda en Teror a bordo del Lupo de Aridany Ojeda.
En los dos casos disfruté bastante, aunque puestos a elegir
me quedo con la prueba satauteña, ya que a pesar de los problemas mecánicos que
tuvimos, fue una de las carreras en las que mejor lo he pasado en toda mi
trayectoria como navegante. Mundo y su “soplillo” son un conjunto perfecto y
formando parte de eso uno se siente muy cómodo. En aquel Santa Brígida volví a
darme cuenta de que, como el titulo este blog, volvía a las carreras sin
haberme ido. No estaba oxidado para cantar notas a todo trapo y seguía
controlando los rutómetros, relojes y controles como hace unos años. Son cosas
que no se olvidan, pero la inactividad hace a uno dudar de si mismo. Aparte del
tema deportivo, en Santa Brígida hice un amigo para siempre. La química con
Mundo surgió desde el primer momento y como si fuera un flechazo, me di cuenta
de que si él quería y podía, sería mi piloto para el resto de los tiempos.
Luego las circunstancias hicieron que el GT Turbo se quedara en el garaje todo
el año, pero eso no quita que hablemos todas las semanas de volver a sacarlo
“al ruedo”.
Del rallye de Teror hay poco que decir, ya que corrí de
rebote (y porque Mundo me dio “permiso”) y el coche se rompió en el último
tramo. Nada que no hayas leído ya te puedo contar. Me quedo con lo positivo,
que fue volver a tomar la salida desde la plaza de mi pueblo y correr mi
rallye, aunque no pudiera terminarlo.
También durante esta finiquitada temporada he trabajado
en varias carreras como comisario de seguridad, tanto dentro de tramo como en
alguna salida o control stop. Nada nuevo que contar a este respecto. No
compensa lo que nos pagan por todo lo que hacemos y lo que aguantamos, pero
siempre voy con la mejor predisposición a hacer las cosas bien, y todo por
ayudar a que los corredores estén más seguros y por echar una mano a mi
deporte. A veces encuentras gente (aficionados o participantes) que te ayudan y
colaboran cuando es necesario, y otras veces te molestan o te insultan, sacando
uno siempre la misma conclusión: “no vengo más”. Pero luego llega la siguiente
carrera y ahí estoy a las 6 de la mañana con el coche cargado de pancartas,
mallas y cintas. Es lo que tiene ser un apasionado del motor. No es fácil
despegarse de este mundillo.
Afrontando la recta final de este texto, no quiero
olvidarme de felicitar a los amigos que este año han conseguido éxitos y de dar
las gracias a quien de una manera u otra han hecho posible que yo haya podido
disfrutar de lo que me gusta otro año más, y van dieciséis de comisario y trece
de copiloto.
Para el año que viene afronto una de las carreras más
complicadas e ilusionantes que puede haber, empezar a criar a mi hija
copilotando a Leti, mi maravillosa media naranja. Ese será el objetivo
principal del año y de mi vida, pero si Aroa (así se va a llamar) me lo permite
y se dan las circunstancias adecuadas, podría ser que estuviera con el casco
puesto en alguna carrera de asfalto o de tierra, o de las dos cosas.
Antes de terminar quiero hacer una reflexión relacionada
con un tema que está muy en boca de todo el que se dedica de una u otra manera
a las carreras, el rallye de Canarias. Vaya por delante que yo respeto en qué
emplea cada cual su dinero, que para eso es suyo.
Sea por lo que sea, por desidia de algunos o fallos de
otros, el rallye dicen que ya no puntuará para campeonatos internacionales y
demás (aunque habrá que ver si eso se cumple). Hasta ahí vale, teniendo en
cuenta que todos los que tienen que ver tendrán su parte de culpa y no todos
cuentan la verdad completa, pero… que se hagan iniciativas para que la gente
ponga dinero y así cubrir la parte del presupuesto que falta me parece de
ciencia ficción. No es que la historia se haya creado, sino que la gente lo
aplaude y lo ve con buenos ojos. Me cuesta creer que la ignorancia sea tanta
como para que en unos tiempos donde nuestros propios vecinos o algún familiar
nuestro viven medio mes con la nevera completamente vacía y haya niños que
salen al recreo con las manos en los bolsillos porque su madre no tiene para un
paquete de galletas, la gente ponga dinero de su bolsillo para que se haga un
rallye, pagando la afición el transporte de los equipos europeos, que encima
son los que más dinero tienen. Si a todo el mundo le sobran esos 5€ que piden
para el rallye, que se los den a los Servicios Sociales de su Ayuntamiento, y
si no se fían, que junten todos los billetes que su grupo de amigos aficionados
al motor quieran poner y hagan una compra en el super para luego dárselas a
quien de verdad necesita ese favor. Dicen que con 120 mil euros está el rallye
“donde se merece”. Con ese dinero comen 20 familias durante cinco años.
Entiendo que entre todos no vamos a acabar con la crisis ni resolver los
problemas de la gente, pero entonces tampoco pretendamos sacarle las castañas
del fuego a Monzón y Paulino, porque si no voy a solucionar el problema de mi
vecino en paro, menos voy a hacerlo con el de dos personas adineradas, por
mucho que tengan que ver con el deporte que tanto me apasiona. Como ya dije
hace unas líneas, cada uno usa sus euros como quiere, pero también debería usar
su sentido común y su consciencia. Ojala el rallye se haga y valga hasta para
el WRC si hace falta, pero que el dinero que nos piden a nosotros lo ponga
cualquier grupo hotelero por ejemplo, que factura esos veinte millones de las
antiguas pesetas en dos semanas llenos de guiris, o un banco potente, que si
tienen para la fórmula 1, tendrán para este tema, también por ejemplo.
Nada más, muchas gracias de nuevo por pararte a leer las
historias de un humilde aficionado a los rallyes metido a hacer muchas cosas
dentro de ellos. Te deseo que el año que ahora entra venga lleno de buena
suerte, pero no te olvides de que para que las cosas salgan bien, hay que
ponerle ganas a la vida.