lunes, 5 de diciembre de 2016

Rallye Isla de Lanzarote 2016: Mucho lo vivido, mucho por vivir.

Muy buenas, saludos. Todavía con el sabor dulce de haber terminado un rallye tan complicado como el del pasado fin de semana, me siento a escribir nuestras vivencias. El resultado: octavos de la general, que dentro de lo que cabe, no está mal.
La participación en la isla conejera vino de manera totalmente inesperada, y es que aunque Toñi Ponce venía insistiendo para que Raúl disputara alguna carrera con el Skoda Octavia Kit Car este año, no parecía que fuera a darse tal circunstancia. Resultó ser que el fin de semana anterior ambos participaron juntos en el Gran Canaria Historic Rallye, y fue en la rampa final y mientras recogían sus trofeos como ganadores, donde Toñi anunció por el micro del speaker que ese mismo coche pero con Raúl de piloto estaría en la salida de Orvecame una semana más tarde. Como te podrás imaginar, a todos nos entran sudores, porque en menos de una semana había que preparar un montón de cosas y si no teníamos pensado ni siquiera ir a verlo, cuánto menos ir a correr. En mi caso, durante el Historic estuve supervisando que la labor de copiloto que ejercía Raúl se hiciera bien, por lo que en el equipo me bautizaron como el “copiloto virtual”, y en la llegada final en Las Canteras, pasaba a ocupar el sillón derecho y ganar la condición de “copiloto real”.
El domingo nos ponemos con los pasajes, alojamientos y demás logística y Raúl se mete de lleno a revisar el coche, que todo sea dicho de paso, resulta tener algunas averías que solucionar. Todo temas leves pero que llevan su tiempo y éste escasea. A mi me toca estudiar el recorrido del rallye y la forma más rápida de reconocer los tramos perdiendo el menor tiempo posible en volver a cada salida.
Con todo encaminado y con bastantes apuros, nos plantamos en Lanzarote el miércoles por la noche. El resto del equipo llegará el viernes con el Skoda. Nada más aterrizar nos damos una vuelta rápida por los tramos para ubicarnos un poco y luego a descansar. En la recepción del hotel nos dan la habitación y nos explican que es la séptima puerta al salir del ascensor de la tercera planta. Raúl, que está bastante cansado y medio dormido ya, entendió que era el piso siete subiendo por el tercer ascensor. El sueño nos vence aun muertos de risa.
Por la mañana madrugamos para empezar el largo día que tenemos por delante. Vemos que en el hotel se sirve un desayuno, pero damos por hecho que nosotros no tenemos derecho a eso porque por la noche el recepcionista nos informó de varias cosas, pero no dijo nada de comidas. Ojo a este dato.
Al poco de amanecer ya estamos dando rueda en los tramos del rallye, que tienen un poco de todo, aunque por norma general cuentan con lo habitual en Lanzarote: rectas largas y curvas rápidas impresionantes. Este año también hay zonas urbanas que discurren por el centro de varios pueblos, para no ir siempre por carreteras generales y de paso, disminuir las medias de velocidad.
Con la idea que ya llevábamos y ya sobre el terreno, nos las apañamos para dar la vuelta por algún sitio que nos llevaba de manera rápida al inicio de cada especial, así que a mediodía ya hemos dado varias pasadas por todas y paramos a comer en una gasolinera/supermercado.
Antes de que se hiciera de noche decidimos plegar velas e irnos a descansar un rato. Las cosas están casi claras, pero falta darle alguna pasada de noche a un ritmo más rápido para terminar de coger la confianza necesaria. El VW Polo que estamos usando para reconocer se está portando a las mil maravillas y también se merece un descanso.
El Polo de Avis, perfecto.
Para pasar la tarde valoramos ir a la piscina o a la playa, pero primero he de corregir cosas en las notas, y perfilar detalles en la libreta para una más fácil utilización en lo que nos queda de reconocimientos y en el rallye. Cuando llevo diez minutos con el lápiz en la mano, noto silencio y veo que Raúl se ha quedado dormido. Tiene más horas de sueño atrasado que de vida, así que casi sin querer su cuerpo aprovecha la mínima ocasión para desconectarse. Yo decido meterme en el pequeño gimnasio del hotel a correr en la cinta. Una hora trotando delante del espejo me sirvió para liberar tensiones y toxinas, aunque tanto tiempo seguido viéndome a mí mismo me empezaba a poner nervioso.  
La prueba de que estuve en la cinta
Una ducha reparadora y a ver la tele… pero Arturo Valls no ocupó mi cerebro y me quedé dormido. Al final salimos a entrenar pasadas las diez de la noche, pero mereció la pena el trastoque horario. El rimo que logramos alcanzar es bastante bueno y nos vamos a dormir (otra vez) a las 4 de la mañana con la sensación de tener los deberes hechos. Es posible que estés pensando que somos de los que entrena muchas pasadas, y la verdad es que en este rallye quizás pueda ser que fuera así. En total más o menos diez fueron las veces que pasamos por cada tramo, que, perdona que te diga, es poco comparado con lo que entrenan algunos. También a nuestro favor he decir que hacía años que no estábamos en los tramos conejeros y que Raúl no había corrido nunca con la nueva configuración del coche, por lo que teníamos que tener una seguridad extra en nosotros mismos, para luego adquirirla con el Skoda.
Libreta, linterna para mí y aditivo para Raúl
Por la mañana, otra vez desayuno por ahí y directos al parque de trabajo en Orvecame. Ya nuestro coche y nuestra gente nos esperan.  
Kopecky-Dresler
Me curré la foto eh??
Ajustamos cosillas que se habían quedado pendientes, pasamos las verificaciones y a esperar. La ceremonia de salida es a las 17:00h. y luego salimos hacia el tramo espectáculo cuatro horas más tarde. Dicha especial no se nos da del todo bien, aunque pudo ser peor. El coche tiene poca dirección y en las zonas lentas y viradas le cuesta un poco desarrollarse. En la asistencia intentan corregir un problema en el tubo de escape y con todo y con eso llegamos al hotel a la 1 de la mañana. Al final estuvimos 15 horas casi en el mismo sitio, y eso cansa. Entiendo y sé de buena tinta que organizar un rallye es complicado y cuadrar todo no es fácil, pero tengo la teoría de que cuando diseñan el programa horario, no piensan demasiado en los pilotos. Así por encima y poniendo de ejemplo este rallye, lo normal hubiera sido pasar las administrativas y las técnicas medianamente junto con la ceremonia, y al poco de hacer ésta, ir al tramo. En fin, siempre dándoles a todos los currantes de los rallyes el beneficio de la duda, quiero pensar que sus razones tendrán.
El mismo recepcionista que estaba el miércoles le da las llaves de su cuarto a Octavio, Claudio y Antonio y les informa de los horarios del desayuno. No quepo en mí de indignación, ya que hemos perdido dos maravillosos días de buffet. En el ascensor estos cabrones se parten de risa a costa mía y otra noche más nos vamos a dormir con la sonrisa puesta.
Suena el despertador. De nuevo hemos dormido poco. Los días de carrera no suelo desayunar casi nada, así que me desconsuelo viendo como los demás se mandan el “beicon” y los churros riéndose de mí mientras yo soplo una manzanilla a la temperatura del magma. Prometí vengarme el domingo por la mañana aunque tuviera que perder el vuelo.
Empezamos con lo que vinimos a hacer, correr de verdad. Lo de anoche contaba para la clasificación pero no servía para nada. La carrera de verdad empezaba ahora y… calamos en la salida. Aún así el ritmo no es malo y teniendo en cuenta que estábamos “debutando”, no ha ido del todo mal. En la primera pasada por El Mentidero pensábamos echarnos a correr un poco más. En el control horario caen unas gotas, de esas que cuando chispea en Teror duran cinco horas pero ni mojan el suelo. Qué diferente fue aquello. A los tres minutos del control, ya en la salida, llovía con fuerza, y otro minuto más tarde estaba cayendo el diluvio universal. El limpiaparabrisas a toda velocidad no era capaz de achicar el agua que caía y la cortina que se formaba era bestial. Además se empañó la luna delantera en cuestión de segundos por lo que tuve que abrir el cristal a ver si entraba aire fresco. El del piloto es de manivela y con las barras no se puede hacer nada, así que entre mi ventana bajada, la escotilla abierta y la goma del parabrisas algo pasada, llovía lo mismo fuera que dentro del coche. Sobra decir que se me mojó bastante la libreta, cosa que al final del día casi trae fatales consecuencias. 
Dejando una estela... (foto: Gabino García López)
Toca ahora repetir la sección. Entre unas cosas y otras vamos algo descolgados del top ten. Consultamos con la gente que está en los tramos y como sigue lloviendo, montamos gomas de agua. En Tegoyo el ritmo es bestial y marcamos un quinto puesto. En un charco grande sufrimos un aquaplaning de esos y Raúl acelera más todavía para salir de la trampa. En algunas zonas veo a la gente echarse las manos a la cabeza. Me recuerda a la época del Desafío. Eso es que vamos bien.
En el nuevo paso por el famoso Mentidero, el cristal se empaña de forma exagerada. Yo no veo absolutamente nada, pero nada. Para que te hagas una idea, la cosa estaba como cuando te duchas con agua caliente durante largo rato y el espejo del baño está opaco total, pues así. El motorcillo del sistema anti-vaho apenas echa aire y sólo se aclara la luna en un círculo de cinco centímetros de diámetro situado en la parte baja del centro del cristal. Raúl se mueve en su sillón y agacha la cabeza para meter un ojo por ese agujero (los dos no le cabían) y pasa las vertiginosas curvas de la carretera que va de La Candelaria a San Bartolomé a una velocidad asombrosa mientras yo le dijo en cada nota “cuidao que no se ve” y el no afloja un punto como queriéndome decir “yo si veo”. Al pasar la meta me da un ataque de risa y le digo de todo. Que está enfermo, que me bajo allí mismo, que si no tiene conocimiento…y otra vez nos descojonamos. A pesar de las circunstancias lo estamos pasando bien. Ya vamos octavos.
Asistencia larga ahora, en la que llamamos varias veces a los tramos para saber qué ruedas poner. Parece que no llueve, pero hay zonas húmedas que no se han secado de la tormenta de esta mañana. La idea era salir con seco delante y agua atrás, más dos de agua de repuesto por si acaso. A cinco minutos de salir se pone a llover en el parque de trabajo y también en el tramo de Guatiza, así que nos arriesgamos y montamos las 4 de agua y dejamos una seca dentro. Fallamos. A medida que nos íbamos acercando a los tramos el asfalto estaba cada vez más seco y nuestras ruedas no iban a servir del todo. Así lo refleja el tiempo al llegar a Teseguite. En el tramo largo también sufrimos un problema eléctrico al pasar un charco y el coche intentó pararse, lo que nos hizo perder unos segundos. A pesar de que ya no llovía, el barro estaba presente y en algunos sitios deslizaba como si fuera el famoso y desaparecido rallye RAC de Inglaterra. 
Barro hasta el número
Vuelta a los tramos, ahora ya con sol y ruedas de seco. Queda poco y lo suyo sería ir a terminar, pero estamos casi fuera de los diez primeros y Raúl tiene sed y ganas de seguir cogiendo el ritmo y feeling con el coche.
En Guatiza vamos a partirlo, lo aprieto todo lo que puedo y le imprimo un ritmo gustosito. El amigo Quesada va cómodo y no se arruga.
Preparados para la acción (foto: Ale Falcón)
Falta un tramo, el más largo y complicado. En la salida casi se cala otra vez y además vuelve a repetir el fallo eléctrico durante al menos 300 metros. De nuevo se le quita sólo y enfocamos la subida a Las Nieves como animales. En la zona alta parece que se complica la cosa por la aparición de la niebla, aunque no aflojamos demasiado tampoco y como sólo estaba cerrada durante pocos metros no supuso un gran problema. De Los Helechos hacia abajo iba a venir lo mejor del día. Raulito empieza a frenar usando el freno de mano al “estilo Polo” y el ritmo es brutal. En el cruce de Haría frenamos tardísimo y de nuevo hay manos en la cabeza. Buena señal. Queda bajar hasta Tabayesco y ya que estamos, no vamos aflojar. En esas zonas enlazadas de curvas no demasiado lentas el Octavia va de lujo y los resoplidos del piloto indican que vamos a tope. En una recta de 80 metros al ir a pasar la página… se me queda pegada. ¿Recuerdas que se me había mojado la libreta por la mañana? Pues justo ahí, tantas horas después, casi me desgracia. En lo que despegué la hoja y pasé la página pasaron 2 segundos, pero ya era tarde para cantar, así que cuando Raúl me dijo “vamosssss” mi cerebro tuvo un momento de lucidez y sin saber cómo, canté la nota sin haberla leído para luego ya fijar la vista en mis apuntes y seguir hacia abajo como una exhalación.
Pasamos la meta y lo primero que hago es pedir perdón por el fallo, que aunque involuntario, es un error mío. Raúl me dice textualmente: “buen rallye hermano, has ido todo el día de puta madre” mientras me da golpes en el casco. Se me hace un nudo en la garganta y apenas puedo contestarle. Ha sido un trayecto largo para llegar hasta esa meta, y no me refiero sólo a este rallye. En aquel momento sentí que nunca debería haberme bajado de su coche (aunque cuando lo tuve que hacer no me quedara más remedio) y tuve claro que si él quiere, nunca más me volveré a bajar. En la entrevista de radio que hacen siempre en cada control stop, Raulito da las gracias al equipo, a Toñi Ponce y a mi mismo, y aunque todos tenemos parte del mérito de esta meta, el artífice más importante de todos es él.
De diez intentos de selfie, sólo sirvió éste
Al llegar al parque de trabajo me tengo que quedar en el control horario mientras el coche y el piloto se van para la asistencia. Aquí le pongo la nota más baja que se pueda poner a la organización del rallye y su equipo de cronometraje. Dan un enlace de 60 minutos del que sobran 30, y al ser ya el último parque (que tampoco tiene mucho sentido que lo programen) no permiten entrar por adelanto, sino que los copilotos tenemos que quedarnos atrás y perdernos el recibimiento que las familias y amigos hacen al llegar al box. Cuando pico en mi minuto y llego, nadie se acordaba de mi jajaj.
Al ser normativa autonómica, decidimos no pasar por el podium y aprovechar este tiempo para merendar algo y estar con nuestra gente.
Parque Cerrado final
Ha sido un día duro, en el que físicamente uno se muele sin darse cuenta y cuando me siento en una acera para hablar por teléfono con mi mujer… casi me duermo. Tuvieron que darme la mano para levantarme.
De vuelta al hotel después de volver a mojarnos mientras cargábamos el coche en el carro, ducha y buscar donde cenar. Finalmente una pizzería bastante agradable nos dio el visto bueno para terminar el día. Ponemos la cabeza en la almohada a la 1 (otra vez) y el despertador sonará dentro de cinco horas, pero tengo que madrugar porque voy a ir a desayunar al buffet del hotel, faltaría más. 
No, miravé
De camino a Guacimeta nos acompaña un precioso arco iris que bien puede resumir nuestro paso por este rallye. Estos colores surcan el cielo cuando se mezclan el buen y el mal tiempo. Nosotros estamos contentos pero a la vez sabemos que podemos mejorar. 
Somewhere over the rainbow...
En el aeropuerto nos suben a una guagua que hace un recorrido circular de 100 metros y aparca en el mismo sitio donde nos habíamos subido. Vamos como sardinas en lata, pero no podemos evitar reírnos. El vuelo de vuelta con Octavio es de lo más tranquilo y a las 10:30 de la mañana del domingo ya estoy en mi casa. El resto del equipo regresará por barco y al final después de un retraso considerable del ferry de Armas, llegan a Valleseco de madrugada.
Y así se escribió la historia del reencuentro en asfalto de Raúl Quesada y Dani Rosario, que acompañados esta vez en vivo de Octavio (para mí, el mejor mecánico de coches de carreras de la historia), Antonio, Claudio, Javi, David, Desi, Yeray, Raúl Alonso, Alex y Yurena (más Conrado por vía teléfonica durante todo el día) y en la distancia por el resto de amigos y familiares volvieron a vivir una aventura de las que se recordarán siempre y de las que otra vez, hacen que se siga forjando una amistad.
Aprovecho para darle las gracias a los patrocinadores de este proyecto y les animo a seguir apostando por él, porque si se consigue darle unos retoques al coche y mejorar algo sus prestaciones, con Raúl a pleno rendimiento las alegrías pueden ser varias. Gratitud también a Don Antonio Juan Ponce Anguita, que se empeñó en que corriéramos en Lanzarote y justo es decir que si no fuera por él, no hubiéramos vivido todo esto que aquí acabas de leer.
Termino como no puede ser de otra manera y aun pudiendo caer en la pesadez de siempre repetir lo mismo, exponiendo mi gratitud eterna a Octavio, Antonio, Mina y Carol por todo, a mi Leti, mi Aroa (y mi Adrían que está al llegar) por ser mi vida y ayudarme a ser feliz.
Y me detengo un poco más de manera especial en darle las gracias a Raúl Quesada. Podía haber llevado un copiloto con más ritmo y menos kilos que yo, pero quiso que quien te escribe fuera el que lo guiara con la voz por los complicados tramos de la isla de César Manrique, porque por encima del deporte están las relaciones personales y nosotros somos amigos, y ese clima de confianza se nota en el rendimiento dentro del coche. Además, modestia aparte y siempre teniendo claro que lo puedo hacer mucho mejor, creo que si no llegué a estar de notable, si que estuve de bien… alto.
Nada más amig@s. Seguramente se me quedan cosas en el tintero, pero o no me acordé a la hora de escribir o preferí no contarlas, porque todo lo que se sabe no se dice.
Espero que el 2016 que casi acaba haya sido un buen año y aprovecho para desearles a tod@s una Feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de metas y controles stop, porque si acabamos tramos acabaremos carreras y conseguiremos objetivos, y paso a paso, seguiremos siendo felices.
Hasta la próxima!!!!! 



lunes, 3 de octubre de 2016

Rallye de Teror 2016. Sensaciones de todo tipo.

Hola buenas. Me alegro que nos volvamos a encontrar por este medio.
Voy a contarte en esta entrada lo acontecido en el pasado rallye de Teror, que no salió todo lo bien que esperábamos. El resultado final, un abandono. La historia de cómo pasó todo, te la relato ahora.
En esta ocasión y aunque fuera la carrera de nuestro pueblo, los tramos no eran demasiado cerca, por lo que los reconocimientos fueron muy parecidos a los de otra prueba más lejana, aunque es verdad que al ser algunos tramos en doble sentido, rinde más el tiempo y acabamos con algunas pasadas más que de costumbre, aunque con sensaciones algo extrañas debido a que hacíamos los reconocimientos con un coche diferente al de otros rallyes y las prestaciones no eran igual de buenas. Fuera como fuera, el último día paramos en Tejeda y compramos unas palmeritas en la dulcería Nublo, y con eso ya quedaba justificado el tiempo empleado.
A nadie le amarga un dulce
El día de las verificaciones, y a pesar de arrastrar un constipado importante, no dejo de ir a trotar un rato para oxigenarme el cuerpo y la mente. Nada más salir de mi casa me encuentro con el amigo Ángel Arencibia, uno de los mejores trail runners de Canarias, que se rebaja a dar conmigo una vuelta al campo de fútbol antes de seguir su carga de kilómetros. Todo un honor compartir ese rato con él.Blog de Angelillo
Una vez comprobado que el ejercicio no me quitó el catarro, decido que no hay prisa para bajar al pueblo y veo dos capítulos enteros de Hawai 5.0. En años anteriores esto era algo impensable, ya que aunque corriera el rallye, siempre estaba viendo las verificaciones desde primera hora. Por un momento llegué a pensar que debe ser cosa de la edad, pero luego me doy cuenta de que lo que realmente estaba haciendo era dedicarle un par de horas a mi familia antes de meterme de lleno en el follón de la carrera. Me percaté de esto porque en los descansos de McGarret y compañía, también me gocé algunas escenas de la Patrulla Canina.
Una vez en la plaza del Pino y cuando casi nos toca el turno de verificar, me doy cuenta otra vez y como siempre, de que todavía hay participantes que ni se leen ni les interesa el reglamento o el programa horario. En fin, nada nuevo. Después de verificar y mientras se hacía la hora del briefing, teniendo en cuenta que ninguna de las conversaciones en las que estaba me parecían demasiado interesante, me voy a ver a los primeros de la lista porque siempre tengo claro que primero que nada soy aficionado.
En la ceremonia de salida me toca ser el speaker y pasar cuando me toca sin el mono ignífugo y poniendo buena cara a las bromas de la gente. Todos los años digo que es el último que me presto a ese rollo, pero siempre me puede el afán de ayudar a la escudería Aterura en que el rallye del pueblo salga bien. 
Ceremonia de salida. El de la bandera me suena...
Llegamos al día de de la carrera, donde todo lo hecho anteriormente debe plasmarse.
Salimos con cuatro gomas nuevas. El primer tramo era bastante complicado y más que lo fue para nosotros. Al poco de salir, pinchamos. Yo la verdad que no noté nada extraño en ese momento, pero sí me di cuenta de que el ritmo no era rápido y los apoyos eran raros. Casi dos kilómetros más arriba de donde se supone que cortamos la rueda, Jonathan me informa de lo ocurrido. Ya estábamos casi en la meta y no merecía la pena parar en pleno tramo a cambiar esa rueda. Al final, la historia de la división en dos con un enlace en medio nos vino más que bien, porque aunque con el tiempo muy justo, conseguimos cambiar la rueda y llegar al siguiente control horario sin penalizar. 
Ni con el ticket nos la cambian
Después del tramo 2, que lo hacemos con las pulsaciones demasiado aceleradas, volvemos a parar para hacer otro cambio de ruedas y así poner las dos nuevas en el tren delantero. Aun así, las dos especiales que faltan para llegar al parque de trabajo no se nos dan del todo bien. Recuperamos algunos puestos en la clasificación, pero los tiempos no son los que debieran ser.
En la asistencia se vuelve a poner el coche a punto y en su sitio para salir ahora a intentar demostrarnos a nosotros mismos que a pesar de todo, seguimos en la brecha, pero… no. Subiendo hacia Aríñez nos quedamos dos veces sin frenos, la segunda incluso escapando de un golpe de los que hacen daño. Menos mal que en el momento justo, Jonathan tiró del freno de mano y al ir a alta velocidad, el culo “rompió” hacia el lado contrario del risco y con el trompo evitamos el accidente. De ahí a la meta fuimos con la debida precaución por si acaso. Una vez fuera del tramo paramos a ver que pasaba y nos damos cuenta de que se ha partido la piña de un palier en la zona del estriado de la tuerca, por lo que se abría el buje y la pinza de frenos y por eso fallaban éstos. No podemos arreglarlo en el sitio, así que… tenemos que abandonar. Como no estábamos demasiado lejos de Teror, decidimos bajar andando con el coche pero despacito, para ver si se puede arreglar en la asistencia. Una vez allí, gracias al trabajo de Iván y Lauren, que no dudaron en echarnos una mano y con el habitual apoyo de Chano y Kiko, se cambia la piña y el Clío queda listo para volver a la carrera, que es lo que tenemos que decidir ahora. En estos momentos siempre hay muchas opiniones y dependiendo del estado de ánimo se piensa de manera confusa. Hay que analizar los pros y los contras. Pasara lo que pasara en los dos tramos que faltaban, nada iba a suponer a nivel clasificatorio. Luego había que tener en cuenta el gasto de ruedas y componentes del coche, más el riesgo que se corre de romper o darse un golpe sin estar jugándonos nada. Pero claro, luego hay que poner sobre la mesa la compensación del tiempo empleado en preparar el rallye y en reparar la avería, la imagen de los sponsors en los máximos tramos posibles, llegar a la meta aunque fuera por la puerta de atrás, que nuestra gente se quede contenta de vernos y también acabar el rallye de nuestro pueblo corriendo, llegando a la última meta con el coche entero y afrontar la siguiente carrera con la sensación de que hemos hecho todo lo posible y no nos hemos rendido. Es por todo esto último que decidimos hacer los tramos que faltaban reenganchados y aunque llegamos al final, el ritmo fue raro. Supongo que será que ya la mentalidad es otra diferente a cuando corres peleando por algo. 
¿Seguimos o nos vamos? (foto: Rally Photography)
Una vez aparcados en el marco incomparable de la Plaza del Pino de Teror, me toca otra vez ser el speaker del rallye, y ahora con el mono puesto. Pienso en el ejemplo de Manolo Lama radiando al Madrid con la camiseta de Benzemá y me da hasta vergüenza, así que me pongo encima un polo de la escudería y con eso disimulo todo lo que puedo. Ya la gripe y la ronquera se han apoderado de mi cuerpo para siempre, y termino de pasar los coches por la rampa bastante perjudicado, pero he de reconocer que me hace especial ilusión ir nombrando a los compañeros que han conseguido su objetivo, porque como decían las presentadoras de "21 días", no es lo mismo contarlo que vivirlo, y yo tengo la suerte de vivirlo y contarlo.
Luego ya en el silencio de la noche y cuando la cabeza se serena y piensa despacio, me doy cuenta de que no lo he pasado nada bien en esta carrera. Era mi décima participación en el rallye de Teror, y seguramente es de las peores que he vivido. No sé muy bien por qué, pero no termino de cogerle el feeling a este año y curva a curva voy notando que mi ritmo no es el adecuado. Puede ser que el coche vaya algo raro de suspensión y no traccione como debe y por eso yo no tengo sensaciones buenas, o que yo estoy “pajiao” y mi trabajo mal hecho hace que las cosas no vayan bien. A esto se me añade en la carga mental que desde el primer cambio de ruedas volví a hacer realidad una frase que muchas veces me han dicho: “malimpriaíta cabeza pa esas manos tan torpes”. Apenas fui capaz de ayudar a Jonathan a realizar la maniobra en cuestión, y con las prisas más me anulaba. Es verdad y lo tengo que reconocer, que son cosas que debería dominar y si soy torpe debería practicar, pero siempre he tenido la habilidad (o el defecto) de no intentar hacer cosas que no sé hacer y dejar que las hagan los que saben.
Igual son simples chorradas de mi pensante cabeza, pero entre unas cosas y otras, esta 36 edición de “mi rallye” me ha hecho más mal que bien. Encima y tampoco sé por qué, siempre al día siguiente de un rallye en este Clío, tengo un dolor de espalda que no me puedo ni mover, y en esta ocasión, tuve que hacer el domingo un turno de trabajo de 9 horas, todas ellas de pié. El lunes sí que no pude ni levantarme de la cama, literalmente. Menos mal que a mediodía me mandé un plato de caldo cilantro y se me curaron hasta los raspones. 
Bueno, voy terminando ya. Me gustaría agradecer como siempre a los patrocinadores del equipo por ayudarnos a correr, al equipo en sí por la labor que hacen, a nuestras familias por estar siempre, a mis mujeres por parar su reloj para que yo use el mío, a los compañeros comisarios y directivos de Aterura (incluyendo esta vez a Dieguín Guedes) por el curro que se pegaron, a Jonathan por aguantarme al lado y a ti por leerme. 
Polvazo (foto: Frank Hernández)
En principio este año volveremos a ponernos el casco alguna vez más, aunque aún no sabría decirte dónde será la próxima. Si es en La Oliva, espero poder vivir la sensación de la parte final de Puerto del Rosario, y cuando llegue Maspalomas iré con algo de miedo, ya que de las cinco participaciones que llevo, ninguna ha servido para mucho, pero intentaremos romper las estadísticas. 
Nada más, un saludo a tod@s.





martes, 2 de agosto de 2016

Comarca y Telde 2016: Deseando terminar

Muy buenas.
Después de dos carreras casi seguidas retomamos de nuevo el blog.
En el Comarca Norte las cosas no salieron del todo bien, y diferentes problemas en el coche nos hicieron terminar casi en la cola de la clasificación. Es verdad que por lo menos fuimos capaces de llegar a la meta final y con eso hay que quedarse. Los tramos eran bonitos y aunque entre unas cosas y otras estuvimos casi todo el día estresados, disfrutamos de la zona por la que pasó el rallye. Debía haber escrito una crónica exclusiva de esa carrera, pero terminé cansado y desganado, por lo que decidí dejarlo pendiente y desconectar un poco del tema, aunque tampoco fue demasiado porque casi sin habernos enfriado tuvimos que hacerle frente al rallye de Telde.

El viernes las verificaciones y ceremonia de salida se realizan sin mayores contratiempos. Bastante gente y buen ambiente. 
El sábado desde primerísima hora estamos ya en el parque de trabajo, que se convierte en un caos debido a que quien lo diseñó lo hizo seguramente desde un ordenador, sin tener en cuenta ni los postes de las farolas, ni los parterres ni nada por el estilo. Los chiquillos de la Escudería Aterura se las vieron y desearon para ubicar a todo el mundo. También es verdad que hay gente que tiene más cara que espalda y están acostumbrados a ponerse dónde les da la gana y cómo les da la gana. Al final todo se solucionó, gracias a la a la paciencia de los comisarios y a la colaboración de varios equipos incluido el nuestro, que cambió de sitio la carpa y el furgón hasta en tres ocasiones.

Vamos a correr todo el día con gomas usadas, así que tendremos que tener cuidado, pero no por eso vamos a dejar de atacar.
En la primera recta del rallye con más de 400 metros, los limpiaparabrisas se accionan solos y se paran casi en vertical y delante de los ojos de Jonathan, que además no dejaba de mirar a la izquierda porque la goma del cristal se había salido y rebotaba para todos lados. Aun así el tiempo no es malo. A partir de ahora se fijan los limpias y la goma con cinta americana, por si acaso.
El día va avanzando y las cosas no se están dando mal. Los tiempos son bastante regulares, y a pesar de que algo vibra en el puente trasero al frenar, y que la rueda delantera izquierda roza la aleta en los apoyos fuertes, no supone demasiado problema ir llegando a las metas.
Lo peor que vamos llevando son los enlaces por la autopista, ya que como siempre nos pasa, yendo en sexta el ruido es asombroso. Menos mal que un cartel publicitario que decía “PENETRÓN” nos da para hacer chistes de todo tipo y que sea más ameno el camino a los tramos.
Antes de la salida de la segunda pasada por La Pasadilla la aguja de la temperatura está bastante vertical. Estamos desesperados por salir a correr. Para el resto del día calculamos la llegada a los controles horarios casi al límite para estar parados en cola lo mínimo.  No parecía que hiciera un gran calor, pero sólo lo parecía. Al no hacer sol la percepción cambia, pero sí que la temperatura en esas zonas casi cumbreras era bastante elevada. Menos mal que en las asistencias de Jinámar soplaba la brisa marina y se estaba bastante bien.
Cuando quedan tres tramos para el final y mientras ponemos gasolina en Agüimes, vemos que hay unas gotas de aceite en la parte frontal. El nivel en la varilla parece estar bien, pero por si acaso hacemos la primera pasada por La Era del Cardón con un ojo puesto en el reloj de presión. Al llegar a la asistencia se descubre que el radiador de aceite tiene una pequeña raja por la que va perdiendo líquido. No es mucho, pero se intenta reparar para poder terminar, aunque realmente no funcionó el apaño porque la gotita fue a más y terminó por pringar bastantes zonas. Faltaba una especial y de nuevo en la misma gasolinera donde vimos el problema, reponemos aceite. Dos litros deberían ser suficientes para poder llegar a meta. Otra vez el tramo con un ojo sólo por estar vigilando que todo vaya bien. Al pasar la meta, nos saludamos pero no celebramos. Si el bajón de aceite va a peor podemos quedarnos tirados en el enlace y decir adiós al rallye. Sin dejar de vigilar que todo sigue en orden en el interminable camino desde Los Cuchillos a Las Terrazas, conseguimos finalizar el rallye, al final séptimos clasificados.
Con todo eso, y después de haber disfrutado bastante de los tramos y del coche, quedamos cuartos de la “copa Hankook”, lo que da derecho a una rueda nueva como premio, que no es poco.  
Una vez dados los abrazos pertinentes, toca pasar la rampa final. Como suele ser costumbre en Telde, primero suben los vehículos que cogen trofeo, y luego los demás. O se supone que eso era así, porque después de los Micras nos toca a nosotros y… nos dan un trofeo que no nos corresponde. Hacemos las fotos protocolarias pegados casi al techo del podium (faltó darle un metro más adelante al coche) y una vez aparcados paso por la zona de los trofeos para que corrijan el tema, y me dicen que está bien así porque los trofeos no se acumulan. No me iba a poner a discutir, pero eso es cuando coges varios premios en relación a la clasificación general y las diferentes clases, no a las copas promocionales. Además, a Jonathan le dieron uno que decía “subcampeón”, y el mío decía “tercero”, pero bueno, el muchacho a cargo de todo aquello tenía decenas de números apuntados en un papel de 2 centímetros cuadrados, y tampoco es demasiado importante, porque a fin de cuentas lo que importa es la clasificación y los puntos atribuidos.
Otra cosa a reseñar fue la colocación de los coches en el parque cerrado final del rallye. En aquel tremendo espacio, nos apretujaron unos contra otros como si fueran a meter 180 camiones, y claro, a la hora de salir cuando abrieron el parque la mitad tuvo que recorrerse el centro comercial buscando al dueño del coche que lo tenía trancado. En fin, cosillas a mejorar para próximas ediciones supongo.
No escribo más, que la inspiración es poca. Como siempre agradecer a los patrocinadores, amigos, aficionados y familiares por el apoyo. Llama la atención la cantidad de gente que siempre hay alrededor de nuestro coche en las asistencias. Las famosas llamaradas han cautivado jejej.
Después de dos rallyes intensos toca descansar y cargar las pilas para el apasionante final de año que se avecina, en el que si todo va bien, correré 5 carreras en tres meses.

Hasta la próxima!!!! 

martes, 21 de junio de 2016

Rallye Puerto del Rosario 2016: LA FUERZA DEL EQUIPO

Hola. Nuevo episodio automovilístico el vivido en Fuerteventura. El resultado es extraño. Terminamos séptimos de la general y primeros de nuestra clase, pero realmente sufrimos una retirada en el primer tramo. Si te parece, paso a explicarlo.
Nuestra historia en esta 18ª edición del rallye Ciudad de Puerto del Rosario casi no llega a escribirse, porque hasta el último día del cierre del plazo para inscribirnos no estábamos seguros de poder ir. Finalmente se tomó la decisión de hacer este viaje y, sinceramente creo que mereció la pena.
Una vez todo preparado y organizado toca esperar a que se publiquen los tramos para ver si ya Raúl los ha corrido otros años y así tener una ligera idea de cómo iba a ser la cosa. Cuando se conoce el recorrido lo más que me llama la atención es la forma de hacer el rutómetro. Ya en Lanzarote me habían dicho que lo de la isla majorera no tenía nada que ver, que era todo diferente, y vaya que si lo es. Para empezar, en todos los enlaces, en todos, se pasa por el parque de trabajo y puedes reparar el coche, y eso nos vino más que bien a nosotros. En cuanto al recorrido a seguir para ir de un sitio a otro era digamos que… especial. Por la mañana pasabas por una rotonda que se llamaba por ejemplo La Matilla, y dos horas después en el mismo sitio y siguiendo la misma dirección lo llamaban solo “cruce”. Y así muchas cosas más, pero que al final resultaron no tener ninguna importancia porque las facilidades para circular son bastantes y perderse es muy complicado. Siempre guardaré en mi “saco de recuerdos de los rallyes” el cruce que nos indicaba que debíamos tomar la bifurcación hacia casa de Fonfín. La pena es que no llegué a conocer a ese hombre, aunque el que hizo el road book si que lo conocerá y seguramente creerá que todos debemos saber quien es. Prometo intentar dar con él la próxima vez que vaya.  
Llega el viernes y tras recoger al amigo Edu González que también va a correr, y contar con el gran Dieguín Guedes para que nos lleve al aeropuerto, nos subimos a un avión de Binter que se llama…”baifo”. Lógicamente el chiste se me ocurre al instante y le digo a Edu: “si se me escapa este vuelo… ¿es que se me fue el baifo?  
Es verdad eh...
Una vez en tierra nos presentamos en las instalaciones del patrocinador del rallye para recoger la documentación y empezar los reconocimientos. El briefing de Miguel Ángel Guerra es bastante interesante y constructivo, así que empiezo a entrenar con las cosas claras y la moral alta.
De 11:00 a 16:00 apuntamos notas y damos otra pasada más por cada uno de los tramos y la conclusión es que vamos a pasarnos el rallye saltando. También me llama la atención que hubo gente que no entrenó (por lo menos de manera oficial) y algunos otros que parece que aparecían en pleno tramo por algún cruce intermedio. Las cosas de la tierra. 
Esta vez sí que tuvimos tiempo para comernos un bocata a mitad de jornada, y hasta incluso después de terminar el trabajo nos damos un baño en la piscina de los apartamentos y nos dormimos un rato en la hamaca, aunque yo tuve que despertarme para dedicarme a corregir los tachones y correcciones de las notas para que en la carrera estén bien legibles y claras.
El rato que se supone que debían durar las verificaciones es eterno porque se hacen con calma. Me resultó cuanto menos curioso que hubo quien no se presentó a verificar y se ahorró el trámite digamos que por la cara. Incluso algunos miembros de la organización se lo tomaban a guasa delante de todos. Los demás allí cumpliendo con el reglamento y el programa horario y otros en la piscina. En fin, las cosas de la tierra.  
Al final llegamos a nuestro cuartel general con tiempo de ver casi toda la segunda parte del partido de España, pero… el único canal español que se ve en nuestra tele es la 1, así que cenamos, charlamos un rato y a dormir. Vaya historia nos contó Antonio de uno que fue a una feria en burro y lo amarró a un árbol, se pasó todo el día de copas y hablando de concupiscencia, y cuando salió del bar resultó que el animal había sido premiado.
Nuestro burro también buscaba premio
Llega el día y toca echarse a correr. En el primer tramo intentamos no dormirnos y nada más salir cogemos un ritmo bastante alto, pero faltando aproximadamente un kilómetro para la meta oímos un ruido en los bajos y nos tememos lo peor. Avanzamos unos metros y nos damos cuenta de que se ha partido un palier, concretamente el mismo que en Lanzarote, pero por otro sitio diferente. Raúl maldice su suerte pero tiene tantas ganas de arreglarlo que se intenta quitar los cintos y el casco sin haber pasado por meta. Al final perdemos unos 40 segundos y aun así el tiempo no es del todo malo, lo que confirma que íbamos bastante bien. Nos bajamos y nos ponemos manos a la obra. A mi me toca alcanzar herramientas y buscar piedras que hicieran las veces de martillo. Si el seguro del palier salta y éste sale podemos ir hasta la asistencia usando el 4x4 y cambiarlo allí para poder seguir. Después de más de diez minutos dándole taponazos decidimos rendirnos y llamar para que nos traigan más útiles y poder trabajar. Estamos retirados, pero… no. Normalmente en cualquier rallye de cualquier campeonato, una vez que te retiras es como si te hubieras quedado en tu casa a nivel clasificatorio, pero… en el campeonato insular de Fuerteventura no es así. Si te retiras y te reenganchas para seguir corriendo te penalizan con el peor tiempo más un minuto de cada tramo que no hagas, pero sigues apareciendo en la clasificación y puntúas. Es un poco extraño, pero esa motivación de saber que podíamos remontar posiciones nos hizo querer seguir a tope. Ya con todo reparado nos vamos al tramo de Cuesta Perico, en el que había un salto, rasante o badén cada 300 metros. Ya sabes que eso de volar en coche no es lo que más me gusta, y por eso el día anterior Raúl me había aconsejado que no levantara la cabeza y que siguiera cantando notas cuando el coche esté en el aire, porque si espero a ver lo que pasa en el aterrizaje, llegaría tarde a la siguiente nota. Así lo hago y la verdad que funcionó bastante bien. No tuve esa sensación de vacío en la barriga que suele dar en estos casos, que si no has corrido te digo que la puedes comparar a lo que se siente en algunas atracciones de las fiestas, lo que siempre en mi pueblo se ha llamado “los cochitos”.
A mediodía cambiamos de zona y nos vamos a Tefía, donde los tramos se nos deberían dar algo mejor por las características de nuestro coche. Así fue. En la segunda pasada por el tramo corto pico 6 segundos mejor en el punto intermedio, y me quedo dudando porque me parece mucho. Casi llegando a meta percibo que Raúl baja cambios y pienso que quizás hayamos roto algo, cuando de pronto suelta una patujada y vuelve a acelerar como un salvaje. Resultó ser que el copiloto del coche de delante estaba haciendo aspavientos cómo para que paráramos y mi piloto creyó que no podíamos pasar o que ellos necesitaban ayuda, cuando al final era que se habían salido de la pista pero estaban bien y no obstaculizaban el paso. En la meta mejoramos 2,3 nuestro tiempo anterior, pero si no es por esa pérdida hubiera sido mucho más.
Quedan dos tramos, el más largo del día que se repite dos veces, y que nos dejó buenas sensaciones entrenando. Se trata de 9,3 kilómetros de los que 1,9 son de asfalto con unas rectas enormes. La primera pasada se nos da bastante bien, pero se puede mejorar. Estamos casi a punto de terminar y se me pasa por la cabeza decirle a Raúl que debemos bajar el ritmo y asegurar la meta, pero al final descarto la idea porque sé que no me va a hacer caso. Sabia decisión la mía, porque en esa última especial del rallye fue donde más disfrutamos y donde de verdad nos reencontramos con los viejos tiempos. En todos los tramos anteriores y también en los de Lanzarote no iba del todo cómodo. Correr en tierra es difícil porque apenas se entrena y lo que se reconoce es yendo despacito. Además no hay referencias y en muchas ocasiones cuesta distinguir lo que es carretera y lo que no. No son excusas, son cosillas que se acusan cuando uno es medio novato en estas lides, pero en el último tramo no tuve ninguno de esos problemas y los dos nos dimos cuenta. Al pasar la meta le dije a Raúl que estaba orgulloso de él y de cómo hacíamos las cosas. Los dos lloramos de emoción y de contentos. He acabado un montón de carreras y siempre es una alegría, pero esta meta me supo a gloria.
Llegamos al parque cerrado y nos abrazamos con los componentes del equipo, igual que lo hacemos cada vez que nos vamos a los tramos. Siempre hay buen ambiente y ganas de trabajar. Sirva el ejemplo de que en este rallye y por las características de su normativa y rutómetro, pasamos por el parque de trabajo nada menos que siete veces, y en todas hubo que tirarse al suelo a reparar algo, pero se hizo de buen gusto. Todos nos contagiamos de energía y se nota. 
El de negro es Álvaro, las piernas azules son las de Raúl, el del centro es Claudio y el del gorro Antonio. Yo solté el gato para hacer la foto. Todos a una
Quizás te preguntes por qué hay que hacerle tantas cosas a este coche y por qué sufre tanto. La respuesta es fácil:es un juguete super divertido de llevar, pero al amigo Quesada el AX ya le queda pequeño. Las trazadas, apuradas y demás son de nivel de coche más grande, y eso lo acusa el pequeño Citroën que a pesar de todo se porta como un campeón y siempre va empujando todo lo que puede. Además, cada vez que alguna pieza sufría un percance (que siempre fue reparado en tiempo récord), el equipo se daba cuenta del porqué del problema y también le buscaba solución.
Una vez todo en calma y solucionadas las dudas de unos y otros con el tema de los reenganches, momento de la entrega de trofeos. Aquí también se cumplió la tónica dominante de este rallye: nadie sabe del todo bien lo que pasará. La ceremonia iba a empezar a la hora prevista pero como éramos pocos coches, se iba a adelantar, y al final… no.
Parce cerrado final. Debajo del logo de su hermano mayor
Cuando estaba todo preparado, con la mesa llena de trofeos, llegan y mueven todo hacia otra parte de la mesa para rellenar más de media hora hasta que llegaron los políticos de turno. Nos podían haber dicho una hora concreta y hubiéramos ido a comer o beber algo, que yo llevaba todo el día con medio bocata de jamón y dos Aquarius. En medio de interminables discursos de unos y de otros, nos toca el turno de recoger nuestro trofeo como ganadores de la clase 6, y aunque la copa en sí no es importante, el hecho de volver a subir a un podium con Raúl me llena de bastante satisfacción.  
Cogimos prestado el número...
Entre unas cosas y otras, casi sin que hubiera acabado el ritual protocolario, me voy al aeropuerto con Edu para llegar a tiempo a nuestro vuelo de Canary Fly que salía a las 20:10 hacia Gran Canaria. Me dio pena no poder quedarme a celebrar con mi equipo el logro conseguido, pero hay que buscar tiempo para la familia como sea, aunque luego resultó ser que nuestro vuelo acumuló casi tres horas de retraso y llegué a mi casa a la 1 de la mañana. Si lo llego a saber hago noche en Caleta de Fuste con los demás, aunque bien es verdad que mientras hacíamos tiempo en el aeropuerto empecé a estar tan cansado que parecía tener una chispa graciosa, y se hizo el rato más ameno. 
Ahí está nuestro vuelo con el rótulo del ex compañero de Sainz. Valía más reírse...
Cuando anunciaron la hora de embarque por megafonía aplaudimos y todo, y una vez en el avión, en uno de los por lo menos cinco que tiene la compañía, Edu y yo vinimos oyendo unas grabaciones antiguas de compañeros de profesión contando anécdotas que nos hicieron la media hora de vuelo de lo más agradable. Ya en tierra Diego nos esperaba para llevarnos al coche y de Ingenio a Teror para terminar mi historia. El resto del equipo llegó el domingo, mientras yo disfrutaba de un almuerzo en “la gota leche” de Arucas. 
Rebotallo de papas fritas, huevos fritos y chorizo de Teror
Fue un viaje intenso, lleno de emociones y sensaciones pero que me ha servido para sacar la conclusión de que aunque se vivan momentos malos, si hay ganas todo se saca. En algún punto del día llegué a reflexionar sobre si no sería el momento de retirarme de todo esto y quitarme nervios de encima, pero después me veía en la asistencia echando una mano como miembro activo del equipo, o en pleno tramo dándome cuenta de que Raúl se iba fiando de mí a pesar de no estar yo del todo fino (y no lo digo por el peso, que también), y lo que se me pasa por la cabeza es no bajarme de este barco jamás.
Voy acabando ya, y aprovecho estas últimas líneas para agradecer a Diego su servicial amistad y a Edu sus risas (una pena que no pudiera terminar el rallye). 
Edu Glez, un grande.
Gracias a Antonio, Claudio y Álvaro  por su dedicación. Sus ganas y buen hacer sirven de mucho para que todo esto avance, y para que Raúl y yo sintamos confianza total en lo que hacemos, porque dentro del coche vamos nosotros, pero un rallye no es sólo correr tramos sino mucho más, y remamos todos (incluidas nuestras familias) hacia el mismo sitio.
Mención especial y habitual como siempre a Leti, Aroa (y su hermanit@ que viene en camino) por regalarme su tiempo para que yo lo use en las carreras. Me da igual volver a repetir y ser pesado, pero nunca me cansaré de decir que lo que hacen por mí nunca seré capaz de recompensarlo.
Nada más amig@s, levanto las manos de las teclas no sólo para dejarlas quietas hasta la próxima vez, sino para darle un aplauso a mi piloto y amigo que es Raúl Quesada, porque tiene mucha moral y a pesar de todo sigue reponiéndose de todos los reveses que le van viniendo. Dicen que lo malo de la vida no es caerse, sino no levantarse y este muchacho se levanta y lo seguirá haciendo las veces que hagan falta, y nosotros estaremos con él, para que sigamos buscando las cosas buenas de la vida, como fue llegar juntos otra vez a una meta, en este caso al albergue de Tefía.
Saludos. Nos leemos pronto, y recuerda que la unión hace la fuerza, y la fuerza de varios (aunque sean pocos) a la vez vale para mucho.
PD: No pongo ninguna foto en plena acción porque no he encontrado ninguna. Poco seguimiento tuvo este rallye...


jueves, 2 de junio de 2016

Rallye Isla de los Volcanes 2016: Rasantes y saltos. Enemigos silenciosos.

Saludos. Voy a intentar resumirte lo ocurrido en el rallye Isla de los Volcanes, empezando por el resultado final, que fue un abandono por rotura de palier cuando marchábamos novenos de la clasificación general.
Esta prueba iba a suponer el reencuentro con Raúl Quesada dentro de un coche de carreras después de casi 7 años sin juntarnos para correr. En todo este tiempo hemos mantenido la amistad y yo siempre me he sentido parte de su equipo. En los momentos buenos estaba cerca y en los malos más aun. Por todo eso y porque en los últimos meses me empeñé en convencerlo de que tenía que correr lo que fuera y así levantar el ánimo y volver a coger sensaciones, me ofreció la oportunidad de acompañarlo en esta aventura en Lanzarote, y a pesar de que tuve que cambiar turnos de trabajo y demás, le dije que sí.
El equipo se embarca el jueves por la noche. Mi vuelo sale el viernes tempranito y cuento con la colaboración de mi amigo Diego Guedes para que me guarde el coche y me traslade al aeropuerto, al que fuimos dos veces, porque cuando iba a entrar por la puerta me di cuenta de que me había dejado el móvil atrás, así que tuvimos que dar otro viaje a Ingenio. Al final casi se me hace tarde para embarcar porque cuando llegué al control de entrada me topé con una excursión de la tercera edad. De buenas maneras intenté ir pasando (colarme vamos) pero… no. Me llovieron broncas varias: “no mi niño, haber madrugado más” “a la cola, que nosotras también tenemos prisa”, “no sé para que corres si ahora te hacen quitarte hasta el cinto” y cosas de esas, así que mezclado con la juventud paso el arco de seguridad y finalmente llego a la puerta de embarque. Hay poca gente y me da la sensación de que el avión irá medio vacío. Una vez dentro cuento 24 personas, como en una Utinsa de Tamaraceite a Teror. El trayecto es tranquilo y me sorprende lo bien acabado y redecorado que está el aparato de Canary Fly. No será nuevo, pero los tapizados, moquetas y demás están casi sin estrenar, aunque claro, si en cada vuelo van veinte…
Al llegar a Lanzarote y casi nada más desembarcar en el muelle, Raúl me recoge y nos vamos a Costa Teguise. Tenemos tiempo de sobra así que nos dedicamos a terminar de rotular el coche.
A media mañana dejamos a Claudio y Antonio en la piscina y partimos hacia Tías. El rutómetro y nuestra orientación nos conducen perfectamente hasta la salida del primer tramo que tenemos que entrenar. La toma de notas se nos da bastante bien aunque en las segundas pasadas se corrigen algunas cosas. Nos hubiera hecho falta por lo menos otra más, pero las reglas son como son y hay que cumplirlas, aunque pudiera ser que haya alguien que estaba entrenando desde el martes y por eso desde la primera vez fuera a 100km/h. En fin, cada uno sabe lo suyo y no vamos a descubrir la pólvora ahora tampoco. Lo peor fue que como no se pudo empezar hasta las 13:00 horas, acabamos casi a la hora de ir a las verificaciones administrativas y sin haber parado a comer. Gracias a un helado de Kalise que nos echamos a mediodía pudimos escapar.
Después resultó que al llegar a la Villa de Teguise se respiraba otro ambiente distinto al que hay en las carreras de asfalto. Una plaza enorme para 25 coches y furgones da mucho juego y eso se nota. Además había un solar justo al lado donde aparcar los carros. Todo son comodidades. En las administrativas no piden nada porque está todo comprobado y las técnicas las superamos sin problemas. Raúl ha dejado el coche mejor que recién salido de Piedrafita Sport. Y ahora… a esperar. Si llego a acordarme que en la tierra todo es más light nos hubiéramos dado un baño en la piscina antes de ir a todo ese tinglado. Al final adelantaron la reunión de pilotos y la ceremonia de salida, por lo que en el rato que iba a ir a comer algo… no fui. Lo mismo de siempre, para las fotos puede estar bien, pero hacer una ceremonia en la que se entra y se sale por el mismo sitio para aparcar también en el mismo sitio donde sólo había 40 personas y 39 éramos miembros de los equipos y organización… no lo veo, y menos de noche, y menos… sin comer.
Después de eso nos acercamos a Puerto del Carmen para que nuestros compañeros supieran el camino para el traslado del sábado a mediodía y de paso recogemos a Álvaro.
Ya en el apartamento, en lo que Raúl ve los vídeos que hemos grabado de los tramos yo corrijo los tachones de las notas y cenamos algo suave. Conozco mi barriga y sé que si me salto una comida y en la siguiente me lleno, lo acabo pasando mal.
Llega el día. Casi siete años después de la última vez, me siento a la derecha de mi amigo Raúl Quesada con el casco puesto.
Meta del tramo 1. Hemos vuelto. (foto: Ismael Rodríguez)
El primer tramo es muy rápido con varias zonas rectas de casi un kilómetro, así que mi trabajo no es mucho, pero se me da bien. En la especial de Famara la cosa se complica pero tampoco demasiado. En la asistencia tenemos problemas en un buje pero se solucionan… a medias. Al llegar a la salida de la segunda pasada por Famara levantamos el coche y… el buje sigue jodido. Decidimos pasar el tramo sin arriesgar y ver si en la asistencia larga se puede arreglar.
Tenemos que estar en Teguise casi dos horas. Da tiempo de arreglar el buje y lo que haga falta. Aun así se tarda más de lo esperado en conseguir que el invento que propone Raúl funcione. Claudio y la “rocaflex” hacen que todo vaya al sitio y finalmente queda listo. Como no hay más nada que hacer, el equipo se va y nosotros nos quedamos a esperar la hora de salida. El rato se hizo largo y nos enfriamos tanto que nos dio hasta sueño.
Ahora cambiamos de zona y empezamos por el tramo de la Machacadora. Se me complica el trabajo mucho más que esta mañana y al haber varios rasantes me quedo un poco atrás cantando notas, ya que Raúl necesita saber con más antelación de lo normal lo que viene después del salto. El ritmo es frenético y como dicen en mi pueblo “no doy habío”. Además cuando iba a pillar el tiempo intermedio me doy cuenta de que mi crono se ha parado ya que seguramente en algún bote le he dado al botón sin querer. Por esto también al llegar a meta no puedo picar tiempo y resulta que el del stop tampoco lo tiene. En el online vemos como nos ha ganado mucha gente que durante el resto del día no lo había hecho. Luego resultó ser que en un cruce en el que debía haber una flecha y una cinta, no había nada y varios coches siguieron rectos ahorrándose por lo menos 500 metros de tramo, pero como nadie vio nada… no pasó casi nada. No nos vamos a volver locos tampoco porque si nos llega a pasar a nosotros igual también hacemos lo mismo, aunque es verdad que al llegar a ese cruce yo vi la cinta rota, pero mis notas decían a la izquierda y por allí fuimos. En fin, no pasa nada. Las cosas de la tierra son así y es parte del juego. 
El tramo de Macher fue mi tumba. Estaba lleno de rasantes y zonas estrechas y me cuesta muchísimo seguir el ritmo. Para no quedarme atrás lo que hago es adelantarme… mucho. Me paso el tramo repitiendo y corrigiéndome a mi mismo. Llego a meta con la sensación de haberla cagado. No me da vergüenza reconocer que el ritmo al que se va en la tierra, lo que corre el AX y las manos Raúl me superaron. Puede ser que sea capaz de hacerlo, pero no estaba preparado, no sabía que eso era así. Hago el enlace hasta la asistencia bastante depresivo, pero una vez allí me hago la conjura de que en las dos nuevas pasadas por esos tramos lo tengo que hacer mejor y lo voy a hacer mejor, pero al final no pudo ser.
Saliendo del parque de trabajo, a 300 metros del control de salida, en un stop de Puerto del Carmen, se parte el palier delantero derecho y tenemos que retirarnos. La cara de Raulillo es la máxima expresión de la decepción. Volvemos a la asistencia y ni siquiera nos podemos reenganchar porque ya no quedan mas secciones del rallye, así que la retirada total es un hecho. Recogemos rápido y nos vamos al aeropuerto a ver si yo puedo venirme en un vuelo más temprano del que tenía previsto. El equipo sigue hacia Costa Teguise para intentar descansar y no pensar demasiado. Finalmente consigo plaza más temprano, aunque me arrepentí bastante cuando “la paloma” como dice Claudio empezó a sacudirse más de la cuenta. Finalmente aterrizó en Gando sin mayores problemas y ahí acababa mi aventura. El resto del team Flamer Motorsport regresaría en el ferry del domingo a mediodía.
La verdad es que la sensación que me queda de todo esto es una rasquera terrible, porque Raúl no termina de salir del bache de mala suerte en el que entró hace ya más de un año, y también porque no estoy satisfecho con mi labor. En lo que yo suponía que era lo complicado a la hora de entrenar apuntando notas en medio de botes y piedras a la vez que miraba el rutómetro y encontraba los tramos por los enlaces, cosa que se puede decir que no había hecho nunca,  me fue notablemente bien. En lo que llevo haciendo toda la vida carrera tras carrera, que es cantar notas y controlar el reloj, me salió la cosa medio mal, o por lo menos no todo lo bien que yo hubiera querido. Espero que algún día tenga otra oportunidad de volver a correr en tierra y así poder sacarme la espina.
A esa conclusión hay que enfrentarle la parte positiva, que es sin lugar a dudas el retorno al equipo del que realmente nunca he salido. El trato humano y personal es totalmente familiar, ya que con Antonio, Álvaro y Claudio hay confianza desde hace tiempo, incluso muchos años en el caso de Antonio, y eso hace que todo se viva de manera relajada.
El equipo al completo. Gracias
A pesar del abandono nunca olvidaré este rallye, y tengo motivos para ello. Las conversaciones que he tenido con Raúl durante todo este tiempo de vacas flacas, donde casi nadie le ha ni siquiera preguntado por cómo iban las reparaciones de sus coches o simplemente por cómo estaba él, las tuvimos ahora dentro del coche y ahí nos dimos cuenta (o por lo menos yo), de que pase lo que pase la amistad que tenemos vale más que cualquier otra cosa. A Rau le hacía falta un amigo que ejerciera de eso más que de copiloto, y así lo hice con todo mi empeño y ganas. Espero que a pesar de no haber ido al ritmo que había que ir en pleno tramo, mi piloto esté contento de que haya sido yo quien lo acompañara. A mi por lo menos me gustó mucho recordar viejos tiempos y estar con él.
Termino como no puede ser de otra manera agradeciendo todos los mensajes de ánimo que nos llegaron antes y después de la carrera. Fue muy especial la bienvenida que me dieron vía whatsapp Mina, Carol y Octavio. Esas cosas valen mucho.
Gracias a Antonio Quesada, Claudio Guerra “perolo” y Álvaro por quererme tanto.
Guedes por ser mi taxista particular también se merece lo suyo.
Leti y Aroa que sufren estos temas y se sacrifican por mí de una manera impagable, aunque les duele menos cuando las carreras son con Raúl y su familia, gracias.
Y el final es para Raúl, al que le tengo dar también y otra vez las gracias, sin más explicaciones, porque no nos hacen falta.
Nada más, hasta la próxima ocasión que si no hay novedad será pronto.  
Recuerda creer en ti pero no confiarte, ya que cuando menos te lo esperas se te complica la historia, cualquier historia.

Hasta pronto!!!