jueves, 20 de julio de 2017

Rallye Senderos de La Palma 2017: Circunstancias y ciruelas

Muy buenas. Antes que nada tenemos que explicar lo sucedido en el pasado rallye Isla de Gran Canaria, que corríamos con el Skoda Octavia Kit Car y que nos conducía al camino del abandono nada más empezar. El viernes el tramo espectáculo no se dio del todo mal teniendo en cuenta las características del coche, pero el sábado, a 600 metros de la salida de Cueva Grande el culo quería adelantar al morro, la esquina de un muro se negó a que eso pasara y allí tropezamos y nos tuvimos que quedar. Una pena porque teníamos muchas ganas de hacerlo bien y la sensación de que estaba todo bien trabajado, pero… las carreras son así.

Después del mal sabor de boca que te deja todo lo que conlleva retirarte por un golpe, pusimos la cabeza en la próxima prueba, que no era otra que el Senderos de La Palma dentro de la Copa Adam Disa max. La primera visita a la Isla Bonita para ver los tramos nos dejó buenas vibraciones. En bastantes partes del rallye ya habíamos estado tanto Raúl como yo hace unos años, y eso ayuda bastante a estar más ubicado, por lo que el trabajo de reconocimientos se dio bastante bien y nos cundió, a pesar de que las dos zonas en las que se desarrolla el rallye están lejos entre sí y se pierde bastante tiempo en el trayecto.
Regresamos a casa tranquilos y sin dudas, aunque las obras de la carretera de Las Manchas hicieron que no se pudiera entrenar debidamente. Bien es verdad que eso le ha pasado a todos, así que se igualan las cosas.

La semana de la carrera y ya con todo preparado, vuelo hasta La Palma y me dirijo a Los Llanos mientras aguardo que llegue el resto de la primera parte del equipo con el coche. Aprovecho para ver in situ los recorridos de enlace de salida y entrada del parque de trabajo. Una vez controlado eso, llego a la casa rural situada en El Paso y que me sorprende enormemente. Por si alguna vez planteas unas vacaciones en la Isla Bonita y buscas alojamiento por esa zona del oeste, bungalows Los Guanches es el sitio ideal.
Cuando Raúl y Antonio llegan, cenamos algo rápido y nos vamos a entrenar. Buena parte del tiempo la pasamos en el tramo de Garafía ya que a nuestro entender, por distancia y dificultad es el que va a marcar diferencias. Al final nos acostamos a las 6 de la mañana, cansados pero conformes y optimistas.
Las buenas sensaciones con las que me quedé dormido se esfuman de un plumazo cuando me despierto y veo en el móvil que se han suspendido los dos tramos de por la noche. La nocturnidad se nos da bien, y Raúl es capaz de mejorar los tiempos hechos de día incluso sin parrilla de faros, por lo que teníamos grandes perspectivas para hacer cosas buenas en la oscuridad de la cumbre palmera, pero no. Si a mi me disgusta la idea de no correr esos tramos, a mi piloto ni te cuento. En fin, es lo que hay y sea por la razón que sea, bien por el riesgo de incendio o bien porque el rallye tenía más kilómetros de los permitidos, hay que acatar lo decidido y punto.
Montamos la asistencia sin mayores contratiempos, justo frente a un bar y un supermercado. Mejor imposible.
Después de verificar a pleno sol en el precioso casco peatonal de Los Llanos de Aridane, almorzamos y hacemos tiempo hasta la hora del brieffing, que bajo mi punto de vista fue rocambolesco total. Pilotos y copilotos haciendo preguntas del rutómetro porque no lo habían mirado, consultas de dudas increíbles, hasta cinco o seis explicaciones del Director de Carrera a una misma pregunta hecha por personas diferentes… la conclusión que saco es que estas reuniones para el que se ha leído los reglamentos (el del rallye y las normativas en general) son una pérdida de tiempo. Salgo de allí con la sensación de que yo invierto mi tiempo en preparar y controlar todo o casi todo lo que hay que hacer, por dónde hay que hacerlo y en tener los conocimientos suficientes para saber reaccionar cuando surge algo como la suspensión de la noche y demás, y hay compañeros que ni tienen idea ni miran absolutamente nada, sino que se dejan llevar… y les sale bien. Cada uno corre como quiere, pero por lo menos yo me juego mucho en este deporte, nada menos que mi físico, como para improvisar algo, por poco que sea. Aprovecho para decir que después en el rallye, de lo que se explicó tantas veces, hubo gente que se equivocó. No sólo no leen sino que por lo que se vé, tampoco oyen.
Con bastante retraso hacemos la ceremonia de salida, por lo que se reduce el tiempo previsto en asistencia. Lo que pensábamos hacer en casi una hora según el itinerario, hay que dejarlo terminado en quince minutos. Si iban a modificar eso, podían haber dejado meter los coches en parque de trabajo y no en parque cerrado, creo yo.

Después del largo enlace por Tijarafe toca dejarse ya de historias externas y ponerse el casco, que es a lo que hemos venido.
El primer tramo no se da del todo bien, pero el tiempo no es malo. En una zona de subida Raúl me dice que el Adam debe estar roto porque corre poco, pero no tenía nada, sólo que hacía mucho calor y el turbo sufre, además de que por sí, el coche corre poco.
En el otro tramo las sensaciones son raras pero mejores que en el anterior y acabamos la jornada del viernes como líderes. Tenemos claro que si se hubiera corrido de noche, nuestra ventaja hubiera sido mayor… o no, nunca se sabe.
Cenamos las alitas picantes de Antonio y a dormir. Comparto habitación con el que ahora es un amigo y miembro más del equipo, pero que siempre ha sido y será un mito, el gran Antonio Ponce Anguita. El reparto de camas fue fácil de hacer: los que roncan en un cuarto, los que no roncan en otro, y el que ronca muchísimo al salón. 

Amanece el sábado caluroso pero tranquilo. El plan es atacar todo el día para ver que pasa. En el primer tramo, en la zona de bajada final y yendo bastante rápido pisamos aceite y nos salimos. Menos mal que Raúl acertó a tirar del freno de mano y la salida fue lateral, golpeando levemente unas piedras. Devueltos a la carretera seguimos corriendo, pero primero con la precaución de que el coche tenga algo roto, y después porque sigue habiendo aceite durante un largo trecho. Al llegar a la altura del coche causante del derrame, me comen los demonios. No voy a decir ni el número que era ni dar nombres pero quiero dejar claro que a pesar de que la rotura se produjo porque cogieron una piedra en pleno centro de la carretera que no pudieron esquivar y de que no había ni un comisario en todo aquello ni donde se suponía que tenía que estar, que tu revientes el cárter y sigas por el tramo chorreando aceite durante 500 metros, que no seas capaz de ir hacia atrás para avisar a los demás participantes y que encima saques un comunicado diciendo que “menos mal que nadie se vio afectado por el aceite” es cuanto menos lamentable y antideportivo. En fin, ahí lo dejo, pero estoy seguro que si no pasa eso, se hubiera apretado más la pugna por la Copa.
El siguiente tramo lo hacemos agobiados y desconcentrados, todavía con el disgusto en la cabeza. Cuando pisas aceite a gran velocidad se pasa mal, y ahora cada vez que veía algo brillar en el asfalto me parecía que era aceite. Nuestro tiempo fue malo y se veía venir.

En la asistencia comprobamos que el coche está en buen estado, aunque mi puerta casi no abre y la talonera está dañada. En la siguiente vuelta por los tramos ganamos los dos y recortamos un poco las diferencias pero siempre sin ir demasiado al ataque para que no vuelva a pasar nada.
En la meta del tramo del Valle, paramos a quitarnos los cascos y una señora nos dice que si queremos una ciruela. Raúl le dice que sí tímidamente, y la doña nos tira desde la ventana una bolsa llena de frutas fresquitas acabadas de sacar de la nevera. Pase lo que pase, lo mejor del rallye.

Quedan dos tramos, los que otorgan puntos extras. No sabemos si guardar ruedas y mantener la segunda plaza o si tirarnos a lo bestia para conseguir esa puntuación adicional. “El jefe” Toñi Ponce y el resto del equipo casi que nos obligan a montar gomas nuevas y salir a tope, así que no seremos nosotros los que vayamos en contra de nuestra gente. En Las Manchas salimos a lo bruto, tanto que más o menos en la misma zona donde nos habíamos salido esta mañana y yendo 6 segundos mejor que nuestro tiempo de antes en el segundo punto intermedio, tocamos un interior y pinchamos. De ahí a la meta perdemos 20 segundos, calculados exactamente viendo después el vídeo. Quién sabe si de no pinchar hubiéramos ajustado las diferencias con los rivales y nos hubiéramos jugado el rallye en el último tramo, que por cierto, ya con la rueda cambiada, lo ganamos.

Al pasar la meta, nos damos la mano y la enhorabuena. Lo hemos dado todo y hemos luchado a tope, casi diría que por encima de los límites, así que tenemos que estar contentos. A nadie le gusta perder, pero contra las circunstancias y adversidades no se puede luchar. No vamos a negar que estamos rascados, pero también satisfechos por nuestro trabajo. Esperamos por los compañeros vencedores Óliver Nieves y Javier Alonso y les damos un aplauso, porque si algo somos es deportistas y desde chiquititos sabemos perder y felicitar al que nos gana. Este deporte, sobre todo en una copa monomarca es (o debería ser) una actividad limpia y sana donde se depende de muchas cosas, pero donde la igualdad mecánica es (o debería ser también) total. Que Nelson Climent y Tino Vega hayan sido terceros también es motivo para estar contentos.

Llegamos a la asistencia y los copilotos se tienen que quedar en el control horario mientras el piloto y el coche se van con el equipo, por lo que los sufridores de la derecha nos quedamos sin ser recibidos por nuestra gente. Durante el día es buena idea porque así el coche está mas tiempo atendido, pero en ese último control no debería ser así. 

Una vez los pilotos hacen rueda de prensa que los copilotos vemos desde la barrera y recibimos los trofeos en el podium, nos vamos para casa a comer y descansar. Antonio compró material de asadero para darle uso a la barbacoa, así que nos dan las tantas comiendo y hablando, aunque primero tuvimos tiempo de remojarnos un poco en la piscina.

El domingo por la mañana emprendemos todos el regreso a casa. Parte del equipo vendrá en barco y otros volvemos en avión, con escala en Tenerife. Al llegar el Binter a Los Rodeos notamos como no está paralelo a la pista sino perpendicular totalmente, y casi pegado al suelo gira a la izquierda y aterriza. La azafata tenía mala cara al ver la maniobra y cuando tomamos tierra se le escapó un “su puta madre” y empezó a aplaudir. Luego nos dijo que seguro que lo hizo así por la niebla y que si hubiera sido otro piloto no lo habría ni intentado. Mejor tomarlo a risa y no pensarlo mucho.
En otro ratito más ya estamos en Gran Canaria y poco después en Madrelagua, donde el calor es bestial y nos recuerda la vuelta a la realidad del día a día y todo lo que tenemos entre manos y que habíamos dejado aparcado para ir a correr el Senderos.
Como siempre hay que dar las gracias al equipo de Flamer Motorsport formado esta vez por Antonio, Claudio, Álvaro y Toñi. Estando con ellos y a pesar de no haber ganado y de que nos pasaron cosillas, sinceramente, yo lo pasé bien. Los tramos me gustaron mucho y bajo mi punto de vista me salió un rallye notable en cuanto a mi trabajo, siempre pudiendo mejorarlo, claro está. Raúl es un grande, un piloto agresivo y sin miedo ni dudas que si puede pasar una curva o un rasante a fondo no levanta el pie ni un milímetro ni siquiera por si acaso. Correr con alguien así es un lujo porque por la misma inercia del ritmo que se lleva, se divierte uno. Encima somos amigos y eso lo facilita todo.
Agradecemos también a los patrocinadores que hacen posible que esto salga hacia adelante y a nuestra gente que siempre está pendiente. También esta vez me gustaría mencionar a mis compañeros de trabajo, que siempre aceptan mis proposiciones de cambios de turno para yo poder entrenar y correr. Como no puede ser de otra manera aun a riesgo de caer pesado por decir siempre lo mismo, no voy a terminar esta crónica sin elevar a los altares más altos que se hayan construido a mi maravillosa mujer Leti, que soporta casi siempre sola el peso de la familia mientras yo estoy por ahí haciendo el cabra con el casco puesto (y sin él).
Nada más por esta parte. Nuestra próxima carrera será el rallye de Teror en el que corremos en casa por ser el más cerca que nos queda, pero no por eso vamos a tener ventaja sobre nadie, porque sean los que sean los tramos que se hagan, seguro que son bastante conocidos para todos, aunque eso sí, tendremos la cama a 2 minutos del parque cerrado, y eso siempre ayuda.
A nivel personal, antes de seguir corriendo tenemos un compromiso ineludible e ilusionante, al que por cierto, también me va a llevar Raúl Quesada, como tiene que ser.
Nos vemos!!!!

PD. Si tienen tiempo, pasen por la tienda de Toñi Ponce, en la calle Churruca n.º 38 de Las Palmas de Gran Canaria y disfruten del museo que ha instalado la familia Ponce. Recomendable total. 




Galería desordenada de la aventura:
A simple vista las hélices no se ven
pero la cámara del móvil de Raúl
es mejor que el ojo humano

El equipillo 

Los Llanos de Aridane de día desde
el mirador del Time

Paseo por Santa Cruz de La Palma

Dentro del aeropuerto.
Si Aroa lo trinca....

Esperando para verificar

No sé llega a apreciar,
pero se desintegró

Rueda de prensa

Mecánicos en remojo

Alvarito... así

Seguro que el Binter aterrizó en Los Rodeos porque el copi era un fiera

Calor al llegar a casa

Los Llanos de Aridane de noche desde el mirador
del Time 


Barco pallá

Barco pacá

Antonio y Raúl siempre con buena cara


Tramo Puntagorda (foto: Gustavo Alonso-motoradiario)

Tramo El Valle (foto: Gustavo Alonso-motoradiario)

Tramo Las Manchas (foto: motor2000)