martes, 20 de noviembre de 2018

Rallye Isla de Tenerife 2018: Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra


Muy buenas!!!
La frase usada en el título de esta entrada se la había leído anteriormente al amigo Chago Ojeda, que creo que a su vez él se la había oído a alguien cercano y ahora la volví a oír en boca de Marcos, uno de los miembros del Team Palmita Sport mientras regresábamos a Gran Canaria. Él la usó en una conversación que no tenía que ver con carreras, pero decidí apropiarme de ella para resumir lo ocurrido en el rallye Isla de Tenerife, ya que una cosa es que nos tuviéramos que retirar y el mal sabor de boca que eso deja, y otra cosa es que a pesar de todo, el resto de resultados del año han sido bastante buenos y se ha conseguido el objetivo marcado, que era luchar e intentar ganar el Campeonato BP de Rallyes de Las Palmas.

A Tenerife fuimos hace por lo menos un mes a coger las notas que no teníamos y corregir las que ya estaban hechas de años anteriores. Aparte de eso, como hago siempre cuando salgo a correr fuera (y aunque no sea fuera), pasé mucho tiempo delante del ordenador controlando el rutómetro y demás logística que debe hacerse para no improvisar. Aunque deportivamente no nos jugábamos nada y el resultado era lo de menos, no iba a embarcarme en una carrera de este calibre sin saber exactamente dónde, cómo y cuándo tenía que hacer cada cosa.
Luego ya la semana del rallye seguimos dando mas pasadas y cambiando algunas cosillas en las notas, sobre todo cuando tocaba ir despacito por el tráfico y la concentración se dispersaba un poco.

En las horas previas a la carrera me encuentro con viejos conocidos tinerfeños y con otros con los que tengo más relación y ya son amigos, pero que no veo sino de vez en cuando. Hay ambiente racing en la isla para lo bueno y para lo malo, y se nota sobre todo cuando los vecinos de varios puntos del recorrido hacen campañas en las redes sociales criticando a nuestro deporte por las molestias que les causan. No digo yo que no haya algún descerebrado que entrene a toda leche y ocasione problemas, pero quejarse en general de que si los pilotos son unos locos, que si los rallyes deberían prohibirse y no se que chorradas más que circulaban en un mensaje de whatsapp de 400 renglones que yo dejé de leer en la quinta línea me parece exagerado, pero bueno, son cosas a las que ya estamos acostumbrados y por eso mismo no me leí el texto entero.
En las verificaciones administrativas piden cierta documentación acerca de las placas rojas que usa el Porsche, pero todo estaba controlado y a más papeles me pedían, más papeles sacaba yo de la carpeta: “Permiso de circulación de las placas rojas temporales”. Toma. “Recibo del seguro de las placas rojas temporales”. Toma. “Relación laboral entre el dueño de las placas y el piloto donde conste el número de chasis del coche”. Toma. “Etc, etc, etc”. Toma, toma, toma. Al rendirse y no encontrar por dónde cogerme (como dice Manolo Vieira), me dice: “sólo una cosa más… que tengas mucha suerte”. Toma. Ah no, ahora no tengo darte nada, ni las gracias, por pesado.
En las técnicas más o menos lo mismo: “Documento de declaración responsable de la homologación de la vestimenta”. Toma. “Certificado de calidad de la jaula protectora del coche”. Toma. “Ficha de homologación de la FIA”. Toma. “Pues nada, la pegatina de verificado”. Toma. Ah no, que esa me la das tu a mí.

Hasta la hora de ir a la reunión previa y ceremonia de salida me dedico a estudiarme el reglamento, no porque dijera nada nuevo ni extraño, sino porque siempre me ha gustado leerlos, leer en general.
Justo cuando empieza el brieffing me llama el amigo Teo Vega para entrar en directo en antena y le doy preferencia total, faltaría más. El gran Néstor Gómez, amigo chicharrero de toda la vida y de lo mejorcito como copiloto y como persona, me hace un resumen de lo dicho por el Director de Carrera y el Jefe de Seguridad. Nada que no se supiera ya por lo que uno estudia, conoce, prepara y porque además en este rallye se dio una circunstancia muy inusual pero muy útil: La encargada de ser la responsable de “Relación con los Participantes”, manda por “wasap” toooooda la información que iba generando el rallye, recordatorio de horarios y lugares, datos a tener en cuenta, etc, etc. Además le preguntabas una duda y te la resolvía sobre la marcha, sin usar la manida frase de: “Lo consulto y te digo”. Así da gusto. Punto muy a favor para la organización del rallye y para Yaisa (con S dice ella que es) y Cecilio, los encargados de llevar el peto verde.

Nos vamos a los tramos. En el eterno enlace por la autopista sin poder hablar por el estruendoso ruido del coche me da tiempo a pensar miles de cosas. Para mí, ese es siempre el peor momento de cada carrera, porque los nervios están a flor de piel y hay ganas de ponerse el casco ya para no andar pensando más. Paramos a poner gasolina (en este rallye íbamos con 98 para abaratar costes) y primer problemilla: no hay caramelos de nata de los que le gustan a Julián.
Salimos en el Poris, me encanta ese tramo y esa salida. Tiene algo mágico y nostálgico. A las pocas curvas la rueda trasera derecha cae en un interior sin venir a cuento y el taponazo bajo mi culo es terrible. De ahí en adelante hay que tantear que no haya nada roto, y parece que no, pero el ritmo no ha sido del todo bueno después de eso. No fue tan malo como yendo pa La Aldea, pero… es mejorable. Aunque en 2017 se corrió de día, el empeoramiento con respecto al tiempo del año pasado en el mismo tramo y con el mismo coche es de más 30 segundos. Demasiado.
En el enlace al tramo 2 ni me quito el casco porque sólo sobran 6 minutos y así protejo mi cabeza y orejas del frío. En la segunda curva de esa segunda especial, el coche se queda sin tracción y todo hace indicar que se ha roto un palier. Nos arrimamos a un margen de la carretera y cuando ya me preparaba para bajarme, Julián tira de la palanca de cambios y entra la marcha. Seguimos. Debió ser que el selector del cambio se quedó encasquillado. De nuevo otros buenos kilómetros tanteando que no pase nada, y entre eso y tales y cuales, las sensaciones son bastante malas. Ya se parece esto más a lo de San Nicolás de Tolentino.
De nuevo me quedo con el casco puesto porque para el tiempo que tenemos no merece la pena quitármelo. En la salida del tramo 3, habiendo recorrido aproximadamente unos 5 (sí, cinco) metros, el coche se va hacia la izquierda rumbo al barranco y al darme cuenta grito ¡¡¡¡Cuidao cuidao!!!! y Julián corrige dando un volantazo. La bajada no fue buena y la subida algo mejor, pero también hay muchísima diferencia con el tiempo del año pasado. Vaya noche llevamos. Otra vez enlace eterno por la autopista dándole vueltas a la cabeza. Cada minuto que ha pasado desde que hemos hecho la ceremonia de salida tengo más claro que no merece la pena el curro y el tiempo invertido para luego no pasarlo bien corriendo.
Llegamos a la asistencia y el coche tiene un problema en el cojinete de la correa. Se arregla y mañana se mirará mejor porque ahora no hay tiempo. En plena operación de bajar el coche al suelo, se parte una pieza del gato. Cuando Julián se quita el mono y lo va a colgar, se parte el gancho de la percha…
Al final han pasado un montón de cosas pequeñas, gilipoyeces varias que si pasa una sola ni te acuerdas más, pero que si ocurren así todas una con otra… dan que pensar.

Habiendo dormido apenas 5 horas estamos ya de nuevo en la asistencia, intentando reparar mejor lo del cojinete y preparando todo.
Primer enlace. De nuevo nervios y ganas de empezar a correr de verdad para quitarnos el mal rollo de anoche. Qué lejos es la salida de Los Loros, y ya es la segunda vez que hago este trecho en dos días, porque aunque yo lo tenía todo controlado, entrenando fuimos a mirar por dónde era. Cuando paramos a ponernos los cascos y revisar las presiones de las ruedas, no puedo evitar acordarme de Luci. Todavía no hace ni un año que se tuvo que ir, justo en ese lugar. Le mando un abrazo a toda su familia.
Al llegar a meta la sensación es algo mejor que la de anoche, aunque sigue sin parecerse a lo vivido en cualquier otro rallye en el Porsche de octubre hacia atrás, y el tiempo comparado con la temporada anterior en el mismo sitio, con el mismo coche y a la misma hora, ni se acerca.
Nos vamos a Güimar. Salimos rápido en la primera zona que es bastante recta. Al llegar al risco el coche suena raro, pero pienso que es el eco de los malecones y la montaña, hasta que… justo llegando al Mirador el ruido ya es bastante más extraño y Julián para el motor por si acaso. Con la inercia nos arrimamos en el parking del antiguo restaurante y me bajo corriendo a ver si hay aceite o algo en la carretera, pero no. Enseño mi cartelito de OK a los tres siguientes vehículos como manda la ley, pico el OK en el GPS y cuando voy a llamar a Dirección de Carrera para avisar de que nos retiramos por avería mecánica y que no estorbamos para nada el paso de los demás vehículos… ¿de quién me llega un mensaje? Sí, de la Relación con los Participantes. Que pasada.
Comunicación a la familia, allegados y resto del equipo y a esperar que termine el tramo en sus dos pasadas para poder irnos de allí… pero no. Los mecánicos tienen que venir desde Santa Cruz a Güimar a buscar a Julián y volver a Santa Cruz para que él luego traiga el camión de nuevo a Güimar, cargar el coche y ya poder marcharnos. Como yo me iba a quedar allí cuidando el Porsche y aguantando preguntas y demás de los curiosos/enterados, me consuelo con que voy a ver la segunda pasada por ese tramo en aquel bonito sitio… pero no. El amigo Jorgito Galván, que ahora vive en esa zona de Tenerife, se ofrece a bajar a Julián a la capital a por el camión y así adelantar un poco los plazos. Jorge me alcanza unos víveres que sólo con verlos me saben a gloria y que me pienso comer viendo pasar el rallye… pero no. Para acortar la espera se decide que la grúa de la Organización (pasándose el operario las normas al respecto por el forro, porque el coche no entorpecía nada) nos traslade hasta por debajo de la salida y así no tener que esperar a la segunda pasada, por lo que me quedé sin ver los coches grandes corriendo. En la puerta de un lugar llamado Finca Salamanca pasé un par de horas esperando los refuerzos y poniendo cara de cotufo mientras atiendo a individuos extranjeros y del país, que como siempre, se hacen fotos con el Porsche de Wolf. Los compañeros me tocan la pita al pasar de enlace al tramo y nos animamos mutuamente. Ellos a mí por el abandono y yo a ellos para lo que les queda de carrera. Dicen que en algunas zonas está lloviendo, por lo que la variedad de ruedas se nota cuando van pasando. Donde yo estoy solo ha chispeado levemente dejando en el ambiente un agradable petricor.
Una vez recogido todo, almuerzo de casi dos horas hablando de motores y demás temas mecánicos de los que yo no tengo ni puta idea y al muelle, porque aunque teníamos pasajes para el domingo, y hotel y coche de alquiler también hasta el día siguiente, decidimos irnos antes de tiempo. Paso por el hotel a recoger los bártulos y en el puerto esperamos dos largas horas más antes de echarnos a flotar. Con el rato de más en el largo almuerzo y lo que esperamos en Santa Cruz, hubiera dado tiempo de ver el tramo de Güimar y el de Candelaria, pero para nosotros la carrera había acabado en todos sus formatos. Una vez a bordo del ferry, decían que la marea iba a estar picada y con olas de muchos metros, pero el Volcán de Timanfaya surcó los mares como si fuera una carretera recién asfaltada.
Al final llego a Teror y me acuesto empezando la madrugada, dando casi por terminada la aventura tinerfeña de este año. Todavía quedan flecos que cortar para finalizar del todo este capítulo, pero espero poder hacerlo en breve.
La verdad que terminar el año así es una putada, porque había sido una temporada bastante buena y en las dos últimas carreras de asfalto no me he divertido casi nada. Uno se dedica a ésto por lo bien que se pasa (o eso se presupone) corriendo en pleno tramo, y eso normalmente debería compensar todo el trabajo, ocupaciones y preocupaciones que conlleva ser copiloto, pero… no, aunque por ejemplo en La Oliva, sí.
Como todo el mundo dice, hay que quedarse siempre con lo positivo y cierto es que ha habido cosas muy buenas, como haberme subido en un coche de casi 500 caballos de potencia, llegar a correr a 220km/h en algún lugar de algún rallye, ganar carreras, ser campeón provincial, haber conseguido el sueño de triunfar en la carrera de mi pueblo, subirme un rato al lado de Raúl y seguramente más cosas de las que ahora no me acuerdo. Lo demás supongo que debe pasar al cajón del olvido y santas pascuas, aunque teniendo presente que de todo se aprende, y de lo malo quizás más que de lo bueno.

Termino ya esta entrada, citándote para cerca de Navidades cuando si me acuerdo y tengo tiempo, escribiré algo pequeño a modo de despedida del 2018. En esas fechas estaré ya inmerso en los preparativos de un nuevo sueño que parece que voy a cumplir, ir al rallye de Montecarlo, a verlo.
Como siempre hago, no me olvido de agradecer a Julián, Laure y Marcos. También esta vez a Néstor (felicidades por ese podium amigo!!!) por la ayuda como siempre que voy a su isla y a Jorgito porque cuando fuimos a entrenar nos llevó a cenar a un sitio cojonudo y cuando fuimos a correr me llevó comida de su casa, y si un amigo te da de comer… eso sí que es un amigo.
También gracias a l@s amig@s de toda la vida y familiares, que llamaron o mandaron un mensaje para interesarse y se ofrecieron para lo que fuera menester.
Indirectamente también se deben agradecer los gestos y comentarios de apoyo de todos los aficionados y amigos del equipo, y otra vez más, y ahora más que nunca en todo el año porque entre Maspalomas, La Oliva y Tenerife estuvieron solos prácticamente tres semanas, muchas gracias a Leti, Aroa y Adrián por su paciencia y cariño.
Nada más, enhorabuena a los premiados y recuerda que si tu método de actuar te ha dado buenos resultados antes, te los volverá a dar después, aunque a veces haya circunstancias puntuales que no ayuden.
Saludos!!!!
PD: Las fotos que saqué las fui publicando en el perfil efímero de whatsapp, y no vamos a repetirlas aquí para no caer pesado. 

lunes, 12 de noviembre de 2018

Maspalomas y La Oliva 2018: sombras y luces


Saludos!!!

La verdad que se me ha hecho difícil poder escribir alguna entrada debido a lo cercano de las últimas carreras, pero no quiero que se me junte todo, así que voy a hacer una “mini-crónica” del Maspalomas y La Oliva, para ya después del Isla de Tenerife cerrar el año con calma.

El rallye sureño lo podemos resumir en una palabra: raro. No entrenamos mucho debido a la falta de tiempo, lejanía de los tramos y porque ya habíamos conseguido el campeonato. Supongo que eso se debió notar, porque en los tramos nocturnos, sobre todo en el primero, perdimos mucho tiempo y lo peor es que las sensaciones fueron malísimas.

El sábado la cosa fue mejorando poco a poco, pero tampoco llegamos a sentir lo de otras carreras, sin tener muy claro el por qué. En el último tramo, después de animarme con la visita de mi familia en la asistencia, decidí imprimirle al “canto” un ritmo muy alto, muchísimo, y aunque lo normal es que al final se conserve para guardar lo conseguido, yo quería terminar con la adrenalina a tope… y lo logré. En esos 20 kilómetros finales llegaron las sensaciones que buscábamos y aunque las ruedas estaban hechas polvo, todo hay que decirlo, terminamos con ganas. Lo peor fue que en esa última especial le arrebaté el quinto puesto a Raúl Quesada y Dani Sosa por sólo 8 décimas, lo que no me hizo demasiada gracia, porque si ya no me gusta mucho competir contra amigos, menos aun ganarles así, pero bueno, cosas de las carreras.

Terminé el extraño Maspalomas, pero está visto que sigue queriendo que yo no esté contento en él (2003 abandono en el último enlace, 2004 abandono en el tramo 1, 2005 coche roto y todo el rallye a 60 km/h, 2007 abandono a falta de un tramo, 2015 golpe a un muro en el último tramo), así que por si acaso, igual no vuelvo más.

En fin, un rallye que en lo personal es casi más para olvidar que para recordar, sinceramente. Pero no sólo de lo que uno hace se vive, y sí que me quedé contento de que mis amigos Diego y Adrián (que debutaba) pudieran terminar y vivir la experiencia. Aday y yo pusimos todo lo que estaba en nuestras manos para que ellos lo tuvieran todo controlado, y salió bien, y me alegro enormemente por ellos. 

Sin tiempo a pensar mucho, en unos pocos días me veía en la reunión previa a los reconocimientos del rallye de La Oliva junto a la familia Quesada y a la derecha de Raúl. En esta carrera todo fue diferente. Desde el primer momento las cosas fueron saliendo de forma natural, fáciles. Es verdad que los tramos no presentaban demasiadas dificultades para los copilotos y que el AX no alcanza grandes velocidades comparado con los coches de cabeza, pero por lo que quiera que fuera, el destino, los astros, la suerte o el carajo, todo salió bien, pero todo todo. Francamente he de decir que viví uno de los rallyes más cómodos y divertidos de toda mi trayectoria, y como no podía ser de otra manera, con mi amigo Raúl dejándose guiar por mi voz, como antes, como ahora y como siempre.

La complicidad y diversión fue tanta que en alguna meta los dos a la vez y sin habernos puesto de acuerdo dijimos “que guay tio” y en otra “yuos, tramazo” y nos chocábamos las manos, como dos adolescentes que están jugando a la "pleyesteison"

Me hubiera gustado contar más cosas tanto del Maspalomas como de La Oliva, pero no tengo mucho tiempo porque estoy enfrascado preparando todo lo necesario para afrontar mi última carrera de la temporada, que será ya esta semana en Tenerife acompañando a Julián Falcón en el Porsche. La previsión da mucha lluvia, así que no será un rallye cómodo ni fácil, pero esperamos acabarlo y así sumar un pleno de metas en todo el año.

Ya te contaré.
Nos vemos!!!

miércoles, 3 de octubre de 2018

Rallye Villa de Teror 2018: Alcanzando un sueño


Otra vez más te doy la bienvenida al blog. Esta vez tenemos la intención de contar de la forma más breve posible lo que vivimos y sentimos en el pasado rallye Villa de Teror. Vamos a ver si me sale.


Para esta carrera con tramos tan cerca y cómodos para reconocer, los entrenos debían contener más cantidad que otras veces y así fue, porque en unos cuantos ratos sueltos por las tardes en días sueltos de semanas sueltas, sin darnos apenas cuenta le habíamos dado ocho pasadas a cada tramo, y eso multiplica por dos la media habitual del resto de la temporada, pero bueno, no perdimos mucho tiempo por aquello de que todo era cerca. Cierto es que para los copilotos es un trabajo engorroso entrenar tramos así cuando trozos de uno se repiten en otro, porque a la hora de coger notas se hace una vez sola, pero luego tienes que pasar esa zona repetida a otra parte de la libreta para juntarlo con el otro pedazo de tramo, y en esta ocasión eso pasaba varias veces, así que cómodo de entrenar, pero incómodo de gestionar, no por la dificultad, sino por el tiempo empleado en escribir varias veces lo mismo.

La semana previa entramos de lleno en modo rallye al tener bajo mis pies (en el garaje de mi casa y la de mi primo que es al lado) los históricos coches de los británicos que han venido a participar en Teror con motivo de la unión con el Gran Canaria Historic Rallye. El MG Metro, el Sierra Cosworth, el Talbot y el Célica entran y salen de mi calle y circulan por el pueblo durante tres días para el regocijo de quien se los encuentra por el camino, y nosotros privados. 
Toyota Célica

Ford Sierra Cosworth

Talbot Lotus

MG Metro


Los preparativos están terminados y llega el día de la carrera. Este año hay un tramo el viernes, así que todo se adelanta un poco, hasta las verificaciones en las que el Porsche entró antes de su minuto sin que yo me diera cuenta por la insistencia de uno ahí que apretó a Julián para que pasara las pancartas, aunque después de mi lógico ataque de nervios, la Organización me informó de que se estaba permitiendo entrar por adelanto. Para la próxima, mejor que lo comuniquen y después entramos y no al revés. Una vez verificado todo, al ser de los primeros de la lista (el 2, el número más bajo con el que he corrido nunca) nuestro coche queda aparcado en la zona noble del parque cerrado con la Basílica del Pino de fondo. 
Marco incomparable

Una vez hecha la ceremonia de salida, con bastante público por cierto, ultimamos los detalles en la asistencia y empiezan los nervios previos. No me da buena espina el tramo nocturno y quiero quitármelo de encima sobre la marcha. En el enlace me amarro y enciendo la cámara con mucha antelación, ya que con la noche y después de casi tres meses sin subirme al coche, no quiero agobios de última hora. En la salida, me dan el carnet de ruta y me percato de que hay algo escrito fuera de las casillas habituales, así que me fijo bien y se trata de un 30, por lo que salimos sólo medio minuto después del coche anterior y en ese momento, entre que colocamos el coche en la marca de salida, entrego el carnet, lo rellenan y me lo devuelven, quedan pocos segundos para echarnos a correr y le digo a Julián lo que hay a toda prisa, dándonos tiempo de hacerlo todo bien. Menos mal que mis ojos vieron aquel 30 fuera del recuadro, porque si no… ni sé que hubiera pasado. Luego me enteré de que se repitió el caso con más compañeros, con algunos incluso recogiendo el carnet a falta de 3 segundos para salir y por tanto saliendo tarde. Con eso y con todo, la primera vuelta no se nos da mal y en la segunda la intención es apretar un poco más. Pasando por un mirador que hay después de la vuelta de Los Alambres veo las luces traseras de un coche, pero no le digo nada a Julián por si acaso. Ya por los Llanos de Arévalo veo claro que es el Evo de Mingo con los cuatro indicadores accionados, señal de que va roto. Le digo a mi piloto “vamos a alcanzar a Mingo” y la verdad que aun no he terminado de decir la frase y ya estamos pegados a su parachoques trasero, justo antes de entrar en el viaducto, con la delicada frenada anterior y perdiendo totalmente la trazada buena para salir rápido de la horquilla, dudando unos segundos él dónde arrimarse y nosotros por dónde pasarlo. Resultado, medio trompo pisando la valla que según mis cálculos nos hace perder unos 6 o 7 segundos y con ello claramente el scracht del tramo, por lo que llegamos a la asistencia con una rara sensación, sabiendo que al día siguiente no vamos a acercanos al liderato (no porque no seamos capaces, sino porque no hay necesidad de riesgos) de la prueba. Antes de marcharme espero que lleguen mis amigos Raúl y Dani, que se han llevado un susto más que importante al tener que esquivar un coche que se había quedado atravesado tras hacer un trompo. Raúl llega llorando y me limito a darle un abrazo, porque en un momento así las palabras no sirven para nada. Finalmente todo se calma y a dormir.
Con dos tíos grandes!!!

Amanece en Teror con un tiempo veraniego que nos va a hacer pasar calor, así que meto en la mochila una camiseta ignífuga de repuesto, porque son anti-fuego, pero no anti-sudor.

Primer tramo Los Castillos-Zumacal, super raras mis sensaciones. No estoy a gusto y tengo la impresión de no ir al ritmo que debo. Julián me dice que voy bien, pero yo me noto extraño. El tiempo es el normal teniendo en cuenta nuestro ritmo y nos ponemos segundos clasificados. En el otro tramo, todavía yendo yo de mala manera, vemos chorreras de valvulina en el asfalto y deslizamos en alguna curva de forma peligrosa, llegando a tocar una valla por mi lado. Como el reguero sigue hasta la meta, decidimos no arriesgar.
En la bajada de San Isidro recupero un poco las sensaciones, pero es tan intenso que llego a meta cómo si hubiera venido corriendo al lado del coche, por lo que tampoco estoy contento.

En la asistencia cargo un poco las pilas y decido que en la próxima sección tengo que sacar lo mejor de mi mismo, por lo que en el nuevo paso por Los Chorros exprimo a Julián para que no se guarde nada. En el cruce que entra para el barrio del Zumacal, que es una curva larga de izquierdas, no levanta el pie del metal pasando esa y las siguientes semicurvas a fondo y parece que nos vamos a echar a volar contra las cañas. Adrenalina a tope. Marcamos el scracht y por fin las sensaciones han sido recuperadas. Supongo que también ha tenido que ver que hemos cambiado las presiones de aire en las ruedas y el comportamiento del coche ha mejorado.
Llegando a Los Chorros
Bajando Las Lagunetas otra vez tenemos problemas. Arriba del todo Julián me dice que me oye poco. A mitad de la bajada me dice que apenas me oye. Llegando a meta ya no me oye nada. Lo más raro de todo es que yo a él si que lo escuchaba perfectamente, así que voy desconcertado total y él aflojando más de lo debido por si acaso. Acabo el tramo haciendo señas indicando el grado de cada curva, pero el resto de indicaciones de las notas es imposible hacerlas con las manos, así que perdemos bastante tiempo, aunque mantenemos el lugar en la clasificación.
En el enlace vamos a cambiar la pila de la centralita de interfonos, que aunque es nueva y la puso Ari el viernes por la tarde, podría estar fallando, aunque me extraña porque si ese fuera el problema, yo tampoco hubiera oído nada. Al intentar solucionarlo veo como el cable que conecta el audio a la cámara se ha enrollado en la rueda de subir y bajar el volumen del lado del piloto y se ve que en cada curva se movía hacia el “menos”. Me siento fatal porque el día anterior Miguel me dijo que le pusiera un cintillo al cable por si acaso molestara y yo pasé de todo en aquel momento, pero ahora después de lo que acaba de pasar, mando a Julián a ponerle dos por si acaso.
Son casi las dos de la tarde y el calor aprieta de lo lindo. De camino a Utiaca bromeamos con la posibilidad (ficticia, claro) de poner el aire acondicionado, bajar los cristales y poner un disco de Camela a todo volumen, canciones que por cierto, llegamos a cantar hasta entrar en el control horario. En la meta del bar de Boro, con muchos conocidos de Teror viendo aquello, mejoramos un poco nuestro tiempo y sumado un trompo del inmediato perseguidor, hace que ya tengamos amarrado casi definitivamente el segundo cajón del podium, pero las carreras se acaban cuando se terminan y hay que esperar.
Pasando por Los Corrales

Ahora tenemos una asistencia de dos horas, en la que aprovechamos para refrescarnos, cambiarnos de ropa, comer y dormir un poco, sobre todo Julián que se tiró en el suelo del camión y a pesar del ruido de los coches entrando y saliendo a 10 metros de sus orejas, se quedó trancado como si estuviera sólo en medio de un desierto. Yo como no duermo mucho de noche, menos lo hago de día, así que me dedico a estar con mi familia y con unos y con otros. Antes de salir, varios miembros del equipo (Noelia y Marcos) me dicen que tienen una corazonada de que va a pasar algo bueno, y me dejan pensando.
Team Palmita Sport
Nos vamos al tramo largo, pasando otra vez por Valleseco y Lanzarote también saludando a gente habitual. La consigna es hacerlo sin riesgos y divertirnos. Las ruedas no están para muchos trotes y no tenemos que jugarnos nada contra nadie. Empezamos con calma pero vamos aumentando el ritmo hasta alcanzar el final. En el posterior enlace al tramo de Aguas de Teror, miro los tiempos on line como hago siempre y me percato de que algo está pasando. Para empezar veo que Raúl y Dani no han tomado la salida, por lo que intuyo que se ha roto algo del Skoda y me da mucha pena por ellos, pero no puedo pararme a pensar porque también me doy cuenta de que están llegando a meta coches y el competidor que va (iba) ganando el rallye no lo hace. Primero pienso que puede ser un fallo de la aplicación de internet, que a veces se traba, pero cuando veo que el whatsapp echa humo con la noticia, miro para Julián sin decir nada varias veces hasta que él se harta de verme hacer el tonto y me dice más o menos: “no me jodas que vamos primeros”.
Me pongo muy nervioso antes del tramo final. Seis kilómetros me separan de uno de los sueños de mi vida. Si durante todo el día había sudado de manera descomunal, ahora estoy escurriendo como si me acabara de dar un manguerazo. Reviso la suma más de 20 veces y confirmo el resultado con otros compañeros. Estoy que ni veo. Justo antes de colocarnos en la salida, un hombre con barba nos hace señas a lo lejos y aunque no oímos lo que dice me dedico a hacer un doblaje de sus palabras y sus gestos acabando descojonados vivos dentro de los cascos. La verdad que nos vino de lujo porque las carcajadas liberan tensiones. Arrancamos en el tramo con calma pero bien. Primera vuelta sin contratiempos, advirtiéndole unas 40 veces a Julián que no tocara la chicanne. Segunda vuelta, ya por un ojo ni veo de los nervios, pero sigo haciendo mi trabajo. Sudo como si me fuera a derretir en cualquier momento. Afrontamos la chicanne por última vez y ahora digo unas 100 veces “no me toques la chicanne, no me toques la chicanne”, así hasta pasarla y por consiguiente cruzar la meta dando gritos y por supuesto cómo siempre me pasa, llorando como una magdalena. Acabo de ganar el rallye de Teror, mi rallye, que pasada. No me lo creo. Veo un cactus y pienso en sentarme a ver si todo ésto es verdad o el sueño sigue siendo eso, sólo una imaginación. Paramos en El Hoyo y nos damos un abrazo para celebrarlo. Último control del rallye y se ha acabado todo. No sólo hemos terminado el rallye sino que Julián se proclama campeón provincial, objetivo marcado desde que empezó la temporada. Yo tengo que esperar a la siguiente carrera, pero se podría decir que virtualmente lo tengo en el bolsillo, cosa que ahora mismo no me interesa tanto como haber ganado “el Teror”. Algunos restan mérito a la victoria alegando que ganamos porque se retiró el líder y hasta cierto punto puede que tengan razón, pero nosotros íbamos segundos y se dio la circunstancia de esa manera, que otras veces puede tocar al revés. Para ganar carreras hay que estar en ellas y acabarlas. Nadie me vino a buscar a mi casa cuando "la moto" se rompió diciéndome: "vamos pa la plaza pa qe ganes el rallye". Yo ya estaba allí, con mi trabajo hecho y los puntos en el saco, que luego por el azar de las mecánicas, fueron más.  
Entregando el carnet de ruta en el último control
En el parque cerrado me abrazo con Magnolia Herrera, que llora de emoción porque después del brutal accidente sufrido en este rallye en 2014 no había conseguido llegar a la meta final en Teror a pesar de haberlo intentado. Me alegro mucho por ella. También recibo el abrazo de Samuel Martín, habitual copiloto de Lauren García en Tenerife y que en esta ocasión acompañó hasta el segundo puesto a Benjamín Avella. Samuel es uno de esos amigos que haces en las carreras y que el paso de los años mantiene siempre ahí para cuando haga falta. Una alegría tenerlo en Teror y compartir ratos en los enlaces con él.
Finalmente recogemos trofeos y nos enchumbamos de “chispán” con todo el gusto del mundo, aunque a nadie se le esconde que mi alegría está un poco empañada porque Raúl Quesada y Dani Sosa no han podido terminar la carrera, aunque realmente casi no la pueden ni empezar y luego casi la terminan de forma trágica el viernes a la noche, así que duele un poco menos su abandono. Estaban haciendo unos tiempos estratosféricos y no tengo ninguna duda de que en la bajada de Ariñez se hubieran marcado un scracht de los hacen época. Por todo eso, mi triunfo también es un poco suyo, y de toda la familia del CD Flamer Motor Sport.
Acabamos la noche cenando bizcocho integral en casa de Julián porque el parrillero era él y la carne parece que estaba algo lenta. Menos mal que conduce mejor de lo que cocina.
No sé ni que más decir. Me gustaría contarles a todos los aficionados que llevan toda la vida en esto, lo bien que lo pasamos y lo bien que nos llevamos casi todos los compañeros. Se respira buen ambiente y nunca falta una risa en cada parada previa a los tramos y un “suerte para todos” cuando cada uno arranca a su minuto. Eso sí, algunos ni saludan, ni hablan ni desean suerte, pero para que haya mundo tiene que haber de todo, incluso con esa actitud nefanda.

Ahora mismo siento una satisfacción enorme por haber conseguido ganar el rallye de Teror, en mi pueblo de nacimiento, donde crecí, donde vivo y donde muchas ediciones de la carrera y muchas entregas de premios vi sin pensar siquiera que un día estaría yo ahí. Luego corrí varias veces (once antes de ésta) anhelando algún día llegar a eso pero sin demasiada convicción, y ahora me vi levantando el trofeo en la Alameda, donde tantas y tantas horas de mi infancia y adolescencia pasé. Circulé a bordo del Porsche un montón de veces por las calles de Valleseco, lugar que me ha acogido maravillosamente en la última década y que también ya es mi pueblo, así que por unas cosas y por otras, HE GANADO MI RALLYE, con mayúsculas. No puedo pedir más.
Sinceramente, me he quitado un gran peso de encima que de forma involuntaria tenía. No era presión, porque no pasaba nada si no ganaba nunca, pero ahora que lo he conseguido puedo usar la frase esa de “ya me puedo morir tranquilo”, aunque cambiando lo de morirme por lo de jubilarme, por si acaso.

El día después de la carrera me hicieron varias entrevistas y en una me preguntaron que a quién brindaba el triunfo, y me eché a llorar, otra vez. Le he dedicado a este deporte prácticamente 38 años de mi vida (todos) y he empleado muchísimas horas en preparar y vivir los rallyes, así que no puedo dejar de acordarme de…
Mi madre Pini, que en casi todas las carreras que he disputado ha estado en la asistencia conmigo (hasta en la península).
Mi primo Ale, hoy jefe de tramo, comisario deportivo y varias cosas más. Con él empecé a ir de comisario de seguridad, a ver carreras y a vivir esto de otra forma.
Mis amig@s de siempre a los que no les gustan las carreras pero que nunca dejan de mandar un mensajito y que cuando les queda cerca como esta vez, se acercan a ver algo (siempre que haya un bar cerca, claro).
Mis compañeros de trabajo, que siempre acceden a los cambios de turno rocambolescos que les pido para poder estar libre cuando hay prueba.
Mi suegra Juani que nos hecha una mano enorme cuidando a los niños y haciéndonos la vida un poco más fácil, y que aunque no va a las carreras, hace mucho para que yo pueda ir.
Mi familia postiza, los Quesada, con los que he vivido y sigo viviendo tantas cosas que siempre están en mis pensamientos, especialmente Raúl que aquí volvió a demostrar que es un fuera de serie, ayudado como siempre por un mito de los de verdad como es Toñi Ponce y ésta vez por el gran Dani Sosa, que es otro crack. 
Mi padre Gonzalo me ha dado el banderazo de salida en las doce ocasiones que he cruzado la rampa de salida en Teror, y sé que siente mi victoria como si fuera suya.
Como yo los llamo, los amigos de los rallyes. Ellos saben quienes son (típica frase que se escribe para cubrir las espaldas y así no olvidarse de nadie). Son serendipias, porque me los encontré de casualidad y me han servido para mucho en todo este tiempo.
Los pilotos con los que he corrido en todos los años que llevo activo. Todos y cada uno de ellos tienen su parte de culpa de este triunfo, porque de todos he aprendido algo y todos los conocimientos valen para conseguir metas.
Por supuesto Julián, Noelia, Mario, Carolina, Ari, Lauren, Marcos y toda la familia y amigos del Team Palmita Sport, con los que estoy viviendo una temporada inolvidable y son parte imprescindible de lo que he conseguido. 
Todos los aficionados que han animado el paso de cualquiera de los coches en los que yo iba dentro. Eso siempre llena. 
Adrián, porque sin darse cuenta me hace ver todos los días que la energía de un niño de casi dos años es la que debería tener un adulto para conseguir lo que se quiere, aunque el jodío debería dormir un poco más y gritar un poco menos.
Aroa me hace aprender también cada día que hay que hacerse respetar y empeñarse en luchar por sus metas, aunque sus formas a veces no son las mejores, lo hace lo mejor que puede y cuando no lo consigue a la primera, cambia la estrategia y lo vuelve a intentar.
Mi maravillosa mujer Leti, porque sacrifica muchas horas de su vida cuidando de los niños, yendo y viniendo, durmiendo poco y lo que haga falta para que yo me dedique a las carreras. Siempre tiene una sonrisa y un beso preparado para cada momento porque sabe que yo sin rallyes no puedo vivir, pero sin ella tampoco.
A toda esta gente que he nombrado por ahí pabajo y al tremendo curro que me he pegado desde el 2001, les debo mi éxito, 
Si me he olvidado de alguien por favor espero que me perdone, pero aunque no estén escritos todos los que son, sí que son todos los que están, y ellos y yo lo sabemos.

Esta parte final suena a despedida y de momento no lo es, pero habiendo ganado en Teror me veo en la obligación de hacer una especie de balance general, porque siento que he tocado techo en mis humildes aspiraciones. He cumplido un sueño, literalmente.

Y ya me he quedado vacío de palabras y seco de lágrimas así que no puedo escribir más, porque no me sale nada y porque no veo.

Muchas gracias por perder un rato de tu tiempo en leer estos relatos, que también me han servido al cabo de los años para seguir creciendo.

Recuerda que a veces, si pones de tu parte todo lo que hay que poner, los sueños se cumplen.
Nos vemos en Maspalomas!!!!
"Certificado oficial". Un trofeo que guardaré toda la vida y una botella de cava del caro

Volvimos al punto de partida





lunes, 16 de julio de 2018

Rallye Comarca Norte de Gran Canaria 2018: Despegando


Hola!!!!
La historia de este rallye empieza con un cambio de fecha en el calendario que hizo peligrar seriamente mi participación en el mismo, ya que habíamos planeado las vacaciones contando con una cosa, y luego resultó ser otra. Además no sólo estaban por medio unos días de asueto, sino también la despedida de soltero de mi hermano Lucas y su posterior boda, además de la subida de Arucas, por lo que el tiempo disponible para ir a entrenar iba a ser bastante poco. Al final nos sobró con dos ratos que fuimos, en los que de paso y ya que estábamos allí, Julián compró quesos en Fontanales. La verdad que cada vez tenemos más soltura cogiendo notas y desde la segunda pasada de reconocimientos podríamos dejarlo así, aunque le demos luego alguna más, pero no muchas. Concretamente para esta carrera hemos salido habiendo pasado sólo cuatro veces por cada tramo, y eso teniendo en cuenta la táctica de otros compañeros, es bastante poco, pero a nosotros nos vale. Ya con los deberes hechos,  la semana previa nos llevaba a la subida de Arucas donde todo salió bien en la modalidad “fórmula rallye”, a la boda de Sonia y Lucas y a varios días en el sur con mi familia para recargar las pilas. Lo que estaba claro es que entre todos los Santa Teresa que cayeron en el enlace matrimonial y el todo incluido del sur, el mono de carreras no me iba a cerrar, ya que mi barriga al estilo Homer iba a estar más prominente que nunca, pero… se juntaron las fechas y no pude remediarlo. 
Mientras el Porsche subía Arucas, Luquillas y yo a lo nuestro
Del bikini y las cholas de Maspalomas a la ropa oficial del equipo (aunque esta vez en calzones chicos) en Agaete en un par de horas. Las verificaciones y ceremonia de salida se llevan a cabo sin ningún problema y por mi cabeza circula el recuerdo de todos los ratos que he pasado a lo largo de mi vida en ese pueblo y puerto, donde parte de mi familia tiene casa desde siempre.
Con todo preparado y a la espera de que empiece la carrera, nos vamos a dormir con la tristeza de que los amigos Mingo y Pepo no van a poder tomar la salida debido a un problema con el motor del Evo. Es verdad que es un rival menos al que intentar batir, pero me sabe fatal por ellos y su familia, ya que son muy buena gente y no merecen la mala suerte que están teniendo últimamente. Esperemos que puedan cambiar la racha y seguir en la lucha con cosas positivas.
Sábado por la mañana temprano. Bastante bochorno. La ropa ignífuga me aprieta y el mono, como ya comprobé delante del Perola el día anterior, me cierra por poco. Lo voy a pasar mal.
La táctica es tirar bastante fuerte para coger el primer puesto desde primera hora, pero sin locuras demasiado arriesgadas, ya que acabamos de empezar.
En pleno tramo adelantamos a Vicente y Magnolia, que tampoco están atravesando una racha muy positiva con el coche. Aunque volvemos a eliminar un rival, me jode por ellos.  En el paso por la recta del Saucillo picamos la velocidad más alta en todo el rallye según el Araloc, 206km/h. Poco no es. El tiempo no es malo y conseguimos el objetivo de ser líderes.
En la segunda especial la cosa se complica. Del cruce de Monte Gusano a Fontanales y desde allí a la meta, no conseguimos ir nada cómodos. El morro del Porsche va por libre y vamos patinando casi como si estuviera mojado. En algún momento dudo seriamente de que esté cantando bien las notas, ya que Julián varía las frenadas y trazadas a ver si así mejora la cosa, por lo que yo me noto fuera de juego aunque confío en mis referencias apuntadas, como alguna casa de lujosa balaustrada. Hubo alguna curva donde casi no entramos, en la que llegamos a pensar que llevábamos una rueda pinchada. Al llegar al reagrupamiento de Arucas seguimos líderes, y nos consuela el hecho de que a todos los compañeros les ha pasado más o menos lo mismo y que no era cosa nuestra ni de nuestro coche, sino del asfalto.

Teniendo que abrir carretera por primera vez en mi trayectoria (al ser el 3 y faltar el 1 y el 2), volvemos a repetir los tramos y más o menos todo sigue igual, aunque las diferencias se han apretado bastante. Esta vez tenemos un reagrupamiento en Guía donde la Organización nos obsequia con agua fresca, fruta variada y dulces. Puntazo a favor de Tino Vega y resto de Organizadores, por lo que les perdonamos lo del cambio de fecha :D. 
Detallazo de Azuatil.
En el parón grande de mediodía, previo plato de macarrones, ponemos gomas nuevas y a correr. No es que tengamos la obsesión de ganar, ya que llegado el caso el segundo puesto nos valdría de mucho de cara al campeonato, pero queremos intentarlo y tampoco tenemos nada usado y usable que podamos poner. Con el tema de las ruedas a veces no se trata sólo del mejor rendimiento que dan de cara al crono, que también, sino de que ofrezcan seguridad para correr con garantías.
Aroa y Adrián vigilando a papá
Sea como sea, tenemos claro que en Firgas-Trujillo nos vamos a tirar a ver lo que pasa. De la salida a Buen Lugar se baja de manera vertiginosa y cuando me quiero dar cuenta ya estamos dando bandazos a toda leche por el barranco de Azuaje. Al llegar a meta le digo a Julián que se nota que le gusta el tramo porque no se ha guardado nada. Encima el tiempo es buenísimo y aventajamos en más de veinte segundos al inmediato perseguidor que parece haber tenido problemas, así que nos afianzamos en el primer puesto y de repente cambia la táctica. Quedan tres tramos y la premisa ahora es pasarlos y terminar. En la zona de Barranquillo Frío me cuesta estar a la altura porque no controlo demasiado el sitio y aunque decían que era muy malo para el Porsche, vamos como tiros. Voy tan acelerado que en un agujero que había en vez de cantar “ojo bache que bota” digo “ojo bota que bache”, que si lo piensas bien es casi lo mismo, y a Julián le sirvió porque pasó por el sitio sano de la carretera.
Otra vez el dichoso tramo de enlace a 50 por hora en la zona de San Andrés, que en nuestro coche es lo más incómodo que se puede vivir. Menos mal que de nuevo el refrigerio en el reagrupamiento compensa las idas y venidas. 
Agüita contra el calor
De nuevo en Azuaje volvemos a correr pero con un gran margen de seguridad por si acaso. Siempre sobrevuela nuestras cabezas la amenaza de un trompo que eche al piso todo lo conseguido hasta el momento. Lo que sí hacemos es intentar dar un poco de espectáculo en determinadas zonas, y así de paso divertir al público que se ha visto privado de la lucha por el primer puesto en esta parte final del rallye. 
Siempre concentrado (foto: Carlos Yánez)
En la salida del último tramo, por cierto, delante de la puerta de la tienda de bizcochos de Moya (donde la tentación de los blandos me tensa otro poco el mono) lo tenemos claro. Vamos a terminar esto. A los pocos metros de arrancar vemos como un señor camina por la carretera en dirección contraria a un metro de la línea blanca y Julián suelta una patujada, y en alguna otra parte del tramo que ahora no recuerdo, un perro corre delante de nosotros jugándose la vida, pero tuvo las cosas claras y desde que vio un apartadero cogió camino alejándose del coche. En ambos casos no pude evitar pensar “para ser el último tramo… no me jodas con estas cositas”. En el cruce de Casas de Aguilar hacemos una cruzada estilo Ragnotti y noto la sonrisa del piloto aunque no la esté viendo. De ahí a la meta la tensión normal en estos casos, que nosotros no estamos acostumbrados a vivir y se hace raro. Una vez pasado el control stop, nos bajamos para darnos un abrazo y aparece por allí un señor de pelo “rubianco” que hace de fotógrafo para una muchacha bastante afanada en sacarse retratos con los campeones, mientras cantaban una canción de un barquito o algo así. No  había por donde cogerlos. Fue bastante gracioso y sirvió para liberar tensiones después de tantos kilómetros.
De camino a Arucas disfrutamos de la sensación que aporta haber ganado. Es la segunda victoria que conseguimos, una seguida de la otra, pero parece que la anterior la vivimos de manera diferente, como con prisa. Supongo que en todas las primeras veces de algo pasa lo mismo, por eso ahora con nuestro segundo triunfo, sí nos lo creemos.
Hemos liderado el rallye de principio a fin, ganando 6 de los 8 tramos y consiguiendo suficiente ventaja para acabar de forma tranquila. Hay quien dice que ganamos así de fácil por los problemas de los rivales y es probable que tengan razón. Hay quien dice también que con el coche que tenemos es fácil ganar, y quizás tengan razón en que el coche sobre todo en potencia, es superior a los demás, pero que nadie se olvide que conducir casi 500 CV no es sencillo, además de que el conjunto de Porsche+Julián+Dani pesa 1440 kilos, por lo que la relación peso/potencia de nuestro coche comparado con otros, igual nos perjudica bastante.
Espero que haya alguien que opine que ganamos porque fuimos rápidos y seguros, corriendo siempre con cabeza aprovechando cada momento, que es lo que realmente estamos haciendo.
Cada coche y cada equipo tiene sus puntos a favor y en contra, además de sus armas. Todos las intentamos usar de la mejor manera que podemos y a nosotros no está saliendo bien.

La ceremonia de llegada fue un tanto extraña, ya que no había rampa para pasarla con el coche, y el podium lo formamos los humanos que conseguimos premio (una preciosa silueta del norte de la isla) dejando los coches a un lado. A la hora de descorchar el “chispán”, aunque quito rápido el alambre que recubre el tapón, decido no abrir la botella. La verdad que no sé por qué mi cabeza pensó así, pero mientras los compañeros me llenaban de burbujas yo me aferré a mi Freixenet. Cosas del directo, supongo. 
Trofeos para el recuerdo de este rallye y la botella sin estrenar
La idea ahora es hacer las cuentas de cómo se nos pone el Campeonato BP de Rallyes de Las Palmas, pero hay tantas variables matemáticas que todavía se pueden dar, que cuesta tener algo claro. Aunque sinceramente, tenemos un montón de probabilidades de ser campeones, hay que seguir luchando y la próxima pelea será en el rallye Villa de Teror, mi rallye.

No hay mucho más que contar. Fue un rallye complicado porque el calor afectó de mala manera, por lo menos a mí. Sé de sobra que mi cuerpo no está preparado físicamente para un tute semejante, pero mi mente… sí, y de momento escapo con eso, aunque también sé que no estaría de más ponerme un poco forma y bajar el ángulo de giro de mi panza.  Prometo prometer intentarlo.
Muchas gracias a toda le gente que estaba en las cunetas, que aunque realmente no eran muchos, animaron todo el día. Gracias a nuestro equipo que a pesar de que el mantenimiento del Porsche sea bastante llevadero, siempre hay cosas que hacer y revisar. 
Gracias a Julián por volver a ayudarme a conseguir un triunfo.
Gracias a mi familia por sacrificar parte de las vacaciones para yo poder llegar a tiempo a la carrera. 
Parque cerrado final
Les pongo aquí el enlace a un vídeo resumen de algo de lo vivido en este rallye, realizado por Miguel Ortiz, de Rallye Motion y que esperamos que les guste. Vídeo resumen Comarca Norte

Y que no se me olvide decirles que a partir de este rally ya he hecho todo el papeleo y repuesto materiales en la Librería Trébol, en la calle Real de Teror. Si necesitan algo de esa índole o de temas informáticos, no duden en pasarse por allí.

Me despido deseándoles que tengan un buen verano y esperando encontrarnos en Teror a finales de septiembre. 
Recuerden que nunca se puede subestimar a nadie ni pensar que eres mejor que nadie, así que haz tu trabajo de la mejor manera posible y pase lo que pase, podrás estar satisfecho. 






lunes, 11 de junio de 2018

Rallye Isla de Gran Canaria 2018: Victoria!!!



Hola buenas. Quizás un poco tarde me dispongo a contarte lo vivido en el rallye Isla de Gran Canaria 2018. Entre unas cosas y otras no he tenido tiempo de pararme a pensar y asimilar, y mucho menos a escribir, pero habiendo relatado tantas carreras en las que se podría decir que no ha pasado nada, en ésta… no iba a quedarme de brazos cruzados, así que vamos al lío.

Después de haber disputado el “Corte Inglés”, consiguiendo un gran resultado y sumando un montón de kilómetros de experiencia, preparar el Gran Canaria fue bastante sencillo, más teniendo en cuenta que varias de las zonas por las que pasábamos las teníamos frescas del propio rallye anterior o de hace menos de un año en otras carreras. De hecho nos tomamos tan light los entrenamientos que uno de los sábados que fuimos, acabamos viendo la subida de La Pasadilla tan tranquilos, además otro día sufrimos un pinchazo en la Kangoo al pisar una piedra en el Barranco de los Cernícalos y nos lo tomamos a broma.
La semana del rallye diseñamos el plan para ir y venir de San Mateo a Siete Palmas, y finalmente me toca a mi pasar la tarde en los alrededores del estadio entre las verificaciones y el tramo nocturno. La cosa sigue estando tan suave que me entretengo yendo a hacer unos encargos al centro comercial. Lo más destacable es que después de probar la parrilla de faros esos días y de volver a probarla esa misma tarde, cuando falta una hora escasa para irnos a correr, los bombillos deciden no encender. Finalmente, con la ayuda del gran Mingo Trujillo (asistencia de Mingo Ramos) se soluciona el problema.
Las viejas amistades nunca se pierden
Oscurece en la capital y enfilamos el enlace hacia San Lorenzo. Es la primera vez que voy a correr en el Porsche al oscuro, así que decido adelantar los rituales habituales como ajustar presiones de ruedas, encender la cámara y demás. En la aproximación a la salida vemos que hay muchos coches y por tanto, mucha gente. Un acierto por parte de la organización diseñar una especial como esa, dentro de una gran urbe y por tanto cerca de mucho público y también muy cómoda para los participantes.
Nada más salir notamos que debido a lo frío que está el asfalto la cosa va a patinar bastante. No estaba previsto correr demasiados riesgos, así que ahora menos. En el cruce de Almatriche el culo se nos quiere poner un poco por delante pero Julián lo controla sin problemas. La bajada hasta la meta también desliza bastante, pero no se nos da mal y conseguimos marcar el mejor tiempo, sin habernos estresado nada. Las prisas iban a empezar ahora. El enlace a San Mateo ya sabíamos que era algo justo de tiempo, pero suponíamos que de noche el tráfico era escaso y no habría problemas, pero no. De la rotonda de Bandama al casco urbano de Santa Brígida tardamos una eternidad, circulando en cola a menos de 30 km/h. El consuelo era que los dos coches que nos precedían en la lista estaban en el mismo sitio que nosotros. Los nervios afloran y la cosa se estaba complicando, así que Mingo se tira a adelantar en la única recta donde era permitido y no venían coches. Vicente y Julián hacen lo mismo. Hemos avanzado algo, pero sigue quedando poco tiempo. No estoy nervioso porque supongo que si penalizamos unos cuantos, anularán el control, pero… que yo lo suponga no quiere decir que lo vayan a hacer. A la altura del cuartel de la Guardia Civil de San Mateo le digo a mi piloto que nos queda un minuto y que no vamos a llegar. Realmente nos quedaban 3 minutos todavía y sí que llegaríamos, pero preferí mantenerlo en tensión por si acaso. Aun así entramos bastante justos, y a la vez que entregaba el carnet el cronometrador informa de que lo han llamado para decirle que si hay follón, anule el control. También podían habernos avisado a nosotros, pero bueno…
Nos vamos a dormir como líderes y con ganas de que ya sea sábado.
Por la mañana temprano, aun de noche mientras me bebo la manzanilla de rigor, me asomo a la ventana y aunque las previsiones no daban agua, está todo mojado.
En San Mateo también está la cosa fresca y medio húmeda. Menos mal que los amigos que nos informan desde los tramos nos juran que en la parte alta de la isla hace sol.
El primer tramo lo hacemos con un ritmo raro, como si fuéramos despacio. Mi sensación es que vamos demasiado cómodos para estar luchando por la cabeza, pero el tiempo es bueno y mantenemos la punta de lanza.
En la salida del otro tramo empiezan a volar unas chispas de lluvia, pero no parecen llegar al suelo. En la meta, a pesar de que en los primeros cuatro kilómetros perdemos bastante porque nuestro coche apenas cabe por la zona estrecha y hay que extremar las precauciones, el tiempo no es malo.
Para la repetición de estos dos tramos decidimos subir un poco el ritmo y así intentar desmarcarnos de los perseguidores.
En Los Marteles mejoramos 4.4 segundos nuestro tiempo anterior y en Los Cernícalos-Tenteniguada otros 4, por lo que terminamos la sección con 10.5 de ventaja, renta que nos permite mirar a las dos especiales que quedan con un moderado optimismo.
A tope (foto:www.motoraldia7.com)
Como tenemos casi dos horas de asistencia me da tiempo de quitarme la ropa para orearla, comer tranquilo, descansar, ir al baño y sacar cuentas. Nos tienen que endosar medio segundo por kilómetros para ganarnos. En circunstancias normales es difícil que eso pase, ya que en todo lo que llevamos de rallye las diferencias no han sido nunca ni la mitad de ese baremo, ni a favor ni en contra. El Seat 600 JTR monta ruedas nuevas y sabemos que lo van a intentar, faltaría más. Nosotros dejamos las mismas gomas a medio uso y también vamos a intentar defender las embestidas contrarias. Estoy tenso. Hablo con mi amigo Raúl Quesada y me tranquiliza (o lo intenta) diciéndome que si no pasa nada, no nos van a remontar.
Bajando por el Roque Nublo vamos rápido pero no arriesgamos nada, y en la última zona más revirada llegando a Ayacata levantamos bastante el pie por si acaso. No hemos ganado el tramo, como es lógico debido a las tácticas de cada uno, pero no hemos perdido demasiado.
Queda un tramo, 7 kilómetros y 7 segundos. Si antes era poco probable que perdiéramos medio segundo por kilómetro, ahora debía de ser 1 entero por cada mil metros. Raúl me vuelve a escribir: “Ya lo tienes. Salúdame en el cruce de la variante”.
Antes de salir tenemos una cosa está clara: dependemos de nosotros y si no la cagamos habrá salido bien. Le digo a Julián que vamos a hacer el tramo tranquilos, pasando curvas poco a poco y sin obsesionarnos y así cuando nos demos cuenta ya estaremos en la meta… pero no fue tan fácil. 
Es verdad que al ser una subida tan revirada nos perjudica un poco y hay que tener mucho cuidado porque la posibilidad de hacer un trompo y dinamitar la ventaja es bastante alta.
La primera parte se nos da bien y el ritmo es bueno. Julián intenta hacer trazadas limpias y dosificar el pedal del acelerador en la salida de cada curva. Pasamos por la variante y saludo como me habían ordenado. De ahí a la meta es un suspiro pero… se hizo eterno. En el último kilómetro la carretera está en obras y el asfalto está estrechado con muros de hormigón, además de que hay mucho polvo. Aparte de cantar las notas repito por lo menos treinta veces: “cuidao con los muros” aunque yo sé que Julián también los está viendo.
Al pasar la última curva veo la pancarta de meta y mi cerebro ya intuye que hemos terminado bien. Sin saber los tiempos felicito al piloto por el gran rallye que ha hecho. Pacientemente espero que llegue el vehículo número 4 y al ver su tiempo en la pantalla del gps, compruebo que HEMOS GANADO!!!! Grito de alegría y suelto los nervios por la boca. Queremos bajarnos del coche, estirar los músculos, desahogarnos y también esperar por Jose Mari y Carlos para darles las felicidades
Deportividad total
Abrazos y alegría. Momentazo. Estoy muy orgulloso de la capacidad que hemos tenido no sólo para liderar el rallye de principio a fin y acabar ganándolo, sino por haber sabido gestionar perfectamente el ritmo en cada tramo, sobre todo en los dos últimos donde era complicado porque si aflojábamos mucho podían remontarnos y si corríamos mucho era arriesgar demasiado. Conseguimos encontrar el punto correcto en medio de bastantes nervios y presión.
Julián casi me parte una costilla
Quiero dejar claro que sin quitarles el gran mérito que tienen Ponce y Larrodé por hacer fiable su coche y por hacer un gran rallye, nosotros pudimos correr más, bastante más. En los dos últimos tramos nos guardamos muchísimo, y encima las ruedas estaban ya para ir directas al contenedor. No se me entienda mal, pero aquellas frases que me dijeron de: “un tramo más y no ganas” o “escapaste loco” no son del todo reales, porque si hay un tramo más yo no aflojo tanto desde tan temprano, y si las diferencias hubieran sido más ajustadas también hubiéramos corrido a cuchillo, pero las circunstancias se dieron de esa manera. Dicho esto, vuelvo a repetir que me quito el sombrero con el 600 y su equipo porque están haciendo un trabajo enorme, igual que el resto de compañeros, claro está.
Al final, después de ese último tramo quedaban dos controles más que pasar, para los cuales y como te podrás imaginar, hice la suma veinte veces por si acaso.
Con mi amigo Ángel Arencibia de speaker, ceremonia de meta con baño de “chispán” como dice Aroa en la que Julián se atascó un poco con el tapón y tuve que acudir en su ayuda, y trofeo de grandes dimensiones para la vitrina.
El equipo en la rampa final
Sin quitarme el mono y apestando a tigre borracho salgo corriendo a Madrelagua donde aún quedan los últimos coletazos de la celebración del 80º cumpleaños de “abuela Chochi”, a la que le presento mis respetos y el trofeo para justificar mi ausencia en el tenderete. Al haber ganado, me perdona.
Es más grande de lo que parece
Pues nada, así más o menos se puede resumir mi primera victoria absoluta en un rallye desde que me dedico a ésto. Han sido un montón de años y millones de kilómetros hasta conseguirla.
A medida que han ido pasando los días he asimilado que el trabajo de tanto tiempo ha dado sus frutos, aunque en ningún momento pensé en llegar tan lejos. Nunca corrí pensando en ganar, sino que me he dedicado a esto por el mero hecho de pasarlo bien y aunque no siempre se consigue, muchas veces (como ha sido en este rallye por ejemplo) sí que se alcanza ese objetivo. Me quedo también con el buen ambiente que estamos creando entre los compañeros. A pesar de estar todos luchando por la misma meta y somos rivales, la camaradería, risas y fiestas que vivimos en cada espera antes de tramo hace que uno se plantee todo de mejor manera y en la meta final los abrazos que nos damos unos y otros son del todo sinceros.
Julio, Vicente, Magnolia, Tino, Pepo, Mingo, Dani y Julián

No quiero despedirme sin agradecer tantas y tantas felicitaciones recibidas. Desde la misma meta de Tejeda al martes posterior, el móvil no paró de sonar con mensajes y llamadas, además de lo leído por redes sociales y prensa. 
Agradezco también a todos los pilotos con los que he corrido en estos años, porque todos han tenido que ver en mi proceso de aprendizaje (que todavía continúa) y por tanto, todos tienen en mayor o menor medida una parte de culpa de este triunfo.
Gracias también a los familiares, amigos y aficionados que nos animaron durante este rallye y en general en la tonga de años que llevo corriendo, y como no, dedicatoria completa para mi mujer y mis hijos, sin más explicaciones. Ellos (y muchos de ustedes que me han leído otras veces) saben lo que hay.
Nada más, se despide el actual líder del Campeonato BP de rallyes de Las Palmas, que volverá a ponerse el casco el 7 de julio en el rallye Comarca Norte, aunque previamente el Porsche y Julián estarán en la subida de Arucas, donde yo causaré baja porque ese día se casa mi amigo Lucas y claro, después de 32 años de amistad, no me pierdo su boda por nada del mundo, ni siquiera por un rallye, que ya es decir. 

PD. No hay que soñar con cosas grandes sin haber conseguido antes muchas cosas pequeñas.