Muy
buenas!!!
La
frase usada en el título de esta entrada se la había leído
anteriormente al amigo Chago Ojeda, que creo que a su vez él se la
había oído a alguien cercano y ahora la volví a oír en boca de
Marcos, uno de los miembros del Team Palmita Sport mientras
regresábamos a Gran Canaria. Él la usó en una conversación que no
tenía que ver con carreras, pero decidí apropiarme de ella para
resumir lo ocurrido en el rallye Isla de Tenerife, ya que una cosa es
que nos tuviéramos que retirar y el mal sabor de boca que eso deja,
y otra cosa es que a pesar de todo, el resto de resultados del año
han sido bastante buenos y se ha conseguido el objetivo marcado, que
era luchar e intentar ganar el Campeonato BP de Rallyes de Las
Palmas.
A
Tenerife fuimos hace por lo menos un mes a coger las notas que no
teníamos y corregir las que ya estaban hechas de años anteriores.
Aparte de eso, como hago siempre cuando salgo a correr fuera (y
aunque no sea fuera), pasé mucho tiempo delante del ordenador
controlando el rutómetro y demás logística que debe hacerse para
no improvisar. Aunque deportivamente no nos jugábamos nada y el
resultado era lo de menos, no iba a embarcarme en una carrera de este
calibre sin saber exactamente dónde, cómo y cuándo tenía que
hacer cada cosa.
Luego
ya la semana del rallye seguimos dando mas pasadas y cambiando
algunas cosillas en las notas, sobre todo cuando tocaba ir despacito
por el tráfico y la concentración se dispersaba un poco.
En
las horas previas a la carrera me encuentro con viejos conocidos
tinerfeños y con otros con los que tengo más relación y ya son
amigos, pero que no veo sino de vez en cuando. Hay ambiente racing en
la isla para lo bueno y para lo malo, y se nota sobre todo cuando los
vecinos de varios puntos del recorrido hacen campañas en las redes
sociales criticando a nuestro deporte por las molestias que les
causan. No digo yo que no haya algún descerebrado que entrene a toda
leche y ocasione problemas, pero quejarse en general de que si los
pilotos son unos locos, que si los rallyes deberían prohibirse y no
se que chorradas más que circulaban en un mensaje de whatsapp de 400
renglones que yo dejé de leer en la quinta línea me parece
exagerado, pero bueno, son cosas a las que ya estamos acostumbrados y
por eso mismo no me leí el texto entero.
En
las verificaciones administrativas piden cierta documentación acerca
de las placas rojas que usa el Porsche, pero todo estaba controlado y
a más papeles me pedían, más papeles sacaba yo de la carpeta:
“Permiso de circulación de las placas rojas temporales”. Toma.
“Recibo del seguro de las placas rojas temporales”. Toma.
“Relación laboral entre el dueño de las placas y el piloto donde
conste el número de chasis del coche”. Toma. “Etc, etc, etc”.
Toma, toma, toma. Al rendirse y no encontrar por dónde cogerme (como
dice Manolo Vieira), me dice: “sólo una cosa más… que tengas
mucha suerte”. Toma. Ah no, ahora no tengo darte nada, ni las
gracias, por pesado.
En
las técnicas más o menos lo mismo: “Documento de declaración
responsable de la homologación de la vestimenta”. Toma.
“Certificado de calidad de la jaula protectora del coche”. Toma.
“Ficha de homologación de la FIA”. Toma. “Pues nada, la
pegatina de verificado”. Toma. Ah no, que esa me la das tu a mí.
Hasta
la hora de ir a la reunión previa y ceremonia de salida me dedico a
estudiarme el reglamento, no porque dijera nada nuevo ni extraño,
sino porque siempre me ha gustado leerlos, leer en general.
Justo
cuando empieza el brieffing me llama el amigo Teo Vega para entrar en
directo en antena y le doy preferencia total, faltaría más. El gran
Néstor Gómez, amigo chicharrero de toda la vida y de lo mejorcito
como copiloto y como persona, me hace un resumen de lo dicho por el
Director de Carrera y el Jefe de Seguridad. Nada que no se supiera ya
por lo que uno estudia, conoce, prepara y porque además en este
rallye se dio una circunstancia muy inusual pero muy útil: La
encargada de ser la responsable de “Relación con los
Participantes”, manda por “wasap” toooooda la información que
iba generando el rallye, recordatorio de horarios y lugares, datos a
tener en cuenta, etc, etc. Además le preguntabas una duda y te la
resolvía sobre la marcha, sin usar la manida frase de: “Lo
consulto y te digo”. Así da gusto. Punto muy a favor para la
organización del rallye y para Yaisa (con S dice ella que es) y
Cecilio, los encargados de llevar el peto verde.
Nos
vamos a los tramos. En el eterno enlace por la autopista sin poder
hablar por el estruendoso ruido del coche me da tiempo a pensar miles
de cosas. Para mí, ese es siempre el peor momento de cada carrera,
porque los nervios están a flor de piel y hay ganas de ponerse el
casco ya para no andar pensando más. Paramos a poner gasolina (en
este rallye íbamos con 98 para abaratar costes) y primer
problemilla: no hay caramelos de nata de los que le gustan a Julián.
Salimos
en el Poris, me encanta ese tramo y esa salida. Tiene algo mágico y
nostálgico. A las pocas curvas la rueda trasera derecha cae en un
interior sin venir a cuento y el taponazo bajo mi culo es terrible.
De ahí en adelante hay que tantear que no haya nada roto, y parece
que no, pero el ritmo no ha sido del todo bueno después de eso. No
fue tan malo como yendo pa La Aldea, pero… es mejorable. Aunque en
2017 se corrió de día, el empeoramiento con respecto al tiempo del
año pasado en el mismo tramo y con el mismo coche es de más 30
segundos. Demasiado.
En
el enlace al tramo 2 ni me quito el casco porque sólo sobran 6
minutos y así protejo mi cabeza y orejas del frío. En la segunda
curva de esa segunda especial, el coche se queda sin tracción y todo
hace indicar que se ha roto un palier. Nos arrimamos a un margen de
la carretera y cuando ya me preparaba para bajarme, Julián tira de
la palanca de cambios y entra la marcha. Seguimos. Debió ser que el
selector del cambio se quedó encasquillado. De nuevo otros buenos
kilómetros tanteando que no pase nada, y entre eso y tales y cuales,
las sensaciones son bastante malas. Ya se parece esto más a lo de
San Nicolás de Tolentino.
De
nuevo me quedo con el casco puesto porque para el tiempo que tenemos
no merece la pena quitármelo. En la salida del tramo 3, habiendo
recorrido aproximadamente unos 5 (sí, cinco) metros, el coche se va
hacia la izquierda rumbo al barranco y al darme cuenta grito
¡¡¡¡Cuidao cuidao!!!! y Julián corrige dando un volantazo. La
bajada no fue buena y la subida algo mejor, pero también hay
muchísima diferencia con el tiempo del año pasado. Vaya noche
llevamos. Otra vez enlace eterno por la autopista dándole vueltas a
la cabeza. Cada minuto que ha pasado desde que hemos hecho la
ceremonia de salida tengo más claro que no merece la pena el curro y
el tiempo invertido para luego no pasarlo bien corriendo.
Llegamos
a la asistencia y el coche tiene un problema en el cojinete de la
correa. Se arregla y mañana se mirará mejor porque ahora no hay
tiempo. En plena operación de bajar el coche al suelo, se parte una
pieza del gato. Cuando Julián se quita el mono y lo va a colgar, se
parte el gancho de la percha…
Al
final han pasado un montón de cosas pequeñas, gilipoyeces varias
que si pasa una sola ni te acuerdas más, pero que si ocurren así
todas una con otra… dan que pensar.
Habiendo
dormido apenas 5 horas estamos ya de nuevo en la asistencia,
intentando reparar mejor lo del cojinete y preparando todo.
Primer
enlace. De nuevo nervios y ganas de empezar a correr de verdad para
quitarnos el mal rollo de anoche. Qué lejos es la salida de Los
Loros, y ya es la segunda vez que hago este trecho en dos días,
porque aunque yo lo tenía todo controlado, entrenando fuimos a mirar
por dónde era. Cuando paramos a ponernos los cascos y revisar las
presiones de las ruedas, no puedo evitar acordarme de Luci. Todavía
no hace ni un año que se tuvo que ir, justo en ese lugar. Le mando
un abrazo a toda su familia.
Al
llegar a meta la sensación es algo mejor que la de anoche, aunque
sigue sin parecerse a lo vivido en cualquier otro rallye en el
Porsche de octubre hacia atrás, y el tiempo comparado con la
temporada anterior en el mismo sitio, con el mismo coche y a la misma
hora, ni se acerca.
Nos
vamos a Güimar. Salimos rápido en la primera zona que es bastante
recta. Al llegar al risco el coche suena raro, pero pienso que es el
eco de los malecones y la montaña, hasta que… justo llegando al
Mirador el ruido ya es bastante más extraño y Julián para el motor
por si acaso. Con la inercia nos arrimamos en el parking del antiguo
restaurante y me bajo corriendo a ver si hay aceite o algo en la
carretera, pero no. Enseño mi cartelito de OK a los tres siguientes
vehículos como manda la ley, pico el OK en el GPS y cuando voy a
llamar a Dirección de Carrera para avisar de que nos retiramos por
avería mecánica y que no estorbamos para nada el paso de los demás
vehículos… ¿de quién me llega un mensaje? Sí, de la Relación
con los Participantes. Que pasada.
Comunicación
a la familia, allegados y resto del equipo y a esperar que termine el
tramo en sus dos pasadas para poder irnos de allí… pero no. Los
mecánicos tienen que venir desde Santa Cruz a Güimar a buscar a
Julián y volver a Santa Cruz para que él luego traiga el camión de
nuevo a Güimar, cargar el coche y ya poder marcharnos. Como yo me
iba a quedar allí cuidando el Porsche y aguantando preguntas y demás
de los curiosos/enterados, me consuelo con que voy a ver la segunda
pasada por ese tramo en aquel bonito sitio… pero no. El amigo
Jorgito Galván, que ahora vive en esa zona de Tenerife, se ofrece a
bajar a Julián a la capital a por el camión y así adelantar un
poco los plazos. Jorge me alcanza unos víveres que sólo con verlos
me saben a gloria y que me pienso comer viendo pasar el rallye…
pero no. Para acortar la espera se decide que la grúa de la
Organización (pasándose el operario las normas al respecto por el
forro, porque el coche no entorpecía nada) nos traslade hasta por
debajo de la salida y así no tener que esperar a la segunda pasada,
por lo que me quedé sin ver los coches grandes corriendo. En la
puerta de un lugar llamado Finca Salamanca pasé un par de horas
esperando los refuerzos y poniendo cara de cotufo mientras atiendo a
individuos extranjeros y del país, que como siempre, se hacen fotos
con el Porsche de Wolf. Los compañeros me tocan la pita al pasar de
enlace al tramo y nos animamos mutuamente. Ellos a mí por el
abandono y yo a ellos para lo que les queda de carrera. Dicen que en
algunas zonas está lloviendo, por lo que la variedad de ruedas se
nota cuando van pasando. Donde yo estoy solo ha chispeado levemente
dejando en el ambiente un agradable petricor.
Una
vez recogido todo, almuerzo de casi dos horas hablando de motores y
demás temas mecánicos de los que yo no tengo ni puta idea y al
muelle, porque aunque teníamos pasajes para el domingo, y hotel y
coche de alquiler también hasta el día siguiente, decidimos irnos
antes de tiempo. Paso por el hotel a recoger los bártulos y en el
puerto esperamos dos largas horas más antes de echarnos a flotar.
Con el rato de más en el largo almuerzo y lo que esperamos en Santa
Cruz, hubiera dado tiempo de ver el tramo de Güimar y el de
Candelaria, pero para nosotros la carrera había acabado en todos sus
formatos. Una vez a bordo del ferry, decían que la marea iba a estar
picada y con olas de muchos metros, pero el Volcán de Timanfaya
surcó los mares como si fuera una carretera recién asfaltada.
Al
final llego a Teror y me acuesto empezando la madrugada, dando casi por terminada
la aventura tinerfeña de este año. Todavía quedan flecos que
cortar para finalizar del todo este capítulo, pero espero poder
hacerlo en breve.
La
verdad que terminar el año así es una putada, porque había sido
una temporada bastante buena y en las dos últimas carreras de
asfalto no me he divertido casi nada. Uno se dedica a ésto por lo
bien que se pasa (o eso se presupone) corriendo en pleno tramo, y eso
normalmente debería compensar todo el trabajo, ocupaciones y
preocupaciones que conlleva ser copiloto, pero… no, aunque por
ejemplo en La Oliva, sí.
Como
todo el mundo dice, hay que quedarse siempre con lo positivo y cierto
es que ha habido cosas muy buenas, como haberme subido en un coche de
casi 500 caballos de potencia, llegar a correr a 220km/h en algún
lugar de algún rallye, ganar carreras, ser campeón provincial,
haber conseguido el sueño de triunfar en la carrera de mi pueblo,
subirme un rato al lado de Raúl y seguramente más cosas de las que
ahora no me acuerdo. Lo demás supongo que debe pasar al cajón del
olvido y santas pascuas, aunque teniendo presente que de todo se
aprende, y de lo malo quizás más que de lo bueno.
Termino
ya esta entrada, citándote para cerca de Navidades cuando si me
acuerdo y tengo tiempo, escribiré algo pequeño a modo de despedida
del 2018. En esas fechas estaré ya inmerso en los preparativos de
un nuevo sueño que parece que voy a cumplir, ir al rallye de
Montecarlo, a verlo.
Como
siempre hago, no me olvido de agradecer a Julián, Laure y Marcos.
También esta vez a Néstor (felicidades por ese podium amigo!!!) por
la ayuda como siempre que voy a su isla y a Jorgito porque cuando
fuimos a entrenar nos llevó a cenar a un sitio cojonudo y cuando
fuimos a correr me llevó comida de su casa, y si un amigo te da de
comer… eso sí que es un amigo.
También
gracias a l@s amig@s
de toda la vida y familiares, que llamaron o mandaron un mensaje para interesarse
y se ofrecieron para lo que fuera menester.
Indirectamente
también se deben agradecer los gestos y comentarios de apoyo de
todos los aficionados y amigos del equipo, y otra vez más, y ahora
más que nunca en todo el año porque entre Maspalomas, La Oliva y
Tenerife estuvieron solos prácticamente tres semanas, muchas gracias
a Leti, Aroa y Adrián por su paciencia y cariño.
Nada
más, enhorabuena a los premiados y recuerda que si tu método de
actuar te ha dado buenos resultados antes, te los volverá a dar
después, aunque a veces haya circunstancias puntuales que no ayuden.
Saludos!!!!
PD: Las fotos que saqué las fui publicando en el perfil efímero de whatsapp, y no vamos a repetirlas aquí para no caer pesado.